Esteban Schmidt habla sobre el Bacifi con agudeza y generosidad de espíritu. Acá, algunos párrafos de un largo texto in-con-tes-ta-ble:
"Las pantallas del Bafici presentan ese mundo de catarsis, peleas y preguntas importantes pero en su totalidad, el Festival no tiene más espíritu que el que le ponen los directores de los filmes que el Bafici sólo exhibe".
"A diferencia de Cromañón, donde la iniciativa privada mata a las personas sin control estatal; en el Bafici, de iniciativa estatal, el control privado de los detalles mata o anula el espíritu libertario, contestatario o rebelde que, al menos, las películas nos dicen que el festival es."
Lo único que agregaría, sólo para irritar a mis contemporáneos es: "¡Que se vaya Ibarra!"
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