sábado, 31 de marzo de 2012

El ataque ochentoso

Por Daniel Link para Perfil


Ya he señalado mis reparos a losregímenes de promoción industrial, tal y como se instrumentan en nuestro país. Son, creo, pan para hoy y hambre para mañana.
Agrego algunos datos históricos para situar esa herramienta económica y demográfica en perspectiva.
El gobierno del General Lanusse sancionó el 16 de mayo de 1972 la Ley 19.640 (reglamentada por el Decreto 9208/72) que estableció el régimen de promoción industrial para el entonces Territorio Nacional de la Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sud. Pocas semanas después (el 25 de agosto de 1972), vencía el plazo que el gobierno militar había establecido para que el Gral. Perón volviera al país, supuesto que quisiera ser candidanto a presidente en las elecciones “sin proscripciones” convocadas para el año siguiente. Llegaron, después, los pocos días de la presidencia del Sr. Cámpora, la del Sr. Lastiri, la tristemente célebre fórmula Perón-Perón, el golpe de 1976 (una herida todavía abierta), lo que se sabe.
Entre 1980 y 1990, Río Grande registró un notable desarrollo demográfico y económico, gracias a la fundación del “polo de desarrollo industrial” y las migraciones generadas por la demanda de mano de obra para las líneas de ensamblaje industrial.
El peronismo de la década del noventa acabó con esa ilusión de desarrollo al liberar la importación de los mismos bienes (pero de mejor calidad) que se fabricaban en Tierra del Fuego. En todo caso, todo el mundo recuerda las marcas de la década del ochenta, que hoy vuelven para designar, si no el mismo producto, el mismo efecto de producción.
El señor Eduardo Duhalde, entonces en ejercicio de la presidencia, firmó el 17 de marzo de 2003 el decreto 490 que ofrecía exenciones en el IVA y el impuesto a las ganancias y cedía terrenos públicos tanto a las semiparalizadas fábricas de televisores, videocaseteras y autoestéreos como a las de computadoras, monitores, teléfonos celulares y otros productos de la “era digital”.
La promoción industrial en Tierra del Fuego (ideada por Lanusse-Duhalde), en la perspectiva de la gobernadora Fabiana Ríos, hermana a Río Grande y Manaos (salvo por el pequeño detalle de que la ciudad amazónica cuenta con régimen de zona franca).
Nadie duda de que Tierra del Fuego necesita de una política económica y demográfica que asegure su desarrollo industrial (más allá de la extracción de recursos, el Caucho en Manaos o el petróleo en Río Grande), pero tal vez convenga idear soluciones más imaginativas (no tan repetidas) y menos contingentes.


viernes, 30 de marzo de 2012

María Emilia

Terror de Tita Merello y de Cartulina Freire...., aquí está María Emilia:
































Ya sabemos que es fea, no necesitamos que nos lo subrayen.


Noche de duelo

por Daniel Link para Soy

Rubén Szuchmacher es uno de los directores teatrales más inteligentes de nuestro país, precisamente porque su perspicacia y su cultura le permiten trascender las clásicas dicotomías que sólo sirven para entorpecer el pensamiento (teatro comercial/ teatro experimental; ficción/ documento; teatro de repertorio/ “nuevo teatro”), y porque sabe que no existe acontecimiento teatral sino en relación con un pensamiento sobre el público.
Después de diez años, vuelve a un escenario como actor (Boda blanca, Porca Miseria, Visita son algunas de las míticas invenciones teatrales que lo contaron en sus elencos). Se trata, ahora, de Escandinavia, una pieza breve escrita y co-dirigida por Lautaro Vilo donde interpreta a un viudo que comienza a experimentar los aspectos más desgarradores del duelo. A propósito de la muerte de su madre, Roland Barthes se preguntaba (Diario de duelo): “Primera noche de bodas. Pero ¿primera noche de duelo?”.
Sí, hay una primera noche de duelo que suele coincidir con ese ritual maníaco que en culturas como la nuestra se llama “velorio”: mientras el muerto se prepara para cruzar, en la barca de Caronte, el detestado río Estigia, su deudo recibe las condolencias de amigos, enemigos y desconocidos.
En Escandinavia, el personaje sin nombre desempeñado por Szuchmacher recibe los pésames por su marido muerto (no importa la legalidad del vínculo, sino el modo en que la carne de uno ha quedado marcada por la del otro, algo que constituye uno de los hilos conductores de la pieza) en un escenario totalmente despojado de todo elemento escenográfico y descarnadamente iluminado.
La entrada en escena del actor o el personaje está dominada por el humor maníaco: “gracias por venir”, “mañana a las 9 lo llevamos a Chacarita”, “gracias por venir”, “gracias por venir”, “tanto tiempo, ¿quién te avisó?”, enunciados insensatos que ponen en escena el horror de una falta que todavía no ha alcanzado el límite penúltimo, el del silencio.
Como, pese a que la pieza es para un solo actor, no es un monólogo, luego el deudo conversará con el muerto, dejándose dominar por la futuromanía (otra vez Barthes: “en cuanto alguien está muerto, construcción enloquecida del porvenir”) que el propio Szuchmacher había puesto en negro sobre blanco (“En el caso de Escandinavia es la necesidad de hacer algo con la tristeza que recorrió mi vida en estos últimos años. La actuación como medio para liberar algo para poder seguir adelante”) y que el personaje vivo comunica al personaje muerto: “voy a pintar”, “tal vez venda la quinta”.
En su brevedad, y en sus tres pasos (velorio, celda, entierro), la pieza despliega todas y cada una de las unidades del duelo y se postula, ella misma, como la construcción enloquecida de un porvenir.
Si el velorio puede interpretarse como una performance involuntaria, y si el comienzo de la pieza reproduce al detalle esa actuación en la que el performer se mezcla y se abraza con el “público”, en un ritual cuyas raíces pueden adivinarse pero cuyos efectos serán siempre misteriosos, el final de la pieza y el saludo al actor (que ha hecho, ahora, una performance deliberada) vuelve (becketianamente) al punto de partida, que es el de la pieza y el del velorio. “Gracias por venir”, nos dice Szuchmacher (no el personaje, sino el actor), en un rizo o bucle que desdibuja los límites entre lo real y lo imaginario, y que pone al espectador, que sabe lo que de él se espera, en la situación incómoda de tener que cumplir un papel (y de asumir que, cuando estuvo en el velorio, también cumplió con un papel en un ritual para el que solo podía ser un partiquino o un mero espectador de un dolor intransferible).
Se trata de la muerte y de la situación ante la muerte del amado: la desolación, la incomprensión, el abandono, la obligación de cumplir con la última promesa realizada. Lautaro Vilo ha elegido antes los tonos del grotesco que los de la tragedia para decir lo irreparable y el modo en que la falta de uno de los dos que hacían UNO nos arroja a la locura.
Pero se trata, también, de las instituciones de la muerte: la casa de sepelios, el cuartel de policía, el cementerio (en ese orden, en los tres pasos que organizan los acontecimientos del drama) y, por la vía de la cita presente en cada uno de los pasos, la guerra (esa gran maquinaria de la muerte). Escandinavia es la novela bélica (imaginaria) que el deudo leía al moribundo en su agonía, y de ella sería difícil saber qué importa más en la economía del texto de Lautaro Vilo: si la pincelada de blanco necesaria para que los trazos de humor negro en los que la pieza se regodea adquieran espléndido realce, o la imprecación que obsesiona al personaje: “ala, gilipollas”, que tanto puede estar destinada a los que fueron al velorio como a los que fueron al teatro. Tengo para mí que, al constituirse en la única utilería de la pieza, el libro Escandinavia que el personaje manosea sin clemencia se convierte en metáfora de la carne ahora inalcanzable, la presencia de una ausencia.
En todo caso, Escandinavia (la novela, la pieza teatral) sirve para subrayar el vínculo precario que unen “la vida y la obra”. Ya Alfonso Reyes había señalado, hace muchos años, que el procedimiento del texto consiste en “concretar en fórmulas finitas las relaciones humanas de reiteración indefinida”. Detrás de la obra (ésta o aquella, y es eso lo que le interesa interrogar a Escandinavia), hay siempre una verdad general, pero no en el sentido histórico o testimonial.
Sabido es que Goethe se libró por el Werther del suicidio, al mismo tiempo que la Werther-Fieber lo propagó como epidemia entre sus lectores. Del mismo modo, Escandinavia representa para Szuchmacher el final del duelo (por la muerte de Daniel, la de su padre, la de su hermana, la de su madre) pero, pandemia artística mediante (el arte verdadero responde sólo a la lógica del contagio y a ninguna otra), sume a sus espectadores en situación de duelo.
Qué hacer con (a partir de) la muerte de quienes amamos (y que nunca dejaremos de amar, pese a la muerte) es la llama votiva que Vilo-Szuchmacher han encendido para nosotros.


jueves, 29 de marzo de 2012

Trabajos prácticos

Programa Universitario de Diversidad Sexual
Universidad Nacional de Rosario


I Coloquio Internacional
Saberes contemporáneos desde la diversidad sexual: teoría, crítica, praxis

Rosario, 28 y 29 de junio de 2012


Se agradece su difusión


martes, 27 de marzo de 2012

Ya no sos mi Margarita...

Mañana estrenan Smash, la competencia de Glee. Muy de loca de Broadway, es como una novela con musicales, o como una novela en el medio de un musical (cuenta el proceso de producción de un musical sobre Marilyn Monroe). Se banca hasta ahí, sobre todo por las canciones (off Broadway) de Katherine McPhee y la presencia descomunal de Anjelica Huston. Lo peor es Debra Messing: nada de lo que pase a su personaje (salvo la muerte) puede llegar a alegrarnos.
Alcatraz no alcanza a hacer pie (o es un traspie tras otro). A la monotonía de cada caso, al gordo que ni puede caminar y tienen sentado frente a una computadora, al casting espantoso (salvo el director de la prisión, desempeñado por Jonny Coyne), suma la resolución sumarísima y de idéntica manera de cada caso (cada uno de ellos, de escasísimo interés). En el último episodio, Parminder Nagra resucita de su coma: habrá que ver qué pasa pero no creo que nada demasiado excitante. A ponerse las pilas, che.
Awake empezó por todo lo alto, pero ya el cuarto capítulo aburrió un poco. Por cierto, Jason Isaacs está impecable.
Y volvió Fringe, después de esas pausas incomprensibles que nos dejan fríos. Aunque es difícil calentar la atención nuevamente y engancharse con una nueva dirección impuesta al guion, nada hay que reprocharle a Olivia y sus amigos, salvo que cada tanto nos dejen solos, abandonados a la buena (a la mala) de las divinidades televisivas. 
En las sobremesas, la gente ha vuelto a hablar de Seinfeld.



lunes, 26 de marzo de 2012

Mejor, callate

"Yo no leo libros, leo e-books”, sostuvo Carlos Figueroa, gerente de noticas de Canal 7.


sábado, 24 de marzo de 2012

Y los sueños, sueños son


por Daniel Link para Perfil

Me preguntan si sigo atendiendo consultas de soñantes. Lo hago, pero ahora a través de Internet, porque las restricciones al intercambio de divisas me impediría, de otro modo, operar con sueños extranjeros (exijo el pago por adelantado y mediante depósito en paypal). ¿Tienen patria los sueños? Aparentemente sí, porque mi método (infalible) correlaciona imágenes oníricas con titulares de periódicos, que son la cosa más patriótica del mundo. Cada presidente tiene su Clarín o su Fox News, cada ministro su "¡mentís!" a flor de boca. A nosotros nos parece que nuestros gobernantes exageran con sus acusaciones sumarísimas de "nazis", pero los ecuatorianos que me han consultado últimamente sueñan con cárceles y campos. En fin, no quiero extenderme en estas vicisitudes laborales.
Mi mamá soñó que "Cristina" (así llama ella a la Sra. Fernández, de la que es más devota aún que de San Expedito, que la ayuda a encontrar todo lo que pierde) le ordenaba cortar ciertos gajos de Eucalyptus Citriodora Hook que amenazaban caer sobre su cama.
Ella no me consultó al respecto y quiso resolver su sueño por las suyas. Como dinero para semejante operación de poda ella no tiene, pidió un crédito de esos que les ofrecen a los jubilados cuando van a cobrar sus haberes (a mi juicio, magros). Ellas firmó y al instante tenía acreditada una suma que, cuando examiné el contrato, involucraba más de un ochenta por ciento de costo financiero total.
Así que si ajusto mis honorarios macrobióticos (por Macrobio, el fundador de mi disciplina laboral) no crean que es por codicia o sueño personal, sino por necesidad familiar (sostengo una manada): sepan que es porque tendré que hacerme cargo de las cuotas de ese crédito usurario hecho a la medida de jubiladas oficialistas.

La verdad del amor

Por Daniel Link para Soy


"Habrá habido mucho más en el medio”, leo en el mensaje de correo que se refiere a mis dos matrimonios, el primero con una mujer, el segundo con un hombre. No sé qué hacer con esa presunción, pero desarrollarla al pie de la letra para dar de mí una imagen de libertino me obligaría a tantos pedidos de autorización que prefiero renunciar a esa ficción autocomplaciente (“nada de lo humano me es ajeno”). Elijo la segunda posibilidad, tomarla al pie de la letra para interrogar qué hubo en el medio, y si es que hubo tal medio, hiato o punto de separación.
Desbrozo el terreno, para que se entienda qué amor nos preocupa y en qué dioses griegos fijar nuestra mirada. Sigo a Eratóstenes (276ac-194ac) quien, si fue capaz de medir la superficie terrestre con margen ínfimo de error, poco es lo que puede equivocarse en este punto: Afrodita (Venus) rige los amores intersexuales, Eros (Cupido) los amores entre varones.
Yo, que desde pequeño frecuenté los mitos griegos (y envidié la temprana erudición de Claudio María Domínguez en la materia), estaba destinado, más tarde que temprano, a volverme griego. Mi virginidad en materia de amor entre varones, descontadas las amistades platónicas de la escuela primaria, me acompañó hasta bien entrada mi treintena y rompí los sellos que guardaban esa puerta de la mano de un (entonces) amigo y compañero de trabajo heterosexual que después de declararme su amor y de arrastrarme a un fin de semana salvaje (siempre tuve el “sí fácil”) decidió continuar con su vida y sus rutinas afectivas y dejar a mi cuidado la parte experimental (o teórica) del asunto.
Por supuesto, a partir de entonces empecé a leer retrospectivamente mi vida anterior y a descubrir (incluso en mi cultivo de la poesía) señales inequívocas (siempre es así en la mentalidad del converso) de una oscilación entre Afrodita y Eros que espíritus más aventajados que el mío habían codificado decenas de años antes que yo en términos de un combate entre lo apolíneo y lo dionisíaco (y que habían pasado a la historia, por eso mismo, como paradigma del pensamiento decimonónico “del armario”): oh sí, fui un lector adolescente embriagado de Nietzsche y de sus tristes herederos.
Los lectores “no locas” de estas líneas deben comprender que si uno sostiene una hipótesis no minorizante de la sexualidad humana (es decir: diferente de una cuestión de porcentajes), necesariamente debe pensar en términos proustianos: los amores intersexuales son sólo la apariencia que recubre el destino de cada uno.
Por eso, el Hermafrodita original no es el que se fecunda a si mismo, sino el que genera dos cadenas o series divergentes, Sodoma y Gomorra.
En La furia de Sansón (1839), un poema que muchos tildarán (no sin razón) de intolerablemente sexista, Alfred de Vigny ((1797-1863) formula la predicción de Sansón: “Pronto, confinados a un reino atroz, la Mujer tendrá Gomorra y el Hombre tendrá Sodoma, y, lanzándose de lejos miradas irritadas, los dos sexos morirán, cada uno por su lado (como en la publicidad de Quilmes).
La diferencia más radical del amor no es pues, subjetiva, sino objetiva: está el amor por las mujeres, por un lado, y el amor por los hombres, por el otro.
Escribí una breve pieza teatral, El amor en los tiempos del dengue, que se estrenó en 2007. Yo preveía que los actores (dos mujeres y dos hombres) desempeñaran aleatoriamente (rotativamente) los dos caracteres que hacían la “escena amorosa”. En la puesta de Saula Benavente, que entendió lo que estaba en juego en esa calesita de afectividades, cada escena se repetía dos veces, en boca de diferentes actores de diferente género.
El amor en los tiempos del dengue no quería subrayar la unidad del amor, con independencia de los géneros, sino todo lo contrario: las mismas palabras, dichas por un hombre o por una mujer (a un hombre o una mujer, según los casos) cambian de sentido. El amor (mucho más que el deseo, que no tiene nombre) se sostiene en el discurso (es decir: en posiciones de enunciación).
Roland Barthes, consciente de la dificultad de sostener el discurso amoroso, propuso que el enamorado, por sólo serlo, se feminiza (se pone, como la tejedora, en situación de espera). Gilles Deleuze encontró en Proust una fórmula todavía más radical que ya he citado: los amores intersexuales encuentran su verdad en la homosexualidad (cuando digo “amor”, insisto, me refiero a algo más complejo que a la sexualidad, a la que incluye, pero a la que sobrepasa). Yo mismo he estado enamorado de mujeres y de hombres, sucesiva y simultáneamente (no me jacto del asunto, porque el amor involucra una considerable cantidad de pena).
¿Cuántos amores se pueden tener a lo largo de una vida? Dejo de lado los arrebatamientos que hoy no sabría exactamente cómo interpretar: amores frustrados, sin historia y, por lo tanto, sin destino y, sobre todo, sin Tiempo. De hecho, del puñado de amores que recuerdo, cuyos objetos fueron hombres y mujeres (podrían ser muchos más, si mi memoria operara de otro modo), dos terminaron en sociedades matrimoniales (con una mujer, primero, y con un hombre, después). No quisiera bastardear ni sobrevalorar el instituto matrimonial: lo único que de él retengo para mi argumentación es el factor temporal que involucra o presupone.
Si la sexualidad es atemporal (y de esa atemporalidad le viene su fama, probablemente sobrevalorada: la petite mort), el amor es pura duración (los “signos dolorosos del amor” lo son precisamente porque duran, insisten).
La durée es una dimensión de la realidad que coincide con el Todo: flujo de tiempo que cambia, que dura mientras cambia y que produce lo nuevo. La paradoja constitutiva del amor hace referencia precisamente a este carácter del pasado en relación con el presente: el presente no podría pasar a menos que el pasado del amor (toda la historia amorosa) coexista con él. No es que el pasado del amor sea un antiguo presente que ha dejado de existir, sino todo lo contrario: es la profundidad propia del amor, de la que depende para pasar a la existencia. El amor hunde sus raíces en el tiempo absoluto de su propio pasado y allí encuentra su fuerza. Si lo propio del presente (y de la sexualidad, que es presente puro) es la existencia actual bajo la forma de una sucesión de diversos instantes (antes y después), el pasado puro, fundamento y profundidad del tiempo amoroso, en cambio, se caracteriza por la "coexistencia virtual" de sus diversos niveles con el presente. Cada punto de presente contiene todos los yacimientos de pasado y eso es el amor.
La diferencia radical entre el amor y el sexo tiene que ver con esa perspectiva temporal: no tanto que el amor va a durar muchos años, todos los años (mientras que el acto sexual es instantáneo), sino que el amor ya ha durado demasiado y en cada uno de sus instantes coexiste su historia entera: me encanta o me exaspera un gesto de la persona amada porque ya ha sucedido antes y reconozco en su actualización una serie inconmensurable de ocurrencias virtuales.
Dicho esto, vuelvo al punto de partida: ¿He amado del mismo modo a un hombre y a una mujer? ¿Hay unidad en el amor? ¿Qué diferencia hay entre el amor a un hombre y el amor a una mujer (desde la perspectiva de un hombre)?
La pregunta me incomoda y me doy cuenta de que tal vez sea incontestable, salvo en niveles de conceptualización extremadamente abstractos que involucran la propia noción de identidad. ¿Es lo mismo amar a los veinte años que a los treinta y cinco o a los cincuenta? ¿Es lo mismo amar a un carácter tal o cual? ¿Es lo mismo amar a una persona de la misma edad (de tal o cual género) que amar a alguien de quien nos separan quince o diez años? ¿Es lo mismo un amor que se expresa antes en la beatitud (de uno o de los dos) que uno que necesita de los arrebatos operísticos como operadores de la duración temporal (la superposición entre el pasado absoluto y el segmento de presente)?
Yo, personalmente, tiendo al arrebato operístico y por eso necesito de amores que entiendan lo operístico (lo espectacular del asunto) como su única verdad. Las personas que toman (que han tomado) en serio mis arrebatos son las que menos soy capaz de amar y las que menos me aman (me amaron).
Agregaría a las dos leyes que mencioné antes (el amor feminiza, la verdad de los amores intersexuales se encuentra en los amores homosexuales), basándome en mi propia experiencia, que el amor dura (en el sentido en que dura el tiempo) mientras los arrebatos operísticos (o la beatitud) son tomados como lo que son: meras imposturas que sólo reclaman el desdoblamiento del otro en partícipe necesario y en audiencia, al mismo tiempo. “Te hago una escena” no es tanto que te pongo en lugar de antagonista sino de espectador, espectador de todo, espectador total y privilegiado del espectáculo de mi vida. Por amor, cedo “ante quien me leerá como un libro abierto”. Para los demás seré a o b o... n. Para el que participa del mismo amor que yo (el amor a este “nosotros”), seré a+b....+n: el total espectáculo de lo que soy, de lo que ni siquiera imagino que soy (el amor nace y se alimenta de interpretación silenciosa).
Nada, por supuesto, de narcisismo. Antes se relacionaba homosexualidad con el narcisismo, pero creo que esa hipótesis fue refutada por lecturas más atentas de los mitos griegos, que notaron que Narciso no se enamoró de si mismo, sino que se enamoró de una imagen que creyó que era otro (un otro, El Otro). Narciso se entrega al amor por desconocimiento de su propia imagen, fascinado por unos signos que desconoce. Así como yo seré el mejor lector-espectador del otro, el otro será el mejor lector-espectador de mi mismo.
La verdad (homosexual) del amor combinará, entonces, idénticas cantidades de feminización y conciencia de espectáculo, y en ese sentido se articula con la ley de la duración: consciente como es de su carácter de espectáculo, el amor (homosexual) transforma radicalmente las dimensiones espacio-temporales, que tienden, a su abrigo, al infinito.
Con frecuencia se ha pensado el espacio amoroso como un espacio cerrado (cerrado por completo a la mirada de los otros, inmune al mundo, profundo como un secreto), pero tal vez el amor funciona en la sociabilidad, y es tanto una unidad de los signos mundanos como de los signos dolorosos.
El amor sucede en círculos de sociabilidad y en ellos encuentran tanta verdad como en la articulación entre uno y otro. La pareja de enamorados se constituye tanto en la propia mirada como en el “¿Qué le vio?” de los otros.
Por eso los votos matrimoniales se pronuncian ante amigos y yo repito ahora los de mi segunda boda, pocos días después de su primer aniversario: “Todo el mundo lo sabe, Sebastián: vos sos lo que yo he hecho de vos, y yo soy lo que vos has hecho de mí. Podríamos haber dicho lo mismo ante Dios o ante la Ley, pero elegimos decirlo delante de nuestros amigos: ninguno de los dos puede ya ser algo diferente de lo que cada uno ha hecho del otro. Después de estos diez años, que te agradezco, eso es ya irreversible y, por lo mismo, definitivo. Sos lo que quise, lo que quiero y lo que voy a querer. Hasta mi último suspiro”.



jueves, 22 de marzo de 2012

Ni olvido ni perdón


Así lo expresaron los padres de Luchas Menghini durante el homenaje a las víctimas de la tragedia


¡Otra denuncia estremecedora!



El vicepresidente deslizó duras críticas a la Justicia en medio del escándalo desatado por el caso de la ex Ciccone; "Necesitamos gente y militantes para oponerse al ataque que recibimos", dijo


sábado, 17 de marzo de 2012

Altar sacrificial

por Daniel Link para Perfil
 
Lo primero a definir es el género: ¿lírico, épico o dramático? O, todavía más (moderno): ¿lo novelesco sin la novela?, ¿el poema blanco (sin ritmo y sin rima)?, ¿el melodrama o la sit-com?
¿De qué tengo ganas? Últimamente, la vena poética me tienta: silban las gomas de los autos que se queman, en las noches ventosas de un marzo atormentado.
Es verdad: en la ciudad más segura del mundo, queman autos de altagama. Aquí y allá aparecen, cada tanto (al ritmo de más de uno por noche) hogueras de indignación. Pasto de las llamas.
Aparentemente, los responsables silenciosos de la quema (tiembla la soja, el petróleo falta) utilizan los prendedores de resina que se utilizan tanto para encender el fuego del hogar (las danzarinas y crujientes llamas) como, entre nosotros, el asadito (el pleno vacío, la bondiola crasa).
Cuando me cuentan que cada noche uno o dos autos serán sacrificados en elaltar de no se sabe bien qué religión o política causa (la inversión del orden habitual de las palabras es muy poética), y cuando noto el despreocupado tono con que la noticia se me transmite (el porcentaje de incendiados en relación con el parque automotor... ¡es mínimo!), me doy cuenta de que estoy en medio de una sociedad psicótica. ¡En la ciudad más segura del mundo el vandalismo es tolerado como si se tratara de una travesura infantil!
Me refiero a Berlín, donde comenzó el suceso que, en ciudades más ignorantes, más snobs, y más tendientes a la locura colectiva, como Buenos Aires, ha comenzado a reproducirse.
¿Son anarquistas? Probablemente. ¿Son acciones organizadas? Imposible saberlo. El método es infalible: el prendedor de resina arde lentamente y permite a los perpetradores alejarse de la escena del crimen. Cuando el vehículo estacionado en el dormido cordón de lavereda es ya una bola de fuego, no hay a quien culpar. Y no habiendo a quien culpar, la culpa va royendo nuestras más íntimas certezas, toda tranquilidad, ya nadie duerme.
Berlín, la ciudad más segura del mundo, la ciudad con un transporte público infalible, parece tener también un equilibrio perfecto entre automóviles y plazas de estacionamiento. Los autos duermen mayormente en la calle.
Entre nosotros, nada de eso es cierto, pero la manía imitativa ha cundido igual, con un sentido más... trágico: muerte al automóvil, al tren, al subterráneo, al ómnibus de pasajero. Piquete (de ojos) al traslado. ¿Niños quieren ir al balneario? ¡Pum! Tiramo el bondi contra el tren, ¡que aprendan! (las rupturas de registro lucen bien en un poema moderno).
¿Se me murieron cincuenta pasajeros contra un amortiguador deshabilitado? Pues bien, les digo: que expliquen los quejosos sus 38 muertos de la crisis.
La poesía es así: a salto de mata, enhebra imágenes sin ton ni son.
Volvamos a la hoguera. En Berlín, un sentido opaco (¿anarcos?, ¿la mafia rusa?, ¿poscomunistas?), pero estimulante (la historia sigue viva, la izquierda radical amenaza nuestro confort capitalista); aquí, un carnaval de fuego (una estrategia de bandas criminales que tratan de desviar la atención policial, para dar golpes de peso en otra parte).
El último estratega sabía que no se podía desfederalizar el sitio de la fundación mitológica sin trasladar, al mismo tiempo, la sede de la soberanía. Alfonsín, Alfonsín, Alfonsín: ¿cómo no nos va a parecer cuento que empezó la Ciudad Autónoma de Buenos Aires si es como un inquilinato con vecinos cada vez más pobres, más soberbios y más díscolos, y caseros cada vez más incompetentes y con menos ambición? CABA suena idéntico a CAVA. Vivo, vivimos, en la CABA.
Desviar la atención, ponerse la divisa punzó, andar diciendo boudoudeces (los poetas son grandes inventores de palabras). El macrokirchnerismo es así: pirómano, desvencijado (lo atamo con alambre), se hace amigo del juez y no le da de qué quejarse.
Silban las llamas en las noches ventosas de un marzo atormentado (la repetición es la sal del poema) y no es como en Berlín, donde el sentido (de las llamas, de la muerte) se presta a una hermenéutica (ésta o aquélla).
Aquí diremos que tal miente, que tal desvía la atención, de aquel que es petimetre y de aquella que es soberbia. Mientras tanto, los fantasmas de los muertos (38 de la crisis, 51 en-trenados, los qom, Dios mío, tantos otros) bailan alrededor de las fogatas de alta gama. La tilinguería pretende gobernar el caos, mandar la mugre debajo de la alfombra.
Ninguna oda al ganado y a las mieses, ningún cantar de las siniestras hermanitas perdidas. Una elegía en protesta por la vida. 


viernes, 16 de marzo de 2012

La "filosofía del lenguaje" K

por Beatriz Sarlo para La Nación

Según la filosofía del lenguaje K, la lengua es mágica. Por lo tanto, tiene que ser sólo propiedad de la Presidenta, ya que los poderes de enunciar o silenciar tendrían siempre efectos materiales. El unicato cristinista es, en primer lugar, un unicato de enunciación. Muchas veces me he preguntado por qué razón, ya que ella no habla con el periodismo, no existen emisores del tipo de Alberto Fernández, que cumplían esa función de amistoso off the record hasta 2008. Mi pregunta es irrelevante porque Cristina trajo una novedad: todos los lugares desde donde se habla han colapsado menos uno, el que ella ocupa todos los días, porque esa realidad fundada en el lenguaje corre riesgos en ausencia de su discurso, que es el único que garantiza la existencia. Hasta sacó del Gabinete al chistoso Aníbal Fernández, que reproducía en carbónico los humores presidenciales, porque, al emitir esas reproducciones, no se respetaba el unicato de la enunciación. ¿Quién le conoce la voz a Abal Medina? ¿Quién escuchó alguna vez al taciturno Máximo?
Estas cuestiones discursivas son directamente políticas. La "filosofía del lenguaje" K arma sistema con una concepción del poder unificado; es antipluralista y discrecional. Se puede acordar con muchas medidas tomadas por la Presidenta. Es posible, incluso, coincidir con muchos de sus motivos o diagnósticos. Pero no es posible disentir: toda contradicción es un ataque y todo ataque se personaliza.
Cada vez que alguien recuerda la forma secreta en que Boudou fue elegido vicepresidente, las consecuencias del unicato podrían convertirse en lección práctica sobre las conveniencias de un juego más abierto. Nadie pide que Cristina Kirchner se convierta en una demócrata a la uruguaya. Eso va contra sus reflejos y probablemente también contra un estilo argentino, dado a atropellar, que los votantes no han rechazado últimamente. El unicato lo ejerce una personalidad política autocentrada, desconfiada de cualquier pluralismo, hipersensible a las críticas, renuente al diálogo salvo con sujetos ausentes o en estado de dependencia. Los diferentes relatos pueden cambiar, lo que se mantiene estable es el lugar desde donde Cristina los enuncia. Ese es el núcleo duro e inabordable del poder. Todo lo que queda por hacer es desear que no se equivoque.


martes, 13 de marzo de 2012

Literatura y ètica

por Daniel Link para Sopro

Baudelaire, o condenável, salva Emma, a condenada, retirando-a do espaço tecnofílico e equívoco de l’art pour l’art e colocando-a em uma dimensão ética, a partir da qual não apenas se sobrepõe à crueldade misógina de Flaubert (“apesar da sistemática dureza do autor”), como também o arrasta, fazendo-o devir mulher com ela, tornando-se ela mesma guerreiro espiritual, “Palas armada”, Lady Macbeth.

sábado, 10 de marzo de 2012

Los usos franciscanos

Por Daniel Link para Perfil

Dejemos (sin demasiadas esperanzas) actuar a la justicia en relación con los trágicos acontecimientos ferroviarios que han conmovido a la opinión pública.
Mientras tanto, en Chile, en Argentina, en el mundo entero, centenares de jóvenes que adhieren al vago ideario de Anonymus han comenzado a ser arrestados por presuntos delitos cibernéticos. Habrá que ponerse paranoicos de verdad cuando la policía del discurso comienza a dar mazazos aquí, allí y en todas partes.
Como he señalado varias veces, estoy a favor de las licencias creativas del tipo creative commons. En cuanto al material que todavía sostiene la arrogancia de refugiarse en arcaicas leyes de protección de derechos intelectuales (música, textos, películas) elijo bajarlo de la red. Naturalmente, como preferiría no ir preso por consumir las basuras cinematográficas o musicales que la industria barre hacia las salas 3D y las radios (que no escucho, con excepción de la de Cristian Trincado: mirrorball.fm), utilizo protocolos de anonimia.
Descubrí esta herramienta irresistible, Filedroid, el primer robot de descargas teledirigido para conseguir descargas 100% seguras. Pero de todos modos me resistí a ella (y a su precioso logo), porque para activarla hay que cargar todos los datos personales y, naturalmente, pagar una cuota de almacenamiento donde el robot irá depositando todas las descargas. En fin: ni tan impersonal ni tan gratuito como mis ideales franciscanos (usus pauper) me exigen.
Por fortuna, tengo instalado el Tor-Vidalia, un dispositivo gratuito reee-Sandra Bullock que redirige la conexión mediante una serie de saltos a través de una red de nodos que vuelve imposible la localización. La conexión se vuelve más lenta, y el buscador (Tor browser) carece de toda capacidad predictiva en relación con cualquier busca, pero es el costo que hay que pagar para eludir a los cancerberos de la vida.
Guardo lo que bajo en una carpeta de Dropbox, un sitio de almacenamiento gratuito (hasta cierta cantidad de gigas) que es como mi biblioteca personal y que, estoy seguro, ningún juez podría prohibirme que compartiera con mis amigos. 


viernes, 9 de marzo de 2012

Defensa del mentiroso

Schiavi renunció y lo defienden. Boudou miente y lo defienden (anoche, en el centro de vigiliancia periodística 678, lo defendieron como mentiroso, en su derecho a mentir, precisamente. Los "viejos panelistas" quedaron fríos ante una defensa semejante). El poder ejecutivo derrapa y lo defienden. Roger Waters miente y lo defienden. 
En fin, supongo que será hora de ponerse a llorar en público y a decir cualquier verdura para que la gente no ande esperando que uno cumpla con sus obligaciones.


martes, 6 de marzo de 2012

lunes, 5 de marzo de 2012

No se va, Schiavi no se vaaaaa....


Lo dispuso el juez Bonadío; ademas, la Cámara Federal deberá resolver si acepta al Estado como querellante, luego de que un abogado de víctimas de la tragedia apelara la medida.


El túnel del tiempo

Se rumorea que esto sucede en la televisión argentina:




Yo no sé qué flores fuma la Sra. Lago, pero en todo caso pido el mismo blend (la música de fondo, no).

(anterior)



Palabras cruzadas

por Horacio Verbitsky para Página/12

Fue tan desafortunada la referencia de la presidente a los maestros que trabajan cuatro horas, tienen tres meses de vacaciones y sólo discuten salarios, como las respuestas de Hugo Yasky y Hugo Moyano, que la compararon con el ex senador Duhalde, con Menem y con Cavallo. Más constructiva fue la sobria explicación de Estela Maldonado sobre las propuestas de Ctera respecto del derecho social a la educación y la centralidad del conocimiento, y su respuesta precisa a los puntos cuestionados: “Los docentes durante todo el año realizamos tareas fuera de horario; concurrimos a las escuelas hasta los últimos días de diciembre y luego a partir del 10, 12, 15 de febrero, a más tardar, estamos en las escuelas realizando las tareas preparatorias”.


El cambio y el rumbo

por Horacio Verbitsky para Página/12

En 2009, Sícaro envió a Schiavi quince expedientes con constataciones de incumplimientos graves de TBA, que creaban riesgos a la seguridad y que en ese año y el anterior provocaron 67 accidentes. La CNRT determinó penalidades y multas por 4.680.000 pesos hasta 2008. Esa acumulación de incumplimientos configura una causal de rescisión del contrato, pero Schiavi no los tomó en cuenta y TBA no pagó las multas, que ingresaron al pantano de la renegociación permanente del contrato. El informe de la AGN establece que entre 2003 y 2010, TBA recibió subsidios de explotación y accesorios (retroactivos e intereses) por 1.924 millones de pesos. En los últimos cuatro años de ese período el monto del subsidio de explotación mensual se incrementó en un 146 por ciento, por sucesivas redeterminaciones en las que no se siguieron los procedimientos normados. Los mayores costos se convalidaron en base a proyecciones de la empresa y sin verificaciones. En 2009 y 2010, la CNRT también fue muy crítica con el mantenimiento, insuficiente y sin cumplir las normas técnicas, que produjo un deterioro progresivo de la infraestructura, con “consecuencias directas en la seguridad”. Estas “falencias del material rodante y de la infraestructura de vías” fue causa del 93 por ciento de los descarrilamientos denunciados en 2009 en el Mitre y del 61 por ciento de los del Sarmiento. Pero además se modificó la composición del subsidio: entre 2003 y 2010 la cuenta de personal (salarios y nuevos agentes) pasó del 46 al 70 por ciento y la de materiales disminuyó del 15 al 4 por ciento. Los subsidios, que en 2003 eran un tercio de los ingresos de TBA, en 2009 llegaron a representar tres cuartas partes del total.


Que se vayan todos (los aplaudidores)

Malos mensajes del Congreso

por Ezequiel Nino para La Nación

En 2011, la cantidad de reuniones del Senado y Diputados fue la más baja desde la recuperación de la democracia. Mientras que en 2002 el promedio de reuniones de ambas Cámaras fue de 68 y en 2003, de 76, el año pasado fue de 12,5 y en 2010 de 20. Suele ocurrir, además, que en los años eleccionarios sea menor el número de encuentros, y que no los haya durante los tres o cuatro meses previos al acto eleccionario (adviértase que la responsabilidad legislativa debería considerarse autónoma de la campaña electoral, y la mejor publicidad de los legisladores que buscan la reelección debería ser la de mostrar directamente su trabajo).  


sábado, 3 de marzo de 2012

Rara, como encendida

por Daniel Link para Perfil 
 
El discurso presidencial de Rosario mostró a la Sra. Fernández rara. Encendida está siempre (ésa es una de sus características oratorias más sobresalientes y una de las que más nos conmueven). Pero esta vez hubo algo turbio ya desde el comienzo: el canturreo con la mirada perdida, la voz quebrada y un cierto desgano, la estetización de la sangre en la “bandera macha” (sic, en verdad se trata de la “bandera de Macha”), que hace juego con otro extraño momento locutivo, “lo que tiene que tener un hombre y una mujer”, el olvido (o revisión histórico-conceptual) de que los colores de la bandera argentina (como los de tantas otras repúblicas americanas) son los de la dinastía borbónica, la adopción de un tono francamente belicista en relación con los enclaves coloniales, el deísmo desenfrenado, la anticipación de los tópicos más previsibles de un discurso de inauguración de Sesiones Ordinarias (la creación de fuentes de trabajo, la construcción de escuelas...) que poco y nada tenían que ver con las dos circunstancias que habían hecho de ese discurso una pieza esperada: la patriótico-conmemorativa y la coyuntural (la tragedia ferroviaria).
Sensible como sabemos que es la Sra. Fernández, es probable que el shock de los 51 muertos la haya sumido en un cono de sombra, lo que justificaría su reclamo de un abrazo colectivo y ritual, su apelación a los tiempos judiciales (inmediatamente desmentida), los titubeos sintácticos (infrecuentes en ella) y el más extraño de los enunciados que pronunció en ese acto: “Con la muerte no”.
Porque, en efecto, de eso se trata, como quedó demostrado desde el caso Cromañón: “Con la muerte no (se juega)”. Una cosa puede ser un autito flojo de papeles, un vuelto que se quedó en algún bolsillo, unos dólares comprados sin permiso, un vuelo charter no justificado. Pero si hay muerte, todo eso adquiere una dimensión trágica que ningún argentino es capaz de tolerar.
Valiosa como fue esa advertencia presidencial, su rareza radica en que no se sabe a quién estaba destinada. Los acontecimientos que, sin duda, se precipitarán en los próximos días, podrán (o no) darnos alguna pista.


viernes, 2 de marzo de 2012

La causa justa


El encargado de investigar al vicepresidente por supuestos delitos de lavado de dinero y negociaciones incompatibles con la función pública brindó detalles sobre la causa negada por el principal acusado.