La primera vez que llevamos a Tita Merello a la Veterinaria Franklin, para desparasitarla, era tan chica que cabía en una mano. Desde aquel episodio debe haber pasado cerca de un año porque hoy fui nuevamente a por lo mismo (sin suerte, dado que no sé bien por qué urgencia el negocio estaba cerrado). Uno de los dueños de la veterinaria, creo que el Dr. Roca (el otro es el Dr. Rosa), es hijo de los viejitos que tienen, también sobre la Avenida, y en la misma cuadra, un bazar fabuloso (Grill Fogata) donde siempre nos gusta detenernos a mirar lo que exhiben, porque la vidriera está dominada por el anacronismo y el eclecticismo, que son los rasgos de los negocios del barrio. Más de una vez hemos comprado ahí cosas para la cocina (una sartén, un secador de verduras centrífugo, una tabla ovalada de madera para cortar carnes) y cada vez aprovechamos para quedarnos charlando con Don Félix, quien, por otra parte, es amigo de una de las abuelas de S. Entre los dos (por la cantidad de años que hace que viven en el barrio) conocen vida y misterios de varias manzanas a la redonda. De más está decir que el gato de esta abuela también se atiende en la Veterinaria Franklin, que sin embargo no goza de las simpatías de la señora Laura, nuestra vecina, que alguna vez acusó a los Dres. Roc/sa de "carniceros". Es cierto que cuando nuestra Tita volvió de su operación parecía un personaje de película gore, pero me dicen los que saben que eso pasa siempre. Yo no tengo motivos de queja, sino todo lo contrario.
Esta otra abuela de S. no es de la que ya he hablado; y tal vez no vuelva a mencionarla, porque una tía de S., que vive en Panamá, le prohibió terminantemente que reprodujera fotos de su madre, de ella misma o cualquiera de sus familiares directos en su página, preocupada por su carácter marcadamente uranista (más verguënza debería darle que su hijo, como descubrió S. en Internet, milite en una asociación masónica centroamericana, pero eso es harina de otro costal). Ya que la prohibición no se hizo extensiva a mi persona, veré a qué atenerme con el tiempo, pero por ahora me llamo a cautela porque no quiero crearle a S. problemas familiares.
Entre las personas que los dueños del Bazar conocieron, debo ocuparme, por razones que ahora parecerán capricho pero que se entenderán más adelante, la más notoria es Álvaro Yunque, uno de los grandes escritores argentinos (hoy un poco olvidado), que vivió en una casa de la calle Estados Unidos, circunstancia que un letrero proclama con justificado orgullo en la puerta que lleva el número 1822 y frente a la cual pasamos cada vez que vamos a la florería de Estados Unidos y Combate de los Pozos, justo enfrente de la gomería donde, dice Andi Nachón (yo no he podido comprobarlo nunca, pero le creo), trabajan los chicos más lindos del barrio.
Álvaro Yunque (1889-1982) era el mayor de nueve hermanos (en realidad, los viejitos del Bazar Grill Fogata conocieron mejor a los más jóvenes) cuyos nombres (por capricho, falta de imaginación o espíritu lúdico de los padres) comenzaban todos con la letra A: Álvaro, Arístides, Ángel, Adrián, Angelina, Augusto, Ada, Alejandro y Alcides. Ángel adoptó el seudónimo de Ángel Walk y fue pionero, junto con su esposa, Olga Casares Pearson, del radioteatro argentino. En aquella época, los vecinos se sentían orgullosos de esas dos celebridades de los medios (lo mismo sucedió con la desaparecida actriz paraguaya Nelly Prono, que también fue vecina de este barrio y amiga de Don Félix).
De todos modos, la estrella de la familia siempre fue Álvaro, quien a partir de 1922 fue un gran animador de las letras argentinas y tuvo un papel decisivo en la constitución del grupo Boedo, del que participaban escritores de "intención social", ideales izquierdistas y (dicen sus detractores) escaso talento literario. Militantes, antifascistas cuando tocó el turno, perseguidos por la Dictadura los que llegaron a vivirla, simpatizantes y promotores de las expresiones de la cultura urbana popular, los boedístas fueron enemigos acérrimos de los escritores de Florida (Borges, Girondo y otros nombres igualmente célebres de las letras argentinas), tal como se nota en el siguiente poema de Álvaro Yunque, uno de los más logrados que escribió en este registro:
Retruque a un poeta de Florida
por Álvaro Yunque
¿Pa' vos es una blasfemia
que yo afile versos rantes?
Seguí vos con tu Academia,
yo me junto con Cervantes.
¿Vos le negás tu versada
a las chusmas del suburbio;
vos sos agua filtrada
y ellos son arroyo turbio?
No esperaré que apadrines
nuestro canyengue, es bastardo;
vos seguí con tus latines,
yo me quedo en mi lunfardo.
Veremos, a fin de cuentas,
quién de los dos era el turro,
si vos con tus ornamentas
o si yo con mi champurro*.
Ya alumbraremos la vida
si nos da fósforo el genio;
vos, poeta de Florida,
yo del arrabal porteño.
--------------------------------
*champurrear: 1 NOArg coloq Hacer algo con descuido. / 2 coloq Expresarse mal en una lengua extranjera por no dominarla suficientemente. (Diccionario del español de Argentina, Claudio Chuchuy, coord.)
yo soy del barrio gusto en conocerte
ResponderBorrarmi email es correodefabi@ubbi.com
ResponderBorraro mejor es correodefabi@gmail.com y no es correodefabi@ubbi.com este email esta mal ya de je de usarlo me gustarias que me cuentes mas de este barrio.
ResponderBorrarmi email es :correodefabi@gmail.com
ResponderBorrartengo el agrado de leerlo linkillo siga escribiendo del barrio correodefabi@gmail.com
ResponderBorraryo me compre un chanchito alcancia de ceramica que es una preciosura. el señor que atiende es muy amable y hasta me conto una forma de romper el chanchito por la parte de abajo para vaciarlo y volver a utilizarlo, pero creo que va en contra de la etica de las alcancias, asi que no estoy segura de aplicar el metodo.
ResponderBorrarsaludos
yo me compre un chanchito alcancia de ceramica que es una preciosura. el señor que atiende es muy amable y hasta me conto una forma de romper el chanchito por la parte de abajo para vaciarlo y volver a utilizarlo, pero creo que va en contra de la etica de las alcancias, asi que no estoy segura de aplicar el metodo.
ResponderBorrarsaludos
yo me compre un chanchito alcancia de ceramica que es una preciosura. el señor que atiende es muy amable y hasta me conto una forma de romper el chanchito por la parte de abajo para vaciarlo y volver a utilizarlo, pero creo que va en contra de la etica de las alcancias, asi que no estoy segura de aplicar el metodo.
ResponderBorrarsaludos
yo me compre en ese bazar un chanchito alcancia de ceramica que es una preciosura. el señor que atiende es muy amable y hasta me conto una forma de romper el chanchito por la parte de abajo para vaciarlo y volver a utilizarlo, pero creo que va en contra de la etica de las alcancias, asi que no estoy segura de aplicar el metodo.
ResponderBorrarsaludos