martes, 13 de octubre de 2009

De noche, aquí en el campo...

Cada mañana nos da miedo abrir la puerta. No sabemos con qué vamos a encontrarnos.
Los perros, cuyo propósito es cuidarnos de noche, como se aburren, se dedican a los más inverosímiles destrozos. Juntar del jardín los mil pedacitos de goma-espuma (o vellones de lana) bien puede ser una tarea ingrata, pero están en su derecho, sostenemos, de robarse cuanto almohadón haya quedado olvidado en la galería porque son objetos ajenos a toda ecología campesina.
Esta mañana, sin embargo, descubrí que anoche decidieron que la orquídea dispuesta en el tocón del tilo recién cortado (no la que me regaló la señorita Pola, sino otra) quedaba mal donde estaba, y sus restos fueron a parar quién sabe dónde. Encontré la carcaza de madera cerca del portón de entrada, pero las raíces, aparentemente, se las comieron.
El paño amarillo de cocina (¡absorbente!), que me olvidé ayer en la mesada del asador, se perdió de vista sin dejar rastros... Hablo en plural, porque operan en jauría, pero estamos seguros de quién fue: Niro, con su cara sufriente, sus inclinaciones de cabeza y su inteligencia totalmente desperdiciada en caprichosos raptos de vandalismo.


12 comentarios:

  1. Anónimo2:41 p.m.

    Me encanta cuando escribís así. Y en general es cuando estás en el campo.

    ResponderBorrar
  2. Daniel: 100% de acuerdo con "anónimo"; el campo es fuente indudable de inspiración para vos: se ve que allá la escritura fluye de otra manera ...

    ResponderBorrar
  3. Se agradecen los cumplidos. Es como una amplificación perceptiva que, ahora que tengo internet movil, quedará registrada con mayor frecuencia.

    ResponderBorrar
  4. Rinaldi4:49 p.m.

    En el campo te ponés mas hippie, como Heidegger en la cabaña con sus cositas en el aljibe. Quién no guarda algo sobre el aljibe, Daniel, no digo detrás de sino sobre él, en el lugar más visible?
    me gusta también cuando te encrespás, cuando discutimos de cosas. La amistad se parece más a eso.
    Quizá todos seamos mogos que miramos, en el silencio, el agujero del aljibe.

    ResponderBorrar
  5. coincido con anonimo. y tmb cuando escribis de cine. qué atrapantes son los bichos... yo me colgué blogueando sobre mi hijito de 4 patas pero tuvo el efecto opuesto: mis comentaristas se rebelaron

    ResponderBorrar
  6. Anónimo10:35 p.m.

    donde es el campo, si se puede saber?
    no invita?
    saludos a los perros, queremos saber mas sobre ellos

    ResponderBorrar
  7. Hermoso relato. Me gustaría saber más sobre los perros, sobre ese asador, las orquídeas, la Señorita Pola...

    ResponderBorrar
  8. Anónimo12:20 p.m.

    fotos de los perros

    ResponderBorrar
  9. Anónimo8:15 p.m.

    Yo tengo un perro salchicha que se llama Sempronio Saddam. Los perros callejeros del barrio se paran adelante de la reja y le dicen: "por el culo se la dan". Pero mi perro no desperdicia su inteligencia. Armó una quiniela clandestina canina, y él es el único de los perros del barrio que puede cursar las apuestas por Internet, así que se está llenando de guita.
    A todo esto, ¿Alan Pauls finalmente escribió lo que nos tiene prometido acerca de la pasión que ciertas personas podemos llegar a sentir por nuestros animales?

    ResponderBorrar
  10. Un perro es un sensei inesperado que enseña de manera misteriosa.

    ResponderBorrar
  11. Anónimo9:05 p.m.

    Daniel me encanta cuando escribís.A dónde queda tu campo?,si se puede saber...

    ResponderBorrar
  12. Anónimo10:17 p.m.

    me animaría a afirmar q el aumento de amor y valoración q sentimos por los perros q noto en aumento ultimamente es directamente proporcional al desprecio q nos despiertan muchas personas...

    ResponderBorrar