martes, 29 de octubre de 2013
lunes, 28 de octubre de 2013
El arte y las (nuevas) formas de vida
por Daniel Link para Perfil
El primer video que se publicó en YouTube me sigue fascinando: un joven de rasgos no indoeuropeos dice, delante de la jaula de un elefante en el zoológico de San Diego, “el elefante tiene una trompa muy, muy larga”.
En ese enunciado, supuse alguna vez, se cifraba un umbral equivalente al pasaje del paleolítico al neolítico, es decir: la relación entre lo que vive y las tecnologías (a partir de las cuales las sociedades se fundan y se refundan). YouTube equivalía, en mi lectura, al neolítico superior.
Algunos comparan el umbral crítico en el que vivimos con la invención de la imprenta. Yo prefiero pensarlo, en la estela de Guillaume Apollinaire, el inventor de los caligramas y, por lo tanto, de la poesía concreta, como el advenimiento del “Croniamental” que él propuso en Le Poète assassiné (1916).
Croniamental (o las infinitas variaciones de su nombre) es la síntesis de dos líneas evolutivas diferenciales sobre la vida. “Cro-Magnon” es el nombre con el cual se designa a la especie que llamó la atención de Werner Herzog (en La cueva de los sueños olvidados). El Neanderthal, que convivió durante cinco mil años con el Cro-Magnon, es una especie de homo sapiens extinta.
Hoy, con el advenimiento de una cultura nueva, se nos presenta la necesidad (teórica y política) de volver a analizar los cambios cualitativos a los que la técnica somete a lo viviente.
Los caligramas de Apollinaire dicen que llegada a un determinado punto, la poesía tiene que mutar, como muta la vida: “Croniamental”, poesía visual, biopoesía: todo lo que hoy vuelve con toda su fuerza. Por ejemplo, en la obra del poeta y artista carioca Eduardo Kac (1962), quien saltó a la fama cuando produjo una coneja (a la que llamó Alba) modificada genéticamente, que reluce cuando se la ilumina con luz azul.
Mucho antes de usar la computación, la robótica y la biotecnología como formas de arte, Eduardo Kac llamó la atención de los críticos por su poesía. Eduardo creció en Copacabana, que frecuentaba con su skate.
Desde sus primeros años, Kac se coloca en el lugar del comienzo (el recomienzo, el ritornello, la infancia de la humanidad, en este caso, de la poshumanidad). Una de sus camisetas, la más famosa, llevaba escrita el poema Filosofía: “Pra curar amor platônico/ só uma trepada homérica”, que puede traducirse como: “para curar el amor platónico/ sólo un garche homérico”.
Al ponerse al pecho la farmacia de Platón y el canto homérico, Eduardo sostiene con su cuerpo la escena de escritura (oral, cantada) de la filosofía y la poesía occidental. Se trata de una escritura que se plantea como originaria, inmemorial, anacrónica y que irá a parar, ejemplarmente, más tarde, a la “holopoesía y más allá” (así se llama uno de los textos-manifiesto de Kac, cuando se dedicó a ese género, a partir de 1982).
La nueva holopoesía le permitía a Eduardo Kac dar el primer adiós a la historia literaria: de ahora en más, anunciaba por entonces, la mecánica cuántica será más importante que Mallarmé para el desarrollo de la nueva poesía. La “nueva poesía visual” permite una sintaxis en movimiento, o, si se prefiere, una gramática de la transformación, en la que las palabras pueden mudar de categoría, en la que los verbos cambian de tiempo, o de modo, o de aspecto, y en la que las palabras pasan a ser figuras, y las figuras, palabras: la imposibilidad del nombre o el nombre retrocediendo incesantemente.
Lo que viene después ya es más raro: es el arte transgénico, del cual la conejita Alba es el ejemplo más conocido pero no el más audaz. En todo caso, una interrogación sobre el sentido del arte y de la poesía, pero también sobre el sentido de la vida (the meaning of life).
En su obra titulada Historia Natural del Enigma, Kac fusionó el ADN de una petunia con un gen aislado y secuenciado a partir de su propia sangre. El resultado de esta experimentación “utiliza el color rojo de la sangre y el enrojecimiento de las venas de la planta como un marcador de nuestra herencia común en el espectro más amplio de la vida”. Como de lo que se trata es de una forma de vida nueva, también importa el proceso de nominación: Kac llamó “plantimal” al resultado y “Edunia” a esa mezcla rara de Eduardo y Petunia: una flor en cuyas venas reluce la sangre del poeta.
El primer video que se publicó en YouTube me sigue fascinando: un joven de rasgos no indoeuropeos dice, delante de la jaula de un elefante en el zoológico de San Diego, “el elefante tiene una trompa muy, muy larga”.
En ese enunciado, supuse alguna vez, se cifraba un umbral equivalente al pasaje del paleolítico al neolítico, es decir: la relación entre lo que vive y las tecnologías (a partir de las cuales las sociedades se fundan y se refundan). YouTube equivalía, en mi lectura, al neolítico superior.
Algunos comparan el umbral crítico en el que vivimos con la invención de la imprenta. Yo prefiero pensarlo, en la estela de Guillaume Apollinaire, el inventor de los caligramas y, por lo tanto, de la poesía concreta, como el advenimiento del “Croniamental” que él propuso en Le Poète assassiné (1916).
Croniamental (o las infinitas variaciones de su nombre) es la síntesis de dos líneas evolutivas diferenciales sobre la vida. “Cro-Magnon” es el nombre con el cual se designa a la especie que llamó la atención de Werner Herzog (en La cueva de los sueños olvidados). El Neanderthal, que convivió durante cinco mil años con el Cro-Magnon, es una especie de homo sapiens extinta.
Hoy, con el advenimiento de una cultura nueva, se nos presenta la necesidad (teórica y política) de volver a analizar los cambios cualitativos a los que la técnica somete a lo viviente.
Los caligramas de Apollinaire dicen que llegada a un determinado punto, la poesía tiene que mutar, como muta la vida: “Croniamental”, poesía visual, biopoesía: todo lo que hoy vuelve con toda su fuerza. Por ejemplo, en la obra del poeta y artista carioca Eduardo Kac (1962), quien saltó a la fama cuando produjo una coneja (a la que llamó Alba) modificada genéticamente, que reluce cuando se la ilumina con luz azul.
Mucho antes de usar la computación, la robótica y la biotecnología como formas de arte, Eduardo Kac llamó la atención de los críticos por su poesía. Eduardo creció en Copacabana, que frecuentaba con su skate.
Desde sus primeros años, Kac se coloca en el lugar del comienzo (el recomienzo, el ritornello, la infancia de la humanidad, en este caso, de la poshumanidad). Una de sus camisetas, la más famosa, llevaba escrita el poema Filosofía: “Pra curar amor platônico/ só uma trepada homérica”, que puede traducirse como: “para curar el amor platónico/ sólo un garche homérico”.
Al ponerse al pecho la farmacia de Platón y el canto homérico, Eduardo sostiene con su cuerpo la escena de escritura (oral, cantada) de la filosofía y la poesía occidental. Se trata de una escritura que se plantea como originaria, inmemorial, anacrónica y que irá a parar, ejemplarmente, más tarde, a la “holopoesía y más allá” (así se llama uno de los textos-manifiesto de Kac, cuando se dedicó a ese género, a partir de 1982).
La nueva holopoesía le permitía a Eduardo Kac dar el primer adiós a la historia literaria: de ahora en más, anunciaba por entonces, la mecánica cuántica será más importante que Mallarmé para el desarrollo de la nueva poesía. La “nueva poesía visual” permite una sintaxis en movimiento, o, si se prefiere, una gramática de la transformación, en la que las palabras pueden mudar de categoría, en la que los verbos cambian de tiempo, o de modo, o de aspecto, y en la que las palabras pasan a ser figuras, y las figuras, palabras: la imposibilidad del nombre o el nombre retrocediendo incesantemente.
Lo que viene después ya es más raro: es el arte transgénico, del cual la conejita Alba es el ejemplo más conocido pero no el más audaz. En todo caso, una interrogación sobre el sentido del arte y de la poesía, pero también sobre el sentido de la vida (the meaning of life).
En su obra titulada Historia Natural del Enigma, Kac fusionó el ADN de una petunia con un gen aislado y secuenciado a partir de su propia sangre. El resultado de esta experimentación “utiliza el color rojo de la sangre y el enrojecimiento de las venas de la planta como un marcador de nuestra herencia común en el espectro más amplio de la vida”. Como de lo que se trata es de una forma de vida nueva, también importa el proceso de nominación: Kac llamó “plantimal” al resultado y “Edunia” a esa mezcla rara de Eduardo y Petunia: una flor en cuyas venas reluce la sangre del poeta.
lunes, 21 de octubre de 2013
sábado, 19 de octubre de 2013
Volver a casa
por Daniel Link para Perfil
Vuelvo a casa (a Argentina) para lavar la ropa, para saludar a mi madre en su día (mañana) y a mi hija en su cumpleaños (pasado mañana). Atravieso la ciudad sin apenas verla, pero sintiendo la potencia de la primavera en todas partes. El sol, los cielos nuestros, los lentos atardeceres, flores en la mitad de los árboles plantados para ocultar el horror de los carriles exclusivos. Vuelvo al lugar donde se lavan los trapitos sucios (nunca afuera, nunca para los demás), donde tengo verdaderos compromisos afectivos (ninguna de esas amistades superficiales que podríamos bajo el la etiqueta de "contactos" si no tuviéramos la secreta esperanza de que alguna vez elllos también volverán a casa).
Sigo con la apatía del migrante, del ave de paso, las campañas políticas con vistas al medio término parlamentario, porque aunque no quisiera volver a un avión, tengo que hacerlo antes de los comicios.
Todo lo que se ve y lo que se escucha es de una mediocridad infinita, salvo un cartel, cuyas pretensiones me dejan mudo.
Sobre la 9 de julio, a la altura del Ministerio de Salud, desde cuyas fachadas una mujer controvertida grita sus verdades sencillas y desgarradoras, pero en la vereda de enfrente, se ve el cartel de una candidata a diputada. ¿Quién es la que pretende oponer su cara a una de las caras más famosas del mundo? De lejos, parece la Sra. Soledad Silveyra después de una de sus aplicaciones milagrosas de Cicatricure: una cara lisa, sin expresión y sin destino, una cara anónima y estandarizada a fuerza correcciones digitales hechas sin imaginación y sin destreza.
No, no es Solita, es Lilita. Un máscara mortuoria que a alguien, que habita el error mercadotécnico, le pareció que podía competir con la potencia de un mito. Yo, que no soy peronista, y que detesto toda forma de sentimentalismo, sin embargo doy vuelta la cabeza y fijo mi mirada en Evita, con una sensación de náusea ante tanta soberbia.
viernes, 18 de octubre de 2013
Copacabana, mon amour
por Lux para Soy
Después de conocer los vericuetos
del sistema de salud carioca, Lux llega a Copacabana y se suma a la
marcha del orgullo gay mais
grande do mundo.
En Facebook, mis enemigas me
acusan de "mufa" y "yeta" por las muchas
desgracias que arrastro cada vez que vengo a Río (las pérfidas
todavía recuerdan la vez que se me quemó la peluca en la boite
Le Boys, en mi imitación de Lady Gaga). No es mi culpa que los
cables eléctricos me hayan arrastrado por las calles de Icaraí, con
grave riesgo para mi integridad espinal. Es esta lengua infantil que
hablan por acá y que a mí me suena a bobagem.
Retomo: después de mi caída durantela parada gay de Niterói me hospitalizaron. Mis contratantes
tuvieron que juntar dineiros para cambiar mi pasaje y me
ponían mala cara porque mi recuperación se demoraba. En los
hospitales de la bahía de Guanabara hay menos camas disponibles que
en el conurbano bonaerense, así que peregriné de aquí para allá a
medida que alguna se desocupaba.
El shock
eléctrico me dejó un temblor en el músculo orbicular del ojo
derecho y la caída del camión un hematoma considerable en la
rodilla y una fisura ósea que me obligó a movilizarme en cadeira
rodante.
Mi optimismo proverbial me
sugirió convertir mi handicap en fiesta y transformé mi vehículo
en monocarroza, para desfilar, ¡ahora sí!, en la parada gay de
Copacabana, porque a la vista estaba que hasta después de esa fiesta
(el domingo pasado) mis contratantes no iban a poder desembarazarse
de mí.
El día amaneció
tessudo
(como en ese poema de Eduardo Kac) y la ambulancia me dejó temprano
en el posto 6 de la Orla, donde ya estaban los gigantescos camiones,
esta vez multiplicados por cuatro, a los que miré con odio.
Para mi sorpresa no
era el único ejemplo de optimismo y las sillas de ruedas con
espásticos, ancianas y locas recalcitrantes se multiplicaban bajo
las mangueiras
(eran las 11 de la mañana y hasta las 18 la marcha no empezaba).
Recorrí los
puestitos de las militantes para ver qué se decía, que había que
decir: "Río sin homofobia", una convocatoria para un
casamiento civil "homoerótico" masivo en la praia,
incitaciones al uso del condón y a la vacunación masiva contra la
hepatitis, que está haciendo más estragos que el virus de hiv
mismo, en fin: las consignas al uso (ahora bien, en cuestión de
leyes, el Brasil atrasa). En un puesto de saúde
protesté porque no entregaran, con los condones, lubricante. Yo ya
había sentido el efecto de esa falta más de una vez (hay que
decirlo: los brasileños no trepan
bonito, y yo creo que es por exceso de calistenias matutinas en la
playa).
Después del
mediodía, la concurrencia empezó a cambiar y a las familias
domingueras se sumaron contingentes de negritos desejantes
y
ahítos de alcohol, recién salidos de la boite "La cueva",
que es una especie de Contramano mezclado con Glam, regenteada por
una loca vieja escapada del franquismo hace mil años. Me mordí el
labio por no poder pararme para lucir mi bunda,
pero mi condición era severa y sólo podía tirar besos (hasta a los
bombeiros que ciudaban el orden).
Aqui había más
policía que en Niterói y, sobre todo, más policía del discurso:
la alegría descontrolada de la semana anterior se mezclaba con las
cosas graves de las demandas civiles. Los camiones estaban alineados
(el de las lésbicas, el de los viados,
el de las trans) y, al costado, una gigantesca bandera arcoiris
esperaba para ser desplegada.
Cuando ya no cabía un
alfiler entre sunga y sunga en la Avenida Atlántica, empezaron a
llegar las estrellas, con sus trajes de luces y sus alas de anjos. Un
carnaval cuyo protagonismo se me escapaba entre los dedos. Parecía
militante, con mi cara grave.
Había algo raro en
los preparativos, hasta que me di cuenta de la presencia de los Pink
Block, enmascarados de rosa y tirando purpurina rosada a los
paseantes, inspirados en el grupo anarquista "Black Bloc",
pero esta vez orientados más hacia la defensa del amor libre que a
la destrucción del capitalismo y sus emblemas. Otros grupos sumaban
sus reclamos en apoyo a la huelga educativa que tuvo paralizadas las
escuelas del Estado.
Arco
Iris es la organización que organiza la Parada desde 1995 (ésta fue
su 18a. edición) y su presidente, Júlio Moreira, tuvo que aceptar
mi presencia a su lado en varias fotos. Más allá, Jean Willys, un
bombonazo del Partido Socialismo y Libertad (PSOL, izquierda radical
opositora al gobierno de Dilma) me hacía ojitos y me señalaba los
carteles oficiales de la Parada: seis puños en alto, cerrados,
coloreados según la bandera gay manda. Cuando me dí cuenta de lo
que me quería insinuar, le dije que sí con la cabeçinha
y me fui rodando rápidamente para conseguir lubricante. ¡Nossa!
Es tanto lo que hay que enseñar en esa tierra, que me pareció que
iba a cumplir una misión pedagógica y beneficiosa para el pueblo
carioca sin distinción de clases.
miércoles, 16 de octubre de 2013
martes, 15 de octubre de 2013
Dos veces Sontag
Por Daniel Link para eñe
Susan Sontag murió el 28 de diciembre de 2004, poco tiempo después de la publicación de su último libro, Cuestión de énfasis (2004), y con una recopilación de artículos en la imprenta, Al mismo tiempo (2007), a los que oportunamente me referí con cierta melancolía.
Siempre leí la obra de Sontag como la de una amiga distante a la que podía pedirle consejo porque la lectura repetida puede comprenderse como un pacto amistoso entre dos conciencias lejanas (en el tiempo y en el espacio).
La Sontag a la cual vuelvo siempre, pero particularmente en estos días, cuando preparo una intervención en un festival camp de Ríode Janeiro, es aquella que llegó a Nueva York en 1958 y que se convirtió no en su mejor cronista sino en su teórica más aguda (me refiero a la ciudad imaginaria que por ese entonces era Nueva York, el centro indiscutible de todas las artes y de todas las sensibilidades, algo ya perdido para siempre, una singularidad que la barbarie imperialista ya no tolera).
En sus diarios de la época se leen sus encuentros con el amor que no osa decir su nombre: “Mi relación con Harriet [Sohmers] me perturba. Quiero ser espontánea, irreflexiva, pero la sombra de sus expectativas sobre lo que es tener un affair me desequilibra, me hace actuar con torpeza” (30 de diciembre de 1958).
Poco tiempo después la fama le llega no por la vía de las novelas que va prolijamente escribiendo sino por el conjunto de ensayos en los que lee su época y en los que su época se siente leída, Contra la interpretación (1964).
El 9 de diciembre de 1961 anotó en su diario: “El miedo a envejecer nace del reconocimiento de que uno no está viviendo la vida que desea. Es equivalente a la sensación de estar usando mal el presente.”
Esa sensación de usar mal el presente, ese miedo a la vejez (el miedo al Tiempo) domina la última parte de su obra y, con el paso de los años, me siento identificado con ella: con la distancia respecto de sus antiguos dichos y con el desacomodamiento respecto del presente (finalmente, el presente no es sino la relación de inactualidad que con él establecemos). “El arte facilón actual ha dado luz verde a todo” se lee en “Un argumento sobre la belleza” (incluido en Al mismo tiempo) y, con ella, notamos en lo que nos rodea un cierto relajamiento de la extrema sobriedad que el arte pop de los sesenta había impuesto como norma.
La fotografía fue una de sus obsesiones, desde Sobre la fotografía (1977) hasta Ante el dolor de los demás (2003), y vuelve en “Ante la tortura de los demás” (incluido en Al mismo tiempo), donde Sontag analiza el escándalo suscitado por las fotografías en las que alegres soldados estadounidenses torturaban a prisioneros iraníes en la cárcel de Abu Ghraib. “Sí, al parecer una imagen dice más que mil palabras”, concluye Susan. “E incluso si nuestros dirigentes prefieren no mirarlas, habrá miles de instantáneas y videos adicionales. Incontenibles”. Ese carácter incontenible, inocultable, de la barbarie reposa en un dato insoslayable de “nuestra” cultura: la digitalización, que algunas veces se nos aparece como facilona y berreta y, otras, como una herramienta contra la guerra imperial. Ese borde incómodo del presente fue el de Sontag, y sigue siendo el nuestro.
Susan Sontag murió el 28 de diciembre de 2004, poco tiempo después de la publicación de su último libro, Cuestión de énfasis (2004), y con una recopilación de artículos en la imprenta, Al mismo tiempo (2007), a los que oportunamente me referí con cierta melancolía.
Siempre leí la obra de Sontag como la de una amiga distante a la que podía pedirle consejo porque la lectura repetida puede comprenderse como un pacto amistoso entre dos conciencias lejanas (en el tiempo y en el espacio).
La Sontag a la cual vuelvo siempre, pero particularmente en estos días, cuando preparo una intervención en un festival camp de Ríode Janeiro, es aquella que llegó a Nueva York en 1958 y que se convirtió no en su mejor cronista sino en su teórica más aguda (me refiero a la ciudad imaginaria que por ese entonces era Nueva York, el centro indiscutible de todas las artes y de todas las sensibilidades, algo ya perdido para siempre, una singularidad que la barbarie imperialista ya no tolera).
En sus diarios de la época se leen sus encuentros con el amor que no osa decir su nombre: “Mi relación con Harriet [Sohmers] me perturba. Quiero ser espontánea, irreflexiva, pero la sombra de sus expectativas sobre lo que es tener un affair me desequilibra, me hace actuar con torpeza” (30 de diciembre de 1958).
Poco tiempo después la fama le llega no por la vía de las novelas que va prolijamente escribiendo sino por el conjunto de ensayos en los que lee su época y en los que su época se siente leída, Contra la interpretación (1964).
El 9 de diciembre de 1961 anotó en su diario: “El miedo a envejecer nace del reconocimiento de que uno no está viviendo la vida que desea. Es equivalente a la sensación de estar usando mal el presente.”
Esa sensación de usar mal el presente, ese miedo a la vejez (el miedo al Tiempo) domina la última parte de su obra y, con el paso de los años, me siento identificado con ella: con la distancia respecto de sus antiguos dichos y con el desacomodamiento respecto del presente (finalmente, el presente no es sino la relación de inactualidad que con él establecemos). “El arte facilón actual ha dado luz verde a todo” se lee en “Un argumento sobre la belleza” (incluido en Al mismo tiempo) y, con ella, notamos en lo que nos rodea un cierto relajamiento de la extrema sobriedad que el arte pop de los sesenta había impuesto como norma.
La fotografía fue una de sus obsesiones, desde Sobre la fotografía (1977) hasta Ante el dolor de los demás (2003), y vuelve en “Ante la tortura de los demás” (incluido en Al mismo tiempo), donde Sontag analiza el escándalo suscitado por las fotografías en las que alegres soldados estadounidenses torturaban a prisioneros iraníes en la cárcel de Abu Ghraib. “Sí, al parecer una imagen dice más que mil palabras”, concluye Susan. “E incluso si nuestros dirigentes prefieren no mirarlas, habrá miles de instantáneas y videos adicionales. Incontenibles”. Ese carácter incontenible, inocultable, de la barbarie reposa en un dato insoslayable de “nuestra” cultura: la digitalización, que algunas veces se nos aparece como facilona y berreta y, otras, como una herramienta contra la guerra imperial. Ese borde incómodo del presente fue el de Sontag, y sigue siendo el nuestro.
Letra chica y parada grande
por Lux para Soy
Invitada a la Marcha del Orgullo Gay de
Río de Janeiro, Lux no se da cuenta de los signos que el destino le
envía, para que se de cuenta de sus equivocaciones, y termina
eléctrica, a los tumbos, manoteando paquetes.
Escribo, ya, para las jóvenes
generaciones, para que aprendan de mis errores. Rosita me reenvia,
porque ella no va a poder asistir, un billete electrónico endosado
donde leo Galeao. Pienso en Río, en el Pão
de Açúcar (que yo pronucio
"pau", porque me parece más insinuante), en los garotos de
la praia y me mojo.
Armé un bolsito así nomás, porque el
asunto era asistir a la Marcha del Orgullo Gay carioca y me tomé el
55 (estaba en San Justo, por asuntos que no puedo contar ahora) y
después el 8. Por supuesto, chicas: me había equivocado de
aeropuerto y me tuve que gastar los únicos pesos que tenía en un
taxi que me dejara en Aeroparque a punto para el embarque.
Entre el miedo de perder el vuelo y la
excitación, apenas me senté me entregué a los brazos de Morfeo
(otros brazos más atractivos no había a la vista, lo confieso).
Antes de aterrizar, me fui al baño y me hice una foto sin ropa que es la últimísima moda de internet. Cuando el avión empezó a bajar
y vi la bahía de Guanabara suspiré profundamente, me arreglé el
pelo y me pasé el dedo por el sobaco para ver si necesitaba
desodorante. No, estaba todo en orden.
Bajé casi corriendo, con el voucher
del hotelito, que ni había leído, y le pregunté a un negrazo
vestido de uniforme qué colectivo me deyaba lá. Imposible fue que
nos entendiéramos porque el negrazo no era local, sino una loca que
había venido de vacaciones, pero se ofreció a llevarme en su taxi
hasta la Praça 15 (de
Novembro), y que ahí me arreglaba. No me habló en todo el viaje.
En la Praça
15 me enteré de que mi hotelito quedaba en Niterói, del lado de
enfrente de la Bahía, y me puse en la cola de la barca que la cruza
por 4 reais. La tarde estaba preciosa, pero fresca, así que cuando
me acodé en la borda, se me puso la carne de gallina, pero nada me
importaba porque iba a desfilar en Copacabana, ¡en pocas horas!
En el hotel me esperaba un balde de
agua fría: la Parada Gay para la que me habían convocado (bah, a la
que Rosita, la malvada, me había mandado) era la de Niterói, que
sucede una semana antes que la de Copacabana. Intenté protestar pero
qué iba a hacer: la culpa era mía por no haber leído la letra
chica de la convocatoria. Me subieron a un camión que ya estaba
doblando por la Beiramar de la prainha de Icaraí, con mi querido
Pão de Açúcar,
el Corcovado y la copita-museo de Niemayer allá en el fondo... Casi
se me cae una lágrima de decepción pero me calcé las calzas y
empecé a sacudir mis cadeiras rioplantenses al ritmo de una
electrónica berreta pero con tantos bajos que te abrían de par en
par los orificios todos. No escuchaba nada y, en extasis, devoraba
con los ojos la multitud bajada de los morros, los negrazos ebrios,
las tetotas de gym, los culazos sin género (es decir, degenerados)
que me llamaban y me invitaban a una larga noche de lujuria (la
Paseata empieza a las 15, pero no termina hasta el otro día, o
mejor: termina la caminata, pero la joda no se interrumpe más).
Como no escuchaba nada, interpreté mal
los gestos que me hacían los otros partiquinos del camión, pensando
que me vivaban y seguí bailando, dando vueltas sin ton ni son en mis
tacones. Pero no: querían advertirme que el camión (gigantesco) se
acercaba fatalmente a los cables de alumbrado y, como no los vi, me
arrastraron al techo del camión primero y luego me lanzaron a la
vereda tropical de Icaraí, con tanta mala suerte que, además del
shock eléctrico y el golpe, fui a caer justo delante de un pastor
que había montado su contramarcha y que me usó como ejemplo de lo
que le espera a quienes tuercen los destinos del Señor. Por
supuesto, nadie le hacía caso y ya los cuerpos se frotaban los unos
contra los otros en una danza colectiva y obscena de la que me
excluían por mi accidente.
Desde una silla de ruedas, medité:
podrían morirse todas las locas del mundo, de golpe y sopetón, pero
siempre estará Río, para proveer. Y empecé a manotear los paquetes
que me ponían a tiro.
(continuará...)
lunes, 14 de octubre de 2013
Por siempre Cate
Estando de viaje, Personal me corta el servicio por exceso de consumo. Me pasé en ochenta pesos, me dicen, cuando llamo para reclamar y aumentar mi límite.
La culpa es de mi amiga Cate, que cada tanto me llama vía skype y me tiene horas preguntándome cosas sobre su trabajo.
El asunto, ahora, era ver si llego a la premiere sanfranciscana de su última película, Blue Jasmine.
Llego el 23, le digo. Se queja, hace morisquetas (me hubieras invitado a la premiere de Londres, le digo). "Te va a encantar" ("You will love it", refiriéndose a su trabajo, no a la película en sí).
"¡Te repetiste!", le grito, señalándola y ella estalla en carcajadas. Sabe que adoré su Blanche Dubois cuando la vi en Brooklyn, hace años. Lo hice por vos, me dice.
Lo hiciste por vaga, le digo. Y así.
Desde que mudó a Sidney ya no hablamos tanto como antes y, sobre todo, no nos encontramos por ahí. Pero por fortuna, desde nuestras últimas discusiones ha vuelto a hacer las cosas que me interesan verle hacer.
La culpa es de mi amiga Cate, que cada tanto me llama vía skype y me tiene horas preguntándome cosas sobre su trabajo.
El asunto, ahora, era ver si llego a la premiere sanfranciscana de su última película, Blue Jasmine.
Llego el 23, le digo. Se queja, hace morisquetas (me hubieras invitado a la premiere de Londres, le digo). "Te va a encantar" ("You will love it", refiriéndose a su trabajo, no a la película en sí).
"¡Te repetiste!", le grito, señalándola y ella estalla en carcajadas. Sabe que adoré su Blanche Dubois cuando la vi en Brooklyn, hace años. Lo hice por vos, me dice.
Lo hiciste por vaga, le digo. Y así.
Desde que mudó a Sidney ya no hablamos tanto como antes y, sobre todo, no nos encontramos por ahí. Pero por fortuna, desde nuestras últimas discusiones ha vuelto a hacer las cosas que me interesan verle hacer.
sábado, 12 de octubre de 2013
Fiestas y rezos
por Daniel Link para Perfil
No me atrevo a hablar de la actualidad política porque mi poder predictivo me da miedo. La semana pasada escribí sobre los riesgos que involucraba la sucesión presidencial y, al instante, Aimé se estaba bajando de la moto para ajustar sus cachas al sillón de Rivadavia, y todos estamos con una vela prendida por la salud de la Sra. Kirchner, incluso en este remoto rincón de Brasil en el que me encuentro.
Estoy, desde hace meses, haciendo una investigación sobre fiestas populares que comenzó en Amaicha del Valle, Tucumán, con la Pachamama, en agosto, y siguió en General Rodríguez con mi propio cumpleaños. Este mes me tocan las Paradas Gay de Brasil (el domingo pasado se hicieron las Paseatas de Cabo Frío y de Niterói, donde hubo más gente que la que nunca se vio en Buenos Aires, y un par de muertos; mañana es la de Copacabana, que va a multiplicar por mil la asistencia, las carrozas, las locas, las tarifas hoteleras).
Después me correré hasta San Francisco, California (aclaro para la AFIP que ningún pasaje fue pagado con dinero mío, es decir de la patria o del pueblo) para registrar Halloween, y a México, para la inauguración de los altares de Día de Muertos.
En Buenos Aires, será el turno de la Marcha del Orgullo GLTBGG (agrego las dos últimas letras para significar "Gente Grande": la minoría de las minorías).
Poco después, al término de la Fiesta de San Nicolás en Gante, Bélgica (diciembre 6), tengo acreditación (hasta el 9) para la Fête des lumières de Lyon, Francia, resultado de un equívoco: pensé que tenía algo que ver con la Ilustración, pero es sólo un Festival de Luces.
Nada de esto me importa en estos momentos de zozobra y es eso lo que quiero subrayar: los mejores planes se ven opacados cuando la arquitectura del Estado es un castillo de naipes. No voy a interrumpir mi gira (que incluso me impedirá votar) para que mis premoniciones no interfieran con el curso de la Historia.
miércoles, 9 de octubre de 2013
Pipoca
DEL 10 AL 20 DE OCTUBRE VIVÍ LA FIESTA DEL CINE ONLINE ÚNICA EN EL MUNDO. MÁS DE 150 PELÍCULAS EXCLUSIVAS PARA VER DESDE TU CASA. Encontrá toda la información, descargate el Catálogo y preparate para disfrutar de esta experiencia histórica.
Descargate ahora el CATÁLOGO COMPLETO DEL FESTIVAL y palpitá todas las películas que tenés para ver o recorré las fichas de las películas online DESDE ACÁ
La segunda edición del Festival Global se desarrollará durante 10 días corridos, desde el jueves 10 de octubre de 2013 hasta el domingo 20, únicamente online dentro del sitio web ComunidadZoom.com.
Estará compuesto por 115 películas divididas en 16 secciones en COMPETENCIA, que competirán por el PREMIO DEL PÚBLICO a MEJOR PELÍCULA, MEJOR DOCUMENTAL y MEJOR CORTOMETRAJE, y el PREMIO DE LA CRÍTICA que será otorgado por un jurado conformado con periodistas y críticos del medio cinematográfico.
Además, 3 de esas secciones, participarán en la COMPETENCIA OFICIAL donde un jurado integrado por Mariano Llinás, Nathalie Cabiron, Ulises Rosell, Albertina Carri y Mirta Busnelli destacarán el desempeño al Mejor Dirección de Ficción, Mejor Dirección Documental, Mejor Dirección de Cortometraje, Mejor Producción y Mejor Actuación.
Todas las películas podrán verse en 3 oportunidades a lo largo de los 10 días de duración del festival según ESTA GRILLA HORARIA para que todos tengan la chance de poder verlas. Cada función en donde es exhibida una película tendrá una duración de 2 horas ininterrumpidas, dando la chance a quien quiera asistir a la exhibición de esa película, de poder comenzar a verla EN CUALQUIER MOMENTO del transcurso de esas dos horas de duración de la función. Para esto, el espectador sólo deberá ingresar a la SALA VIRTUAL en el horario pautado.
Si querés ver alguna o todas las 115 películas en competencia y poder ingresar a la Sala Virtual, deberá conseguir previamente EL ABONO DEL FESTIVAL GLOBAL que tiene un costo de $60 y puede adquirirse con tarjeta de crédito o con efectivo mediante un cupón de pago como RapiPago, PagoFacil, etc. Quienes vivan en Argentina podrán comprar el abono mediante MercadoPago, quienes vivan en el exterior mediante PayPal. Tengan en cuenta que el alta del abono adquirido mediante cupón de pago demora un día después de efectuado el pago por ventanilla.
Por otra parte estarán disponibles más de 30 películas en las SECCIONES PARALELASque serán exhibidas libre y gratuitamente las 24 horas del día durante los 10 días del festival. Estas secciones incluyen una selección destacada de nuestro sitio, un homenaje con la retrospectiva de la obra del maestro Leonardo Favio y la excelente sección internacional del Festival de cine con licencias Creative Commons de Barcelona, el BccN.
Todas las películas se emitirán en alta calidad, en su idioma original y subtituladas al español si fuera necesario, completas, y podrán ser vistas desde cualquier territorio del mundo (salvo Juan y Eva sólo en Argentina y Jacobo sólo en latinoamérica).
Hemos trabajado con mucho esfuerzo para poder armar un festival de gran calidad, que evidencie el gran momento que está viviendo el cine tanto en Argentina como en muchas otras partes del mundo. Tratamos de dar cuenta de la diversidad cultural y estética para que cada propuesta se pudiera ver reflejada y que cada público encuentre su contraparte que lo identifique y lo nutra.
Las películas fueron unidas en secciones temáticas porque descubrimos ciertos tópicos recurrentes y quisimos invitarlos a compartir y adentrarse en estos mundos.
Esperamos que sea de vuestro agrado tal como el placer que nos brinda a nosotros poder haber reunido todo este material.
Que lo disfruten. Empieza la Fiesta.
sábado, 5 de octubre de 2013
E pur si muove
Por Daniel Link para Perfil
Como no uso twitter ni facebook, me entero tarde y mal de ciertas predilecciones populares (o sea: recién cuando llegan a la primera plana de los diarios). Vuelvo al país después de un viaje de trabajo y todo el mundo canta y baila la cumbia de las calzas. Voy a una cena familiar y me preguntan si vi lo que tal puso en twitter sobre mí. “No, no uso twitter”. Pero es fácil enterarse. Y la mayoría de las veces no vale la pena detenerse sobre lo que alguien dice que uno ha escrito porque se trata de un error de lectura, cuando no de mala fe. Sin embargo, cierta persistencia en el error nos obliga a alguna aclaración.
He publicado una serie de columnas sobre los escándalos que envuelven a la figura vicepresidencial y hasta he señalado el daño que provoca la ocupación de un cargo que compromete seriamente la sucesión soberana. En mi sitio personal, esas columnas pueden encontrarse bajo el título “Boudoudeces”. Me he expresado con toda la claridad de la que soy posible en contra de magistrados como el Dr. Oyarbide, que tanto daña la imagen de Justicia, todas las veces que hizo falta. He comparado al Sr. Pichetto con un Neanderthal desencadenado y a la Sra. Conti con un lagarto de más allá de la galaxia y he caracterizado algunas viejas alocuciones presidenciales como “primeras deposiciones”.
Soy de los que piensan que la corrupción es una lacra que arruina todo vínculo social, más allá de la política (hubo corrupción en los países comunistas; es de prever que la haya en las sociedades poscapitalistas cuyo advenimiento esperamos).
Ahora bien, puesto a analizar el discurso político, lo que me importa es otra cosa: el doble juego entre lo que se enuncia y lo que se hace, los lugares desde donde se dice lo que se dice, el permanente sufrimiento al que nos someten los políticos con sus discursos insensatos (bien porque carecen de sentido o bien porque están saturados de él que nos resultan opacos), es decir: asuntos ligados antes con el análisis de lo que circula que su condena.
Si no hubiera corrupción, ¿entonces qué? ¿Estallaríamos de gozo ante los agujeros discursivos del poder? ¿Aplaudiríamos a un gobierno que sostiene que el gasto turístico desequilibra la balanza comercial y pone en riesgo las reservas monetarias? ¿Consideraríamos positivo a un modelo de desarrollo fundado en el consumo? ¿Adoptaríamos como adecuadas a nuestra percepción de la realidad las estadísticas urdidas sólo para intervenir en los calendarios de pago de la deuda externa?
Un poco por eso, mi situación es incómoda: mis amigos oficialistas me dicen “gorila” en las fiestas de cumpleaños porque yo nunca voté y nunca votaría a quien no necesita de mi voto porque su deseo pasa por reinar (al ritmo de la cumbia, últimamente), pero ciertos formadores de opinión que no reniegan del aplauso fácil de los trolls me acusan de cristinista y, en el colmo del error, de kirchnerista. A ellos les digo: e pur si muove.
viernes, 4 de octubre de 2013
Ma'h sí! Me voy a San Francisco...
The Hotel Chelsea Says No More Orgies Allowed
Bad news: All you orgy-loving folks won't be able to do your group thing at the Hotel Chelsea in New York City anymore. The Chelsea has banned orgy party planner Palagia from throwing her monthly sex bashes there.
Palagia, who's said to be a Greek Madonna doppelganger, has been throwing sex soirees for a whopping 11 years at the hotel. Apparently, they were swinging events attended by actors, musicians and TV stars, as well as hotel residents, Page Six reported.