por Ignacio Zuleta para Clarín
El desafío del Presidente por consolidar gobernabilidad. Pichetto en su rol de árbitro, Villarruel pidiendo pista y el peronismo a la captura del gabinete de Milei.
Primera misión, aferrarse al sillónEl
Gobierno intentará comenzar el año con algo más que anuncios. Los
primeros días de la presidencia Milei se agotan en el lanzamiento de dos
exocets -el DNU y la ley ómnibus- que han rebotado en el casco del
Congreso. El debate desde esta semana es filtrar las iniciativas que son
necesarias para gobernar, de las que acompañan como maquillaje para
honrar las consignas del cambio que se usaron durante la campaña. El
primer objetivo de esta andanada es buscar gobernabilidad. Asegurarla es la principal meta de los gobiernos débiles.
Mauricio
Macri, cuando hace balances de su gestión, pondera por sobre todo el
haber entregado el gobierno en término después de su derrota de 2019.
Cristina de Kirchner siempre creyó que el peronismo perdería las
elecciones de 2023. Pero cuando le preguntaban cuál era su objetivo,
confesaba: "Tenemos que llegar, porque si no llegamos, no volvemos nunca más. Si llegamos, en una de esas alguna vez volvemos".
Hay
una leyenda que dice que estas marchas y contramarchas obedecen a
razones programáticas. Que el peronismo limitará los impulsos
reformistas de Milei, y que éste contará con el apoyo de un sector del
Cambiemos macrista. Es una presunción usual en política creer que lo programático está por encima de la gobernabilidad.
Los gobiernos del tipo Milei llegan por las banderas que alzan. Pero
desde el momento en que se sientan en el gobierno, tienen que dedicar
todos sus esfuerzos a mantenerse en gobierno, cueste lo que cueste y con
el programa que sea. ¿O alguien cree que Macri quería terminar su
gobierno con cepo y amarrado al mástil del FMI? Un gobierno no devalúa
ni pone cepo porque quiere: se lo pone la realidad.
Todo depende del bloque bisagraLa
gestión de la gobernabilidad justifica detalles de cortesía que, en
otro contexto, serían fruslerías. Entre esos detalles cuenta la atención
que comenzaron a prestarle desde el oficialismo al nuevo bloque de los
23 diputados que preside Miguel Pichetto. Consta, aunque sin que nadie
cuente mucho más, que Mauricio Macri, Martín Menem y Guillermo Francos
se ocuparon de llamarlo en las vísperas de la noche vieja para desearle
las albricias del año nuevo.
El
equipo que integran, entre otros, Nicolás Massot, Emilio Monzó, Maxi
Ferraro (i.e. Elisa Carrió), Ricardo López Murphy, Florencio Randazzo,
está en el centro del juego, porque con ese número puede hacer ganar o
perder al oficialismo o a la oposición, según se vuelque para un lado o
para otro.
El bloque ha adelantado que no le va a hacer la vida imposible al Gobierno, pero que pondrá todos los proyectos en una
zaranda para promover la aprobación de las iniciativas de orden
económico y fiscal, que son prioritarias, y diferenciarlas de frente a
las de índole decorativa, como la tontería de imponerles a los
jueces el uso de la toga. Esta iniciativa despierta el ingenio popular.
¿No querrá el "Peluca" -como lo llaman a Milei- que también los
magistrados usen peluca?
El
DNU y la ley ómnibus son una creación de ociosos talleres literarios de
una universidad privada amiga del macrismo y del mileísmo, y de un
grupo de estudios de abogados pagados por empresarios también amigos.
Cuando se cuente esta trama se conocerá cómo el despotismo ilustrado heredado del sistema virreinal y borbónico
sigue tan vivo como cuando Cristina de Kirchner se inspiraba en los
mastiquines que le aportaban politólogos de la otra universidad privada.
El doble estándar de MacriEsta
bancada se diferencia expresamente del seguidismo que le pide Macri al
PRO. Entiende que el futuro de él y de su partido dependen de que a
Milei no le vaya mal. Tampoco le gusta a Macri la gravitación que ha
tomado ese bloque de 23 con Massot y Monzó, hoy lejos de sus afectos.
Macri dice en público lo mismo que dice en privado, pero la nueva realidad de Milei lo fuerza al doble estándar. En público, alza la voz diciendo que éste no es su gobierno y que su tarea con Milei ya se agotó en el apoyo para el balotaje.
Pero no lo suelta, en el afán de acercarle elencos y, discretamente,
vuelve a hablar con el nuevo presidente. Este doble juego debilita más
el interés que pudo tener Milei de acercarse al macrismo, cuando el
peronismo le ofrece sus números en el Congreso. La relación se disuelve
como un terrón de azúcar a medida que Milei acelera su acercamiento al
peronismo que le captura, día a día, más cargos en el gabinete.
El poder está en el CongresoPichetto
en este rol es uno de los árbitros que le ha salido al Gobierno, que
querría descartar el debate con políticos. Juega un papel equivalente al
de Juan Carlos Romero en el Senado. El ex auditor apeló al término
"desdramatizar" para apaciguar el debate sobre el DNU y la ley ómnibus.
Ese vocablo lo inauguró durante la transición española el entonces
premier Adolfo Suárez para quitarle morbo a la legalización del Partido
Comunista de España.
El
bloque de las 23 estrellas le presentará al Gobierno el pliego de lo
que van a aprobar, cómo y cuándo. Es una respuesta paciente a la
agresividad que ha mostrado Milei ante el Congreso, al que insulta para
que se le encuadre. El poder está del lado de los legisladores,
que toman estos embates de Milei como gestos de debilidad buscando
construir el poder que no tiene, para una gestión que todavía no
comienza.
Esta
semana se sentará en el cargo Omar de Marchi, el secretario de enlace
entre el Ejecutivo y el Congreso. El ex diputado del PRO arma una agenda
con jefes de bloque para atenderlos y escuchar los términos de una
negociación sobre estos dos misiles que, en palabras de Pichetto,
parecen querer derrumbar un edifico para construir una prefabricada.
Los radicales ya tienen WhatsappLos
expertos de la Fundación Alem, cuya autoridad política ejerce el
exministro Jesús Rodríguez, hacen el mismo trabajo de zaranda de
proyectos para inspirar a senadores y diputados radicales. El año
radical cerró el viernes con una reunión por zoom de la cúpula del
partido -Martín Lousteau, Luis Naidenoff, Inés Brizuela- con los jefes
de bloques -Rodrigo de Loredo y Eduardo Vischi- y cuatro de los cinco
gobernadores del partido -Carlos Sadir (Jujuy), Alfredo Cornejo
(Mendoza), Maximiliano Pullaro (Santa Fe) y Leandro Zdero (Chaco)-.
Gustavo Valdés (Corrientes) estaba en otra cosa.
Esa mesa discutió sobre qué aprobarle y qué no al Gobierno. Resolvieron una metodología básica: desacoplar el juego legislativo -a cargo de los jefes de bloque- del juego de los gobernadores.
Tienen intereses, fuerzas y objetivos de distinta naturaleza.
Admitieron la dificultad de unificar las posiciones, para que el partido
no pierda identidad ante el público.
Se
esforzarán para lograrlo y el método mágico fue abrir una cuenta de
whatsapp para concentrar en ese chat las inquietudes que tienen en
común. Nada puede arrancar en este mundo sin antes crear un grupo de
whatsapp. Contrario sensu, todo muere cuando el grupo se cierra o
languidece. El radicalismo digiere el trauma de pasar de ser el eje de
la oposición entre 2019 y 2023 en Diputados, a sincerarse como lo que
es: una confederación de partidos provinciales que en el Congreso
conforma una tercera minoría.
La fácil: sacar Boleta ÚnicaEl
Gobierno le pidió al bloque de los 39 senadores que se integró para
controlar la Cámara, que el próximo 11 de enero sesione para aprobar la
reforma electoral que impone el uso de la Boleta Única. En Diputados el
proyecto logró 132 votos, apenas 3 por encima del número necesario
(mayoría especial de la mitad más uno de la cámara).
Habrá
un forcejeo para tener por lo menos 37 votos sobre los 72 del Senado.
Sería un triunfo, el primero, para mostrarle al público que algo
funciona en la nueva gestión, más allá de las gacetillas y de las vocerías amigas y militantes al atardecer en los canales de cable.
Victoria
Villarruel les pidió a los senadores de ese entendimiento de "Los 39”
que este miércoles se le dé dictamen al proyecto. Sería una muestra de
eficiencia -o no- y también de la capacidad de respuesta que puede tener
el peronismo, que tiene 33 senadores y que fue desalojado de todos los
cargos de conducción de la Cámara. Ni el cristinismo extremo llegó a tanto.
En el período 2019-2023, el peronismo tuvo todas las Secretarías de la
Cámara, pero le dejó a Cambiemos la Prosecretaría Parlamentaria que
ejerció Juan Pedro Tunessi. Esta vez ni eso le han dejado al peronismo.
No es gratis cerrarle los caminos al peronismo sin cederle nada a los
33.
Los 39
admiten que el entendimiento fue sólo para desalojar al peronismo de la
casa -dejarlo sin cargos de conducción- pero que ese acuerdo va a tener
que renegociarse ante cada proyecto.
Villarruel pide pistaAbrir el año encendiendo la luz en el Senado traslada la procedencia hacia Villarruel, que admite en concilios privadísimos que se entera de las ocurrencias de su gobierno después de que salen en los diarios
–no es la única que se queja de eso. Le viene bien algún anabólico que
le ayude a sumar algún poder. La elección del puntano Bartolomé Abdala
como presidente provisional fue un calvario por escalas.
La
tarea liminar de sacar al cristinismo de la casa -así bautizó a la
operación uno de los fogoneros- fue la obra del senador por Salta, Juan
Carlos Romero, del exsenador por el PRO Humberto Schiavoni y, en alguna
medida, del correntino Carlos "Camau" Espínola. La prensa oficial
atribuye este cierre al ingenio de la vicepresidenta, que fue
beneficiaria más que gestora del acuerdo.
Hay
interesados en alzar la gravitación de la vicepresidenta para ponerla
en conflicto con Milei, casi por una tendencia física de posicionar a
los vices contra sus presidentes. Este envión es responsabilidad
de peces de aguas profundas -servicios de información- que retocan su
retrato día a día para ponerla en el centro del escenario.
Corre
la misma suerte de Karina Milei, a quien el periodismo tumbero
construye como una figura esclarecida, potente y vigorosa, que controla
todo. Sobredimensionan su importancia como comisaria del hermano
presidente. Una fantasía que le va a costar ser perseguida, como en las
películas de Hitchcock, por delitos que no cometió. Es el costo de estar
todo el día en el escenario de una comedia ajena.
La tercera vuelta electoralLos
Estados Generales –un expediente de los monarcas del ancien régime
francés- que pretende abrir Milei con el DNU y la ley ómnibus, incluyen
una agenda que va desde la sastrería de los jueces, hasta la reforma
electoral para liquidar a las minorías en la representación política.
Busca lanzar centenares de proyectos que interpelan en forma transversal
a todas las tribus políticas, de manera de que los protagonistas tengan
una oportunidad de expresarse en apoyo o en rechazo de sus iniciativas y así construir las mayorías que no tiene.
Es
lanzar una tercera vuelta electoral, que le permita construir un
gobierno que aún no arrancó, y que refleje más el resultado del balotaje
que el de la primera vuelta. Este intento de segundo balotaje le hace
incurrir en alardes de rutina, cuando desafía -"Que me intenten voltear. Vamos a ver si la gente los deja"-.
Se lo decía Néstor Kirchner en 2003 a los senadores peronistas que no
querían avanzar en el juicio a la Corte Suprema. O salir al balcón para
saludar con el puño en alto a una plaza vacía. Son reacciones
instintivas de quien necesita, para gobernar, construir un poder que no
tiene. Desordenar para volver a ordenar y salir hacia adelante.