Es sábado, y vamos a hacer las últimas compras antes del aislamiento. Mi mamá pretendía que fuéramos a Rodriguez a comprar las piedritas sanitarias de los gatos a su proveedor habitual, pero nos parecía un disparate. Como iba a reprocharnóslo hasta el fin de los tiempos, le inventamos que en la subida a la autopista había retenes policiales (yo hubiera argumentado: podrían haber ido por la colectora, pero no se dio cuenta o aceptó la mentira para facilitar la convivencia).
En los supermercados de "cercanías" (es evidente que la comunicación está copiada de las resoluciones españolas), ya se aplica el protocolo de no más de seis personas dentro del local. La cola se hace afuera.
Un chabón se asoma al supermercado y pregunta: "¿Tenés alcohol en gel, para ponerme en la cola?". El de adentro le contesta "Tengo, pero es para ponerse en las manos". "Pero no, pelotudo, es para saber si hago o no LA FILA". La escalada de improperios continuó, y no se fueron a las manos porque había mucha seguridad en las inmediaciones.
En la carnicería sólo aceptan dos personas adentro. En la verdulería no hay nadie, así que salimos enseguida (aprovecho para agradecer que, en nuestra cadena alimentaria, dos piezas fundamentales son el Parador Fruit y Carnes Marcos: esperemos que conserven la salú, que es tanto o más importante que las materias primas que nos ofrecen).
Cocinamos, cocinamos, cocinamos (las recetas pueden verse en Linkillo. Recetas mías).
Congelamos y organizamos menúes para los próximos días.
En los cuatro grupos activos de whatsapp que tengo las noticias vuelan, van y vienen. Los chistes se alternan con los partes médicos de todo el mundo. Sigo juntando textos "filosóficos", materiales para pensar (Badiou, Byung-Chul Han, etc..).
Una amiga me dice "hay varias joyas dando vuelta" y me manda esto:
Lo que más me sorprende no es ni el tono ni los enunciados ("No es tiempo para los tibios") sino el hecho de que se considere eso una pieza de propaganda legítima. Desde ya, el discurso público se ha vuelto totalmente fascista y en ese contexto es admirable la corrección de Alberto Fernández, que está resistiendo los reclamos de promulgación de "estado de sitio".
En Chile, que no necesita grandes excusas para militarizarse, ya rige el "estado de catástrofe". No hay que asombrarse demasiado: el fascismo siempre hizo de la "salud pública" (Volksgesundheit) uno de sus principios.
Se viene la movilización total en nombre de la salud pública y de un concepto abstracto de "vida" y Berni está dispuesto a hacer lo que sea necesario para garantizarla.
Por supuesto, lo que se viene es la criminalización de la resistencia o la distracción y la censura de las voces disidentes.
Hablando de censuras, hoy el Ministerio de Salud recomienda a los medios evitar la difusión “de series o películas sobre catástrofes”.
Correlativa de esta política es la "cuarentena informativa" que propagandiza un médico en uno de esos programas fascistas de opinión del canal América: a la gente no hay que decirle ni todo ni la verdad, para que no se aflija. Comienzan a tratarnos como a subnormales, criminales, marginales.
(continúa)
ese pedido de alcohol en gel fue una genialidad jaja...
ResponderBorrarAlberto se la esta bancando y sabemos que Chile es una vergüenza en cuanto a libertades. De Brasil ni hablemos. A resistir je...