por Daniel Link para Soy
Interior. Leather Bar (2013), el experimento de James Franco, Val Lauren
y Travis Mathews, será una de las joyas del Primer Festival de Cine
LBGTQI Asterisco, que tendrá lugar del 3 al 8 de junio en Buenos Aires.
La sonrisa de James A fines de
octubre del año pasado quise entrevistar en San Francisco a James
Franco para este suplemento, en relación con Interior. Leather
Bar (2013) el proyecto que codirigió junto con Travis Mathews.
Fue imposible: James Franco ya estaba en otra cosa, y a mí no se me
ocurrió entonces que pudiera ser interesante encontrarme con Travis Mathews,
a todas luces el cerebro de la operación Interior. Leather Bar,
que es como un sistema de cajas chinas ideado para esconder al sádico
manipulador (el monstruo que habita en cualquier director de cine o
de fotografía). Yo quería que el golden boy del cine
americano (el que fue James Dean, el que fue Allen Ginsberg, el que
fue Hugh Hefner, el que fue James en Interior) me sonriera.
Por supuesto, el secreto suceso de
Interior pasa por la sonrisa de James, de la que todos los
actores están pendientes y gracias a la cual se le perdona todo: El
hombre araña, sus jactancias de estudiante de Yale, This Is
the End (2013), sus
libros de ficción, el capricho de querer mostrar explícitamente
sexo entre varones a audiencias no condicionadas por sus
preferencias. Si tuviéramos que morir mañana, que sea atravesados
por la sonrisa de James Franco.
La homosexualidad Crusing
(1980) ponía a Steve Burns (el personaje desempeñado por Al Pacino)
en un ambiente hostil a su sensibilidad heterosexual (el mundillo
leather gay neoyorquino de entonces) para buscar a un asesino.
Fatalmente, Steve Burns se volvía loco. Aparentemente, Pacino sufrió
mal el rodaje “en escenarios reales” y, aparentemente, gran parte
del footage recortado de la película para garantizar una
calificación mainstream se perdió. En esas dos mitologías
fundaron Mathews y Franco su proyecto. Busquemos a un actor que se
parezca a Pacino (heterosexual, ambicioso) y pongámoslo a circular
en una ecología que le muestre lo que se ha estado perdiendo hasta
ahora. El elegido es Val Lauren, un actor casado (con una mujer),
amigo de James desde hace quince años, y cuya carrera ya había
sucumbido a su sonrisa en Sal (2011).
Entre los demás performers
habrá otros tantos heterosexuales, bisexuales y homosexuales que se
entregarán libremente y según su deseo a lo que les indique la
escena.
El experimento Interior.
Leather Bar es un experimento en abismo que ficcionaliza el
proceso de recuperación de unas hipotéticas “escenas perdidas”.
Dura apenas una hora, y la mayor parte de ese tiempo lo ocupan las
conversaciones y titubeos (guionados hasta el último detalle) a
propósito de lo que se estará filmando, su sentido, su valor, el
riesgo que implica. La película se abre con una charla entre James
Franco, Val Lauren y Travis Mathews donde se postula el matrimonio
universal como un dispositivo de normalización de la sexualidad, la
pérdida de la queerness propia la homosexualidad y donde se
plantea la hipótesis de que el sexo sin sentido (meanless sex)
sigue siendo intolerable para la civilización capitalista. La
heteronormatividad es funcional al capitalismo, porque tiñe de
afectividad y familiariza lo que es sólo una actividad física.
Mathews (I Want Your Love, 2012,
In Their Room, 2013), además de un fino observador del mundo
de las locas angloparlantes es psicólogo, lo que lo convierte en un
manipulador privilegiado. Más adelante, en una de las escenas claves
de Interior, luego de que James se ha hecho el vivillo
alabando la sexualidad entre varones, criticando la censura,
levantando su dedo acusador en contra de la heteronormatividad
hollywoodense, se lo verá haciendo mutis por el foro (“non posso
piu”) y desconectando su celular para no volver a atender a Val
Lauren.
De modo que Interior recrea el
proceso de “tortura psicológica” al que fue sometido en su
momento Al Pacino, poniendo al hétero en el lugar de incomodidad y
de la imposibilidad de identificación. Pero no elije como víctima
sacrificial al actor Val Lauren (que sabe muy bien lo que está
haciendo, aunque diga lo contrario) sino a James.
El objetivo
Interior.
Leather Bar es una película feliz que termina con una escena de
despedida afectuosa entre Travis Mathews y los dos “actores” que
han garchado realmente en la película (una pareja
encantadora), vistos desde la perspectiva de un Val Lauren
atrincherado en su auto y con James Franco totalmente ausente. Ha
mostrado (muy brevemente) escenas de sexo explícito entre varones
(con la excusa de una reconstrucción arqueológica) y ha puesto en
el centro mismo de la escena a una estrella de Hollywood cuya
sonrisa, antes de desaparecer por completo, se congela en un rictus
del que desaparece toda la condescendencia propia del heterosexual
amigable, esclarecido y liberal.
La cámara se revela, entonces, como un
dispositivo sádico que pone (desde Pacino hasta Val Lauren y James
Franco) no tanto en el lugar de la humillación personal sino en el
lugar de la humillación cultural, de la sanción definitiva. En
contra de lo que la película enuncia y la crítica acepta
complaciente, el tema no es la exposición de sexo explícito entre
varones, sino el lugar de la cámara como operador de distancia y de
jerarquización (de allí la diferencia, mínima, que se subraya en
relación con el porno).
Hay un poder, dice Travis (guionista
único de la película), en la sonrisa de James y voy a poner a esa
sonrisa a trabajar en contra del actor, el cuentista, el músico, el
estudiante, el director heterosexual que cree que la transgresión es todavía una hipótesis simpática. Mi cámara va a hacer con ellos,
los sádicos, lo que ellos han hecho con nosotros, mostrándoles lo
bien que la pasamos pensando en sus sonrisas, y matándolos con sus
sonrisas.
No me extraña que James haya preferido
hablar de sus libros conmigo, y no de estos asuntos. Interior.
Leather Bar es una pieza de
pensamiento complejo sobre la mirada, la humillación, el goce
sádico, y el tenue borde entre ficción y realidad, todas ellas
preguntas éticas en relación con las cuales no hay sonrisita que
valga.
Osea: una porno gay con trama.
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