Nunca serán suficientes las horas que dediquemos a reflexionar sobre el problema de administrar un blog, es decir: sobre el problema de los modos de existencia de la palabra escrita en sociedades que, como las nuestras, han optado por esta nueva forma de la totalidad (rasgada, arañada, atravesada por contradicciones y, finalmente, arruinada): la colección de apophthegmata. ¿Será que un blog "es como reinventar la prensa en clave de exhibicionismo"? Sobre lo segundo ya he expresado mis reparos, pero me gusta la primera parte de la definición porque convoca la dimensión pública de la escritura.
Ahora bien, ¿qué hacer con los comentarios? ¿Por qué se comenta lo que otro ha escrito? A veces el comentario (el comentarista) agrega sentido a lo que hemos puesto en negro sobre blanco (para usar una metáfora anacrónica). Pero cuando eso no sucede, cuando el comentario sólo responde a un impulso expresivo: "yo leí", "hablo", ¿hay que publicarlo?
He optado, casi siempre, por la publicación de los comentarios porque me parece que "hablo" arrastra consigo el rumor de un cierto deseo (de un cierto terror) que, todavía, nos constituye: el terror a la desaparición, el deseo de existencia. El comentarismo es cosa fantasmática.
¿Me gustan los comentarios que recibo? Los preferiría menos violentos, menos entregado a la lógica guerrera y destructiva, menos odiosos. ¿Por qué hay odio? Nunca publico los comentarios más odiosos (son, invariablemente, los que establecen comparaciones cuyos términos se me escapan), porque me hubieran obligado a una respuesta, es decir: a (mal)gastar el poco tiempo de vida que me queda, me hubieran obligado a sostener un diálogo imposible que ninguna escuela peripatética habría jamás consentido. Los otros, quedan. Y quedan como testimonio de que hay deseo, terror, odio y, a veces, amor. Es necesario brindar testimonio de esas cosas aunque, en el fondo, nos perturben.
Leo un comentario: comienza argumentando bien, desarrolla una hipótesis, sostiene un hilo de discurso. Hacia el final, se precipita en la injuria más torpe ("es que no se le para") que no hace sino desbaratar todo lo previo y nos devuelve a la brutalidad del mundo.
Mis amigos se oponen al comentario anónimo. Yo objeto esa oposición diciendo que la seudonimia es una forma de anonimato. Me responden que, de todos modos, la seudonimia obliga al que escribe ("Linkillo" es un seudónimo) a alguna clase de coherencia. Incluso, operativamente, facilita la conversación: si uno tiene que dirigirse a "alguien" puede hacerlo diciendo Bugs Bunny, o Darth Vader (lo que se quiera) y no "Anónimo de las 13.15". En fin, sea... ¿Pero no sería ese control identitario (al que se llegará irremediablemente) una negación de toda la teoría que nos alimenta? ¿No nos pondría en el lugar aterrador de la policía del discurso?
Los comentaristas que escriben "cara de pene" son como niños traviesos y un poco descerebrados que ejercen su derecho al rin-raje y, como tales, los toleramos y, aún, los festejamos. ¡Pero que sombríos son esos que levantan su dedo admonitorio para decirnos sobre qué debemos o no escribir, sobre qué tenemos competencia o no para escribir, sobre qué se nos permitirá reflexionar y sobre qué no! Son los aduaneros del concepto, los terroristas (el terror es siempre estatal) de la esfera pública. Son, además, curiosamente, los que no leen, los que no han leído, los que guardan como piedritas del resentimiento que amasan en sus bocas tartamudas una frase suelta, un párrafo mal digerido. Guardan las piedras para poder tirárnoslas por la cabeza cuando no aguanten más la proliferación de sentido. ¿Qué hacer?
Yo preferiría los comentarios firmados, pero no estoy dispuesto a sostener una campaña en esa dirección. Yo prefiero los comentarios que agregan sentido, pero no censuraré salvo los que me obliguen a respuestas que no tengo ganas de sentarme a escribir. Yo quisiera que los comentaristas leyeran antes de dictaminar, condenar, ajusticiar. El mundo tiene ya demasiados veredictos en su historia: Wovon man nich sprechen kann, darüber muss man schweigen.
Como ahora, yo siempre comento por impulso expresivo.
ResponderBorrarY lo hago desde el anonimato porque, pese a ser de Historia y estar en una cátedra de Clásicas, me da "cosa"-sustantivo comodín si los hay- comentarle a un docente de Letras. El aura catedralicia que deviene del verticalismo, y esas mierdas.
Yo sé quién sos anónimo!
ResponderBorrarEsos son los que estan en la jaula...de sus limitaciones y demostrando que realmente algunas cosas les duelen. De no ser asi responderían con respeto, sin altanerías, normal. Si no que cambien de canal, si hay otros. Se los dan de terroristas, pero los verdaderos terroristas al menos dan la cara o se adjudican los atentados.
ResponderBorrarCon respecto a los comentarios, nos sirven para que al menos los desconocidos seamos escuchados, para que muchos sepan que estamos. Para intercambiar opiniones, sin imposiciones y para aprender unos de los otros. Terminemos con las boludeses que nos tienen tan podridos.
Gastón
la ñoña Odette tiene algo que agregar
ResponderBorrarbrishante...
ResponderBorrarde paso, reconozco mi escrupuloso error. sólo tengo para decir que me dejé llevar por el enano peronishta que llevo adentro.
de cualquier modo, jua, aún no puedo creer que un comentario tan nabo como el que dejé haya sido la gota que colmó el vaso. que no se malinterprete, es puro anonadamiento lo que demuestro, tanto que no puedo creer cómo no me dejaron reducir a la nada.
saludos
Jirafas, quedate en paz: la cosa viene de antes, de muuucho antes. Disculpame por haberte usado como ejemplo, pero era el que tenía más a mano. Saludos
ResponderBorrarnaah, nada de disculpas. me cagué de la risa cuando leí eso. servir como ejemplo para un razonamiento copado -y mucho más cuando es por una boludez de uno-, es algo grato (mi madre siempre dice: cuando se es estúpido se es estúpido y no hay por qué avergonzarse de ello).
ResponderBorrarigual, tampoco es algo que me quite el sueño, eh.
en fin, me voy al super antes de que me cierre y mi novia se aflija por no haberle comprado un vinin.
adeus
espero al crítico, artista, teórico, escritor? que se manifieste solo desde los comments, que haga del comment su obra. existe ya?
ResponderBorrarcara de pene
ResponderBorrarCreo que estos son los que habitan la jaula...de sus limitaciones. La cosa podria ser más tranquila, lo que sucede, es que hay verdades que duelen y el respeto con que se podría opinar es engullido por la impotencia. Pero, tranquilamente se puede cambiar de canal, existen otros también. De todas maneras, los terroristas verdaderos se adjudican los atentados, posiblemente sean , estos, solo cobardes.
ResponderBorrarEn cuanto a nosotros los desconocidos, estamos agradecidos de que alguien nos escuche, nos enseñe y tome, en algunos casos, nuestras enseñanzas.
Gracias.
Un abrazo.
Gastón.
Éste es de los comentarios poco útiles, que no aportan sentido (un análisis que me parece perfecto), y como tal no creo que su publicación sea necesaria. Pero, aunque poco importe, te quería hacer llegar mi acuerdo con lo que escribiste. Es decir no quiero aquí mostrarme, sino más bien comunicarme. No me importa si otros lo (me) ven.
ResponderBorrarAdemás ésta era una cuestión sobre la que me preguntaba cuando desde el año pasado empecé a leer tu blog y paseaba por los comentarios. He tenido ahora una excelente respuesta sobre tu punto de vista al respecto. Gracias!
sí existe, dasbald: es maiakovsky 2.0 (hay rumores de que santi llach está compilando Los Comentarios Completos de Maia para próxima publicación)
ResponderBorrarNo se merecen la verdad. Piensen lo que quieran. u.u
ResponderBorrarUy,Daniel,pero qué trascendencia que les das a los comments... Yo posteo muy pocas veces y en general lo hago porque me divierte algo que decís. Jamás se me ocurriría plantearme si aporto sentido ni menos aun postear un comment para que sentir que existo ni nada semejante...
ResponderBorrarOtra: cuando pongo un comentario es siempre anónimo, porque no soy famosa, con lo cual mi identidad no aportaría nada al contenido de mi mensaje (ya de suyo misio); y porque no tengo ganas de inventarme una personalidad virtual (lo hago esta vez como única excepción). Hablás de que incluso la adopción de un seudónimo aportaría una cierta coherencia, me quedé pensando eso... Y así me di cuenta de que en general me inspiran un poco de desdén esos que adoptan un nick y uno los ve posando de originales y sarcásticos en éste y otros blogs. Muchos de esos comments precariamente violentos que no te gustan provienen de gente así (y ninguno es mío, porque yo no insulto,no me interesa,no es mi onda): son también los que se indignan con los que elegimos el anonimato. Ésa es la "coherencia" que yo les veo, en general, a los firmantes recurrentes: un ansia de figuración a través del chascarrillo fácil. Si yo fuera una adolescente, tal vez haría lo mismo. Pero tengo 39 y me sentiría patética.