Por Daniel Link para Perfil
Llego a Bogotá para asistir a un
congreso. Nunca había estado en la ciudad y lo primero que sufro es
su inclemencia climática: llueve casi todo el tiempo, hace frío y
la altura me provoca “soroche”. Hay que andar con calma.
Al congreso asisten personas de todo el
mundo, la mayoría de América Latina y los Estados Unidos, pero
también de Europa. Argentinos habrá muchos, que viven por todas
partes. Va a ser como un reencuentro de amistades (más de la mitad
de los participantes están en mi lista de contactos) pero también
un cotejo de perspectivas sobre el propio “mundillo”, desde
diferentes perspectivas.
Cuando digo “mundillo” quiero decir
algo bien específico, en la línea del zoólogo Jakob von Uexküll
(contemporáneo de la
mecánica cuántica y de las vanguardias), quien, en
contra de la ciencia clásica que veía un único mundo que
comprendía dentro de sí a todas las especies vivientes
jerárquicamente ordenadas, desde las formas más elementales hasta
los organismos superiores,
propuso una infinita variedad de mundos perceptivos, “mundillos”,
todos igualmente perfectos y conectados entre sí como en una
gigantesca partitura musical.
Cada
“mundillo” tiene su propia temporalidad (por lo general contraída
o dilatada: en todo caso, diferente del tiempo lineal de Hegel y de
la ciencia burguesa) y sus propios principios de relación entre lo
viviente y el entorno. Cada “mundillo” es un
espacio de encuentro y co-existencia, la soldadura entre el punto de
vista, el campo óptico y el contorno, un diagrama respecto del cual
se coloca un viviente específico: el argentino, el venezolano, la
chilena, les latinoamericanes.
Apenas llego, me siento a tomar un café
con el organizador general del encuentro, Jeffrey, un venezolano en
el exilio (habrá varios en el Congreso). Hablamos de bueyes
perdidos, de amigos en común, de perspectivas críticas sobre la
literaturra latinoamericana (así, con dos erres: es de lo que
he venido a hablar), de nuestros ambientes laborales y de nuestras
esperanzas, en suma, de nuestros “mundillos”.
Jeffrey va llevando la conversación a
un destino preciso. Me habla del Mundial de Fútbol, pronto a
comenzar, para saber qué expectativas tengo sobre la selección
argentina: por supuesto ninguna, porque el fútbol me interesa más
bien poco. “Pero han sido campeones dos veces”, me dice. Sí
claro. “Y tenemos Messi, Papa argentino, reina Máxima y Borges,
por cierto. Nada de lo cual significa demasiado a la hora de evaluar
nuestras imposibilidades”.
“Hay algo que a ustedes les falta”,
me dice Jeffrey. Y agrega, para mi incredulidad: Miss Universo. En
Venezuela tenemos muchas. Y muchas Miss Mundo.
Su percepción de mi “mundillo” no
es exacta pero, en todo caso, corresponde subrayar lo diferente que
es de la mía. La suya supone un mundillo entero, propio, exterior al
mío.
Y tenemos ola verde.
ResponderBorrarGracias por la cita de Agamben. Saludos.