sábado, 29 de julio de 2023

Baño clausurado

Por Daniel Link para Perfil

El señor Roberto García Moritán insiste en demoler el edificio del Ministerio de Desarrollo Social y Salud como parte de su programa de gobierno para la Ciudad de Buenos Aires.

"En el medio de la ciudad hay un adefesio que solo genera caos, conflicto y anarquía", ha sentenciado, revelando la relación fetichista que tiene con el edificio (muchos observadores han arriesgado que, en efecto, “tiene cara de fetichista”, hipótesis que no podemos suscribir porque conocemos la distancia abismal que se establece entre el ser y el parecer): no le basta con refuncionalizarlo, trasladando por ejemplo el Ministerio de Desarrollo Social (objeto de la protesta piquetera) a alguno de los barrios populares que necesitan de procesos de urbanización. No, no. Él supone que la demolición de ese edificio de más de ochenta años (inaugurado en 1936 como sede del entonces Ministerio de Obras Públicas), de estilo racionalista y declarado (con justicia) Monumento Histórico Nacional mejorará la calidad de vida de los habitantes de la ciudad, que él identifica con “mejorar el tránsito”.

Uno podría aferrarse a la vis cómica y enumerar otros edificios fetiche que podrían entrar en su lista, pero mejor es tomárselo en serio y pensar en la pobreza imaginativa sobre la que reposa su propuesta.

La siniestra solución del marido de Pampita dice: he aquí un problema. Eliminemos el problema con explosivos plásticos. Me recordó la situación del baño del piso 4 en un edificio universitario al que voy con frecuencia. Una vez, en febrero, uno de los inodoros empezó a perder agua. Después de haber dado aviso a la oficina correspondiente (el edificio ha sido recientemente refaccionado: los baños son nuevos), hacia abril apareció un cartel que decía: “Baño clausurado”. Todavía sigue igual, sin poder usarse, porque alguien prefirió dinamitar metafóricamente el baño antes que arreglar lo que su propia torpeza había provocado previamente.

Es una posición horrible que implica reconocer que no se sabe resolver un problema más que mediante una prohibición, una clausura o, directamente, la destrucción.

Por supuesto, sorprende que el señor Moritán haya aceptado sumar a su campaña una idea seguramente susurrada por un desafortunado equipo de prensa (es cierto, pobre gente, que tienen que trabajar con lo que les dan, que seguramente es bien poco). Pero resulta más alarmante aún que no haya habido un general repudio a sus dichos entre quienes comparten su espacio político, que pueden ser arrastrados por la misma idiocia hasta nadie sabe qué umbrales.

Les parecerá que hablarse encima y encima adjuntar un video como “de acción” sostiene el nombre del candidato circulando y que eso es lo que importa.

Esto es, incluso, más penoso que lo anterior porque agrega una cuota importante de cinisimo, que parece ser lo que domina el panorama político de estos tristes tiempos sin ideas, sin vergüenza y sin imaginación.

Fetichismo, idiocia y cinismo. Por supuesto, esos rasgos pueden chequearse en varias de las candidatas a los cargos electivos que votaremos en pocos días. Teniendo en cuenta ese contexto, ¿no es lógico que, independientemente de nuestras adhesiones políticas, usemos las PASO como lo que son: internas abiertas en las cuales podemos decidir qué candidatos irán a las elecciones verdaderas?

El kirchnerismo porteño levantó su voz de protesta porque algunos peronistas declararon que votarían en las PASO para desfavorecer la candidatura del Sr. Jorge Macri. Pero es bastante sano que un sector que sabe que no va a ganar elija el candidato menos nocivo para la ciudad (y vote su lista de legisladores). Y otro tanto podría decirse para las presidenciales. ¿No convendría ponerle freno a la ambición sin fundamento de la señora Bullrich desde ahora, para no tener que aguantar su “A todo o nada” durante los meses venideros?

Sabiendo más o menos quiénes ganaran las internas en los demás espacios (de Massa no nos salva Grabois, a quien muchos habrían votado con algarabía), ¿no habría que pensar estratégicamente las internas como eso y sólo eso, y usarlas para sacarnos de encima las amenazas de destrucción, de mano dura, de privatizaciones y de modificaciones de los regímenes jubilatorios, pero sobre todo la vergüenza de que alguien crea que esos discursos son todo lo que nos espera?

Mejor que clausurar un baño, es arreglarlo.

 

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