por Daniel Link para Revista Ñ
"Las personas mayores, ¿a qué
hora volverán?" No diré quién es el autor de este verso,
porque cualquiera puede localizarlo en Internet e, incluso, corregir
su puntuación (que he distorsionado ligeramente).
Las personas mayores (colectivo en el
que me incluyo) tiene con las nuevas tecnologías digitales una
relación ambigua: algunos miran con sospecha los mecanismos de
publicación, distribución y lectura que la red promueve, y otros
los elogiamos hasta la exasperación. No es el momento para
retractarse por antiguos entusiasmos pero sí para
expresar un reparo respecto de la
relación de las tics ("tecnologías de la información y la
comunicación") con el universo literario (los textos, y sus
cultores: autores, lectores).
Las nuevas tecnologías digitales
fueron y son un umbral de transformación (del conocimiento, pero
también de lo estético) y no, como pareciera por el uso que de
ellas hacen algunos jóvenes inescrupulosos, una lanzadera o
trampolín para llegar a las mismas alturas de cinismo,
autocomplacencia y elitismo propios de la cultura letrada de finales
del siglo pasado.
Es extramadamente curioso que, entre
nosotros, nadie haya todavía investigado las posibilidades de las
ciberediciones. Alejandro Quesada, con su espléndido Mar de pijas
y Max Gurián, con su sabio Condominio, son excepciones a la
regla: ellos eligieron publlicar sus libros según la modalidad "por
demanda". ¿Alguien, además de Mariano Blatt, reseñó esos
libros o evaluó esa apuesta? Paralelamente, los índices de e-books
incluyen poquísimos libros de autores argentinos contemporáneos, lo
que indica que casi nadie (ni los autores, ni los editores, ni la
crítica) tiene demasiado interés en ese futuro ya irreversible de
la lectura.
Eso sí: la "nueva crítica",
los "nuevos narradores" y los "nuevos poetas"
siguen dando entrevistas a los suplementos de los diarios y aspirando
a publicar sus libritos en las multinacionales de turno, una vez que
la visibilidad lograda gracias a algún blog afortunado consiguió
llamar la atención de los asesores literarios de los grandes medios
editoriales.
Contra la persecución policial (en
nombre de los derechos de propiedad intelectual) casi nadie se
pronuncia, no sea cosa de molestar a algún gerente. Los modelos de
producción textual (adecuados a la era digital) no se investigan
(folletines, que yo sepa, ha habido casi ninguno en los últimos
años). Y así siguiendo...
De modo que siguen siendo las personas
mayores (¿a qué hora volverán?) las que más y mejor interrogan
las nuevas tecnologías de edición como umbrales de transformación
del arte, de la literatura y, por lo tanto, de lo viviente. Para los
otros, los jóvenes, parecería, todo es facebook, es decir:
ejercicio gratuito de exposición y autocomplacencia.
El enlace en la Revista Eñe está acá:
ResponderBorrarhttp://www.revistaenie.clarin.com/literatura/Fantasias-era-digital_0_753524664.html
Aparece con otro título.
Interesante nota!
Saludos.