Hay en Proa varias obras fundamentales, como un Obelisco de Sara Facio,
las tomas de Coppola y unas fotos estupendas de Annemarie Heinrich
confrontando la instalación de Marcos López sobre cruel realidad de la
Villa 31 y el carrito de cartonero de Liliana Maresca, una precursora
talentosa que murió de Sida antes de que aparecieran los cartoneros de
verdad. Para los elogios todos estuvieron de acuerdo. La obra favorita
fue la abstracción de Daniel Link: un espacio vacío donde los
espectadores se sientan a escuchar las voces de Borges, Lamborghini,
Manuel Puig, Cozarinsky, entre otros. Además, claro está, el éxito de
Link se acentuaba al verlo, con sus pantalones multicolores y llamativos
en extremo. Ni siquiera Minujín con su traje rojo pudo opacar el
despliegue.
Fuente: Charlas de quincho
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