Por Daniel Link para Perfil
Por esos azares de los viajes, en 2003
mi marido y yo (por entonces no estábamos casados) llegamos al
Pabellón Español de la Bienal de Venecia, al que sólo se podía
acceder mostrando el pasaporte del Reino de España.
Una vez más, por puro azar (porque no
es mundano andar con el pasaporte por las calles y porque mi marido
tiende a no usar documentos en ninguna parte), mi marido tenía el
pasaporte con él. Yo, que soy fatalmente argentino, lo esperé
paseando por los Giardini, esperando el relato minucioso de lo que
había visto adentro: nada, adentro no había nada.
La obra de Santiago Sierra se centraba
en los límites de lo nacionalitario, la limitación de los
movimientos poblacionales y la paranoia fronteriza: ““la patria y
la identidad son hándicaps, algo a superar. Con sus fronteras
amuralladas, las naciones me parecen cárceles”, dijo.
Hoy la obra de Santiago Sierra vuelve a
la primera plana de los diarios. Su envío para ARCO, Presos
políticos en la España contemporánea, fue levantada del stand
de la galería Helga de Alvear antes de su inauguración. No se
recuerda un caso similar en la Feria madrileña (en 2012, el entonces
presidente de IFEMA pidió que se retirara la obra Always Franco
de Francisco Merino, pero la galería decidió mantenerla).
El presidente de ARCO se ha
desvinculado de la decisión, y trasladó la responsabilidad de la
censura al director de IFEMA (la Institución Ferial de Madrid donde
ARCO funciona).
Presos
políticos en la España contemporánea mostraba
una colección de 24 retratos pixelados entre los que figuraban desde
Oriol Junqueras, Jordi Sànchez y Jordi Cuixart (además de otros
independentistas catalanes) hasta miembros de la ilegalizada
organización juvenil de la izquierda abertzale Segi y dos
titiriteros detenidos en Madrid en 2016.
Interrogada sobre
su decisión, la galerista dijo con total franqueza y/o franquismo: “Yo lo que quiero es vender”.
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