sábado, 28 de mayo de 2022

Kafka y sus sucesores

Por Daniel Link para Perfil

“Es una situación kafkiana”, me dice un amigo. No sé si se refiere a alguna de las costumbres de Franz, como hacer gimnasia desnudo frente a la ventana abierta, marchar junto con sus amigos anarquistas en defensa de Dreyfus, quejarse sin pausa de los males del mundo, asistir fascinado a sesiones de teatro judío o cancelar los compromisos matrimoniales contraídos pocos meses antes. No, se trata de lo kafkiano asociado a una burocracia infinita.

El asunto es así: en algún momento la empresa de gas Naturgy cortó el gas de un edificio para hacer una reparación. Luego, habilitó el gas nuevamente en todas las unidades, salvo una que estaba vacía (la estaban pintando para poder alquilarla). Dejaron el medidor precintado por precaución y sólo “personal autorizado” puede desbloquearlo. Pero Naturgy no atiende los teléfonos. Y cuando los atiende no puede solucionar el reclamo porque no puede garantizar cuándo alguien podría ir a resolver el problema que la compañía creó. ¿Cuál es la solución? Reemplazar todos los artefactos que funcionan a gas (cocina, calefón, estufas) por sus equivalentes eléctricos. ¿No es un disparate?

En lo que reconocemos como “kafkiano” suele haber una grisura constitutiva, una indiferencia a toda otra cosa que no sea el procedimiento, sobre cuya utilidad nadie sabe nada, pero hay que seguirlo. La burocracia es ciega, pero para nada hostil.

Hoy, en cambio, la burocracia se ha asociado con las inteligencias artificiales. Esa quimera se ha vuelto, curiosamente, mucho más violenta que su antecedente, porque las operadoras ahora consideran que no tienen ninguna obligación de atender los padecimientos de otras personas (que podrían ser ellas mismas) y eligen el maltrato como respuesta de servicio.

No es raro que Kafka haya escrito: “Correr hacia la ventana y, a través de los vidrios rotos y la madera astillada, exhausto con el esfuerzo, saltar sobre el alfeizar”

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