sábado, 30 de septiembre de 2017

Lo global y lo local

por Daniel Link para Perfil


La globalización tiene sus límites: algunos meramente geográficos y otros ideológicos. La comunicación entre Europa y América tiene una ventana bastante restringida por las cinco o más horas de diferencia. Escribo a las nueve de la mañana, en una remota ciudad holandesa, después de haber leído los diarios europeos, con la certeza de que en Buenos Aires todos duermen. A las nueve de la mañana rioplatense, yo estaré dando una conferencia, y probablemente al final de una tarde primaveral porteña yo ya esté durmiendo.
Si se piensa en México o la costa oeste de los Estados Unidos la diferencia se agranda y se comprende por qué en Europa las manifestaciones de algarabía hollywoodense no tienen tantas adhesiones como entre nosotros. No es sólo un asunto de colonización de las conciencias (vicio del que los europeos no están libres) sino de diferencia horaria: sólo los muy desvelados pueden seguir las premiaciones califronianas.
Con la política sucede otro tanto. Desde Lisboa hasta Estambul, los diarios no dejan de comentar el resultado de las elecciones alemanas, y la confirmación de la ultraderecha como tercera fuerza política, algo que Alemania tolera mal porque desde el nacionalsocialismo no hubo ultraderecha (neonazi, racista y nacionalista) con representación parlamentaria.
El asunto apenas aparece comentado en los diarios latinoamericanos, pero parece ser el tópico obligado de los editorialistas madrileños y polacos, porque desestabiliza los proyectos de una Europa ya suficientemente herida por sus contradicciones. Mientras ellos sufren, nosotros dormimos. Y viceversa.
Pero además, la reforma del euro (o su apuntalamiento) tendrán que esperar, dicen, hasta que Frau Merkel forme gobierno de coalición (lo que supone un arte del tejido que ni las rendeiras portuguesas son capaces de ejercer sin error).
Eso sí, en Amsterdam hubo una gigantesca manifestación por la aparición con vida de Santiago Maldonado, asunto que atraviesa todos los husos horarios, porque las comunidades latinas se encargan de ampliar el mapa del nuevo mundo con destellos de felicidad y de protesta.
Algo que en Europa no saben es el efecto que algunas resoluciones de Naciones Unidas y la jurisprudencia europea han tenido sobre lo que ya se llama “re-emergencia indígena” en América latina.
El caso de los mapuches y tantos otros grupos en Argentina es un ejemplo de eso. Cosas que pasan mientras ellos duermen.


martes, 26 de septiembre de 2017

Dicen que...

Una obra con leyes propias

por Gabriel Caldirola para La Nación

En la lectura de Link, que desde la crítica literaria intenta conversar con la filosofía contemporánea, la obra de Copi "se funda en la tierra de nadie de la ensoñación, la imaginación y la memoria" para proponer la concepción radical de "mundillos" habitados por personajes monstruosos, en los que la catástrofe y el milagro logran trastocar el orden de lo conocido y realizar lo imaginario, llevándolo hasta sus últimas consecuencias.

sábado, 16 de septiembre de 2017

Pagar el precio


Por Daniel Link para Perfil



Como está cerca de Palos de la Frontera, visita el Puerto de Palos, donde parte de su cóctel genético comenzó a formarse, como el de tantos americanos. Allí, la municipalidad de Huelva, ha instalado un memorial que conmemora el “Encuentro de culturas”. Están las tres carabelas, reconstruidas en 1992 en ocasión del V Centenario, rodeadas de una serie de puestos portuarios presuntamente de la época en que Cristoforo Colombo partió rumbo al Este en busca del oro de las Indias. Delante de las carabelas, en abanico ofensivo, se encuentran las chozas y los indios e indias desnudos que tanto encandilaron la libido de los conquistadores.

Pero antes de llegar hay que pasar por la taquilla y pagar el precio. Pregunta a una empleada más atónita que otra cosa: “¿Los indios podemos entrar gratis?”. La cajera niega con la cabeza, con una sonrisa que no se sabe si es idiota o cómplice (porque los andaluces también sufrieron la Conquista). “¿Aceptan cuentas de colores como forma de pago?”, insiste. Ahora la negativa adopta la forma del miedo.

Se resigna a pagar la entrada para ver lo que ya sabe: la celebración de la navegación cristiano-capitalista y su imparable impulso destructor bajo la máscara de una felicidad que ni siquiera engaña a los pocos niños portugueses que frecuentan el lugar.

En el centro de interpretación, los datos obvios, los más escolares. Se acerca a un empleado que custodia no se sabe bien qué memoria y le dispara: “¿Escenas de matanza, no hay?”. La respuesta protocolar del empleado significa un hábil entrenamiento para enfrentar los ocasionales destellos de rencor de los visitantes americanos.

En países como Argentina faltan custodios del orden bien entrenados. Habría bastado la acusación infundada de “quieren fundar una República Autónoma Mapuche” para que una ministra de seguridad tuviera que renunciar en el poco educado Reino de España. En Argentina, en cambio, sigue en funciones después de episodios incluso más graves que los panelistas de los programas televisivos tratan de ocutar sin trazo alguno de culpabilidad y con una ignorancia supina sobre los procesos que los desencadenaron. Pedirles que lean libros sería peregrino, pero tal vez uno podría pedirles que miren televisión que, a veces, también educa sobre problemas que son globales porque comenzaron a formarse precisamente en el capricho de un genovés ambicioso que cargó tres naves con falsas esperanzas.

El asunto “indígena”, por ejemplo, ha aparecido en series como The Killing, que dice que en las reservas de América del Norte hay salas de juego y prostitución a las que no pueden ingresar lor agentes ordinarios del orden. Sea esto cierto o no, en todo caso demuestra el mismo terror a la pérdida de control por parte del Estado de segmentos territoriales, los cuerpos que con él se relacionan y otros asuntos que hoy tienen estatutoparlamentario-televisivo en Argentina.

El conflicto no es producto de la delirante imaginación kirchnerista, sino el signo de los tiempos porque existe un principio generalmente aceptado que involucra la autopercepción como clave de definición racial identitaria.

La britaniquísima Ley de los Lores de 1983 dictaminó que “Para que un grupo constituya un grupo étnico en el sentido de la Ley de Relaciones Raciales de 1976, debe considerarse a sí mismo y ser considerado por otros como una comunidad distinta en razón de ciertas características”. Después de establecer esas características, la ley agrega: “Siempre que una persona que se una al grupo de referencia se sienta miembro de él y sea aceptada por otros miembros, será, a los efectos de esta ley, un miembro de esa comunidad”.

Perseguidos, exterminados, obligados a abandonar sus territorios y sus creencias, los mapuches, los quilmes, los guaraníes, los calchaquíes y los huarpes, entre tantos otros, encontraron en un principio de jurisprudencia global una herramienta no para reclamar todo lo perdido sino al menos para poder sostener un estilo de vida contrario a los microfascismos que los representantes de las multinacionales en el parlamento argentino, en la televisión porteña y en las fuerzas de seguridad sostienen a rajatabla.


lunes, 11 de septiembre de 2017

Costo argentino

por Daniel Link para Perfil

Uno de sus alumnos le escribe desde el Apple Store de Madrid: necesita un certificado de regularidad para poder comprarse una MacBook Pro con un diez por ciento de descuento para estudiantes universitarios. Además, por poder certificar esa misma condición le regalan unos auriculares inalámbricos de última generación valuados en trescientos euros.
No sabe bien cómo responder a ese reclamo, porque los asuntos administrativos por lo general lo abruman. Uno de sus compañeros de trabajo levanta la vista del libro enmohecido que ha estado leyendo y contesta: con presentar una dirección electrónica finalizada en edu.ar alcanza. Se sorprende de ese saber que su compañero ha escondido celosamente para sí y lo atribuye a su inclaudicable heterosexualidad, que de cualquier cosa hace un secreto a guardar.
Como el alumno no conoce las ventajas internacionales de usar una dirección electrónica de esas características, todo vuelve a fojas cero. Le pregunta al alumno a quién deberá presentar el presunto certificado. “A nadie”. Basta con que la vendedora lea la constancia adjunta a un mensaje de WhatsApp.
Firma un confuso párrafo y lo transforma en PDF. En minutos, su alumno ha hecho la transacción afortunada, a la que sumará la devolución del IVA, por su condición de extranjero. Su ánimo se divide entre la satisfacción ante esta nueva actualización de la picardía criolla (que le permitirá a un estudiante volver de su viaje con una máquina un cuarenta por ciento más barata que lo que le hubiera salido en Argentina) y el fastidio ante el “ser nacional”: la empresa que distribuye oficialmente productos de Apple en Buenos Aires es una cueva de estafadores que no sólo ignoran el concepto “descuento a estudiantes” sino que son capaces de retener durante meses una máquina que necesita servicio técnico por no abastecerse de repuestos.
El costo argentino debería deducirse de las declaraciones impositivas.

sábado, 2 de septiembre de 2017

"Como una tigra parida" o Capitalismo y Estado


Por Daniel Link para Perfil



Ha cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer: miró Periodismo para todos. Atónito, vio que un hombre de su edad sometía a una violencia verbal inusitada a un joven preso, llamado Jones Huala. Lo que pretendía ser una entrevista era un hostigamiento sistemático (“no me jodas”, “¿las computadoras las fabrican ustedes?”) y de un autoritarismo inaudito (“tu posición sobre la tierra es aristocrática”, “vas a ver que estás de acuerdo con el ISIS”) que llegó a la injuria: “indios”.

“Puto”, le habría dicho el entrevistador a García Lorca, antes de devolverlo a manos de sus captores y fusiladores. Imagina: “vayan a trabajar, indios, negros, putos”. “Lo que tengo me lo gané”, “acá no hubo genocidio”.

Ese entrevistador, que no duda en prepear al entrevistado, ha ganado algún premio llamado Martín Fierro, el nombre de un perseguido, y también de un asesino, y no recuerda que entonces lo rechazara porque Fierro, como Jones Huala y tantos otros, se considerara previo al Estado, y pensara que éste es una máquina de aniquilación (“porque ya no hay salvación,/ y que usté quiera o no quiera,/ lo mandan a la frontera/ o lo echan a un batallón).

Sí, el Estado es una construcción histórica: no siempre estuvo y no siempre estará (porque es posible imaginar otras formas para regular la convivencia entre lo que vive todavía). Pero él ha visto a las mejores mentes de su generación ahogarse en el rencor de la derrota.

Si un periodista sólo contesta “uhmm” cuando el entrevistado le dice que a sus 15 años aprendió a defenderse de las fuerzas parapoliciales enviadas por la sociedad rural del lugar y elije seguir un rumbo diferente, la entrevista no está funcionando del todo bien y el premio Martín Fierro deja de ser emblema de la calidad periodística para ser, apenas, el fetiche de una fuerza simbólica que jamás habría que utilizar contra el que está en inferioridad de condiciones.