La ciudad y las voces
por Diego Erlan para Ñ. Revista de cultura
En la instalación sonora "En obra", que formó parte de la exposición Buenos Aires realizada en Proa, se podía apreciar un entremado de voces que iban desde Borges a Mujica Láinez, de Piglia a Cucurto y de Copi a Walsh.
“¿Esto hay que prenderlo?”, dijo la mujer al ingresar a tientas en el
baldío que construyeron Daniel Link, Elena Donato, Valentín Díaz y
Sebastián Freire para “En obra”, la instalación sonora de la exposición Buenos Aires
que el sábado cerró en Proa para darle su lugar a la esculturas
hiperrealistas de Ron Mueck que llevaron a 300 mil personas en París. La
mujer que ingresó a la sala ya estaba sentada a oscuras y envuelta en
un entramado de voces que iban de Borges a Mujica Láinez, de Piglia a
Cucurto, de Copi a Walsh.Y entonces, la mujer que había entrado justo en
un silencio, cerró los ojos y se dejó caer en el imaginario urbano que
trazaban esas voces de escritores argentinos sobre la oscuridad del
espacio.
Durante casi dos meses, los hacedores de este “work in
progress” (“La ciudad está en obra permanente y la marca más evidente de
esa construcción incesante son los baldíos de Buenos Aires”, supieron
explicar) invitaron a escritores vivos a grabar en el estudio y, al
mismo tiempo, recorrieron los archivos sonoros de la Biblioteca Nacional
o del Archivo General de la Nación, para rescatar voces de escritores
muertos que hablaran de la ciudad, pero también accedieron a ciertos
archivos particulares (Arturo Carrera, por ejemplo, guardaba un casete
con la voz de Osvaldo Lamborghini leyendo “La Madre Hogarth”, un poema
de 1977) para confeccionar este entramado de voces (respiraciones,
susurros, puntuaciones rítmicas o temblorosas) que conforma la
instalación.
Algunas voces eran reconocibles (la dicción
inconfundible de Cortázar, la parsinomia borgiana, el fraseo lleno de
tabaco de Fogwill pidiendo por malos poetas) pero otras, tal vez, nunca
habían sido escuchadas (el “cadáveres” como punto y aparte de Perlongher
en sourraund, con un golpe rítmico que modifica el espacio o la
confesión en francés de Copi sobre su relación con el exilio). “La sola
cadencia de las voces, la diferencia de acentos, entonaciones y afectos
hubiera bastado para dar cuenta de la ciudad tal y como se nos
representa: como una síntesis de heterogéneos, como una síntesis
disyuntiva de contradicciones”, explicaron los investigadores, quienes
no pretendían construir un canon sino que procuraron dar cuenta del amor
y del odio, del mito fundacional y de la fuerza utópica, en suma: “de
la contradicción constitutiva y de la guerra de las imágenes que
constituyen nuestra ecología urbana”.
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