Padre José Martínez Colín
Soldados de Cristo
s/d
Amadísimo amigo:
Con profunda consternación le envío Burundanga (Buenos Aires, Mansalva, 2009, ISBN 978.987.1474.13.4, 80 págs.), abominable folleto urdido en las entrañas mismas de la judería local. Como podrá comprobar a simple vista (ruego a los santos de nuestra queridísima Iglesia que lo ayuden a tolerar una lectura más atenta, si acaso la considera necesaria: mi cuerpo no fue capaz de aguantar la náusea y más de una vez tuve que cerrar el libelo cozarinskyano al borde mismo de la emesis), se trata de una afrenta especialmente dirigida en contra de los Padres de la Iglesia, cuyos santísimos nombres son convocados en escandalosa procesión para desprestigiar la Obra reverendísima que, en contra de la barbarie pagana, realizaron.
No sé si la mera solicitación de la rigurosísima marca del Index Vaticano alcanzará en este caso, y es por eso que me atrevo a enviarle el disoluto paquete en el cual no se sabe si repudiar antes la serie de inmundicias que presenta o la calidad de la prosa puesta al servicio de una infamia semejante. ¡Cuidado!, en todo caso, porque este libro es peligroso.
Me dicen los jóvenes que me visitan algunas tardes en busca de contentamiento espiritual que el tal Cosarinksy o Cozarinsky (hay titubeo en cuanto a la ortografía que le correspondería al patronímico, como si la oscilación de esa letra -S/Z- sirviera para disimular el hedor infernal de este orgulloso hijo de Sion) había publicado parte del libelo en una plaquette, hace algunos años. Que insista nuevamente en la presentación de la ignominia es signo suficiente de la batalla que en nuestra contra ha entablado, y de la amoralidad y la perfidia de su causa. ¡Cuidado!, dignísimo amigo, al tocar estas páginas envenenadas. Yo mismo tuve que tapar mi boca más de una vez porque ya sabemos que la risa es el agujero inmundo por el cual la Bestia mete su pezuña para anidar en nuestros corazones. Y nada es más peligroso que un libro como Burundanga, que encuentra en la falsa ligereza el arma más poderosa para desarmar a la virtuosos. ¡No cedamos!
"Sottomondo Vaticano" podría haber sido uno de los tantos episodios de incomprensión y de envidia vil que hemos soportado a lo largo de los siglos, pero acompañado por "Opera buffa" (que, naturalmente, convoca al inevitable "bufarrón") y por (¡perdónadme San Gervasio y San Isidoro, mis santos y divinos patronos, por atreverme a reproducir el abominable título!) "Noches de verano en los taxis de Buenos Aires", revela un plan mucho más infame y más macabro que el que pudiera deducirse de estercoleros como El código Da Vinci.
No conozco personalmente al autor, naturalmente, y en los archivos de nuestro boletín parroquial no he podido encontrar una sola foto suya, pero lo imagino como los monstruos que presenta como sus personajes, ese "Vicente" que invita a los trabajadores del transporte a los actos más abominables (haciendo uso per angostam viam, en ocasiones, de esas bayas solanáceas que tanto cultivan los infieles: si me detengo en este detalle de la página 39 es para que comprenda la inmoralidad a la que el sedicente "autor" llega, sin que se entienda cómo las personalidades a las que dedica semejantes escatologías lo consienten). Lo imagino "Vicente" o "Dumbo" o "Landrú de Villa Ortúzar", seudónimos que, a no dudarlo, utilizará para confundir a los niños a los que se acerca con aliento sulfurino y pezuña rapaz. ¡Cuidado! ¡Cuidado! Que nuestros jóvenes no lean Burundanga.
He puesto a leer algunas piezas escogidas de la asquerosa excrecencia de una imaginación perdida (pero no confundida: donde hay un judío habrá siempre complot) a algunos de los más viriles diáconos de nuestra diócesis. Los he visto (y oído) reírse a carcajadas, a mandíbula batiente. Los he obligado a confesar los pensamientos lúbricos que luego tuvieron, atenazados ya por la pesadilla de las "vedettes infantiles", ya por el demonio meridiano convocado por las "Noches".
Y entre una cosa y la otra, entre las vejaciones a la inmaculada infancia y la ingesta de pociones afrodisíacas, los Padres de la Iglesia son convocados para ridiculizarlos. No hay moral en Burundanga, queridísimo amigo, y no la hay de la manera más radical que jamás los representantes del Mal pudieron imaginar. No dudo que en los círculos masónico-liberales y surrealistas que frecuenta el autor -cuyo nombre no me atreveré a pronunciar ya nunca más en mi vida- celebrarán la ocurrencia (porque el pacto inmundo establecido entre ellos y Ellos, unos y otros enemigos de la FE) no hay lugar para el disenso. Dirán que el opúsculo es encantador. Dirán que el autor ha inspirado a las nuevas generaciones de escritores. Dirán tantas mentiras, mi querido amigo, que la sangre me hierve, el estómago se me revuelve y me dan ganas de gritar palabras que ofenderían los oídos menos pudorosos. Pero no: ¡Alerta! ¡Alerta! Que no haya tregua en contra de quienes nos atacan. Ha llegado la hora de la batalla final en contra de los enemigos de la Fe. A sus manos encomiendo esta batalla. Suyo afectuosísimo en el Amor de nuestra Iglesia
Patrocinio Deleite Formoso
Estimado enemigo:
ResponderBorrarLe agradezco su condena. Me confirma en mi destino elegido de DISOLUTO PAQUETE, que me esfuerzo por mantener alerta a pesar de los "outrages du temps". No dejaré de enviarle mi próximo opúsculo - UNA INCURSION A LOS RANQUELES URBANOS - donde encontrará nuevos grados de pertinaz infamia.
Suyo lealmente,
Vicente von Strassenbekantschaft
jajajajajajajajajajaja
ResponderBorrarjejeje un zarpeee
ResponderBorraryo también busco contentamiento espiritual
Gracias por defender la Fé, por construir inmensas catedrales ( llenas de lujo) y no casas para los pobres. Oraremos por Grassi, por las intervenciones en los conflictos bélicos, por las bendiciones de armas, por el Dios de los que más tienen.Amén
ResponderBorrara ver donde dejé mi ultima bala de plata...a males medievales, medievales remedios...
ResponderBorrarme olvidé de firmar mi comentario:
ResponderBorrarVan Helsing, cazadora de vampiros masonico-liberal surrealista
No hay moral en Burundanga.
ResponderBorrarNo hay amor en LTS.
La historia -que no es otra que los devaneos del marketing- se repite.
Quiero ese libro.