lunes, 13 de diciembre de 2010

La máscara

El padre de Edgardo Cozarinsky acababa de morir y José Bianco, que lo conocía apenas desde hacía dos años, que le había abierto las puertas de la revista Sur y había corregido cierto desprecio del joven por la literatura decimonónica, consideró, sin embargo, que se imponía una visita protocolar.
Se daba la circunstancia de que Pepe Bianco convalecía de la segunda cirugía plástica que habría de transformar la berenjena o morrón que hasta entonces había fungido en su cara como apéndice olfativo en su nariz característica (la de las fotos).
Cuando fue recibido por la madre de Cozarinsky, no pudo dejar de notar la contrariedad de la viuda al verlo con la cara así vendada. La saludó, diciéndole:

"Disculpe, señora, que venga a su casa
disfrazado de El Hombre Invisible"


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