por Daniel Link para Perfil
Aunque casi nadie se dio cuenta, es muy probable que el 14 de mayo de
2014 (hace dos semanas apenas) el mundo haya cambiado radicalmente e
incluso que haya dejado de existir tal como lo conocíamos.
Ese día, El Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos publicó
la primera directriz completa para la práctica clínica de la
Pre-Exposure Prophylaxis (PrEP), desarrollada por un conjunto de
agencias federales.
En la práctica, la PrEP prescribe una píldora diaria para las
personas que participan de los diferentes grupos de riesgo respecto de
la propagación del VIH. Me limito al caso de quienes sostienen
relaciones sexuales, a quienes la píldora diaria garantiza 98% de
efectividad en la prevención de la infección con VIH (el tratamiento es
eficaz sí y sólo sí se respeta la dosis cotidiana).
Las personas que integran este grupo de riesgo son los hombres, pero
también las mujeres, que tienen relaciones sin protección con hombres (o
mujeres) cuya relación con el VIH no ha sido testeada, o son portadores
del virus. Es decir, todos los hombres y mujeres sexualmente activos
que no sean monógamos.
La salud total de la población depende ahora, de una vez y para
siempre, de la adhesión a la máquina farmacológica, proceso que comenzó
hace treinta años, cuando se desató la crisis del sida. Ahora, el
capitalismo (con la asistencia diligente del Estado) terminó con un
largo proceso de apropiación de lo viviente que había comenzado por
entonces.
La salud poblacional adopta, como en las peores pesadillas
milenaristas, la forma de la guerra preventiva. Dejo de lado el aspecto
estrictamente médico o sanitario del asunto. La “nueva era”, una vez
más, viene a colisionar con la política del celibato, y esta vez de
forma más violenta que nunca, porque no habrá antropología religiosa que
pueda oponerse a la medicalización masiva de los cuerpos.
Tampoco es esto lo que me sorprende (participantes como somos de la
antropología liberal), sino que la profilaxis preventiva se construya a
partir de palabras ya existentes: los actuales “PrePpers”, que explican a
cualquiera que quiera oírlos que tienen relaciones sin protección no
porque sean portadores del virus, sino porque se suponen inmunes a él
gracias al nuevo tratamiento, coinciden con los antiguos “preppers”,
aquellos paranoicos de los suburbios que se preparaban (o se preparan
todavía) para sobrevivir en los peores escenarios de catástrofe
(Armagedón, plaga, guerra nuclear, ataque zombie, etc.) mediante la
construcción de bunkers, el aprovisionamiento de alimentos enlatados, el
desarrollo de métodos autosustentables de producción de alimentos, el
acopio de armas y tabletas purificadoras de agua.
No es la primera vez que sucede, pero nunca dejará de sorprendernos
que una determinada política (sanitaria, migratoria, laboral, etc.) se
desarrolle a partir de la imaginación paranoica, sus figuras y, como en
este caso, su vocabulario. Todos somos Sarah Connor y sólo la píldora
diaria nos salvará de nuestro propio Terminator.
Como los “preppers” suelen ser personas ignorantes, agresivas y
egoístas (que creen que pueden sobrevivir sin ningún lazo comunitario),
es difícil pensar que la nueva píldora podría llegar a significar otra
cosa que una coraza de indiferencia protectora hacia cualquier forma de
vínculo con el partenaire sexual de turno, entendido como un puro factor
de riesgo y nada más.
La diferencia entre el tratamiento profiláctico preventivo y una
vacuna es que la segunda sencillamente inmuniza el organismo contra
determinado virus o bacteria. La PrEP, por el contrario, desinhibe los
comportamientos y, de ese modo, puede contribuir tanto a una utopía del
amor libre como a una política de la sexualidad totalmente animal. Pero,
una vez establecido el patrón desinhibitorio, ya nadie querrá volver a
un pasado de autorrepresión.
A partir de ahora, pues, la algarabía sexual se asocia con la
exteriorización total de lo más íntimo, la paranoia controlada, las
políticas (benefactoras o no) de los Estados y la preparación para
resistir individualmente a la catástrofe. Ese será el legado de la época
a las generaciones futuras.
El legado de la PrEP a las generaciones futuras será, más bien, HIV resistente al tenofovir/emtricitabina, que en caso de contagio va a requerir (en el mejor de los casos) un HAART más agresivo, más caro y con más efectos adversos.
ResponderBorrarEl legado de la PrEP a las generaciones futuras será, más bien, HIV resistente al tenofovir/emtricitabina, que en caso de contagio va a requerir (en el mejor de los casos) un HAART más agresivo, más caro y con más efectos adversos.
ResponderBorrarEl año tiene 52 semanas. Ponele que garches 1 vez por semana. A una taza de 92% de éxito te cubre unos 48 garches. Así que tenés unos 4 garches al año donde legalmente no vas a poder accionar contra la compañia. Es todo un mes al año donde puede fallar.
ResponderBorrarEs mucho mejor tomar Viagra cada día y, en todo caso, reventar de un bobazo.
hernán