Braindead tiene algo raro: producida por Ridley Scott, tiene más bien marcas autorales de Tim Burton (la música, el tema, el tono).
Su tema es el bipartidismo político en los Estados Unidos, tratado en tono de sátira con toques de propaganda electoralista (las imágenes de Donald Trump meten miedo).
La protagonista es una estrella en ascenso, a quien venimos siguiendo desde Scott Pilgrim pero que brilló sobre todo como heroína en 10 Cloverfield Lane (que es casi la misma película que Cloverfield, ahora podemos decirlo, pero en ambiente rural).
Ella detesta el mundo de la política, pero decide aceptar un trabajo que su hermano, parlamentario demócrata, le ofrece porque quiere terminar un documental sobre unas músicas africanas en proceso de desaparición.
Cae un meteorito en la tierra que aloja una vida alienígena cuyo efecto más notable es extremar las posiciones políticas: ¡la grieta!
El casting está muy bien, el relato es ligero y las escenas son agradables (las cámaras están bien acompañadas por una música inteligente). Nada para pasar a la historia, pero sí para pasar el rato.
Para nosotros, "¿qué bicho te picó?" es algo que uno piensa frente a un fanático de un partido u otro. Para la serie es lo mismo, pero literalmente.
domingo, 31 de julio de 2016
sábado, 30 de julio de 2016
Las bellas banderas
Por Daniel Link para Perfil
A mis quince años yo tenía una doble
vida: iba a un colegio de doble escolaridad (por la mañana cursaba
un bachillerato comercial; por la tarde tenía los cursos de lengua
alemana, materias asociadas y gimnasia) y tenía dos grupos de amigos
bien diferentes: los de la mañana y los de la tarde (el corte
vespertino se realizaba por nivel de lengua).
Mis amigos (y mi novia) de la mañana
se correspondían con el registro Isidorito Cañones. Los de la
tarde, en cambio, eran más bien de izquierda. Con ellos me reunía a
cantar canciones antifascistas, folklore latinoamericano de
vanguardia, y a comentar libros de Neruda y a imaginar un mundo
mejor.
Cantábamos: “Bandiera nera la
vogliamo: No!/ Perchè l'è il simbolo della galera/ Bandiera nera la
vogliamo: No!// Bandiera bianca la vogliamo: No!/ Perchè l'è il
simbolo dell'ignoranza/ Bandiera bianca la vogliamo: No!// Bandiera
rossa la vogliamo: Si!/ Perchè l'è il simbolo della riscossa/
Bandiera rossa la vogliamo: Si!” (todavía ahora, cuando googleo la
canción, me conmueve, y me acuerdo de Norma y de Raúl Miranda, de
Ricardo Richter, de Ada y Leda Groppo, de mí mismo y de mis
principios-esperanza).
Me detengo en estos pormenores
biográficos porque he leído, en estos días, que una ciertas
juventudes fascistas se presentaron en la Casa de Gobierno y, dada la
irritación que produjeron, me enteré por la prensa no tanto de su
previsible ideología, sino de sus programas de reclamos, entre
ellos: la reinstauración del servicio militar obligatorio, cosa que
los críticos de estos jóvenes de Biondini consideran el colmo del
programa fascista, junto con la pena de muerte.
El asunto me alarma porque muchas veces
he señalado ante mis amigos progresistas que el servicio militar
obligatorio era, al menos en Argentina, una intervención del Estado
que completaba el programa de la escuela pública, laica y gratuita y
que, si terminó como terminó (cancelado por el mismo gobierno que
privatizó las empresas del Estado, redujo al mínimo los servicios
ferroviarios, destruyó el sistema educativo nacional y vendió armas
clandestinamente), eso no quita que pueda y deba someterse a debate
la desaparición de una pieza fundamental de la educación cívica.
Propongo una analogía: si un tren
descontrolado mata a 51 personas y hiere a más de 700, ¿habría que
cancelar por eso el transporte ferroviario?
Yo hice el servicio militar obligatorio
en circunstancias de terror y no lo disfruté ni me hace gracia
recordarlo. Pero soy capaz de imaginar una institución semejante (no
idéntica) sin prejuicios: como un programa formativo que, a partir
de extraer a los jóvenes de sus burbujas de clase, de sus
encadenamientos territoriales y de sus grupos automáticos de
referencia, les permitiera relacionarse de un modo más dinámico (y
menos televisivo) con los sistemas jerárquicos, las culturas
regionales, las particularidades étnicas y de género y ciertos
valores cívicos (la solidaridad, el trabajo comunitario, la lógica
del don, el valor de la lectoescritura) que están totalmente
ausentes de nuestro horizonte.
Históricamente fueron las Fuerzas
Armadas las encargadas de llevar adelante ese programa porque eran la
únicas instituciones con una vasta organización territorial. Pero
los tiempos han cambiado y se podría pensar ahora en un Servicio
Civil Obligatorio (que incluyera, naturalmente, instrucción militar
básica mientras existan en el país fuerzas militares, incluida la
Prefectura y la Gendarmería) que excluyera la explotación física,
la humillación, el terrorismo autoritario y los privilegios de clase
y que permitiera a quienes participaran del programa confrontar su
propio modo de vida con modos ajenos, acceder a ventajas educativas y
sanitarias, todo mientras se realiza algún tipo de acción
comunitaria en áreas que podrían incluso ser electivas de acuerdo
con afinidades (transporte, educación, salud, turismo, tecnologías,
etc.).
Entiendo que un programa semejante
pueda caracterizarse como “liberal”. En modo alguno aceptaría
que se lo considerara “fascista”. Tampoco abogo por reponer nada,
sólo imagino lugares menos complacientes para nuestras conciencias
desgarradas.
viernes, 29 de julio de 2016
Re-union
Me encontré con mis compañeros de escuela. La pasamos reee-lindo. Acá, Fabián me dijo: qué largo tenés el pelo.
"¿Te parece?", le contesté.
"Se te ve triste", me dijo.
"Y sí. Es que mi hija me canceló el programa de manualidades que conducía en Fox Life".
"¿Te parece?", le contesté.
"Se te ve triste", me dijo.
"Y sí. Es que mi hija me canceló el programa de manualidades que conducía en Fox Life".
jueves, 28 de julio de 2016
Marcas de autor
Los diarios, naturalmente, no las registran, pero hay dos series extremadamente divertidas y brillantes para ver, preferentemente en maratón. La agrupo aquí porque llevan marcas autorales bien evidentes.
El noveno capítulo de Preacher fue extraordinario. Porque es muy fácil escribir: dos ángeles viajan al infierno para encontrar un sicario que les mate a un sacerdote que les ha robado una fuerza. Ahora bien: ¿cómo se pone eso en imágenes? Preacher lo hizo y, chapeau, no le esquivó el bulto ni a la elegancia ni, sobre todo, a la belleza (tan escasa en las pantallas de hoy en día).
El comienzo del capítulo incluye a un tenor chino cantando en un saloon del lejano Oeste (o del desierto, qué se yo). A su alrededor se desata una pesadilla pero él, porque se lo han pedido, sigue cantando. La escena es de una potencia que hacía mucho no se veía.
Para el capítulo 10, con el que la temporada cierra, se espera la aparición del mismísimo Dios en la Iglesia.... Pero vayamos al principio.
Preacher está basada (la pelotudez del enunciado flota en el ambiente) en un comic (nada más detestable que ese subgénero de la subnormalidad: películas o series adaptadas de comics), pero mejor es no saberlo y seguir de largo.
Preacher es un drama sobrenatural sintentizado en imdb como: "después de un evento sobrenatural en su iglesia, un pastor recluta a un vampiro para encontrar a Dios".
Si ese solo enunciado no bastara para despertar la curiosidad de los famélicos televidentes, agrego:
Los guiones de Garth Ennis (creador), Sam Catlin y Steve Dillon son extraordinarios. Los diálogos son precisos, la historia se desenvuelve con gracia creciente. Hay mucho de Tarantino (una "marca" de autor insoslayable) pero también otras mil referencias al cine del Oeste y a las fantasías católicas que tanto divierten a las audiencias norteamericanas.
El casting es extraordinario y reposa en cuatro pilares: el Pastor Jesse Custer (desempeñado por el londinense Dominic Cooper, el novio de la hija de Meryl Streep en Mamma mía), el vampiro trash Cassidy (Joseph Gilgun: lo recordarán por Misfits, donde era el desdoblado), Tulip O'Hare, la ex novia de Jesse (desempeñada por la extraordinaria actriz etíope Ruth Negga) y la capellana Emily (otra inglesa: Lucy Griffiths). O sea: no vamos a hacer este relato con cualquier camarero de Hollywood, teniendo el mundo a nuestro alcance (hay dos ángeles, personajes deliciosos, también británicos). Entre los cuatro, créanme, se sacan chispas.
La serie abunda en tarantinismos: humor negro, letreros catastróficos, violentos flashbacks, repeticiones.
Hay un trasfondo poco serio, pero inquietante: ¿hay bien supremo? ¿hay ética posible?
Tal vez nunca lo sepamos, pero no está mal que las ficciones televisivas elijan ese principio de interrogación.
El asunto es palpable en cualquier escena, pero sobre todo en una (no recuerdo el capítulo) en la que Jesse y Cassidy están en calzoncillos porque las ropas que tenían puestas están totalmente ensangrentadas y las pusieron a lavar.
Dom, que no ha tenido problemas en mostrarse desnudo cada vez que se lo pidieron (y que ha declarado que le gusta andar meneando las cachas en la pantalla),
se muestra aquí incomodísimo, como si el tema general a la que su actuación presta servicio no fuera exactamente apropiado para la exhibición narcisista. Naturalmente, no creo que Dom (cuya carrera he venido siguiendo y de cuyo crecimiento me enorgullezco) sea capaz de sostener una ética actoral demasiado sofisticada, pero la marcación del director ("sentite incómodo") me pareció totalmente pertinente. Ah, porque no lo dije: la dirección y la cinematografía son decididamente deslumbrantes.
Preacher tiene, por suerte, sólo diez capítulos que se pueden ver de corrido el próximo fin de semana largo: es divertida, es inteligente, pasa algo. Y los diarios, porque mienten, porque son serviles a las dádivas de las distribuidoras, nunca lo dirán. Ah, no es de Netflix, sino de AMC.
Se me hizo tarde, dejo la otra, Braindead, para otro post.
El noveno capítulo de Preacher fue extraordinario. Porque es muy fácil escribir: dos ángeles viajan al infierno para encontrar un sicario que les mate a un sacerdote que les ha robado una fuerza. Ahora bien: ¿cómo se pone eso en imágenes? Preacher lo hizo y, chapeau, no le esquivó el bulto ni a la elegancia ni, sobre todo, a la belleza (tan escasa en las pantallas de hoy en día).
El comienzo del capítulo incluye a un tenor chino cantando en un saloon del lejano Oeste (o del desierto, qué se yo). A su alrededor se desata una pesadilla pero él, porque se lo han pedido, sigue cantando. La escena es de una potencia que hacía mucho no se veía.
Para el capítulo 10, con el que la temporada cierra, se espera la aparición del mismísimo Dios en la Iglesia.... Pero vayamos al principio.
Preacher está basada (la pelotudez del enunciado flota en el ambiente) en un comic (nada más detestable que ese subgénero de la subnormalidad: películas o series adaptadas de comics), pero mejor es no saberlo y seguir de largo.
Preacher es un drama sobrenatural sintentizado en imdb como: "después de un evento sobrenatural en su iglesia, un pastor recluta a un vampiro para encontrar a Dios".
Si ese solo enunciado no bastara para despertar la curiosidad de los famélicos televidentes, agrego:
Los guiones de Garth Ennis (creador), Sam Catlin y Steve Dillon son extraordinarios. Los diálogos son precisos, la historia se desenvuelve con gracia creciente. Hay mucho de Tarantino (una "marca" de autor insoslayable) pero también otras mil referencias al cine del Oeste y a las fantasías católicas que tanto divierten a las audiencias norteamericanas.
El casting es extraordinario y reposa en cuatro pilares: el Pastor Jesse Custer (desempeñado por el londinense Dominic Cooper, el novio de la hija de Meryl Streep en Mamma mía), el vampiro trash Cassidy (Joseph Gilgun: lo recordarán por Misfits, donde era el desdoblado), Tulip O'Hare, la ex novia de Jesse (desempeñada por la extraordinaria actriz etíope Ruth Negga) y la capellana Emily (otra inglesa: Lucy Griffiths). O sea: no vamos a hacer este relato con cualquier camarero de Hollywood, teniendo el mundo a nuestro alcance (hay dos ángeles, personajes deliciosos, también británicos). Entre los cuatro, créanme, se sacan chispas.
La serie abunda en tarantinismos: humor negro, letreros catastróficos, violentos flashbacks, repeticiones.
Hay un trasfondo poco serio, pero inquietante: ¿hay bien supremo? ¿hay ética posible?
Tal vez nunca lo sepamos, pero no está mal que las ficciones televisivas elijan ese principio de interrogación.
El asunto es palpable en cualquier escena, pero sobre todo en una (no recuerdo el capítulo) en la que Jesse y Cassidy están en calzoncillos porque las ropas que tenían puestas están totalmente ensangrentadas y las pusieron a lavar.
Dom, que no ha tenido problemas en mostrarse desnudo cada vez que se lo pidieron (y que ha declarado que le gusta andar meneando las cachas en la pantalla),
se muestra aquí incomodísimo, como si el tema general a la que su actuación presta servicio no fuera exactamente apropiado para la exhibición narcisista. Naturalmente, no creo que Dom (cuya carrera he venido siguiendo y de cuyo crecimiento me enorgullezco) sea capaz de sostener una ética actoral demasiado sofisticada, pero la marcación del director ("sentite incómodo") me pareció totalmente pertinente. Ah, porque no lo dije: la dirección y la cinematografía son decididamente deslumbrantes.
Preacher tiene, por suerte, sólo diez capítulos que se pueden ver de corrido el próximo fin de semana largo: es divertida, es inteligente, pasa algo. Y los diarios, porque mienten, porque son serviles a las dádivas de las distribuidoras, nunca lo dirán. Ah, no es de Netflix, sino de AMC.
Se me hizo tarde, dejo la otra, Braindead, para otro post.
No hay ambiente...
Diputada oficialista criticó a Macri por su reunión con Tinelli
La parlamentaria del Mercosur Marcela Crabbe reclamó que el Presidente escuche a los movimientos ambientalistas contra la explotación minera.
La parlamentaria del Mercosur Marcela Crabbe reclamó que el Presidente escuche a los movimientos ambientalistas contra la explotación minera.
martes, 26 de julio de 2016
lunes, 25 de julio de 2016
domingo, 24 de julio de 2016
El mal camino de Netflix
Vean Stranger Things, nos dijeron. Cuatro razones para ver Stranger Things, leí. Tanta unanimidad me habría hecho sospechar en épocas más lúcidas, pero muerto de frío y anestesiado después del dentista, me bajé la temporada completa, producida por Netflix y dirigida por los Duffer Brothers (los primeros episodios, al menos; luego ni eso, y ya se verá por qué).
Strange things suceden en Hollywood: por ejemplo, que estos dos nenes bastante pelotudos hayan sido la esperanza blanca de la Warner, que hayan dirigido y producido algunos capítulos de Wayward Pines, una serie que fue buena mientras M. Night Shyamalan le dio algo de bola. Después se aburrió y se convirtió en el bodrio que todos hemos visto y que nadie quiere volver a ver.
A Nettlix le cayó el encargo de entretener a los mellizos (graduados en 2011) hasta que a alguno de ellos le pase algo interesante en la vida y se decida a contárnoslo. Mientras tanto, tendremos que aguantarles los caprichitos de estudiantes que, en su ignorancia, creen que repetir el cine más trash y más estúpido de la década del ochenta puede tener alguna gracia.
Stranger Things, lo sabe hasta el diario La Nación, es un compendio de cosas ya muy vistas, mezcladas sin ningún criterio y, sobre todo, sin ningun concepto narrativo: el ritmo es lento, las escenas carecen (todas, todas, todas ellas) de fuerza cualquiera, la resolución es previsible y todo es mucho más burocráticamente serio que lo que se puede tolerar de un ejercicio como éste.
No diremos que "el agotamiento" no puede dar grandes películas, y allí está J.J.Abrams para demostrarlo (Super ocho hizo con grandeza y sin grandilocuencia exactamente lo que, ahora, estos hermanitos se propusieron, sin talento, sin imaginación, sin resto alguno).
Como sucede siempre en las producciones propias de Netflix, todo se queda a mitad de camino: narrar como en los ochenta significa (me dice mi marido, cuyo imaginario infantil está atado a esa década estéticamente infamante) prescindir de los flashbacks, que por entonces no se usaban. Los mellizos Duffer (y los reemplazos que les pusieron para resolver los desquicios que hicieron en los primeros capítulos) nos los prodigan hasta el vómito.
¿Qué decir del casting? No alcanza con haber recurrido a la Casa del Teatro norteamericana para rescatar a una Winona cuya suerte jamás, jamás entenderemos. ¿Robarse un guante o una bombacha fue tan terrible para que Tim Burton decidiera prescindir para siempre de sus notables servicios (o es que Tim Burton es un canallita más que rinde pleitesía a la moral de turno)? Nunca sabremos bien qué pasó con Winona. J.J.Abrams, una vez más, se adelantó a los pelotuditos éstos y la puso en un personaje necesariamente grande: la madre humana de Spock.
Aquí Winona vuelve como una white trash, como si ése fuera su único lugar posible en un universo cinematográfico agobiado por sus propias culpas.
Del argumento no diré nada, salvo que carece de todo interés. Una niña (que bien podría ser un niño) aparece después de unos experimentos terribles. Un niño (que bien podría ser una niña) desaparece después de un juego de roles.
Ah, sí: como Spielberg, como J.J, los twins éstos saben dirigir niños. O los niños son tan buenos que pudieron sobreponerse a la dirección de los twins (quién sabe). De todos modos, ninguna de las escenas que los involucran le llega a los talones a cualquiera de E.T. o a cualquiera de Cuenta conmigo. No basta con haber temblado de niño ante una escena para creerse capaz de repetirla.
Vi Stranger Things, fui obediente de la cultura industrial. Mientras tanto, seguí con mi vida: contesté correos, actualicé mi juego de ciudades, putee contra las porquerías que nos obligan a ver y contra una época que no me gustó en su momento y que no tiene por qué gustarme ahora.
Vean Stranger Things, como muestra de lo que no debe hacerse, está muy bien. Y ólvidenla de inmediato. Es una bosta.
Strange things suceden en Hollywood: por ejemplo, que estos dos nenes bastante pelotudos hayan sido la esperanza blanca de la Warner, que hayan dirigido y producido algunos capítulos de Wayward Pines, una serie que fue buena mientras M. Night Shyamalan le dio algo de bola. Después se aburrió y se convirtió en el bodrio que todos hemos visto y que nadie quiere volver a ver.
A Nettlix le cayó el encargo de entretener a los mellizos (graduados en 2011) hasta que a alguno de ellos le pase algo interesante en la vida y se decida a contárnoslo. Mientras tanto, tendremos que aguantarles los caprichitos de estudiantes que, en su ignorancia, creen que repetir el cine más trash y más estúpido de la década del ochenta puede tener alguna gracia.
Stranger Things, lo sabe hasta el diario La Nación, es un compendio de cosas ya muy vistas, mezcladas sin ningún criterio y, sobre todo, sin ningun concepto narrativo: el ritmo es lento, las escenas carecen (todas, todas, todas ellas) de fuerza cualquiera, la resolución es previsible y todo es mucho más burocráticamente serio que lo que se puede tolerar de un ejercicio como éste.
No diremos que "el agotamiento" no puede dar grandes películas, y allí está J.J.Abrams para demostrarlo (Super ocho hizo con grandeza y sin grandilocuencia exactamente lo que, ahora, estos hermanitos se propusieron, sin talento, sin imaginación, sin resto alguno).
Como sucede siempre en las producciones propias de Netflix, todo se queda a mitad de camino: narrar como en los ochenta significa (me dice mi marido, cuyo imaginario infantil está atado a esa década estéticamente infamante) prescindir de los flashbacks, que por entonces no se usaban. Los mellizos Duffer (y los reemplazos que les pusieron para resolver los desquicios que hicieron en los primeros capítulos) nos los prodigan hasta el vómito.
¿Qué decir del casting? No alcanza con haber recurrido a la Casa del Teatro norteamericana para rescatar a una Winona cuya suerte jamás, jamás entenderemos. ¿Robarse un guante o una bombacha fue tan terrible para que Tim Burton decidiera prescindir para siempre de sus notables servicios (o es que Tim Burton es un canallita más que rinde pleitesía a la moral de turno)? Nunca sabremos bien qué pasó con Winona. J.J.Abrams, una vez más, se adelantó a los pelotuditos éstos y la puso en un personaje necesariamente grande: la madre humana de Spock.
Aquí Winona vuelve como una white trash, como si ése fuera su único lugar posible en un universo cinematográfico agobiado por sus propias culpas.
Del argumento no diré nada, salvo que carece de todo interés. Una niña (que bien podría ser un niño) aparece después de unos experimentos terribles. Un niño (que bien podría ser una niña) desaparece después de un juego de roles.
Ah, sí: como Spielberg, como J.J, los twins éstos saben dirigir niños. O los niños son tan buenos que pudieron sobreponerse a la dirección de los twins (quién sabe). De todos modos, ninguna de las escenas que los involucran le llega a los talones a cualquiera de E.T. o a cualquiera de Cuenta conmigo. No basta con haber temblado de niño ante una escena para creerse capaz de repetirla.
Vi Stranger Things, fui obediente de la cultura industrial. Mientras tanto, seguí con mi vida: contesté correos, actualicé mi juego de ciudades, putee contra las porquerías que nos obligan a ver y contra una época que no me gustó en su momento y que no tiene por qué gustarme ahora.
Vean Stranger Things, como muestra de lo que no debe hacerse, está muy bien. Y ólvidenla de inmediato. Es una bosta.
Acá se publicó antes...
Inmobiliaria PRO: negocios millonarios con el espacio público
“Desde que asumió el PRO en la Ciudad, el 9 de diciembre del 2007,
ya vendieron casi 200 manzanas”, cuenta Jonatan Baldiviezo, del
Observatorio del Derecho porteño. Una cantidad de terrenos públicos
equivalente al barrio de Floresta o al de Retiro. Lo hizo gracias al
apoyo de parte del arco político opositor de la Legislatura. Pero eso no
es todo. Van por más.
El 9 de junio de este año, la alianza Cambiemos, con el jefe de Gobierno porteño a la cabeza, Horacio Rodríguez Larreta, logró aprobar la creación de la “Agencia de Bienes Sociedad del Estado”. Nada más y nada menos que un organismo estatal, controlado por el macrismo, que puede disponer de los bienes públicos a su gusto. En otras palabras, una especie de “inmobiliaria Pro” que, además, a Larreta le servirá para gestar un multimillonario presupuesto paralelo para que podrá utilizar sin rendir cuentas.
Negocios. Según el Gobierno porteño, el fin que tienen para esos enormes predios es, en algunos casos, afrontar la creación de polos educativos y ,en otros, fomentar la construcción de viviendas, que en realidad no estarían destinadas a los sectores más carenciados.
Hoy, los dos principales objetivos de la Ciudad son quitarle el histórico predio en Núñez al Tiro Federal Argentino, para armar un Parque de la Innovación (que incluya desde viviendas hasta institutos educativos) y las casi seis hectáreas que quedan sin explotar de las 16 que pertenecían a la ex playa de maniobras del Ferrocarril San Martín y a las Bodegas Giol, ubicadas en pleno corazón de Palermo.
“La administración del Tiro Federal viene dando una lucha judicial desde el año pasado, porque ahí piensan hacer un negocio inmobiliario de unos 600 millones de dólares”, asegura el legislador porteño Adrián Camps, presidente del bloque del partido Socialista Auténtico. Y agrega: “Ahora aprobaron una ley inconstitucional para crear la Agencia de Bienes, repartiendo bancas en el directorio a cambio de votos. Aunque, en realidad, el control absoluto de la Agencia está en manos del PRO”.
EL artículo 82 de la Constitución de la Ciudad indica que el poder legislativo es quien “aprueba transacciones, dispone la desafectación del dominio público y la disposición de bienes inmuebles de la Ciudad”. Sin embargo, el 9 de junio, el parlamento porteño aprobó la creación de la Agencia de Bienes con el voto de los dos tercios del parlamento, o sea el apoyo de una parte importante de la oposición, a pesar de que el artículo 5 de dicha ley indica que el poder Legislativo le otorga al Ejecutivo la decisión de cederle bienes del Estado a la Agencia.
A la venta. Dos espacios ubicados en zonas costosas y en crecimiento de la Ciudad son el actual objetivo de Larreta. Para lograrlo, tuvieron que rescindir los contratos de alquiler que, en el caso del corredor de Palermo, vienen renovándose desde el 2012 y en algunos tienen una cláusula de prioridad de compra.
Según el Gobierno porteño, el Tiro Federal Argentino se dividirá en 3 polígonos, dos de los cuales serán convertidos en un polo educativo y viviendas, y el restante será destinado a la continuidad de la asociación civil deportiva. Pero el negocio inmobiliario quedó expuesto con la aparición de un Flyer (en inglés, supuestamente dirigido a inversores extranjeros) que publicó el propio Larreta en su página de Facebook y luego retiró. Un negocio inmobiliario de más de 500 millones de dólares, según el cálculo realizado por la oposición, teniendo en cuenta que el metro cuadrado allí está valuado en 3.600 dólares.
Con los ex terrenos ferroviarios de Palermo sucede lo mismo. El complejo se extiende entre la calle Godoy Cruz, Niceto Vega y las avenidas Juan B. Justo y Santa Fe. El mismo fue dividido en tres partes. Entre Santa Fe y Paraguay se encuentra construido el Shopping “Distrito Arcos”, de IRSA, la empresa de Eduardo Elsztain (de estrecha relación con Cristina Kirchner y Mauricio Macri). El shopping comenzó a construirse en el 2010 de manera irregular, porque el predio aún estaba catalogado como “UF” (de futura urbanización). Y la constructora tampoco había presentado aún los planos ni el estudio de impacto ambiental. Sin embargo, nadie los frenó.
Pegado al shopping está el Polo Científico y Tecnológico de la Nación. Y en las casi seis hectáreas restantes se encuentran las canchas de fútbol “Palermo fútbol”, donde asisten una ONG y alumnos de varios colegios de la zona para realizar actividad física. También hay una organización social, un comedor de chicos carenciados, dos estacionamientos y locales bailables. Todos ya fueron amenazados con el desalojo. Aunque algunos presentaron un amparo ante la Justicia, ya que insisten en que los contratos de alquiler que tienen firmados cuentan con una cláusula de “prioridad de compra”.
Las excusas que les dieron los funcionarios a quienes utilizan ese espacio para resindirles el contrato de alquiler no apunta al fin público. “Mi contrato estaba firmado por la ex Administración de Infraestructuras Ferroviarias Sociedad del Estado Nacional (Adif), que en su momento estaba a cargo del FPV”, explicó Ramiro Vergara, el dueño de las canchas de fútbol: “Negociábamos las renovaciones con ellos, pero cuando los terrenos pasaron a las manos de la Anses, y tras el cambio de gobierno del año pasado, tuvimos que renovar con el PRO. Hace un par de meses, nos dijeron que iban a iniciar el desalojo por vía judicial, porque ellos ya tenían un proyecto urbanístico para la construcción de unas torres en esas tierras, como las que están del otro lado de Juan B. Justo”. Por lo menos dos torres con más de 250 departamentos cada una en las que estaría interesado el constructor, amigo y asesor de Macri, Nicolás Caputo.
El último mes, el informe del Reporte Inmobiliario mostró un cambio que alertó a los vecinos de Palermo. Según este relevamiento, en diciembre del 2015, el metro cuadrado del corredor de Palermo cotizaba en U$S2.500. En junio, cuando se aprobó la creación de la agencia, el valor se disparó a 4.000 dólares. “Está variación de precios deja en claro que lo que esconde el Gobierno de la Ciudad es un negocio inmobiliario de miles de millones de dólares”, afirmó Aguilar.
Lo que viene. Más allá del negocio al que se apunta en la actualidad, Larreta también tiene los ojos puestos en la zona sur: unas 1.400 viviendas en el viejo Parque de la Ciudad, donde están haciendo la Villa Olímpica, y, según el legislador Adrián Camps, en el Autódromo el PRO pretende poner a la venta la totalidad de las tierras que están sobre la avenida Coronel Roca.
Hasta junio, la venta de inmuebles de la Ciudad tenía que hacerse por medio de la Legislatura. Ahora, la dinámica es mucho más directa gracias a la la creación de la Agencia de Bienes, organismo que sumado a la Agencia de Administración de Bienes del Estado Nacional (AABE), creada en el 2012 por el decreto 1.382/12 de Cristina Fernández, conforman una gran inmobiliaria por la cual Cambiemos puede disponer con total libertad de los bienes públicos.
Fuente: revista Noticias.
La
Agencia de Bienes, creada en junio, enmascara negocios inmobiliarios en
Buenos Aires y un multimillonario presupuesto paralelo.
El avance ahora es sobre el Tiro Federal y los ex terrenos ferroviarios de Palermo.
El 9 de junio de este año, la alianza Cambiemos, con el jefe de Gobierno porteño a la cabeza, Horacio Rodríguez Larreta, logró aprobar la creación de la “Agencia de Bienes Sociedad del Estado”. Nada más y nada menos que un organismo estatal, controlado por el macrismo, que puede disponer de los bienes públicos a su gusto. En otras palabras, una especie de “inmobiliaria Pro” que, además, a Larreta le servirá para gestar un multimillonario presupuesto paralelo para que podrá utilizar sin rendir cuentas.
Negocios. Según el Gobierno porteño, el fin que tienen para esos enormes predios es, en algunos casos, afrontar la creación de polos educativos y ,en otros, fomentar la construcción de viviendas, que en realidad no estarían destinadas a los sectores más carenciados.
Hoy, los dos principales objetivos de la Ciudad son quitarle el histórico predio en Núñez al Tiro Federal Argentino, para armar un Parque de la Innovación (que incluya desde viviendas hasta institutos educativos) y las casi seis hectáreas que quedan sin explotar de las 16 que pertenecían a la ex playa de maniobras del Ferrocarril San Martín y a las Bodegas Giol, ubicadas en pleno corazón de Palermo.
“La administración del Tiro Federal viene dando una lucha judicial desde el año pasado, porque ahí piensan hacer un negocio inmobiliario de unos 600 millones de dólares”, asegura el legislador porteño Adrián Camps, presidente del bloque del partido Socialista Auténtico. Y agrega: “Ahora aprobaron una ley inconstitucional para crear la Agencia de Bienes, repartiendo bancas en el directorio a cambio de votos. Aunque, en realidad, el control absoluto de la Agencia está en manos del PRO”.
EL artículo 82 de la Constitución de la Ciudad indica que el poder legislativo es quien “aprueba transacciones, dispone la desafectación del dominio público y la disposición de bienes inmuebles de la Ciudad”. Sin embargo, el 9 de junio, el parlamento porteño aprobó la creación de la Agencia de Bienes con el voto de los dos tercios del parlamento, o sea el apoyo de una parte importante de la oposición, a pesar de que el artículo 5 de dicha ley indica que el poder Legislativo le otorga al Ejecutivo la decisión de cederle bienes del Estado a la Agencia.
A la venta. Dos espacios ubicados en zonas costosas y en crecimiento de la Ciudad son el actual objetivo de Larreta. Para lograrlo, tuvieron que rescindir los contratos de alquiler que, en el caso del corredor de Palermo, vienen renovándose desde el 2012 y en algunos tienen una cláusula de prioridad de compra.
Según el Gobierno porteño, el Tiro Federal Argentino se dividirá en 3 polígonos, dos de los cuales serán convertidos en un polo educativo y viviendas, y el restante será destinado a la continuidad de la asociación civil deportiva. Pero el negocio inmobiliario quedó expuesto con la aparición de un Flyer (en inglés, supuestamente dirigido a inversores extranjeros) que publicó el propio Larreta en su página de Facebook y luego retiró. Un negocio inmobiliario de más de 500 millones de dólares, según el cálculo realizado por la oposición, teniendo en cuenta que el metro cuadrado allí está valuado en 3.600 dólares.
Con los ex terrenos ferroviarios de Palermo sucede lo mismo. El complejo se extiende entre la calle Godoy Cruz, Niceto Vega y las avenidas Juan B. Justo y Santa Fe. El mismo fue dividido en tres partes. Entre Santa Fe y Paraguay se encuentra construido el Shopping “Distrito Arcos”, de IRSA, la empresa de Eduardo Elsztain (de estrecha relación con Cristina Kirchner y Mauricio Macri). El shopping comenzó a construirse en el 2010 de manera irregular, porque el predio aún estaba catalogado como “UF” (de futura urbanización). Y la constructora tampoco había presentado aún los planos ni el estudio de impacto ambiental. Sin embargo, nadie los frenó.
Pegado al shopping está el Polo Científico y Tecnológico de la Nación. Y en las casi seis hectáreas restantes se encuentran las canchas de fútbol “Palermo fútbol”, donde asisten una ONG y alumnos de varios colegios de la zona para realizar actividad física. También hay una organización social, un comedor de chicos carenciados, dos estacionamientos y locales bailables. Todos ya fueron amenazados con el desalojo. Aunque algunos presentaron un amparo ante la Justicia, ya que insisten en que los contratos de alquiler que tienen firmados cuentan con una cláusula de “prioridad de compra”.
Las excusas que les dieron los funcionarios a quienes utilizan ese espacio para resindirles el contrato de alquiler no apunta al fin público. “Mi contrato estaba firmado por la ex Administración de Infraestructuras Ferroviarias Sociedad del Estado Nacional (Adif), que en su momento estaba a cargo del FPV”, explicó Ramiro Vergara, el dueño de las canchas de fútbol: “Negociábamos las renovaciones con ellos, pero cuando los terrenos pasaron a las manos de la Anses, y tras el cambio de gobierno del año pasado, tuvimos que renovar con el PRO. Hace un par de meses, nos dijeron que iban a iniciar el desalojo por vía judicial, porque ellos ya tenían un proyecto urbanístico para la construcción de unas torres en esas tierras, como las que están del otro lado de Juan B. Justo”. Por lo menos dos torres con más de 250 departamentos cada una en las que estaría interesado el constructor, amigo y asesor de Macri, Nicolás Caputo.
El último mes, el informe del Reporte Inmobiliario mostró un cambio que alertó a los vecinos de Palermo. Según este relevamiento, en diciembre del 2015, el metro cuadrado del corredor de Palermo cotizaba en U$S2.500. En junio, cuando se aprobó la creación de la agencia, el valor se disparó a 4.000 dólares. “Está variación de precios deja en claro que lo que esconde el Gobierno de la Ciudad es un negocio inmobiliario de miles de millones de dólares”, afirmó Aguilar.
Lo que viene. Más allá del negocio al que se apunta en la actualidad, Larreta también tiene los ojos puestos en la zona sur: unas 1.400 viviendas en el viejo Parque de la Ciudad, donde están haciendo la Villa Olímpica, y, según el legislador Adrián Camps, en el Autódromo el PRO pretende poner a la venta la totalidad de las tierras que están sobre la avenida Coronel Roca.
Hasta junio, la venta de inmuebles de la Ciudad tenía que hacerse por medio de la Legislatura. Ahora, la dinámica es mucho más directa gracias a la la creación de la Agencia de Bienes, organismo que sumado a la Agencia de Administración de Bienes del Estado Nacional (AABE), creada en el 2012 por el decreto 1.382/12 de Cristina Fernández, conforman una gran inmobiliaria por la cual Cambiemos puede disponer con total libertad de los bienes públicos.
Fuente: revista Noticias.
sábado, 23 de julio de 2016
El turno de América
Por Daniel Link para Perfil
Europa se desangra por los bordes y en
el centro mismo de su cuerpo herido se entrega a diversiones cada vez
más neronianas.
El Brexit, resultado del voto rural y
pobre, efecto de la ignorancia cívica en que la derecha matuvo a los
sectores más castigados por el Estado Universal Homogéneo abre una
puerta para que por ella entren las aguas heladas del cálculo
egoísta.
Aunque pretendan negarlo, la idea de
Europa quedó resquebrajada después de la decisión anglosajona,
porque demostró lo precario de los vínculos establecidos.
Por el otro lado, el mundo tártaro que
tantas fantasías alimentó en el pasado, tembló con un golpe de
Estado que, si bien fue conjurado, demostró lo precario de los
límites comunitarios, detrás de los cuales la presión musulmana se
vuelve intolerable.
Nos cuentan que en el corazón de
Europa, Berlín, los jóvenes que piensan "La vida es aburrida,
divirtámonos", se entregan a esnifar chocolate, costumbre
introducida por el belga Dominique Persoone en 2007 (Bruselas es la
capital de Europa).
Aspirar cacao por la nariz produciría
endorfinas en la sangre, lo que, al combinarse con la música, el
baile y las luces de los clubes, genera un estado de euforia y de
huida hacia adelante.
O mejor, hacia el oeste, porque el
xocolātl (así en nahuatl)
es producto americano. El siniestro Hernán Cortés, cuando lo
descubrió (Colón no había tenido éxito en su promoción) escribió
para la posteridad: "cuando uno lo bebe, puede viajar toda una
jornada sin cansarse y sin tener necesidad de alimentarse".
El
siglo XVII desparramó el cacao a través de los reinos europeos
(Italia y Francia, en primer término). En 1646 comenzó a venderse
en las droguerías y farmacias alemanas. En 1763, los cerveceros
ingleses pidieron que se limitara la fabricación de chocolate.
Hoy,
al aspirarlo, Europa dice que ya no da más, y mira hacia este lado
del mundo, buscando su esperanza. Dios nos libre.
viernes, 22 de julio de 2016
Sin palabras
Glifosato: un peligroso herbicida que el Conicet encontró en el río Paraná
Un estudio hecho por investigadores y la Prefectura reveló "altos niveles" de la sustancia, que para la OMS es "probablemente cancerígeno"
Un estudio hecho por investigadores y la Prefectura reveló "altos niveles" de la sustancia, que para la OMS es "probablemente cancerígeno"
jueves, 21 de julio de 2016
lunes, 18 de julio de 2016
sábado, 16 de julio de 2016
Macri lo hizo
Por Daniel Link para Perfil
No hace falta imaginar el delirio y la
exageración de los festejos por el Bicentenario que el régimen
anterior nos hubiera deparado: Boudou repartiendo billetes
conmemorativos desde una camioneta, pastelitos de dulce de membrillo
arrojados desde el obelisco por las huestes de De Vido, una
telenovela de carácter histórico en cadena nacional protagonizada
por Andrea del Boca, mil bailarines de malambo sacando chispas en las
avenidas de la ciudad de Buenos Aires, invocaciones huecas a la
Patria Bolivariana y denuestos hipócritas contra los Estados Unidos.
Latrocinio y Fiesta: lo que tanto nos divirtió durante la década
pesada. Sencillamente interrogo lo que vimos por televisión.
¿Quién podía invitar a los festejos
del Bicentenario al Rey Emérito de España, cruel cazador de
elefantes? Macri lo hizo.
¿Quién
podía recibir al penúltimo representante de la casa de
Borbón-Anjou, la dinastía que reemplazó
a los Austrias y que transformó las dependencias americanas de
reinos relativamente autónomos en colonias totalmente dependientes
de la Metrópoli, excluyendo de la
administración a los criollos, creando un nuevo virreinato (el del
Río de la Plata, en 1776) para mejor controlar el comercio y
estableciendo el cargo de Intendente para reforzar el control social
de las colonias? Macri lo hizo.
¿Quién podía incluir en los festejos
del bicentenario argentino a la banda militar del Reino de España,
que graciosamente sopló los vientos de la Marcha Imperial de Star
Wars (¿a quién no se le heló la sangre?) y, como si eso fuera
poco, finalizó su intervención con “Que viva España”? Macri lo
hizo.
La falta de sentido histórico (en
relación con el pasado, pero también con el futuro) de las
celebraciones fue tan evidente que casi no tiene sentido subrayarlo.
Mejor es subrayar que hacía frío, y que ya tenemos las cuentas de
electricidad y de gas para saber cómo es el comienzo de nuestra
tercera centuria.
viernes, 15 de julio de 2016
Casarse es morir un poco
Por Daniel Link para Soy
Confieso que todavía encuentro cierto
placer infantil en presentar a mi marido como tal: “Sebastián
Freire, mi marido”, le digo al embajador, al vicerrector, al
viajero ocasional, a los nuevos amigos de mis hijos, a la
administradora del consorcio. A nadie parece importarle demasiado (o
al menos, eso simulan) que yo subraye el vínculo legal que nos une
desde hace más de cinco años.
En estos años nos mudamos una vez,
intentamos sin éxito adoptar un tercer gato y, mucho más
estrepitosamente, fracasamos en el proyecto de crearnos un problema
descendente (una descendencia problemática).
Salvo esos pequeños disturbios
domésticos, nuestra convivencia permaneció idéntica, con sus
beneficios y sus obstáculos para la felicidad compartida.
Se cumplen seis años de la sanción de
la ley que universalizó la institución matrimonial y que, por
pereza intelectual, la mayoría de las personas sigue llamando “de
matrimonio igualitario”. Nada es igual, y no debe serlo.
A la larga, la única transformación
considerable que la ley de matrimonio universal habría de producir
tuvo que ver con la familiarización de personas no heterosexuales
(filiación, herencia, etc.).
En todo lo demás, sabido es, el
matrimonio es la tumba del deseo y sólo con imaginación y una
disciplina agotadora se pude sobrevivir a sus requerimientos
institucionales.
Yo defendí, en su momento, desde estas
mismas páginas, la universalización del derecho a casarse, sabiendo
que llegaría el momento (que seguramente es éste) de impugnar la
institución matrimonial tout court (es decir:
independientemente de los géneros y las identidades que
involucrara). O al menos para revisar sus características.
Hace poco, tuvimos el privilegio de
contar entre nosotros a Daniel Borrillo, distinguido jurista que
propone desde hace años que el derecho de familia no debería
constituir un capítulo separado del derecho societario. Instituir un
matrimonio a partir del cual construir una familia sería, así,
constituir una sociedad comercial cualquiera. Pero no hace falta ir
tan lejos para darse cuenta de la paradoja en la que se encuentran
las sexualidades disidentes y las identidades de género
post-genitales en relación con la institución matrimonial.
Cito a Borrillo, quien en estas mismas
páginas dijo que: “La manera en que se han obtenido los derechos
ha sido asimilacionista, vale decir que no se ha modificado la
estructura del derecho de familias sino simplemente se ha hecho
entrar en ella a las nuevas formas conyugales como las parejas del
mismo sexo. Pero una vez adquirida la igualdad, se necesita producir
una crítica de la norma”. Desde su perspectiva: “Hay una
cantidad de residuos de la familia que son peligrosos para la
emancipación y para la libertad. Y si uno gana en igualdad sin
plantearse la libertad y la crítica, podemos ser todos iguales pero
menos libres y más domesticados”.
El matrimonio universal fue una
conquista de la sociedad civil que no puede subestimarse. El
igualitarismo, por el contrario, en lo que a este tema respecta, es
la tumba de la emancipación.
lunes, 11 de julio de 2016
sábado, 9 de julio de 2016
¿Qué nos pasó?
Por Daniel Link para Perfil
La otro noche la vi a Chiche en una de
las aburridísimas reuniones de mi amigo Santiago, donde siempre se
habla de política en términos que en poco y nada contribuyen a
pensar el futuro de la Patria, asunto particularmente importante en
un día como hoy, en el que deberíamos estar celebrando algo así
como la Independencia, pero en el que nos encontramos, en cambio, en
uno de los momentos más bajos de nuestra historia cívica (para
momentos oscuros, seguimos teniendo a la Dictadura Cívico-Militar
como pozo sin fin de abominaciones). Vuelvo a Chiche, a quien me
cuesta seguir muchas veces. En un momento la escuché quejarse de
aquellos que entorpecen al gobierno impidiéndole, cito textualmente,
“la gestión de los bienes y de la vida”.
Lo que yo puedo decir sobre el asunto
es muy sabido: para lo único que serviría un “buen gobierno” es
para promover (a través de la educación) que cada uno gestione su
propia vida, es decir, para que alcance la soberanía sobre si. Pero
es difícil explicarle a Chiche, que siempre se negó a leer a
Foucault y a Agamben pese a mis persistentes recomendaciones, que la
administración de lo viviente es uno de los aspectos más sombríos
de la biopolítica actual. Que el Estado decida sobre estas
cuestiones tan delicadas ya es bastante escandaloso, que mi querida
Chiche pretenda que no lo obstaculicen en esa misión fascistoide es
para protestar en alta voz, pero lo que más desasosiego causa es que
ninguno de sus interlocutores, esa noche, haya insinuado que
encomendar la totalidad de lo viviente a la vigilancia del Estado es
resignar toda hipótesis emancipatoria y aniquilar todo deseo y todo
proyecto de felicidad: resignarse al contentamiento.
Contentarse es el tono de este
Bicentenario que no nos encuentra más independientes de la
Metrópolis (Telefónica, Real Academia Española, el Imperio
Británico, etc.) sino acaso más sabios en lo que nuestra
dependencia implica y más pesimistas en cuanto a nuestro futuro.
Es como si nos hubiéramos quedado sin
deseos de emancipación (sin hipótesis de felicidad comunitaria) y
sólo nos correspondiera la esperanza vaga de una vaga ilusión: la
crisis global del capitalismo o una catástrofe natural como únicas
salidas posibles a este momento de desasosiego, como únicos
desencadenantes de las potencias de la imaginación que, lo sabemos,
nos habitan como el alma inmortal latinoamericana. ¿Qué nos pasó?
¿Por qué los latinoamericanos no pudimos dotarnos, en estos
doscientos años, de las herramientas necesarias para afianzar los
proyectos de los padres de nuestras patrias? Culpar exclusivamente al
Imperio sería casi tan necio como culpar a las palabras (el carácter
hétero-patriarcal de nuestros fundamentos). Atrás de esas verdades
(Imperio, capitalismo y patriarcado) están nuestros sueños dañados
y nuestro conformismo.
jueves, 7 de julio de 2016
Mi marido también me cuesta una pequeña fortuna
De Vido destinó $ 4,4 millones por día para "fomentar el amor"
El Programa Enamorar gastó en 2015 alrededor de 1618 millones de pesos
El Programa Enamorar gastó en 2015 alrededor de 1618 millones de pesos
miércoles, 6 de julio de 2016
Ni una Menem
El gobierno porteño aceptó la renuncia de Darío Lopérfido
El ministro de Cultura se alejó del gabinete de Rodríguez Larreta, cuestionado por los organismos de derechos humanos y los artistas por sus afirmaciones sobre el número de desaparecidos; seguirá en su cargo en el Teatro Colón.
El ministro de Cultura se alejó del gabinete de Rodríguez Larreta, cuestionado por los organismos de derechos humanos y los artistas por sus afirmaciones sobre el número de desaparecidos; seguirá en su cargo en el Teatro Colón.
martes, 5 de julio de 2016
Penoso
Ex panelistas de 678 reclaman indemnizaciones al Estado
Carlos Barragán, Nora Veiras y Edgardo Mocca, entre otros, realizan acciones judiciales a RTA SE. Perfil.com habló con uno de los demandantes y desmiente las cifras que se difundieron.
Carlos Barragán, Nora Veiras y Edgardo Mocca, entre otros, realizan acciones judiciales a RTA SE. Perfil.com habló con uno de los demandantes y desmiente las cifras que se difundieron.
lunes, 4 de julio de 2016
sábado, 2 de julio de 2016
Metafísica del Estado
Por Daniel Link para Perfil
La semana pasada, en “La noche de la
filosofía”, tuve una animada discusión con jóvenes que se habían
dado cita para... No sé bien para qué, pero la circunstancia fue
propicia para hablar sobre el Estado y comprobar que sostenían unas
posiciones metafísicas donde el Estado aparecía como “lo Otro”
del capitalismo. Por un lado el poder de las corporaciones económicas
y por el otro, el poder del Estado, mucho menor (casi impotente)
frente al Otro.
Traté de que comprendieran que no hay
forma de separar, históricamente, la expansión capitalista (la
explotación, y también su carácter destructivo) de la forma del
Estado moderno: que el Estado es la contracara del poder económico y
que son parte del mismo mal. La función actual del Estado (cuya
figura es la del Estado Universal Homogéneo, y ya no la del Estado
Nacional) es solidaria con los intereses concentrados del gran
Capital y subsidiaria de su lógica.
El caso argentino, el que mejor
conocemos: un gobierno de CEOS, se ha dicho, es como eliminar la
mediación de la política en la gestión de las desigualdades,
exclusiones y explotaciones que el capitalismo necesita como el aire
para poder seguir adelante con su marcha destructiva.
Por eso que no vale la pena desgarrarse
demasiado las vestiduras por un hipotético Estado de Bienestar
perdido. El Estado de Bienestar no hace sino proponer mecanismos
compensatorios para el salvaje proceso de expropiación y alienación
que sufre la fuerza de trabajo. Pero como finalmente esa forma del
Estado se revela cara (en parte, por la corrupción que involucra,
pero no exclusivamente) el liberalismo (“paleo”, “neo”, o
como se quiera llamar a la política de derecha) propone un relevo
donde las corporaciones se incorporan directamente (sin mediación)
al Aparato de Estado (el “costo” no disminuye, pero se distribuye
entre socios). Que eso sea posible no demuestra que hubo un quiebre
del modelo de gubernamentabilidad, sino todo lo contrario: que lo
previo era lo mismo, salvo que disfrazado con figuritas de colores.
Contra eso, ¿qué podría hacerse? La
protesta, desde ya, es necesaria. Pero también hay que imaginar
formas de comunidad. No se trata de vivir “en sociedad” (que no
es sino la contracara civil de la máquina estatal), sino de imaginar
comunidades soberanas, más allá o más acá de las formas del
Estado. Durante mucho tiempo esa noble práctica se llamó comunismo.
Parece urgente volver a cultivarla.