sábado, 28 de mayo de 2016

Monstruos modernos


por Daniel Link para Perfil

No sé si he subrayado lo suficiente la calidad extraordinaria de la serie Penny Dreadful (el título refiere a las ficciones baratas de terror que, hacia finales del siglo XIX, circulaban en Londres). Acaba de comenzar la tercera temporada y el suceso de las dos anteriores me da un poco de miedo. Ya sabemos cuán esclava es la televisión del éxito: si no lo tiene, los proyectos se discontinúan: si lo tiene, probablemente los desvirtúe.
La producción fue, desde un comienzo, británico-estadounidense. Pero esta tercera temporada ha amplificado esa desagradabe característica y me hace temer lo peor.
Por lo pronto, los personajes andan desperdigados a los dos lados del Atlántico.
En Londres, Vanessa Ives (una cada vez más extraordinaria Eva Green) anda paseando con Mr. Sweet (que es, en verdad, Drácula). Cada tanto va a un consultorio a someter sus neurosis a un tratamiento psicológico. El secretario de la analista (que en la temporada pasada fue una bruja) es Renfield, quien le cuenta sus secretitos a Mr. Sweet.
Por otro lado, andan juntos el Dr. Frankenstein y el Dr. Henry Jekyll, compañeros de estudios, potenciando sus experimentos. Y, finalmente, Dorian Gray anda del bracete de Lili, “la novia de Frankenstein”, convertida en feminista radical, con deseos de conquistar el mundo (asesinando de paso varones que explotan a las mujeres).
Del otro lado del Atlántico están Ethan (el lobo de Dios), acompañado de una bruja. Los persiguen, además de las fuerzas de la Ley, Mr. Murray y el padre apache de Ethan, para salvarlo de no se sabe bien qué peligro y para, en última instancia, salvar al mundo.
La trama norteamericana carece de la intensidad de la trama londinense (ah: el monstruo de Frankenstein vuelve después de un raro periplo a la ciudad, con recuerdos frescos de su vida pasada).
El revoltijo de nombres y figuras clásicas del gótico británico no significa demasiado porque la historia, originalísima, teje con ellos una intriga nueva. Miss Ives es el centro de la trama (todas las fuerzas del mal, en las sucesivas temporadas, tienen el propósito de aniquilarla). Ella, que se ha entrenado en las artes oscuras de la brujería y que es además vidente, sufre casi sin interrupción desde el primer capítulo, hace tres años.
El primer capítulo de esta temporada fue extraordinario: situó el relato el día que murió Alfred Tennyson (el 6 de octubre de 1892) lo que, de paso, sirvió como índice de las fuentes de inspiración de John Logan para escribir sus extraordinarios diálogos.
La producción es impecable, los escenarios quitan el aliento y la cinematografía de la serie sostiene con perspicacia los claroscuros de una trama en la que oscuras potencias (ni siquiera el Bien es agradable, porque está teñido de positivismo) van produciendo, uno a uno, los monstruos de nuestra modernidad.


sábado, 21 de mayo de 2016

Cerca de la revolución


Por Daniel Link para Perfil
 

Hace unos días, tuve el honor de presentar los dos tomos de las Obras Completas de Roberto Carri, desaparecido durante la última dictadura militar, junto con su esposa, Ana María Caruso.
Más allá del acto de justicia, el acontecimiento de haber editado estos libros espléndidos (que incluyen libros, artículos, entrevistas y clases dictadas por Roberto Carri) permite seguir el temblor de un pensamiento originalísimo y muy radical, inscripto en lo que Alcira Argumedo indentificó como Iluminismo de la Revolución del Tercer Mundo.
La obra de Carri es la de un sociólogo enfurecido contra “la ciencia” “lo científico”, “la sociología científica”, el “formalismo” en las ciencias sociales, entendido como “empirismo acrítico”: la voz de alguien que se detiene a discutir la oposición entre “ciencia” y “práctica” porque le parece que eso afecta al estatuto posible de una verdad: “para nosotros hay una sola verdad y es la necesidad de la lucha popular por la liberación de la patria. Nuestra ciencia expresa esa necesidad”, escribe Roberto Carri.
La otra sociología era para él, como cualquier otro nombre disciplinar, una especie de aduana del pensamiento, un espacio donde no se inventan o crean conceptos sino donde se administran Universales.
¿Cómo sería una ciencia de lo singular? Una interrogación semejante pone en crisis el edificio entero de la ciencia sociológica. Se podría pensar en una alianza al mismo tiempo pública y privada (es decir: político y económica) entre teoría, arte y ciencia, registros plegados en un umbral de indiscernibilidad y las condiciones de un saber: nosotros, educados en la filología, llamamos “crítica” a ese umbral.
Y en ese punto convendría recordar a Gabriel Tarde, el fundador de una sociología de las cualidades a quien Roberto Carri no cita, que perdió completamente contra Durkheim en los momentos fundacionales de la disciplina. Tarde sostuvo, y creo que a Roberto Carri lo hubiera entusiasmado este camino, una concepción inversa de la que sostiene la sociología clásica: no explicar lo pequeño por lo grande y el detalle por el conjunto, sino “las semejanzas de conjunto por la agrupación de pequeñas acciones elementales, lo grande por lo pequeño, lo englobado por lo detallado” (en Las leyes sociales). Una sociología de las simpatías y de las urgencias, una teoría de las inminencias, la ciencia de lo singular y de lo necesario. Una microsociología de los pliegues y de las moléculas.

martes, 17 de mayo de 2016

Otro regalo de reyes


Los principales argumentos, que justifican la concesión de obras públicas y su posterior explotación por privados, están relacionados con la carencia de capacidad económica del Estado para afrontar la ejecución de grandes obras.  De esta forma, se acude a capital privado para que realice la inversión original para la construcción y se autoriza la explotación exclusiva de la obra terminada a la empresa que la construyó por un cantidad determinada de años que permita recuperar la inversión y obtener una ganancia.
Esto no ocurrirá con la concesión del nuevo Centro de Exposiciones y Convenciones ("Centro") que impulsa el Jefe de Gobierno en la Legislatura Porteña.
En este caso, el GCBA costeó la totalidad de la obra y ahora pretende concesionarla a un privado que no aportó absolutamente nada de dinero ni tendrá que afrontar riesgo empresarial alguno. Es el claro ejemplo de cómo todo el esfuerzo de la Ciudad y sus habitantes es capitalizado por un privado sin razón alguna.

El 24 de abril de 2014, la Legislatura porteña autorizó, con la sanción de la ley N° 4.923, la construcción del Centro de Exposiciones y Convenciones de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires[1] en reemplazo del existente Centro Municipal de Exposiciones conjuntamente con espacios para estacionamientos y sector de carga y descarga.
El Centro contará con una superficie aproximada de 49.843 m2, de la cual la superficie cubierta del edificio es de: 19.843 m2 y se ejecutará un estacionamiento subterráneo con capacidad estimada para alrededor de 1.000 automóviles, con una superficie de 30.000m2. La capacidad será para 5.300 personas.
La obra fue adjudicada[2] a la empresa Criba S.A. - Mejores Hospitales S.A. (UTE) por $ 313 millones de pesos. El Centro no está aún finalizado, al mes de marzo se encontraba en un 74% ejecutada. Al día de la fecha, el GCBA ha gastado $ 442 millones pesos.

El Jefe de Gobierno, remitió a la Legislatura el proyecto de ley N° 2986-J-2014, aprobado en primera lectura por la Legislatura porteña el día 3 de diciembre de 2015. Este autoriza a concesionar el uso y explotación[3] por un plazo de quince (15) años[4] el predio denominado "Centro de Exposiciones y Convenciones de la Ciudad de Buenos Aires".
Realizada toda la inversión por la Ciudad ($ 442 millones) ahora se avanza con la privatización del Centro. ¿Qué puede justificar que un privado reciba grandes ganancias de la explotación de una obra pública, costeada completamente por la Ciudad, sin inversión alguna por parte del concesionario, y cuya gestión no es de una complejidad técnica importante para que no pueda ser administrada por el GCBA? La única respuesta que subyace a esta decisión es garantizar negocios de privados con la tierra y la inversión pública.
¿Quiénes serán los que se beneficien de este esfuerzo colectivo de los porteños?
Unos indicios surgen de quiénes fueron las que defendieron que era prioridad para la Ciudad construir un Centro de Exposiciones de casi $500 millones de pesos. en la Audiencia Pública[5] en la que se trató la obra. En esta las organizaciones que apoyaron esta obra fue la Buenos Aires Convention & Visitors Bureau (Asociación Civil que reúne 50 empresas del sector), la Asociación Argentina de Organizadores y Proveedores de Exposiciones y Congresos -AOCA- y el Director de relaciones institucionales del Predio Ferial de Buenos Aires La Rural. Sus argumentos se basaron en que el Centro aumentaría el potencial de crecimiento del turismo de reuniones que tiene la Ciudad.
Frente a la intensa defensa de estas organizaciones de la necesidad de que el GCBA invierta esta ingente cantidad de dinero para favorecer a su "sector", el resto de los participantes nos preguntábamos ¿Por qué el Centro debería ser prioridad para los porteños frente a otras prioridades? ¿Si el Centro va a beneficiar principalmente a un sector del turismo y negocios, no deberían ellos realizar la inversión?
Este proceso de concesión ni siquiera puede llamarse una privatización, es directamente la entrega de inversión y esfuerzo público para garantizar el negocio de los empresarios del sector. La Ciudad sólo podrá utilizar 45 días al año el Centro sin pagar cuando es la que costeó toda la obra.
El próximo jueves 19 de mayo, la Legislatura discutirá en el recinto dar sanción definitiva al proyecto que autoriza la concesión.
No es el único caso de privatización de la tierra y obra pública que se encuentra actualmente en discusión en la Legislatura porteña: Está la creación de la Agencia de Bienes, la concesión de la Costanera Norte en el marco del Distrito Joven. Por otra parte, el Poder Ejecutivo avanza con la entrega de los terrenos de Casa Amarilla al Club Atlético Boca Juniors y la concesión de una plaza shopping en Colegiales.
La Ciudad está siendo administrada hacia la mercantilización absoluta.  

Contacto:

Observatorio del Derecho a la Ciudad:
Jonatan Baldiviezo: (011) 15 3655-3465

Asociación por la Justicia Ambiental:
 Tato Arce: (011) 15 6828-6011


[1] Ubicado en el predio delimitado entre el Parque Thays y la Plaza República Federativa de Brasil, sobre la Avenida Presidente Figueroa Alcorta, entre las calles Julio Víctor González y Dr. Carlos Vaz Ferreira.
[2] Decreto N° 43/2010 de fecha 24 de enero de 2014 por el monto de $ 313.660.000.
[3] El futuro concesionario deberá ocuparse del:
a. Mantenimiento del Centro de Exposiciones y Convenciones,
b. Equipamiento del Centro de Exposiciones y Convenciones,
c. Cesión sin cargo de todas las instalaciones  del Centro de Exposiciones y Convecciones al Gobierno de la Ciudad por el término de  cuarenta y cinco (45) días por año para la realización de actividades que el Gobierno de la Ciudad determine,
d. Cantidad mínima de visitantes y eventos nacionales e internacionales.
[4] El texto original del proyecto de ley autorizaba concesionar por un plazo de hasta treinta (30) años.
[5] Realizada el día 11 de marzo de 2014.
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"OBSERVATORIO DEL DERECHO A LA CIUDAD"

Contacto: (011) 15 3655-3465

lunes, 16 de mayo de 2016

Surrealismo y Revolución

Por Eduardo Grüner para RadarLibros

Supongamos que, en 1938, en Coyoacán (México) se hubiera producido un encuentro entre el “capo” de uno de los más innovadores movimientos de vanguardia artística de la época, el surrealismo, y uno de los más importantes líderes de la Revolución Bolchevique de 1917, forzado al exilio por el despotismo estalinista que se había encaramado al poder en la URSS. A saber, respectivamente, André Breton y Lev Davidovitch Bronstein, alias León Trotski. Y supongamos, para mayor dislate imaginario, que de sus discusiones brotara un documento que teorizara las relaciones entre arte moderno y política revolucionaria, titulado, por ejemplo, Manifiesto por un Arte Revolucionario Independiente (MARI). Y supongamos, para colmo, que dicho documento fuera asimismo rubricado por un gran artista mexicano, digamos Diego Rivera –por cuya intermediación, de paso, el perseguido Trotski había conseguido el permiso de residencia del presidente Lázaro Cárdenas–. ¿No sería todo ello tema de una magnífica aunque un tanto delirante novela? Y bien, no hace falta suponer tanto. De hecho, hay al menos dos grandes novelas (La Segunda Muerte de Ramón Mercader, de Jorge Semprún, y El Hombre que amaba a los Perros, de Leonardo Padura) en las que se alude a semejante hipótesis. Y por si eso fuera poco, hay al menos dos importantes libros de biografía histórica (los de Victor Serge e Isaac Deutscher) donde se relatan los pormenores de ese encuentro disparatado. Porque sucede que el “disparate” constituye un hecho real, perfecta y profusamente documentado. 

Y sucede también –porque aún en el país que estamos desviviendo hoy en día pueden suceder estas cosas– que ahora podemos contar con un libro que reúne la gran mayoría de esos documentos, incluyendo al propio MARI así como artículos, cartas, otros manifiestos previos, comentarios y testimonios de otros autores (Gérard Roche, Maurice Nadeau, Pierre Naville, y siguiendo), etcétera: El Encuentro de Breton y Trotski en México, editado por el IPS (Instituto de Pensamiento Socialista). El conjunto, articulado alrededor del eje central del MARI, es en sí mismo un acontecimiento inaudito. Lo es, en primer lugar, por la propia coexistencia de esos nombres en un documento de su índole. Por supuesto, a esa altura del siglo XX (por solo hablar de él) ya se habían producido multitud de manifiestos de las vanguardias estéticas, y no menor cantidad de manifiestos políticos revolucionarios. Pero no hay ningún documento que haya reunido simultáneamente figuras de primera línea de ambos campos. No abundaremos aquí, por falta de espacio, sobre las presuntas motivaciones personales y políticas –pero, tratándose de esos personajes, ¿cómo distinguirlas?– que pudieron llevarlos a juntar sus cabezas en esa empresa insólita: pueden inducirse fácilmente de la lectura. Pero sí nos interesa subrayar, aunque fuera esquemáticamente, la manera en que ese intercambio pone en juego apasionadamente algunas de las cuestiones más complejas y críticas de la siempre compleja y crítica relación entre arte y política. Lo primero que llama la atención a una mirada más o menos prejuiciada es que ninguno de los autores del MARI cae, en ningún momento, en el más mínimo reduccionismo: bien al contrario, hay un esfuerzo permanente por dejar bien en claro la necesidad de una completa autonomía de la creación artística. “Autonomía”, no respecto de lo político en general, lo cual sería una ingenuidad (puesto que, como decía Napoleón, la política es lo que ocupa el lugar del Destino trágico en la modernidad), sino de cualquier intento de “propagandismo”, dirigismo o mandato por parte del Estado, aún el más “revolucionario” –y ciertamente, el “realismo socialista” abogado por el estalinismo en su momento tenía muy poco de revolucionario–. Y aquí la posición más sorprendente –siempre para ese espíritu prejuicioso– no es la del surrealista Breton, sino la del bolchevique Trotski. En efecto, allí donde el surrealista propone la fórmula “Total libertad en el arte, salvo contra la revolución proletaria”, el bolchevique lo corrige drásticamente, limitando la fórmula (es decir, ampliándola al máximo) a “Total libertad en el arte”. Punto. Trotski, otra vez para sorpresa de nuestros prejuicios, demanda, para el período de la construcción del socialismo, dirigismo estatal para la economía pero un “régimen anarquista” (sí, dice anarquista) para el arte. Y no es la única ni la última sorpresa: cada vez que Breton incluye en el Manifiesto alguna referencia al psicoanálisis –al cual, como se sabe, el surrealismo era tan afecto–, Trotski lo deja hacer, pero… le corrige la teoría, demostrando que era un lector más atento de Freud de lo que jamás lo fue el jefe surrealista. Ahora bien, las implicaciones del debate (porque, pese al acuerdo final, hubo un debate, que por momentos hizo saltar chispas) son aún mucho más vastas, e incluso rozan, y en algunos casos anticipan, las discusiones de teoría crítica que atravesaron todo el siglo XX y lo que va del nuestro: aunque las palabras usadas sean obviamente otras y los nombres propios no puedan comparecer como tales, allí están, entre líneas, desde la dialéctica “estetización de la política / politización del arte” de Benjamin hasta “la obra de arte como producto anti-social de la sociedad” de Adorno, pasando por el arte como “memoria anticipada” de Ernst Bloch, y ni hablar del sempiterno (y en general mal entendido) tema sartreano del “compromiso”. En suma, y para volver al principio: si se quiere, el libro puede ser leído como una gran “novela teórica” sobre las igualmente grandes cuestiones culturales de la modernidad, de la situación del arte en el capitalismo, de las perplejidades de las tensiones arte / política en el contexto de un proceso revolucionario, de las no menores dificultades de la relación entre arte y subjetividad. Y esa “novela” tiene, con perdón de la palabra, una “moraleja”, en la que sin duda los autores del MARI logran consenso pese a sus diferencias: el estado del arte y la cultura es el criterio de juicio más alto para medir la naturaleza de una sociedad, y por lo tanto los debates –cuanto más ríspidos y rigurosos, mejor- sobre la relación arte / política son, por sí mismos, un hecho de civilización. Cualquier diferencia con nuestra situación actual es de una estricta causalidad. 





"¡En nuestro mal, oh Cid, no ganais nada!"


Por Daniel Link para Perfil

El sistema universitario público se encuentra amenazado como nunca. No sólo presupuestariamente sino en su posiblidad misma para generar respuestas imaginativas y sólidas a los desafíos del presente, capacidad que el actual gobierno pretende negarle. Hace semanas que la UBA dicta sus cursos en las calles, como forma de protestar por un destrato inadmisible, y algunas unidades académicas fueron tomadas por los alumnos. Nadie sabe cómo se resolverá un conflicto que tiene un horizonte: a partir de agosto de este año, los edificios universitarios ya no podrán pagar las exhorbitantes cuentas de servicios públicos que nos están llegando. Las imprescindibles obras edilicias serán paralizadas y no habrá aulas para garantizar el dictado de los cursos.
La UBA no es el Bien Supremo (hace unos años firmó un acuerdo repugnante con el Centro de Administración de Derechos Reprográficos) y este año renunció a la soberanía idiomática al firmar un acuerdo para integrar el Servicio Internacional de Evaluación de la Lengua Española, que se pretende “universal, acedémico, ágil”, pero que en realidad es una formidable transferencia de riqueza generada por la explotación de un recurso natural (la lengua) a empresas españolas. No es el momento de detenerse en estos aspectos sino en la defensa incondicional del sistema universitario público en su conjunto: aumento presupuestario, resolución de las paritarias docentes, becas, obra pública. Garantías mínimas para la distribución democrática del pensamiento libre.



jueves, 12 de mayo de 2016

Dicen que...

A tiempo para saldar una vieja deuda

por Silvina Friera para Página/12

Link planteó que en Isidro Velázquez el sociólogo discute el valor de la violencia por fuera de los marcos de referencia de la época. “La explicación a la que parece aferrarse es la anarco-nihilista, para la que hay una indiscernibilidad absoluta entre revuelta y revolución. Por esa vía supera al modernismo cientificista y se entrega a una gramática revolucionaria de las cualidades: la simpatía de la masa es lo que subraya una y otra vez en la peripecia de Isidro Velázquez. El carácter anarco-nihilista de su explicación es lo que explica la urgencia, porque el tiempo de esa violencia milenarista, así predicada, responde a la lógica del tiempo mesiánico, y creo que lo que se lee en la obra de Carri es una comprensión profundísima de ese tiempo final”, reflexionó el escritor y subrayó que lee la obra de “un sociólogo enfurecido contra la sociología científica y el formalismo en las ciencias sociales, entendido como empirismo acrítico”. Link propuso recordar a Gabriel Tarde, fundador de la sociología de las cualidades, que perdió completamente contra Émile Durkheim en los momentos fundacionales de la sociología. “Tarde sostuvo, y creo que a Carri lo hubiera entusiasmado este camino, una concepción inversa de la que sostiene la sociología clásica: no explicar lo pequeño por lo grande y el detalle por el conjunto, sino las semejanzas de conjunto por la agrupación de pequeñas acciones elementales, lo grande por lo pequeño, lo englobado por lo detallado. Una sociología de las simpatías y de las urgencias, una teoría de las inminencias y de los pliegues, la ciencia de lo singular y de lo necesario”.


miércoles, 11 de mayo de 2016

¡Todas putas!

Un cura le prohibió a las mujeres ir en calzas a su parroquia: "Están excitando"

"¿Con qué intención se ponen eso?", se preguntó; colgó un cartel en su iglesia que detalla la "vestimenta cristiana femenina"


martes, 10 de mayo de 2016

La pérdida del reino

¡LEVANTATE VOS TAMBIÉN!

La educación de calidad se crea en las aulas, con la libre circulación de ideas y conocimiento. Y un país mejor sólo es posible si somos cada vez más los que formamos parte de esa construcción colectiva.

Para que la educación siga siendo un derecho de todos y no un privilegio de pocos:

#UBAdePie
#DefendamoslaUniversidad

Firmá la declaración: http://ubadepie.com.ar/defendamoslauniversidad/ 

 

sábado, 7 de mayo de 2016

Te dije!!!!

Lauta, mi amor, te dije que te quedaras en casa, tomando algo rico y mirando tele...

Dictan prisión preventiva a los presuntos dealers


La Gran Cozarinsky


por Daniel Link para Perfil

Llamamos “La Gran Cozarinsky” a una pirueta mundana que nos enseñó el Gran Maestre Edgardo Cozarinsky: desaparecer de pronto y sin avisar a nadie de una fiesta o una reunión. La última vez que la ejecutó fue en su propio cumpleaños. De pronto los invitados quedamos mirándonos a los ojos sin saber qué otra cosa nos unía más que el homenajeado ausente (por cierto, la condición de posibilidad de esta pirueta extrema es no festejar ni libros ni años en la propia casa).
Si me detengo en el comentario admirativo de este comportamiento es porque sospecho que es la condición de posibilidad de la extraordinaria productividad de Cozarinsky: al mismo tiempo que la novela Dark (Tusquets), nos regaló Niño enterrado, una colección de escrituras perdidas que no podría ser más “cozarinskiana” (Entropía).
Dark comienza con un ataque de pánico y la “solapada censura a la que ha cedido su vida cotidiana”. Cumpliendo con una promesa que a nadie más que a él puede importarle tanto, la escritura de ese incipit es de una fastuosidad desconocida, de una soltura sintáctica envidiable y un atrevimiento juvenil que nos llena de algarabía: si Edgardo puede entregarse a una prosa tan deslumbrante, ¿por qué no nosotros, por qué no? (no me refiero a la inconmensurable diferencia de talentos que favorece a Cozarinsky, porque eso ya es sabido, sino al carácter aventurero de dejarse llevar por el ritmo enloquecido de un corazón en pánico).
Lo que viene después es una historia anclada en la nostalgia de algo que tal vez nunca existió: un fumadero de opio en la Isla Maciel. La persecución de esa pista lleva al protagonista de Dark (que, justo es decirlo, no es tan “dark” como el autor ha anunciado), un adolescente en la década del cincuenta, a relacionarse con un oscuro personaje que lo dobla en edad, lo triplica en experiencias bajomundanas y lo pasea por un Buenos Aires combustionado ya por una amor que aprende a balbucear su nombre en el contexto de una ideología todavía homófoba y misógina, un amor que tiñe toda la historia y arrastra a los personajes hacia un límite que no quieren o no pueden franquear y que sólo alcanza a expresarse en un grito único y liminar (“¡te quiero, pendejo!”) pronunciado después de la catástrofe que el narrador recuerda entre “añicos y residuos del pasado”, “en una de sus últimas noches de vida” (pero esta última declaración, tal vez, sea sólo el efecto del ataque de pánico de las primeras páginas). Dark hace de la inminencia su lógica temporal, y se la lee de acuerdo con ese régimen entre apocalíptico y mesiánico: lo que vendrá (y que nunca llega).
Niño enterrado es una colección de fragmentos narrados en tercera persona: la mayoría de ellos son estampas de memoria sin incurrir en el tono sombrío del memorialismo, otros son pequeños ensayos sobre películas o libros. Cada tanto, los fragmentos están interrumpidos por citas sembradas como pistas de un método singular e inalcanzable. “Yo soy un novelista que vive de escabar la basura” de Germán Marín o “la literatura nacional tiene la forma de un complot” de Ricardo Piglia no alcanzan a entregar una imagen clara del método cozarinskiano, que debe tal vez más a la figura de los niños perdidos (“Él odia al niño que fue” es la frase inaugural del libro) o a la de la máquina que inventa recuerdos que no tiene (Blade Runner).
A horcajadas entre el testimonio, el ensayo y la ficción, Niño enterrado nos devuelve el mejor Cozarinsky, el que está en todas partes y en ninguna.
¿Cómo lo hace? Tal vez su enseñanza en el registro mundano pueda trasladarse también al registro de los signos: ni rechazar un círculo ni habitarlo para siempre, sino con la intermitencia propia de las estrellas fugaces. Estar yéndose parece ser el truco de Cozarnisky: a otra ciudad, a otro soporte (el cine), a otra fiesta, a otra biblioteca y a otros recovecos de la memoria.
Es la mejor manera de estar siempre en un umbral y en ese umbral de transformación y de fuga, encuentra Cozarinsky su potencia y su capacidad para transformar su tiempo perdido (escribo estas palabras con toda su energía proustiana) en la mejor literatura. 



Amarillismo y derechos

Ilegalidades y violencias
 
El día de ayer, 5 de mayo de 2016, ocurrieron hechos gravísimos que afectan la Democracia Participativa y la participación ciudadana en las Comunas. En el marco de la reunión del Consejo Consultivo de la Comuna N° 4 un grupo de personas agredieron física y verbalmente a integrantes del Consejo y de organizaciones sociales del Barrio de la Boca. Resultaron heridos de gravedad  Matías Scínica de la agrupación Boca es Pueblo que sufrió un corte a la altura de la garganta, y Fernando Abal Medina que a raíz de múltiples golpes tiene una hemorragia interna en la cabeza.

Estos hechos ocurrieron al momento que se discutía sobre la venta de los terrenos conocidos como "Casa Amarilla" ubicados en el Barrio de la Boca al Club Atlético Boca Juniors. Desde hace años organizaciones del Barrio de la Boca se oponen a la venta de estos terrenos, principalmente las organizaciones que conforma "la Boca Resiste y Propone". El Consejo Consultivo Comunal N° 4 en la primera reunión autoconvocada de este año ya había expresado su voluntad contraria a esta venta y a los proyectos del referido Club.

Para comprender que una patota haya agredido a ciudadanos que protegen el destino de estos predios de acuerdo a las leyes de la Ciudad resulta necesario describir el gran negociado planificado desde el Club Boca Juniors con acuerdo del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en relación a estas tierras públicas, las de Casa Amarilla.

Los terrenos de Casa Amarilla fueron comprados en el año 1981 al Estado Nacional para mitigar el déficit habitacional en el Barrio de la Boca. El 11 de abril de 2005 comienza la inscripción para el Programa habitacional "Casa Amarilla". En un principio se deciden hacer 1.231 viviendas. Este programa quedó paralizado.

En el marco de una acción judicial presentada por la Asociación Civil Casa Amarilla, el GCBA llegó a un acuerdo con dicha Asociación. La cantidad de viviendas a construir bajó de 1.231 a 438 viviendas, liberando de esta forma varias manzanas. A cambio el GCBA otorgó a la Asociación la facultad de designar a las familias preadjudicatarias.

Las manzanas liberadas del Programa Casa Amarilla, fueron transferidas al Poder Ejecutivo en el año 2010 por el Instituto de la Vivienda (IVC) propietario de las tierras. Mediante el decreto N° 723/2010, el Poder Ejecutivo transfirió a la Corporación Buenos Aires Sur S.E. estas tierras.
Estos predios de Casa Amarilla fueron codiciados por el Club Boca Juniors desde el año 2008 para construir allí un nuevo Estadio-Shopping. Como encontraron fuerte oposición para que el GCBA le venda las tierras para construir el nuevo Estadio, decidieron fragmentar la estrategia.

·        - El Sr. Oscar Moscariello (Vicepresidente de Boca y diputado de la Ciudad por el Pro, presentó el Proyecto de Ley N° 2462-D-2014 para rezonificar estos terrenos a "Distrito de Zonificación E4 56 -Estadio y Complejo Deportivo del Club Atlético Boca Juniors".  Este proyecto se encuentra en discusión en la Legislatura. 
·       -  Respecto a la compra de las tierras, la Corporación Buenos Aires Sur S.E. llamó a Licitación Pública[1] para la venta de estas tierras a raíz de una iniciativa privada del Club Atlético Boca Jurniors. La Licitación fue camuflada  para que allí se desarrolle una propuesta que implica la construcción de bibliotecas, club sociales y culturales, salones de juegos, gimnasio. En ningún momento se habla de construir allí un Estadio, pero es lo que el presidente del Club, Sr. Angelici sigue promocionando. El 25 de febrero de 2016, la licitación pública que implica la venta de estos terrenos fue adjudicada el 25 de febrero de 2016 al Club Boca Juniors. por el valor de 180 millones de pesos. 
Esta venta es ilegal e inconstitucional por varios razones:

·    -  El Art. 82 inc. 4 de la Constitución de la Ciudad establece que la Legislatura aprueba transacciones, dispone la  desafectación del dominio  público y la  disposición  de  bienes inmuebles de  la  Ciudad. Es decir, no se puede vender tierra pública de la Ciudad sin aprobación de la Legislatura. La venta al Club Boca Juniors ni siquiera fue tratada en la Legislatura. 
·        - El Art. 6 de la Ley No 1.251, faculta al Instituto de Vivienda de la Ciudad de Buenos Aires (IVC) a transferir al Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires aquellos bienes inmuebles que resulten necesarios para el desarrollo de la función pública (educacionales, de seguridad, o de salud). La ley N° 1.251 sólo autoriza que el IVC transfiera la propiedad de sus inmuebles al GCBA para cumplir fines educacionales, de seguridad o de salud. La ley valora que estos fines son los únicos de tal jerarquía para desafectar inmuebles destinados a garantizar el derecho a la vivienda adecuada de los habitantes de la Ciudad. El GCBA está destinando estos predios para que un privado desarrolle un plan integral orientado a cuestiones deportivas y comerciales. Cambiar el destino habitacional de estos predios no está cumpliendo con las condiciones que establece la ley N° 1.251.
·       -  Los predios de Casa Amarilla también se encuentran en el marco de la ley N° 2.240 que declara la Emergencia Urbanística y Ambiental del Barrio de la Boca. Esta ley no se cumplió en absoluto y se descapitaliza la Ciudad de sus inmuebles necesarios para cumplir con esta ley. 
Además de estas ilegalidades, organizaciones internas del Club Boca Juniors también cuestionan la voluntad del Club de construir un nuevo estadio porque va en contra de la identidad del Club y del Barrio y por el peligro de endeudar el Club y de esa forma crear las condiciones para que Sociedades Anónimas se transformen en las propietarias de los clubes, una idea reiterada del Presidente Mauricio Macri acompañado por el Sr. Angelici, presidente del Club.

Por estas razones, se presentó una acción de amparo en el Fuero Contencioso Administrativo de la Ciudad para que se declare la ilegalidad de esta venta. La acción tramita en los autos caratulados QUINTO NATALIA GIMENA y otros CONTRA CORPORACION BUENOS AIRES SUR S E SOBRE AMPARO”, Expte. N° A4-2016/0, en el juzgado N° 24 a cargo del Dr. Darío Reynoso

Luego de dos meses, la Corporación Buenos Aires S.E. sigue reticente a enviar el expediente administrativo al Juzgado. Por esta razón el día de ayer, 4 de mayo, el Juez de la causa impuso una multa de $100 por día de demora a la Corporación y a su titular Sra. Karina Spalla, bajo apercibimiento de subir dicha multa a $10.000 pesos de continuar la reticencia.


Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 5 de Mayo de 2016
Contacto: 15-3655-3465
Twitter@obs_der_ciudad
FB: https://www.facebook.com/ObservatorioDerechoalaCiudad

domingo, 1 de mayo de 2016

Para acabar con el Estado

El cerco global a la sociedad civil se estrecha

Decenas de Gobiernos adoptan medidas para limitar las actividades de las ONG e impedir que reciban fondos del extranjero.


“Asistimos al mayor esfuerzo conjunto de Gobiernos desde los años ochenta. Las leyes restrictivas forman parte de un fenómeno profundo que marca el fin de la apertura de los noventa y el estancamiento democrático. Es un momento de redefinición del equilibrio entre el ciudadano y el Estado y los autócratas están ganando la batalla”, estima desde Washington Thomas Carothers, vicepresidente de estudios del Carnegie Endowment for International Peace. Carothers calcula que en los últimos cinco años, más de 50 Gobiernos del mundo han adoptado medidas restrictivas contra organizaciones no gubernamentales. Egipto, India, Rusia o Etiopía son además de China algunos de los países que se afanan en ponen trabas a las actividades de las ONG.
Los Gobiernos han pasado de ver a las ONG como organizaciones bondadosas a vivirlas como una amenaza porque los ciudadanos ya no protestan a través de partidos políticos sino con movimientos sociales que se oponen a las élites. A los autócratas les da pavor levantarse un día, mirar por la ventana y encontrarse a miles de personas exigiendo que se vaya en una protesta organizada la noche anterior por Facebook”, termina Carothers.