domingo, 27 de marzo de 2005

Por amor al arte

Volvimos del campo después de un fin de semana sumamente familiar, pero por una vez pude disfrutar de ese clima arcaico, después del feliz agotamiento de la inolvidable fiesta de "Sábado de gloria" de la que veníamos. Hoy, domingo, fueron mis hijos y el novio de mi hija a arreglar la casita de huéspedes en la que mi hija asegura que va a instalarse regularmente a partir de ahora (cosa que nadie cree). Al volver a la ciudad (y a la banda ancha) me encontré con un escándalo de visitas en el blog y acusaciones de diverso tipo y tono en blogs amigos (y en otros desconocidos hasta ahora), que a su vez desencadenaron una catarata de correos electrónicos. El motivo de tantos dimes y diretes sigue siendo el affaire Plata quemada, a raiz de la respuesta de Gustavo Nielsen a los dichos de Ricardo Piglia.
Yo creo que mi posición sobre el asunto es clara desde hace mucho tiempo, pero como acá alguien pide explicaciones en nombre de "la credibilidad que tienen sus lectores en ellos", me atrevo a aburrir a "sus lectores" con un breve resumen:

* En 1997 yo trabajaba para una revista mensual de cultura, magazín literario. Cuando se entregó el Premio Planeta escribí: "El controvertido Premio Planeta fue entregado el 4 de noviembre pasado" y "Ricardo Piglia y el bochornoso cheque gigante que año a año entrega Planeta. Esas cosas no se hacen" (los subrayados son de ahora).
* En mayo de 1998 (la fecha no es un dato menor) publiqué "Carta desde Argentina" en la revista española Cuadernos Hispanoamericanos, 576 (Madrid), donde me referí al tema como un momento decisivo (un punto de inflexión) para la comprensión de la literatura argentina contemporánea.
* Una versión del artículo de 1998 cierra (con el título: "Apéndice: Literatura y Mercado") mi libro Cómo se lee y otras intervenciones críticas publicado en mayo de 2003 por editorial Norma.
* En este blog (y en el otro, donde publico los textos largos que aquí no caben) republiqué la noticia del fallo el 01.03, publiqué el fallo completo de la Cámara de Apelaciones que me mandó Santiago Llach el 02.03, reproduje el ridículo comunicado de prensa del grupo Planeta el 03.03, hice un comentario a los dichos de Piglia (y al comentario de Oliverio Coelho) el 15.03, reproduje un suelto sobre la última edición del Premio Planeta el 16.03 (después me enteré de que otros blogueros habían hablado ya sobre el asunto), reproduje el texto de Gustavo Nielsen que apareció en El Mercurio de Chile (y que Página/12 se había negado a publicar) el 23.03 y el mismo día conseguí que me mandaran y publiqué los principales testimonios del juicio (que me tomé el trabajo de editar) y una glosa de un texto de Fogwill previamente glosado por El Mercurio. El 25.03 recibí por correo una solicitada que me habían leído por teléfono y que acepté firmar incondicionalmente (aún cuando el texto no me satisfacía) y la publiqué sin hesitación alguna (pero con una modificación, que forma parte del dossier, naturalmente).

Me sigue pareciendo estúpido oponer a Nielsen (cuya perseverancia en este caso apruebo) y a Piglia (cuya debilidad en este caso lamenté). Hablemos de políticas culturales, no de culpas. Vuelve a tener razón Oliverio Coelho ("para abarcar la dimensión de los hechos, conviene separarse del aprecio que se le pueda tener a Piglia como escritor"), salvo en un punto: no creo que se trate de "hechos" (la política nunca es sólo una cuestión de "hechos" sino también de interpretaciones) y no hay "escena contradictoria" (al menos en lo que a mí se refiere). He seguido el affaire Plata quemada (¡desde el comienzo!) y he intentado con todos los medios a mi alcance estimular la discusión intelectual. Ahora bien, discutamos argumentos, no afectos. ¿Se entiende lo que digo?

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