por Daniel Link para Clarín Cultura
Me dicen que María Moreno ganó el Premio Iberoamericano Manuel Rojas
en Chile. No me sorprende: ella merece ser coronada reina plebeya de
todos los reinos de mestizos. Sobre todo porque ha desdeñado todo anhelo
de pureza en relación con la escritura y ha mestizado todos los géneros
posibles sin ninguna conmiseración.
Pienso en su último ensayo, Oración,
sobre la figura del escritor Rodolfo Walsh, en el que encuentra el
cruce de todos los caminos que su escritura ha venido transitando y el
libro le permite (o más bien: la obliga a sostener) el tono justo,
justo el tono que corresponde a un libro que incluye en su título la
especificación “elegías políticas”.
El fin último de la palabra es la celebración, cuya forma poética
específica es el himno. El término griego hymnos deriva de la
aclamación ritual que se gritaba durante el matrimonio: himen. Pero
desde los más antiguos registros, en los así llamados himnos
homéricos, se refiere sobre todo al canto en honor a los dioses.
Después,
una vez que se constató o se decidióla muerte de los dioses, el
himno se confundio y se contaminó con la elegía: en la esfera de la
celebración puede darse el lamento pero, sobre todo en este caso, en
este libro, en el caso que este libro se pone a mirar y a escuchar, la
esfera del planto, un género del duelo, y la endecha admite la
celebración de lo que, por milagro, vive apenas pero vive todavía.
“Epinicios en prosa” llama Moreno a la Carta a Vicky y la Carta a mis amigos, ambos de Walsh, reconociendo ese borramiento de los límites, ese umbral que nos permite sostener la comunidad de los ausentes.
Las operaciones que María Moreno realiza en Oración son
muy desusadas y, al mismo tiempo, muy oportunas. Esas operaciones
exceden la crítica filológica, la crónica, la entrevista, la
confesión y la intervención cultural. Ésas son, tal vez, sus vías,
pero las operaciones son estrictamente conceptuales, con la condición
de que se entienda (subrayo) que vivir, formar esferas y pensar son
expresiones diferentes para lo mismo.
Nosotros hoy sabemos que necesitábamos un libro como Oración (así como antes habíamos necesitado libros suyos como El petiso orejudo o como Black out, su autorretrato.
Como somos pobres, desconocides y, sobre todo, amigues de la regia figura, nos parece encantador que alguien más la premie.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario