Por Daniel Link para Perfil
No sabía qué tema elegir para la
columna de esta semana: ¿el Papa en Brasil?, ¿el nuevo vástago de
la Casa Real británica? ¿El traspaso de YPF de su previo dominio
europeo a su nuevo dominio norteamericano, lo que demuestra el
carácter trilemático de nuestra situación nunca bien comprendida,
y nunca cómoda?
Nada de eso me importa, pero sobre
todo: nada de eso tiene la magnitud de la inminente inauguración del
Metrobus en la Avenida 9 de Julio, una de las ideas urbanísticas más
espantosas que alguien pudo tener alguna vez, impuesta con la
prepotencia del caso, contra viento y marea.
La razón de la pena y del fastidio de
cualquier ciudadano con dos dedos de frente (no es el caso del
alcalde de la ciudad) tiene que ver sobre todo con dos variables: el
Metrobus fue una solución ingeniosa en la avenida Juan B. Justo
porque allí no puede construirse un subterráneo (por debajo corre
el siempre chúcaro arroyo Maldonado). Pero abajo de la 9 de Julio,
en cambio, hay un tren subterráneo con las mismas terminales que el
Metrobús ahora terminado, cuyo horror tercermundista ya brilla por
encima de los árboles, con sus centelleantes paneles de vidrio o
plástico que en pocos meses serán un cúmulo de desperdicios (¿por
qué no habría de ser así, si el resto de la ciudad hiede a toda
hora?).
Hubiera convenido reforzar los trenes
subterráneos de la línea C, hacer que los ramales de TBA
(ex-Mitre), que tienen la misma trocha, entraran directamente al
túnel subterráneo de la línea C, y no se detuvieran en Retiro sino
que llegaran hasta Constitución. Hubiera convenido, llegado el caso,
ampliar los carriles centrales de la 9 de Julio y reservar Cerrito y
Carlos Pellegrini (y sus continuaciones) para los colectivos, para
que éstos no tengan que circular a contramano, creando un vértigo
perceptivo sólo comparable a la alienación mental de los urdidores
del proyecto que, para peor, nadie se atreverá a desmontar nunca.
Ellos reconocieron que ejecutaron 11 millones de pesos en desagues en el año 2012, luego de la última inhundación. Y dos meses después presentaron un proyecto de 125 millones para las bicis. Ahora gastaron 150 millones en refugios y plataformas.
ResponderBorrarNo son estúpidos, saben muy bien lo que hacen.
Si cuando es necesario conseguir votos sacan los globos, el quipa y la silla de ruedas.
Venden frivolidad, para captar el voto frívolo.
Está claro que en las altas esferas no solamente hay delincuentes sino subnormales y maniáticos.
ResponderBorrarSe nota que todos viven en la ciudad de Buenos Aires y no en el conurbano. Haber redireccionado algunas líneas que circulaban por las calles paralelas a la 9 de Julio permitió que el trayecto que antes demoraba entre una hora, una hora y media, ahora se concluya en 40 minutos. No obstante, acuerdo en qué podrían haberse planeado otras alternativas. No debe haber sido la intención de Macri, pero Lanús y Wilde agradecidos.
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