miércoles, 12 de agosto de 2009

El pliegue

Hace algunos años, Maria Moreno me había convencido (sin demasiado esfuerzo, debo decir) para que abriéramos, justo enfrente de "Belleza y Felicidad", ese polirubro que marcó a fuego el cambio de milenio, un local que nos devolviera a los viejos valores, los únicos que importan, y por eso quería ponerle como nombre "Orgullo y prejuicio".
Acepté encantado la idea y la asociación porque me parecía que eso daría a la esquina de Acuña de Figueroa y Guardia Vieja una densidad semántica que, más tarde o más temprano, habría de transformarse en contingentes turísticos, homenajes, especulación inmobiliaria, en fin: todo lo que constituye nuestra más fina ecología cultural. La crisis de 2001, naturalmente, acabó con el proyecto.
Recordaba todo esto mientras miraba la nueva versión (¡una más!) de Pride and Prejudice que emite la señal Film & Arts los martes y que se llama Lost in Austen. Son cuatro capítulos, de los cuales ya fueron emitidos dos, y la adaptación (más bien una vuelta de tuerca o Turn of the Screw, para ser más fieles al contexto lingüístico) es encantadora.
Amanda Price tiene una vida más bien mediocre (y un novio muy desagradable) de la cual huye a través de sucesivas relecturas de Pride and Prejudice. Un día, descubre en su baño a Elizabeth Bennet y cree que se está volviendo loca. Pero no, la célebre protagonista de la novela de Jean Austen ha encontrado en su casa ficcional una puerta que comunica con la realidad de Amanda. Sucederá lo inevitable: la curiosa Elizabeth intercambiará lugares con su admiradora, que vivirá entre los Bennet las mismas viscisitudes de Pride and Prejudice, pero que, ligeramente intervenidas por su sola presencia (y los objetos que carga en su cartera: paracetamol, cigarrillos, lipstick), no parecen conducir a los mismos resultados novelescos que todos conocemos.
Por supuesto, cuanto más se empeña Amanda en seguir la trama prevista por Jean Austen (haciéndose pasar por lesbiana, por ejemplo), más hace que los personajes se aparten de ella, y en ese embrollo narrativo la lectora comienza a perder su confianza en los clásicos personajes e incluso se harta un poco de ellos (en particular del antipático Mr. Darcy, desempeñado aquí por Elliot Cowan, a quien conocemos por el vampiro bueno que hace en True Blood)*.
La gran hazaña de los guionistas de Lost in Austen se relaciona con el diseño de personajes y situaciones ya tan diseñados por la Historia que hubiera parecido imposible encontrarles nuevos pliegues.

*Me dejé llevar por un chisme falso.

4 comentarios:

  1. Anónimo1:04 p.m.

    ¿Elliot Cowan trabaja en True blood?. No lo sabía .
    Sabes en que capitulos?
    Gracias

    ResponderBorrar
  2. Anónimo1:05 p.m.

    Elliot Cowan trabaja en True Blood?.
    No lo sabía. Sabes en que capitulos?.
    Gracias

    ResponderBorrar
  3. oiré tu puterío (con Codita)11:08 p.m.

    ¡Lástima grande que no se concretara lo de Orgullo y Prejuicio!

    ResponderBorrar
  4. Es fantástica!
    Genial el momento "posmodernista" en que Amanda le pide a Darcy que se meta al lago con la camisa blanca

    (Increíble como Colin Firth se asimiló completamente con Mr. Darcy!)

    ResponderBorrar