sábado, 29 de septiembre de 2012

Copy-paste

--> por Daniel Link para Perfil

Mi última columna sabatina en Perfil se llamó "Vandalismo" y su objetivo era censurar una cierta obstinación del poder regente en destruir lo que existe y no en construir lo inexistente.
Por desgracia, el cierre (anticipado) de la semana pasada me pescó armando el bolso, no para aprovechar el fin de semana largo, sino para someterme a una severísima terapia antibiótica contra una bacteria que me habita en contra de mi voluntad.
Entre una cosa y otra, terminé enviando al editor de estas páginas un borrador más bien deshilachado, sin conclusión alguna y con larguísimas citas textuales tomadas (sin aclaración) de otros diarios. De la penosa confusión de los archivos me di cuenta recién el sábado y no antes, pese a las advertencias de Guillermo Piro, a quien le respondí con lacónicos correos como de personaje de La montaña mágica.
Aclaro, pues: las autoridades tienen todo el derecho del mundo de despreciar la Feria del Libro en su forma actual y no tendría yo argumentos para defender ese círculo del infierno salvo una cierta expectativa favorable a la actual directora, Gabriela Adamo. Por lo demás, es verdad que la Rural es odiosa, los stands resultan carísimos para los editores de menores recursos, etc.
Pero la Feria del Libro, iniciativa privada, funciona con éxito desde hace décadas según sus criterios, y no parece la mejor idea el chantaje estatal para intervenirla ("o la mudan a Villa Martelli o suspendemos las compras de libros a través de la CONABIP"), sobre todo porque la mudanza, por si misma, no va a mejorar el evento y muy probablemente lo aniquile por la carestía de transporte público.
El Estado tiene el poder, el derecho y la obligación de imaginar instituciones de cultura y pedagogía adecuadas a su ideario (no importa que yo los comparta o no). No debería, en cambio, destruir lo ya existente so pretexto de llenar un vacío de políticas propias que no es sino el índice de una pobre y esquemática imaginación.
Pero, en fin, nada de esto quedó claro porque mandé un archivo equivocado: pido disculpas a los lectores pero, sobre todo, a los compañeros periodistas cuyas notas fueron copiadas sin aclaración alguna.

1 comentario:

  1. En el último encuentro literario, fui el último día para ver a Gusmán. Habló en el salón que parece una capilla adventista instalada en un establo (no recuerdo el nombre de la sala). Sí que antes de la charla se disparó una disputa a los gritos con hinchada incluida entre los ministros de Educación de Ciudad y Nación. Andáasaber…
    ¡Qué bueno poder leer copy paste y que no quemes tus textos como el fumón de Bajtin! Saludos.

    ResponderBorrar