sábado, 31 de agosto de 2013

Soberanía y sucesión

Por Daniel Link para Perfil

Me encuentro con mi amiga Chiche, para darle las pastillas que está tomando contra un rarísimo mal cerebral que tiene algo de oligofrenismo y algo de touretismo (son importadas, y aquí no se consiguen). “Chiche”, le digo, “si no tomaste las pastillas no andés diciendo cosas”. Se ríe y me contesta: “Vos sabés cómo soy” y se zampa dos al mismo tiempo (“Moron”, pienso).

Comentamos, mientras le hacen efecto, la nueva serie de reinas que están dando: La reina blanca (The White Queen), que yo ya vi entera. Fue escrita por Emma Frost, basada en los libros históricos de Philippa Gregory, y focaliza su atención en el turbulento período de la Guerra de las Dos Rosas, cuando los York y los Lancaster se peleaban por la sucesión de los Plantagenet. “Parece el 2001”, me dice Chiche. No le contesto y le sirvo más té para que no se deshidrate.
Como siempre en las ficciones de Philippa Gregory, los personajes principales son las mujeres que, con sus intrigas, van modificando el mapa del poder. Y, como las muertes y las abdicaciones se suceden con ritmo de vértigo, las reinas se amontonan como si fuera un póquer fullero. “A mí me gusta Margaret”, me dice Chiche (una que aspira a que su hijo, un Tudor, se quede con el trono). “Es muy piadosa”, agrega. Callo mi predilección por la reina Elizabeth, una advenediza que además es bruja y cuya belleza es idéntica a la de Ingrid Bergman en su mejor momento (la actriz es sueca), porque temo la condena de Chiche, que cree que las brujas existen. “Por suerte hablan en castellano”, me dice (la versión que están dando en cinecanal está doblada), “porque sino me pierdo”. “Estás perdida hace rato”, pienso, pero le recomiendo que no la abandone y que preste atención a las extraordinarias virtudes de guion y de casting de la miniserie, que alcanzan a disimular la pobreza de la producción (que se nota sobre todo en las batallas, de cinco contra cinco). Dejo a Chiche enredada en una madeja de poderes femeninos.

La "ultraizquierda", su regreso

El Gobierno justificó la represión en Neuquén y apuntó contra "grupos de ultraizquierda y derecha"

El secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, respaldó al gobernador Jorge Sapag por "poner el pecho" ante quienes querían "generar caos y desorden"

El Gobierno nacional salió hoy a apoyar al gobernador de Neuquén, Jorge Sapag, al adjudicar a "la ultraizquierda y a la derecha" la responsabilidad por los incidentes registrados el miércoles pasado frente a la Legislatura provincial, cuando se aprobó el acuerdo de YPF con Chevrón.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Narrar o describir (un debate crítico postlukacsiano)

por Rodrigo Cañete para loveartnotpeople

El nivel de obviedad de la muestra “Buenos Aires”, inaugurada el sábado en la Fundación Proa,es sorprendente. Ya el titulo impuesto por la Chorra Paqueta (aka Alicia de Arteaga) en su reseña del diario La Nacion da la pauta de la gravedad de la situación. El titulo es: ‘Arte: Narración Visual y Sonoro de Buenos Aires en la Fundación PROA’. Digamos que una ciudad no se narra sino que se describe.

El texto... completo.... acá.

Dicen que...

Buenos Aires, el amor y el espanto

por Fabián Lebenglik para Página/12


Según los organizadores, la exhibición “se propone reflexionar sobre el concepto de ciudad en el siglo XXI, revisando la noción de urbe que se consolidara en el siglo XX y rescatando a la ciudad actual como espacio para las diversas manifestaciones artísticas. La exhibición toma el concepto de fragmento como vivencia de la ciudad, el cambio permanente, el infinito caos y se organiza en un ir y venir en el tiempo, concentrada en el trabajo de diversos artistas que realizaron su obra con la experiencia de Buenos Aires. Organizada como una gran constelación, como una figura fragmentaria y a la vez unívoca, Buenos Aires reúne un sorprendente abanico de materiales que vuelve sobre los orígenes de la ciudad sin perder de vista el presente”.
El juego más productivo de la muestra es el que va del documento a la ficción, de la hechos a las artes visuales, del rumor ciudadano a la imaginación de sus artistas.
En la sala 3, específicamente dedicada a las artes visuales en relación con los márgenes sociales y la precariedad de la ciudad, se destacan las obras de Liliana Maresca, Sergio Avello, Ana Gallardo y Marcos López.
(...)
La instalación sonora En obra, de Link y otros, consiste en un recinto semicerrado y en penumbra, acústicamente aislado, en el que se escucha una secuencia de lecturas de escritores sobre Buenos Aires: Gabriela Bejerman, Jorge Luis Borges, Gabriela Cabezón Cámara, Arturo Carrera, Copi, Julio Cortázar, Edgardo Cozarinsky, Washington Cucurto, Fogwill, Raúl González Tuñón, Isol, Tamara Kamenszain, Martín Kohan, Leónidas Lamborghini, Osvaldo Lamborghini, Daniel Link, Gabriela Massuh, Sylvia Molloy, María Moreno, Manuel Mujica Lainez, Alan Pauls, Silvina Ocampo, Néstor Perlongher, Ricardo Piglia, Manuel Puig, Ernesto Sabato, Matilde Sánchez, Ariel Schettini, Rafael Spregelburd y Rodolfo Walsh. Como dicen los curadores: “La experiencia de la ciudad se deja leer en las palabras, pero también en las entonaciones, en los énfasis, en el grano y la textura de la voz”.

martes, 27 de agosto de 2013

Dicen que...

Nada para ver, todo para oír

por Alicia de Arteaga para La Nación

La instalación En obra permite entender la ciudad en la voz de escritores inolvidables

En obra es una instalación sonora de 35 minutos editada por Daniel Link, con la colaboración de Elena Donato, Valentín Díaz y Sebastián Freire. Una manera poética y conmovedora de comprender que la ciudad en la que vivimos es la trama de infinitos cruces literarios.
Son, inconfundibles, las voces de Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Copi, "Manucho" Mujica Lainez, Edgardo Cozarinsky, Alan Pauls, Silvina Ocampo, Matilde Sánchez, Ernesto Sabato, Manuel Puig, Rodolfo Fogwill, Raúl González Tuñón y Rodolfo Walsh, entre muchos otros.
Los archivos sonoros proceden de la Audiovideoteca de la Ciudad de Buenos Aires, del Departamento de Cine, Audio y Video del Archivo General de la Nación, de la Biblioteca Nacional y de la colección Arturo Carrera.
Con el desarrollo de En obra, la fundación de la Vuelta de Rocha incorpora la literatura en un modelo expositivo cuyo antecedente es la Literatura oral de Roberto Jacoby, en los sesenta.
El visitante, sentado cómodamente en la sala a media luz, puede escuchar las voces de escritores argentinos de los siglos XX y XXI leyendo textos sobre Buenos Aires, sus calles, su clima, sus habitantes dejando volar la imaginación. Nada para ver, todo para oír. Poetas, novelistas, dramaturgos, en "un work in progress sobre la ciudad", según la definición del curador de esta muestra, Daniel Link.
Organismo vivo y en perpetuo cambio, Buenos Aires nunca está terminada. Archivos sonoros y grabaciones recientes convocan al espectador a una experiencia única que vale la pena. Las sorpresas y delicadezas de esta singular exposición se extienden a la biblioteca y al bistró de Proa, en el corazón de la Vuelta de Rocha.
"Buenos Aires" puede visitarse en la Fundación Proa, Pedro de Mendoza 1929, de martes a domingos, de 11 a 19. Hay visitas guiadas de martes a viernes, a las 17, y sábados y domingos, a las 15 y a las 17.


Dicen que...

Hay en Proa varias obras fundamentales, como un Obelisco de Sara Facio, las tomas de Coppola y unas fotos estupendas de Annemarie Heinrich confrontando la instalación de Marcos López sobre cruel realidad de la Villa 31 y el carrito de cartonero de Liliana Maresca, una precursora talentosa que murió de Sida antes de que aparecieran los cartoneros de verdad. Para los elogios todos estuvieron de acuerdo. La obra favorita fue la abstracción de Daniel Link: un espacio vacío donde los espectadores se sientan a escuchar las voces de Borges, Lamborghini, Manuel Puig, Cozarinsky, entre otros. Además, claro está, el éxito de Link se acentuaba al verlo, con sus pantalones multicolores y llamativos en extremo. Ni siquiera Minujín con su traje rojo pudo opacar el despliegue.

Fuente: Charlas de quincho 
 

lunes, 26 de agosto de 2013

Preguntan si...

Los fabulosos relatos de Las mil y una noches según Daniel Link

por Ivana Romero para Tiempo Argentino

Quien tenga deseos de leer sobre genios maléficos, hechizos de amor, aventuras de viaje, ladrones y amantes, que abra este libro. Quien decida asomarse a la historia de todas las historias, pero teme a los libros gordos y llenos de letras chiquitas, puede empezar por acá. Porque en Flores de las mil y una noches encontrará una selección de esos relatos antiguos, venidos de Oriente medio, con los que la princesa Scheherezade encantó al rey Schahriar para salvar su vida. Con textos de Daniel Link, dibujos de Julián Gatto y edición al cuidado de la editorial independiente Planta, esta versión de Las mil y una noches se presenta hoy a las 17 en la Galería Ruby, de Colegiales.
Link dice que sí, que el título del libro evoca a Pier Paolo Passolini, quien en 1974 estrenó Il fiore delle Mille e una notte. Para escribir su versión, leyó algunas traducciones más o menos canónicas y finalmente decidió seguir la edición del poeta y traductor francés Joseph Mardrus (1898-1904) en la versión castellana de Vicente Blasco Ibáñez. "Naturalmente, tuve que llevar los relatos a su mínima expresión con dos condiciones. Por un lado, respetar el sistema de encajamientos propio de Las mil y una noches (una historia dentro de otra, dentro de otra, es decir: Scheherezade cuenta que un pescador contó que había encontrado a un efrit que a la vez le contó... y así sucesivamente). Y por otro, preservar ciertos usos del lenguaje que sirven para separar una jornada de otra”, explica.
“Decidimos con Luciana Delfabro, la editora, no atenernos al canon tradicional de Las mil y una noches que originariamente no incluyen los viajes de Simbad, ni, probablemente, "Alí Babá y los cuarenta ladrones" e incorporar las historias que se relacionan con ese libro milenario e infinito. También nos propusimos que hubiera la mayor variedad de personajes y de relatos posibles: historias amorosas, genios maléficos, monstruos, visires ávidos de poder, y todo lo que constituye el encanto más reconocible del original. Muchas son truculentas pero nos pareció que no debíamos obviarlas porque hacerlo hubiese sido traicionar el espíritu del libro de los libros”, agrega.
Luciana Delfabro creó Planta hace cinco años. El primer libro que publicó fue Éramos tres amigos, relatos para chicos escritos por Héctor Germán Oesterheld. Ese texto, al igual que Las siete puertas de Sara Gallardo; El contador de cuentos, de Saki o Rita viaja al cosmos con Mariano, de Fabián Casas forman parte de la colección Mis autores destinada en especial al público infantil. Flores de las mil y una noches corresponde a la colección Recién ahora pensada para un público de jóvenes y adultos. Sin embargo, advierte la editora, el tema de a qué edad se debe leer qué cosa es, por lo menos, vidrioso: "Los libros tienen que especificar a qué edad van dirigidos por las exigencias del mercado. Pero en qué momento cada persona está en sintonía para leer un libro, es algo muy incierto. Eso es algo que a mí me gusta mucho pensar: los buenos libros que se dicen para chicos son los más universales. Porque pueden ser leídos y disfrutados absolutamente por todos."
Una de las singularidades de los libros de Planta es que los dibujos tienen igual importancia que los textos. Por ejemplo, para ilustrar Traveseando (un rescate de cuentos escritos por Ricardo Zelarayán a comienzos de los ochenta, que no se habían vuelto a editar desde entonces), fue convocada Guillermina Baiguera. Y en vez de dibujos convencionales, trabajó con bordados que ella misma realizó a mano.
En el caso de Flores de las mil y una noches, las ilustraciones estuvieron a cargo de Julián Gatto, graduado en The Cooper Union School of Art de Nueva York (una de las universidades más prestigiosas de Estados Unidos). Este es su primer libro ilustrado y para hacerlo, se inspiró en antiguos maestros persas como Kamal ud-Din Bizhad. "Pude ver muchos originales en algunos museos y realmente me impresionó el nivel de detalle que tienen esos trabajos. Casi toda la tradición pictórica persa que nos llega son ilustraciones para libros porque no tienen 'pintura' en el sentido occidental del término, hasta el siglo XIX. Entonces las escalas del trabajo son siempre bastante chicas y no siempre se pueden apreciar los detalles mínimos", cuenta.
"O sea, al principio ves una escena con unos personajes y de a poco vas notando cómo todo está hecho con el mismo nivel de precisión, desde una cara y los pelos de la ceja en esa cara hasta la hoja de pasto al lado del pie. Es como un dibujo adentro de un dibujo adentro de un dibujo, una estructura que tiene mucho que ver con las historias que ilustré." Gatto trabajó con tramas basadas en hexágonos. A la vez el número seis, explica, tiene una simbología muy fuerte porque representa la cantidad de días que tardó Allâh en hacer el mundo. "Algo que para nosotros tiene un valor más bien decorativo, para los árabes siempre tuvo otro tipo de connotación. Así que no se trata sólo de hacer ilustraciones bellas sino de entender una cosmogonía, una forma de ver y entender el mundo distinta de la occidental."
Dibujante y escritor asumieron los desafíos de versionar un libro extenso, antiquísimo (las historias están ambientadas desde el siglo XI en adelante). Cuando se le pregunta a Link sobre el lector que imaginó, responde: "¿Pensó alguien alguna vez en el lector de Las mil y una noches a medida que el libro se armaba? La única que piensa en la audiencia es Scheherezade, y eso porque su vida depende de su capacidad para narrar y mantener el interés del rey. Luego, el libro es para niños... grandes, diría; que pueden leer solos y dejar volar su imaginación sin riesgo, capaces de buscar en un diccionario las palabras que no entienden y las costumbres desconocidas ¿iba yo a escribir 'Dios' allí donde el libro escribe 'Allâh', o 'David' donde se lee 'Daud'?"
"No me gusta la literatura que les devuelve a los chicos lo mismo que encuentran en su vida cotidiana. O sea: pienso, como lectores ideales de Las mil y una noches (mi versión o el libro entero), en chicos para quienes la lectura es una fuga o un rapto", dice el escritor.
Finalmente, como quien revela un secreto antes de que el alba selle sus labios hasta la noche siguiente, agrega: "No hace falta que diga más: pienso en mí mismo, como lector". 


Trascendencia del ego

por Fabián Casas para Perfil

Lo que más abunda en el mundo, decía Frank Zappa, son el oxígeno y la estupidez. Mirar la entrega de los Martín Fierro es una prueba contundente de que, con respecto al segundo término de su frase, estaba en lo cierto. Es más, algunos ecologistas vaticinan que en breve habrá menos oxígeno, pero la estupidez sigue siendo un éxito.
La entrega de los Martín Fierro parece una alucinación salida de la mente de Derek Zoolander, ese modelo cabeza hueca creado por Ben Stiller. Y, hay que reconocerlo, es muy difícil lograr sobresalir entre tantas caras nuevas y viejas, famosos, glamour y vanidad a granel. Jorge Lanata lo consiguió: su discurso al recibir uno de los muchos gauchos que le dieron alcanzó las cimas de la estupidez: “Agradezco a Lázaro Báez, Cristina Fernández, Ricardo Jaime, Hebe de Bonafini… etc., etc”.
Está claro que a Lanata no lo preocupan la desocupación, el hambre y todos los flagelos que este gobierno no puede o no quiere combatir. Lo único que le preocupa es su vanidad. Es un barrabrava de sí mismo.
Víctor Hugo Morales, a quien podríamos llamar Víctor Ego, también anda por la misma senda. Me acuerdo cuando fue invitado a presentar El dueño, el libro de Luis Majul, y se dedicó a destruirlo.
Muchos periodistas hablaron de la valentía de Morales para decir lo que piensa, como si él hubiese sido Rodolfo Walsh y Majul encarnara a la Junta Militar. Yo creo que hay tantas cosas en la vida para hacer, que ponerle ganas e ir a cagarle la presentación a un tipo que te invitó habla de cierto nivel de vanidad casi insoportable. Lanata y Morales se ponen en veredas opuestas, pero a mí me parece que su enemistad es la de ese tipo que se da en el catch, donde los luchadores no son enemigos, actúan de enemigos.


domingo, 25 de agosto de 2013

Las alarmas del doctor Castro

por Horacio González para Página/12

No es la primera vez que Nelson Castro hace uso de una visión de la medicina y la psiquiatría que corresponde a un trazado binario donde juegan nociones como normal y patológico, pero ahora en la conciencia psíquica de los gobernantes. Es el lenguaje, sabemos, del cruce entre enfermedad y poder, o bien la enfermedad que caracteriza a los poderosos en tanto tales. Si la “normalidad” corresponde a una ciudadanía saludable, lo segundo a una deficiencia psíquica que se adjuntaría a figuras políticas con el latigazo final de que la enfermedad es la “metáfora del poder”. Hace tiempo que el doctor Castro, como tantos otros doctores que dan consejos dietéticos, de estética corporal o de prevención de caries, ha fusionado con el lenguaje de la televisión un lenguaje de la cura y el cuidado de sí, repleto de tecnicismos y palabras elaboradas por los laboratorios que fabrican distintos productos medicinales.La diferencia con los programas de consejos medicinales es que ha logrado absorber en la proposición del “poder enfermo” a las acciones de la Presidenta, a la que al término de cada programa se le dirige como el buen médico que da recomendaciones sobre su supuesta situación psíquica, con una falaz benevolencia, pues se incluye entre los “40 millones de ciudadanos” gobernados por ella, que con toda razón –“se lo deseo, créame, de todo corazón”–, dependen de su racionalidad siempre a punto de ser carcomida por una dolencia abismal, nunca declarada. En su programa televisivo, ése es el momento del diagnóstico. ¡Cuánto nos recuerda a tantos médicos de la literatura universal, con sus monsergas paternalistas! O al revés, sin rozar siquiera que este gran tema de la enfermedad y el arte, que ha sido tratado en recordadas piezas literarias, como la epilepsia del príncipe Mishkin en El idiota de Dostoievski y la permanencia de Hans Castorp en el alegórico hospital de La montaña mágica, de Thomas Mann.
La manera en que el doctor Castro se dirige a la Presidenta es una pieza mayor de la hipocresía (que también es una leve patología), pues aconseja como un personaje extraviado de algún borrador de Molière, mirando a la cámara como un poseído curandero o un profeta desocupado, y mientras parece escribir en su recetario, con una sintomatología de simulación (que para los médicos positivistas del siglo pasado era una forma estetizada de la mejor patología), finge estar preocupado por la paciente, mientras no logra ocultar una puntilla de gozo por estar en situación de decretar la locura en un enemigo político. Metáforas habituales, como “enfermedad”, tan bien tratada en su relación con el poder por Susan Sontag, son arruinadas por un pensamiento más bien elemental, apenas recubierto con la palabra “doctor”, que si no nos equivocamos, en la política se pronuncia casi siempre con sorna. Guardémonos que se nos diga “doctor” en cualquier situación que fuese.
Ahora ha refinado el diagnóstico, haciéndolo aún más literario, sin salir de la curandería. Ha ido a la Grecia Antigua a buscar palabras de Aristóteles y de Sófocles, en lo que no se equivoca, pues son, entre otros, quienes más han tratado los extravíos de la conciencia a través de la figura del héroe trágico. Conceptos como hibrys o hamartía son palabras fundantes de la civilización griega, tomadas de la teoría de la purificación de las pasiones o del arte del arquero griego, para quien la hamartía comienza siendo un error en el disparo de la flecha hasta adquirir la estatura de una palabra ligada al error trágico. Para el caso, al transformarlas en términos médicos. Pero no como se haría en la cultura griega arcaica, guardando una finura retórica que no se emplea en condenar a nadie sino en saber afrontar los golpes de la fortuna. Reduciéndolo todo a copiar manuales de psiquiatría laboral, que se usan en las empresas para aceptar o rechazar a peticionantes de empleo con un cientificismo que apenas encubre una escuela no proclamada de servilismo laboral y preparación para la vida humillada. Entonces se nos habla de “Síndrome de Hubris”, salido del mágico recetario de un programa de la televisión, lo que al parecer ha interesado a los redactores de un diario donde se trata la vida intelectual de muchas maneras, inclusive de ésta.
La hibris o hubris, este “síndrome” ahora apócrifo, para los griegos antiguos hablaba de la perdición del héroe en medio de un complejísimo trazado de la conciencia de la libertad, obligando a elegir entre la piedad y el exceso. La televisión argentina en su aspecto más cuestionable –ciertos programas, muchas publicidades, las coreografías de los llamados programas de entretenimiento–, es la heredera menor de estos conceptos de la historia del arte universal. Los usa mal y a contramano. En su solo mirar hacia el exterior de sí, no percibe su propia hamartía, su propia hibrys repleta de carestía moral, pero de algún modo efectiva para sus usos políticos basados en la denigración o el vejamen. Miren si Sófocles hubiera hecho un examen de medicina laboral a Edipo o si Freud hubiera tomado ese mito de una manera ligera, para dar consejos por radio (en su época no había televisión).
Omnipotencia y narcisismo, dicen los doctores norteamericanos que cita el doctor Castro. Para decir todo eso, pasa por una afirmación dudosa para todo médico o todo político (“la soledad del poder no se cura con nada”), lo que da un indicio de que los ropajes de la poética de Aristóteles sólo sirven no para el examen de las pasiones –como era el caso–, sino para seguir explorando los senderos del ataque insaciable bajo un docto disfraz medicinal.
Confieso que tomé el título de esta nota de un famoso artículo de Borges –el “doctor Borges”– titulado Las alarmas del doctor Américo Castro. Pero no hay que asustarse. Se trataba apenas de una incisiva crítica al lingüista español que cuestionaba la variedad rioplatense del idioma castellano. Todo ocurría en la década del ’40. El escrito de Borges es demoledor. Si no hubiera otras tantas diferencias, este apenas quiere ser un llamado de atención para que se usen seriamente las palabras y no se reduzca la difícil politicidad que vivimos a un mero orden médico. ¿Le pido un turno, doctor?

Preguntan si...

Cable Agencia Telam

(...)
Por último, el espectador “podrá construir sus propias imágenes” -detalla Rabossi- en una “instalación sonora”, un espacio acustizado -con puff para sentarse- que enhebra las voces de escritores de todos los tiempos a través de textos que se sumergen en la ciudad: pequeños fragmentos de libros, algunos grabados especialmente para esta muestra, otros conseguidos en la Audiovideoteca de la ciudad de Buenos Aires (entre otros archivos).

El proyecto -a cargo del escritor Daniel Link- navega sonoramente entre las voces de Jorge Luis Borges y la fundación de Buenos Aires, el ritmo arrastrado en los versos de Osvaldo Lamborghini, la paranoia controlada de Manuel Puig, el susurro de Edgardo Cozarinsky, el grito de Rafael Spregelburd, entre muchos otros, en palabras de Link.

La selección de voces de escritores argentinos del siglo XX y XXI fue realizada por Daniel Link, Valentín Díaz, Elena Donato y Sebastián Freire.



Dicen que...

Dejarse contar la ciudad

por Julia Villaro para Clarín

Puede ser que una imagen valga más que mil palabras. Pero esos minutos en los que el espectador abre sus oídos y se deja arrullar por las diferentes voces de los 30 escritores argentinos que participan de En obra, son preciosos. “La voz es el lugar donde el lenguaje y el cuerpo se tocan”, explica Daniel Link, curador (junto a Elena Donato, Valentín Díaz y Sebastián Freire) de la instalación sonora con la que culmina, sutil broche de oro, la muestra Buenos Aires. Se trata de la primera vez que en Fundación Proa se incorpora a la literatura como parte sistemática de una de sus muestras.
“Moscas”, “virgen”, “plazas”, “noche”, “sombra”, “pena”, “conventillos” “inocentes”, “canallas”, son algunas de las palabras que se apropian de Buenos Aires. La Ciudad se vuelve así un caleidoscopio sonoro en el que rebotan las voces diáfanas, sensuales de tan cercanas, de Borges, Cortázar, Manuel Puig, Silvina Ocampo, Washinton Cucurto, Alan Pauls, Rodolfo Walsh, y Raúl González Tuñón, entre otros.
Espacialmente la instalación evoca a un terreno baldío. Suerte de vacío que interrumpe el desarrollo contemporáneo de las ciudades -basado en torres cada vez más altas- el baldío es un fenómeno atípico en las grandes urbes, una huella distintiva de Buenos Aires. Vacías son todas esas imágenes que los textos evocan, dice Link, pero vacía es, también, la condición de existencia de todas las voces.

sábado, 24 de agosto de 2013

La Hübris como falta


Por Daniel Link para Perfil


La mañana del viernes 16 de agosto me desperté sin internet y prendí, por eso, el televisor. Poco después de las noticias sobre los crímenes de la jornada y los choques en las rutas, el Sr. Nelson Castro, en un editorial, invocó su condición de médico para diagnosticar a la Sra. Fernández y decir que “sus médicos están preocupados” (como si acabaran de desayunar juntos). La Sra. Fernández, dijo el Sr. Castro, padecería de “sindrome de Hübris” (la palabra que designa a esa falta moral es griega, y se translitera como Hibris, pero la televisión decía Hubris).
Yo nunca había escuchado nada sobre tal síndrome, pero como la medicina inventa enfermedades según se van patentando medicamentos (hace muy pocos días supe que existía una rarísima “encefalitis de Hashimoto”, “descubierta” en 1966 y que hasta el 2005 había registrado apenas 200 casos), me dediqué a investigar el punto. Todo lo que encontré fueron referencias a los dichos del Sr. Castro e, hilando más atrás, a unas notas periodísticas en medios españoles que databan de 2012 y un artículo “científico” de David Owen yJonathan Davidson de 2009.
La descripción del síndrome propuesta por el Sr. Castro coincidía aproximadamente (la aproximación es la ley del juego de bochas, y también del comentario televisivo) con la paranoia, tal y como la describieron Johann Christian Heinroth (que inventó la palabra), el Presidente Schreber (que la pedeció), Sigmund Freud, Jacques Lacan, Salvador Dali, Theodor Adorno, Elías Canetti y Gilles Deleuze (entre los más grandes teóricos del fenómeno paranoico). Yo he leído yhe enseñado a todos ellos, de modo que reconocí de inmediato aquello de lo que el Sr. Castro hablaba y que adscribía a una “salud emocional” (noción bastante repugnante).
Mientras desgranaba la sintomatología del síndrome, el Sr. Castro se frotaba los dedos de las manos entrelazadas, con una fruición que me dio un poco de asco. Era como si es encarnación de Mr. Burns hubiera encontrado cierta felicidad malsana en una designación cientificista que ofende a la inteligencia al pretender ignorar el largo y paciente trabajo de la filosofía y del psicoanálisis para comprender (y eventualmente tratar) los desacomodos entre lo real y lo imaginario.
Sí, el paranoico se coloca en el lugar del Único, el resto último de una humanidad desaparecida y desfalleciente. Sí, la paranoia es una enfermedad del poder. ¿Pero por qué elegía el Sr. Castro decirla como “entidad médica” y no como el fundamento dela comunidad humana?
Cualquiera que ha estado en el lugar del descalificado sabe que la pseudo-ciencia es el recurso más a mano para que todos nos quedemos tranquilos: “la homosexualidad es una enfermedad” (¡un sindrome!) se dijo durante mucho tiempo.
El Sr. Castro se hundió en las aguas heladas del discurso paranoico al ponerse en el lugar del Único (mirando a los ojos a la soberanía), el que sobrevive al desmoronamiento de la especie. Eso es la Hübris.

sábado, 17 de agosto de 2013

Ese joven

por Daniel Link para Perfil

Ese joven candoroso que, oficiando de fiscal de mesa, rechazó enfáticamente darle la mano al Sr. Macri demuestra el fracaso de un modelo de mistificación llevado hasta sus últimas consecuencias, sobre el cual ya me he detenido.

Ese joven que se creyó a pie juntillas la construcción discursiva de los antagonismos, tal y como Laclau se la ha dictado al gobierno, no hace sino demostrar los límites que queriéndolo o no, el exceso de mistificación provoca en el sistema democrático.

A nadie puede preocuparle que ese joven se muestre intemperante, fanático o consecuente con sus ideas políticas, sino que crea que los antagonismos construidos discursivamente (es decir: que tienen su fundamento en un acto de discurso antes que en otra cosa) representan algo así como “la realidad” y que, por lo tanto, las ideas políticas del Sr. Macri son muy diferentes de las de la Sra. Fernández, lo que hasta ahora no ha sido probado (y allí está la renta financiera no gravada, como un caso testigo de una gemelidad borrada a fuerza de actos de discurso, o la asociación entre YPF y Chevron para proyectos de fracturación hidráulica, sobre los que el Sr. Macri nunca expresó su disgusto).

Todo gobierno que se pretende heroico debe desarrollar una épica, y para eso sirve la construcción discursiva de los antagonismos: digamos “campo” (olor a bosta de vaca), digamos “Clarín” (olor a hegemonía comunicacional), digamos “Macri” (olor a zona norte), y ya está. Poco importa que el campo sea ya otra cosa que la explotación ganadera, que los medios masivos sean ya residuales en un mundo atravesado por las nuevas tecnologías de la información, o que Macri sea apenas el costado más liberal del panperonismo en el que el oficialismo acuna sus peores pesadillas.

Mistificar, en determinados procesos históricos, es una necesidad ineludible (El 18 Brumario de Luis Bonaparte), pero eso no significa que haya una “mistificación buena” (la que ejercen “los buenos”) y una mistificación mala (la de la derecha).

La construcción discursiva de los antagonismos, que es una hipótesis (muy visitada, y muy fértil) de análisis, convertida en normativa y orientadora de la acción política, requiere de una delicadeza de tratamiento que, cuando está ausente, provoca el efecto contrario al deseado: el hastío del votante y la transformación de los comportamientos políticos (como la mano que ese joven le niega a un político antipático) en una nota al pie de un paper académico.

Se necesitan malos poetas


Consultas sobre las bases : info@estacionpringles.org.ar



miércoles, 14 de agosto de 2013

Mostra


(...) Particularmente interessado neste universo Camp, as fotografias de Sebastián Freire vão direto ao assunto. Freire clica Drag Queens, gays, transgêneros. Nas imagens, vemos tanto ambientes mais montados, quanto o simples dia a dia de cada fotografado. Assim, plumas, maquiagens exuberantes, perucas, botas de saltos altos configuram o esplendor das cenas. Vivamente interessantes, são as fotografias onde a androginia sobressai. Uma halterofilista, clicada em meio à bagunça do lar, recorrente nas imagens, faz pose, mostra os músculos, e já não a identificamos com clareza entre um ou outro gênero. Outra(o) faz a pose da Vênus de Boticcelli, mas assemelha-se, pois rodeada de tecidos, com mais vigor à Vênus dos trapos do artista povera Michelangelo Pistoletto. E assim a série de fotografias potencializa a teatralidade, o andrógino, segundo Sontag, “uma das grandes sensibilidades Camp”. “A forma mais refinada de atratividade sexual”, afirma a autora, “(assim como a forma mais refinada de prazer sexual), consiste em ir contra a corrente do próprio sexo. O que é mais bonito em homens viris é algo feminino, o que é mais bonito em mulheres femininas é algo masculino”. (...)


martes, 13 de agosto de 2013

Tweeteo de las iluminaciones

  1. "Abuelos y nietos se entienden entre sí porque tienen un enemigo común" (Julia Huberman).

  2. "Mi voz no parece salir de mí sino de otra garganta / que yace en la profundidad de la mía" (Natalia Litvinova).
  3. "No es que los oráculos se hayan callado, ocurre que ya nadie los escucha" (Lichtenberg).
  4. "Cuando todas las cuestiones científicas hayan recibido respuesta, nuestros problemas vitales no se habrán siquiera rozado" (Wittgenstein).
  5. "A veces una tardía juventud surge de la alegría de estar enamorado o de alguna otra felicidad, si es que la vida la regala" (Hawthorne).
  6. "Cuando terminó la guerra hubo vencedores y vencidos. Entre los vencidos los pobres pasaron hambre. Entre los vencedores también" (Brecht).
  7. "Vivo siempre en el presente. El futuro, no lo conozco. El pasado, ya no lo tengo (Pessoa, "Libro del desasosiego").
  8. "Estoy tratando de creer que creo" (Enrique Lihn).
  9. "Edgardo es más rockero que Charlie García" (Esteban Lamothe sobre la filmación de "Nocturnos")
  10. "Como todo esto nos supera ampliamente, finjamos que lo estamos dirigiendo" (Cocteau sobre una filmación).
  11. "Los muertos no se negocian" (Sofía Guterman en el acto por el 19º aniversario de la masacre de AMIA).
  12. "Si Kafka hubiese sido un autor argentino, estaría clasificado entre los costumbristas" (Carlos Mastronardi).
  13. "Si te encuentras con un rumano, dale una bofetada. El sabrá por qué" (Joseph Brodsky, en conversación).
  14. "Mi sombra es la sombra de un joven / y yo también soy la sombra de un joven" (Wilcock).
  15. "El artista existe porque el mundo no es perfecto. Si lo fuera, el arte no tendría sentido" (Andrei Tarkovski).
  16. "La única condición para pelear por el derecho a crear es tener fe en la propia vocación y rechazar todo compromiso" (Andrei Takovski).
  17. Soy el dueño de mi silencio y el esclavo de mi palabra (origen anónimo).
  18. "Toda percepción es también pensamiento, todo razonamiento es también intuición, toda observación es también invención" (Rudolf Arnheim).
  19. "El jardín permanece abierto para quienes lo amaron" (Prévert).
  20. "Por los que parten sin destino / Y regresan cuando nadie espera / Brindo por ellos / Sin vino. Y sin casa" (Natalia Litvinova).
  21. "Cómo saber de antemano / si uno ha de nadar / volar, caminar o arder" (Gherasim Luca).
  22. "Después... / qué importa del después / toda mi vida es el ayer / que me detiene en el pasado: / eterna y vieja juventud" (Vigilio Espósito)
  23. "Hay que ser un hombre en vida, y un autor póstumo" (Cocteau).
  24. "...aquellos / a quienes / una vez / de verdad amamos / para siempre / están en nosotros" (H. A. Murena).
  25. "No hay estrellas esta noche / excepto las de la memoria" (Hart Crane).
  26. "Recorre el desierto con residuos / de imagenes de antes en la mente. / De la Tierra Prometida / nada más sabe un hombre vivo". (Ungaretti)
  27. "Destruyendo seguimos siendo los esclavos del viejo mundo: quebrantar la tradición es una tradición" (Maiakovsky, trad. Natalia Litvinova).
  28. "Por supuesto, la travesía llegará a su fin antes de alcanzar la costa" (Georg Simmel).
  29. "Beati coloro che pensano all progresso / io solo penso alla morte e al sesso" (Wilcock).
  30. "Primero era prisionero de los demás y los abandoné. Quedé prisionero de mí mismo. Era peor, y me abandoné." (Samuel Beckett)
  31. Una hora es un lago, un día un mar, la noche una eternidad, despertar el horror del infierno, levantarse un combate por la claridad (J.Roth)
  32. A nadie le disgusta el olor de sus propios pedos (proverbio iraní).
  33. El arte es más destrucción de sentido que construcción de sentido (Adorno).
  34. Sólo cuando se ha perdido toda curiosidad por el futuro llega la hora de escribir una autobiografía (Waugh)
  35. Disculpe, le dijo en voz baja. Entre nosotros, creo que usted no existe (Spinoza a Dios, según Voltaire).
  36. A los mormones les prohiben coger de pie porque podría derivar en baile (Alberto Manguel, en conversación).
  37. ¿Por qué los generales son tan estúpidos? Porque los reclutan entre los coroneles (Cocteau).
  38. "Tanta arena dejé / pasar / entre mis dedos / para encontrar / un brillante / grano de felicidad" (Tamara Karpenok)
  39. "De estas ciudades sólo quedará lo que pasó a través de ellas: el viento" (Brecht).
  40. "Una civilización se acerca a su final cuando hasta los bárbaros huyen de ella" (Karl Kraus)
  41. "Muchas cosas son insignificantes, pero todo significa..." (Karl Kraus)
  42. "Hacer ver lo que sin tu intervención permanecería invisible" (Bresson a un joven cineasta)
  43. "Descubrir el delicado equilibrio entre vivir y morir: el único tema que hay" (John Cassavetes).
  44. "Soy una vela. Me consumí durante la fiesta. Recojan la cera por la mañana" (Arseni Tarkovsky, trad. N. Litvinova)
  45. "La poesía es el arado que desentierra el tiempo" (Mandelstam)
  46. "No hay amor, solo hay pruebas de amor" (Cocteau para "Las damas del bosque de Boulogne" de Bresson)


  47. "Esas heridas que cierran con el tiempo son las que guardan todo el veneno" (Marcuse):