El puente que se construyó al revés en Chile y ahora será demolido
Fue encargado a una empresa española que colocó una pieza clave al revés; está proyectado desde hace 25 años.
sábado, 30 de abril de 2016
Política y corrupción
Por Daniel Link para Perfil
¿Puede haber sido tanta la corrupción,
como parece? ¿Será que ahora, porque hay menos, todo reluce como
lata (porque el oro se lo llevaron todo)? Imposible saberlo, me digo,
mientras me zampo la Frecilina del día.
Como nos recuerda Artemio López, “El
antecedente frentista inmediatamente anterior al impulsado por Néstor
Kirchner en el año 2003 fue la convocatoria de Perón al Frente
Cívico de Liberación Nacional (Frecilina) –la declaración se
hizo en la revista Las Bases, en febrero de 1972–, que
revitalizó la ofensiva política del movimiento peronista contra el
gobierno militar que encabezaba el dictador Lanusse”.
No sería mala idea, con ese nombre que
evoca a un antibiótico de amplio espectro, fabricar Frecilina 500
(o, mejor, de 1 gramo) para combatir la corrupción que, como todo el
mundo sabe, designa tanto a un vicio o abuso como al proceso de
echarse a perder o pudrirse.
¡Frecilina para todos y todas! Los
jubilados y las jubiladas, las nativas y los migrantes, los
embarazados y las abortistas. La Patria no puede esperar el lento
paso del Aparato Judicial: ¡mejor es recurrir a la ciencia
imaginaria!
¿Por qué nos duele tanto la
corrupción? Tengo una respuesta, más bien apresurada: los gobiernos
de derecha, por más ejemplarmente honestos que sean, siempre nos
serán antipáticos porque sus proyectos son reaccionarios, retrasan
y opacan el horizonte emancipatorio, la ansiada soberanía sobre si y
la liberación de las energías potenciales del género humano, que
es el norte de cualquier proyecto de superación del espantoso estado
de las cosas de este mundo (lo que se llama “capitalismo”).
Los proyectos de izquierda (aún los
que así se autoproclaman sin serlo, como es el caso del peronismo),
en cuanto se complican con oscuros casos de corrupción, pierden toda
su potencia simpática: nada es más horrible que una bella idea
corrupta. Un médico a la izquierda: Frecilina 1 gr., endovenosa.
viernes, 29 de abril de 2016
Democracia offshore en la Argentina de Macri
por Observatorio Argentino para openDemocracy
Tras
la elección de Mauricio Macri en noviembre de 2015, la Argentina se ha
convertido en punta de lanza de la nueva derecha latinoamericana; la misma que, en Brasil, acaba de aprobar el
impeachment de la presidenta electa por un golpe parlamentario de un congreso
plagado de corruptos y delincuentes. Macri comparte con sus socios brasileños,
el líder del congreso Eduardo Cunha y el vicepresidente Michel Temer, no sólo
la predilección por los negocios offshore y la desviación de fondos públicos a
socios y amigos.
El co-titular de Fleg Trading, Kagemusha, Opalsen S.A. y Macri
Group Panamá, involucrado también en más de una docena de otras empresas
pantalla en paraísos fiscales, también sigue el ejemplo de sus pares de Rusia,
Ucrania, Siria y Qatar nombrados en los Papeles de Panamá a la hora de usar la
justicia para perseguir opositores y recortar la libertad de expresión. Pero a diferencia
de lo que sucedió con Putin, Assad y Poroshenko, los medios argentinos
afiliados al Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación han
minimizado el involucramiento del presidente argentino en el escándalo de las
cuentas offshore.
Con el beneplácito de sus socios internacionales, los diarios
La
Nación y Clarín mantuvieron en secreto las
revelaciones sobre los negocios turbios de Macri hasta después de las
elecciones presidenciales. Más aún, su gobierno fue informado de la publicación
con al menos un mes de anticipación, lo suficiente como para armar estrategias
mediáticas y jurídicas que desviaran la atención del escándalo.
¡Ladrones! (gritaba el ladrón, mientras metía la mano en la billetera)
Esta
participación de medios de comunicación en el andamiaje político y a favor de
grupos económicamente beneficiados no resulta novedosa. Sin embargo, hay
niveles de obscenidad en dichas prácticas y quizás el caso argentino represente
uno de los más flagrantes de los últimos tiempos. Cuando, bajo la dirección del
periódico alemán Süddeutsche Zeitung, medios de diferentes países fueron
convocados para coordinar la investigación, en la Argentina sólo se eligió a
medios férreamente alineados con el macrismo, sin permitir el ingreso de
ninguna voz independiente. Para colmo, el propio diario La
Nación figura en los Papeles de Panamá como dueño de empresas
offshore.
El
tejido de acontecimientos posterior a las revelaciones no deja mucho lugar a
dudas: en el momento del lanzamiento mundial de los Panamá Papers,
el macrismo ya había urdido una red de contranoticias para cubrirlo, entre las
cuales se destaca una catarata de imputaciones contra ex funcionarios y
aparentes socios de la administración previa, mientras Macri declaraba estar
“sorprendido” ante la existencia de sociedades offshore en cuya titularidad se
turnaba con su padre y hermanos. El clímax de la operación llegó cuando se tapó
la inevitable imputación al presidente actual con otra, al día siguiente,
contra la su predecesora Cristina Fernández de Kirchner, la cual por supuesto
cubrió las primeras planas.
La
principal excusa de Macri, que una de las sociedades se creó para una operación
que nunca avanzó, fue bochornosamente desmentida por Página/12
a través de una simple búsqueda en Google que resultó en –créase o no– un
artículo del año 2002 del mismísimo diario La Nación. Al mismo tiempo, han
surgido indicios de que empresas offshore a nombre de colaboradores de Macri
podrían haber sido usadas para desviar millones de fondos públicos a la campaña
electoral del PRO, el partido de Macri, que ha bloqueado asímismo la
investigación iniciada por el gobierno anterior de las cuentas offshore
relacionadas con allegados a la ESMA, uno de los principales centros de tortura
de la última dictadura militar.
Pero el blindaje periodístico del presidente y
varios de sus ministros es sólo la punta de un iceberg que ha venido operando
desde hace décadas. El Grupo Clarín es porcentualmente uno de los multimedios
con más concentración en todo el mundo, dueño de proveedores de televisión por
cable, servicios de internet, radios, canales de televisión abierta y medios
impresos. El diario del mismo nombre es el segundo de más tirada en español a
nivel global. Junto con La Nación, el Grupo Clarín posee
asímismo la mayoría accionaria del monopólico productor de papel de diario Papel
Prensa, que fue adquirido en circunstancias sospechosas durante la
última dictadura militar y que (al igual que sucede en Brasil con O
Estado de São Paulo y O
Globo) les permitió por décadas controlar la expresión pública
impresa y audiovisual.
El gobierno kirchnerista intentó desarticular ese
monopolio a través de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisuales, votada
con amplia mayoría en ambas cámaras en 2009. Luego contaría con el triste honor
de ser la ley más judicializada en la historia argentina, hasta que en 2013 la
Corte Suprema la declaró constitucional. En su primer día de gobierno, Macri se
apresuró a derogar dicha Ley con un Decreto de Necesidad y Urgencia: el Grupo
Clarín, como resultado de esta devolución de favores, no sólo no deberá
desmembrarse sino que ya está cerrando contratos para acceder al único rubro
que aún le faltaba, la telefonía móvil.
Como
resultado de esa reinstauración de los monopolios, los escasos medios opositores
a Macri comienzan a desintegrarse y periodistas que lo han denunciado fueron
echados de sus puestos. Así, a nadie puede sorprender que ataques armados a
locales de la oposición y amenazas de bomba contra centros de derechos humanos
hayan pasado casi desapercibidos, que las manifestaciones contrarias al
gobierno sean negadas o minimizadas o que se escondan los despidos masivos que
según fuentes sindicales ya suman más de 200 mil desde la asunción de Macri.
Siempre fue claro que las políticas de ajuste que llevaría a cabo el gobierno
no iban a ser particularmente populares y que se requería la manipulación
mediática para contener los desbordes. Sin embargo, la fuerza con la que este
procedimiento está siendo llevado a cabo bordea la memoria de los tiempos más
oscuros en la historia reciente del país.
Primero la sentencia, después el procesoLa protección mediática del gobierno de Macri funciona en conjunción con sectores de un poder judicial que, bajo la consigna general de la “corrupción”, buscan fundamentalmente perseguir, debilitar y en lo posible encarcelar a figuras políticas opositoras. Este protagonismo del poder judicial no es nuevo, y forma parte de una avanzada regional que encuentra en el caso brasileño y en el juez Sergio Moro –cabeza principal de la avanzada contra el ex presidente Lula– un ejemplo acabado.
Ese mismo esquema ya estaba en funcionamiento en Argentina, pero adquiere un nuevo impulso y alcance con la actual ofensiva judicial contra Cristina Kirchner: el juez Claudio Bonadío — un juez de perfil abiertamente pro-Macri, con antecedentes en el gobierno notoriamente corrupto de Carlos Menem, acusado de ‘dormir’ causes de tráfico de sangre contaminado y del encubrimiento oficial del atentado a la mutual judía AMIA en 1994, entre otras — la citó a declarar por una causa de debilísima base legal, que fue reconocida por un amplio espectro de juristas como persecución lisa y llanamente política (el juez acusa a la cúpula del gobierno anterior por una fijación del cambio de la moneda, medida que claramente forma parte de las atribuciones que tiene cualquier gobierno.)
Esa avanzada del poder judicial debe ser leída en el marco de otras irregularidades jurídicas, notablemente la prisión ‘provisional’ de la dirigente popular Milagro Sala en Jujuy, donde el mismo abogado defensor ha sido amenazado con una causa. El objetivo de estos jueces al servicio de sectores políticos y mediáticos parece ser el mismo: la foto en la cárcel de los dirigentes opositores.
Este
mismo poder judicial, sin embargo, ha sido más que remiso en perseguir a
figuras centrales del actual gobierno, empezando por el mismo Macri, quien
acumula numerosas causas a las que ahora se le suman las de sus empresas
offshore. Se trata de jueces abiertamente parciales, alineados con objetivos políticos
del oficialismo –sobre todo, el de liquidar el peso simbólico del kirchnerismo.
Pero se trata también de algo aún más grave: un poder judicial que quiere
funcionar como vigilante de la política, que busca vaciar los sentidos
históricos de las luchas, y que funciona como herramienta automática para una
gestión neoliberal de lo social.
Una república como la gente
La
campaña que llevó al macrismo al poder estuvo basada en una imagen de
profesionalismo y respeto por las instituciones de un Estado que los medios
corporativos habían retratado como invadido, manipulado, y utilizado por el
kichnerismo como una maquinaria o bien disfuncional, o bien movilizada para su
propio beneficio económico y/o político. Siguiendo un guión tradicional de las
derechas nuevas y viejas, toda política de inclusión ciudadana fue
caricaturizada y demonizada como favoritismo o negociado. A pesar de esta
persistente acusación, el nuevo gobierno no se sintió limitado en su
contratación de allegados y familiares para ocupar altos y medios cargos en las
estructuras del estado, mientras se intenta proyectar como limpieza y prudencia
la expulsión y ninguneo de aquellos ahora considerados ‘ñoquis’ sobrantes.
Más
allá del cinismo que esta política de shock social connota, más allá de lo
anecdótico que puede parecer la contratación serial de esposas, primos, yernos
y amigos, se trata de una agenda política que transfiere poder y control de la
economía a grandes capitales corporativos ligados a los funcionarios del
macrismo. Es en este contexto que se inscriben fenómenos aparentemente
desconectados tales como la contratación como funcionarios y licitaciones de
contratos estatales a familiares y amigos, la obediencia a capitales
especulativos que connota el pago a los fondos buitre, y las cuentas offshore
del presidente, cuya supuesta ‘legalidad’ se sustenta en la lógica del capital
transnacional.
‘El que tiene hambre de verdad, come cualquier cosa’
Hay un
vínculo que une episodios aparentemente muy diversos como los negocios offshore
de empresarios argentinos, la persecución jurídico-mediática contra políticos o
militantes sociales renuentes al consenso de Washington y las inhumanas
declaraciones de los funcionarios de la actual gestión –como la pronunciada por
la vicepresidenta del Consejo Escolar de la Provincia de Buenos Aires para
justificar la distribución de leche vencida en barrios pobres– efectuadas para
justificar la supresión de las ayudas a los sectores vulnerables. Este vínculo
es la descomunal evasión fiscal en países como la Argentina.
Desde hace
décadas, los medios corporativos multiplican las denuncias por corrupción
contra políticos contrarios a sus intereses para instalar en la población la
idea de que pagar impuestos resulta inútil en un país donde los funcionarios se
apropian los fondos públicos o los dilapidan financiando puestos estatales
superfluos. Desde hace décadas, los medios concentrados suscitaron así una
descabellada, pero eficaz, solidaridad entre los pequeños comerciantes, los
profesionales o los trabajadores calificados obligados a pagar, como en
cualquier otra parte del mundo, un impuesto a las ganancias, y los grandes
empresarios que, como Macri y su familia, se dedican a abrir cuentas offshore
para escapar a los controles del fisco.
Esta
campaña puede resumirse con una declaración realizada por el periodista Jorge
Lanata para el periódico madrileño ABC y publicada el 12 diciembre de 2015:
“Macri no necesita poder ni dinero. Es muy noble que haya querido ponerse al
frente del caos que hay en la Argentina”. Excluir a los pobres de la política,
debido a que están tentados por la malversación de fondos públicos, y
sustituirlos por los ricos: resulta difícil encontrar en la historia de la
humanidad semejante declaración de amor a la plutocracia. Y esta dificultad nos
da una idea de las proporciones de aquella campaña: no solamente para que
semejante enormidad haya sido proferida sino también para que una buena porción
de la opinión pública haya llegado a compartirla. Y plutocracia, después de
todo, tal vez sea solo el antiguo nombre de esta nueva democracia offshore.
El "Observatorio argentino" lo componen:
Alejandra Crosta (University of Oxford), Alessandra Ghezzani (Università di Pisa), Andrea Pagni (Universität Erlangen-Nürnberg), Andrés Avellaneda (University of Florida), Anna Forné (Göteborgs Universitet), Ben Bollig (University of Oxford), Cara Levey (University College Cork), Carmen Arndt (AP Berlin), Cecilia Sosa (University of East London), Claudia Tomadoni (Bauhaus Universität Weimar), Daniel Ozarow (Middlesex University), Dardo Scavino (Université de Pau), David Rojinsky (King’s College London), Edoardo Balletta (Università di Bologna), Emilia Perassi (Università di Milano), Federica Rocco (Università di Udine), Fernanda Peñaloza (University of Sydney), Fernando Rosenberg (Brandeis University), Francisco Domínguez (Middlesex University), Gabriel Giorgi (New York University), Gisela Heffes (Rice University), Graciela Montaldo (Columbia University), Ignacio Aguiló (University of Manchester), James Scorer (University of Manchester), Jens Andermann (Universität Zürich), John Kraniauskas (Birkbeck College London), Jordana Blejmar (University of Liverpool), Kathrin Sartingen (Universität Wien), Liliana Ruth Feierstein (Humboldt-Universität zu Berlin), Milton Läufer (New York University), Pablo Rosso (Especialista en Moitoreo Ambiental, Berlín), Rike Bolte (Universität Osnabrück), Vikki Bell (Goldsmiths College London).
(Gracias, Jens)
A bailiar sin música, fascistas del orto!!!!
Prohíben "toda actividad comercial de baile con música" en la Capital
Lo dispuso un juez porteño hasta tanto el gobierno porteño no ajuste los controles para evitar tragedias como la de Time Warp
Lo dispuso un juez porteño hasta tanto el gobierno porteño no ajuste los controles para evitar tragedias como la de Time Warp
martes, 26 de abril de 2016
Apoyar a Wikipedia
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lunes, 25 de abril de 2016
Del lado del fascismo, nosotros
El gobierno porteño suspendió las fiestas electrónicas hasta que una ley las regule
Rodríguez Larreta dijo que enviará un proyecto a la Legislatura "que apunta a la prevención sobre los efectos de las drogas, con una visibilización de los lugares de atención y puestos de agua"
Rosario: quieren analizar las pastillas que se venden en las fiestas electrónicas para que los jóvenes sepan qué consumen
Un proyecto de una concejala propone que un centro de la Universidad Nacional de Rosario intervenga las pastillas que se venden en las fiestas electrónicas.
Rodríguez Larreta dijo que enviará un proyecto a la Legislatura "que apunta a la prevención sobre los efectos de las drogas, con una visibilización de los lugares de atención y puestos de agua"
Rosario: quieren analizar las pastillas que se venden en las fiestas electrónicas para que los jóvenes sepan qué consumen
Un proyecto de una concejala propone que un centro de la Universidad Nacional de Rosario intervenga las pastillas que se venden en las fiestas electrónicas.
sábado, 23 de abril de 2016
Otra denuncia estremecedora
Por qué bandas criminales en EE.UU. están robando toneladas de almendras
Detectives, fuerzas especiales y legisladores estudian cómo frenar una oleada de crímenes que tiene en vilo a la región del Valle Central de California, Estados Unidos.
Detectives, fuerzas especiales y legisladores estudian cómo frenar una oleada de crímenes que tiene en vilo a la región del Valle Central de California, Estados Unidos.
Dar la voz
Giorgio Agamben: “El ciudadano es para el Estado un terrorista virtual”
El filósofo denuncia que el estado de excepción se ha transformado en “un instrumento normal de gobierno” con la excusa de la seguridad frente al terrorismo, quebrando la legitimidad del poder.
En una de sus obras más leídas, Homo sacer (Pre-Textos), parte de Hannah Arendt y Foucault, pero no olvida lo que aporta Kafka para definir la situación del hombre contemporáneo. “La literatura y la poesía fueron siempre muy importantes para mí. No creo que se puedan separar de la filosofía. No son campos incomunicados. Yo diría que son dos intensidades que atraviesan el campo del lenguaje humano”, opina.
En realidad, serían actividades destinadas a cruzarse. “Aquello que la poesía acomete con la potencia de decir, la política y la filosofía deben acometerlo con la potencia de actuar”, sostiene en El fuego y el relato. Ya en Hölderlin la poesía “marca el punto en el que el poeta, que vive como una catástrofe la ausencia del pueblo —y de Dios—, busca refugio en la filosofía, debe hacerse filósofo”. Pero “la filosofía moderna ha fracasado en su tarea política porque ha traicionado su tarea poética, no ha querido o no ha sabido arriesgarse en la poesía”. Lo intentó Heidegger aunque “no logró volverse un poeta”. Un poeta que viaja en un caballo que es la voz, “el elemento sonoro y vocal del lenguaje”, a la que sólo el “logos vuelve inteligible y clara”.
“La filología es clave”, explica, “no se puede separar el amor por el lenguaje (filología) del amor por la sabiduría (la filosofía). Un filósofo es siempre un filólogo. Y si éste intensifica su campo de trabajo tiene que volverse filósofo, como ocurrió con Nietzsche. La filología no es sólo una doctrina que se imparte en las universidades. Está relacionada con el propio devenir del hombre. Es como una memoria de la antropogénesis, de lo que hay de humano y de inhumano en el hombre”. Y en Idea de la prosa remacha: “Creyendo transmitir la lengua, los hombres, en verdad, se dan voz unos a otros”.
El filósofo denuncia que el estado de excepción se ha transformado en “un instrumento normal de gobierno” con la excusa de la seguridad frente al terrorismo, quebrando la legitimidad del poder.
En una de sus obras más leídas, Homo sacer (Pre-Textos), parte de Hannah Arendt y Foucault, pero no olvida lo que aporta Kafka para definir la situación del hombre contemporáneo. “La literatura y la poesía fueron siempre muy importantes para mí. No creo que se puedan separar de la filosofía. No son campos incomunicados. Yo diría que son dos intensidades que atraviesan el campo del lenguaje humano”, opina.
En realidad, serían actividades destinadas a cruzarse. “Aquello que la poesía acomete con la potencia de decir, la política y la filosofía deben acometerlo con la potencia de actuar”, sostiene en El fuego y el relato. Ya en Hölderlin la poesía “marca el punto en el que el poeta, que vive como una catástrofe la ausencia del pueblo —y de Dios—, busca refugio en la filosofía, debe hacerse filósofo”. Pero “la filosofía moderna ha fracasado en su tarea política porque ha traicionado su tarea poética, no ha querido o no ha sabido arriesgarse en la poesía”. Lo intentó Heidegger aunque “no logró volverse un poeta”. Un poeta que viaja en un caballo que es la voz, “el elemento sonoro y vocal del lenguaje”, a la que sólo el “logos vuelve inteligible y clara”.
“La filología es clave”, explica, “no se puede separar el amor por el lenguaje (filología) del amor por la sabiduría (la filosofía). Un filósofo es siempre un filólogo. Y si éste intensifica su campo de trabajo tiene que volverse filósofo, como ocurrió con Nietzsche. La filología no es sólo una doctrina que se imparte en las universidades. Está relacionada con el propio devenir del hombre. Es como una memoria de la antropogénesis, de lo que hay de humano y de inhumano en el hombre”. Y en Idea de la prosa remacha: “Creyendo transmitir la lengua, los hombres, en verdad, se dan voz unos a otros”.
FB: Subí que te llevo
Por Daniel Link para Perfil
Es una suerte que mi amiga la doctora
(Ph.D.) no lea diarios (Facebook es su única fuente) porque, si lo
hiciera, me reclamaría porcentajes sobre las columnas que le debo.
Nuestro último intercambio tuvo como
objeto a UBER. Me inscribí en la aplicación y envié a mis amigos
el código promocional para que se ahorraran cien pesos por viaje.
La doctora contestó “¡Pobres
tacheros! Solidaridad!”, circunstancia que mi amigo el poeta
aprovechó para hacer propaganda trosca: “Es terrible pensar que
justamente un sector que estuvo tan arriba haciendo publicidad al
fascismo de derecha más recalcitrante termine pagando los platos
rotos del ajuste y la modernización social de este auspicioso
presente por el que ellos trabajaron tanto. ¡Solidaridad ya!”.
La doctora, adherida a una era
geológica ya superada, replicó: “¡Ahora serán otro gremio
antimacrista! Yo los infiltro en cada viaje”.
Me sentí un poco responsable de haber
abierto la puerta de semejante pista de patinaje y le recordé que el
gobierno de la ciudad y, sobre todo, el gobierno nacional, se habían
expedido terminantemente contra UBER, lo que había redundando en la
caducidad de su bono de bienvenida (y también del mío), porque la
empresa se lanzó a la conquista salvaje de un territorio nuevo y
ofreció viajes gratis. De todos modos, no hubo forma de conseguir un
móvil durante todo el fin de semana pasado.
Como habíamos quedado en comer con
nuestro amigo el abogado en un lugar relativamente cerca, y donde no
abundan los estacionamientos, y llovía, decidimos llamar un
taxímetro. El conductor, ignorante de nuestros intercambios, sin
embargo corroboró todos nuestros juicios previos (que no son
prejuicios).
Reclamo, pues, que el servicio UBER se
reglamente a la brevedad y que los conductores de taxis se incorporen
(con la amabilidad requerida) a ese servicio y a los que vendrán:
UBERbus, UBEReats. Más tarde o más temprano, la doctora cederá.
viernes, 22 de abril de 2016
FB: el fascismo llama a tu puerta
La Justicia ratificó el bloqueo a la aplicación y la web de Uber
La medida pesa contra "todo recurso tecnológico que permita contratar y/o hacer uso de los servicios de transporte".
La medida pesa contra "todo recurso tecnológico que permita contratar y/o hacer uso de los servicios de transporte".
jueves, 21 de abril de 2016
Adios mi juventú
Según confirmó su representante, la estrella de rock falleció hoy, en su casa de Minnesota. El sábado pasado había sido hospitalizado de urgencia en Illions. Padecía una enfermedad pulmonar.
Murió Magaldi, Gardel vive también
Por Daniel Link para Brando
Lado A Para las personas de mi edad (infancia transcurrida en los festivos años sesenta y primera juventud en los ardientes setenta) y de mi formación (por lo menos grado terciario en humanidades, entrenado en las suspicacias de la crítica de la mercantilización de la cultura), Michael Jackson nunca fue una figura cómoda y, durante mucho tiempo, nos fue totalmente indiferente. Todavía hoy, conozco poco sobre la “obra audible y visible” de Jackson (opacada por los torpes e injustos escándalos que lo rodearon) y, por lo general, sus canciones no me conmueven ni me seducen, y casi me atrevería a decir que me aburren.
Durante los ochenta, Michael Jackson tuvo su doppelgänger, mucho más adecuado a la sofisticación que pretendíamos sostener en relación con una cultura musical que, nos parecía, se volvía irremediablemente pueril (como parecía ser su destino desde un comienzo): “el artista antes conocido como Prince”.
Tan agudo fue el conflicto entre Jackson y Prince por la soberanía en el alucinado mundito de la cultura industrial que el primer hijo del autodenominado “Rey del Pop” fue bautizado con el nombre de su sombra (como quien dijera: “Prince es hijo mío”). Fatalmente, esa jactancia terminó volviéndose en contra de quien la pronunciaba y, si hay que creerle a la prensa amarillista, en 2007 Prince Rogers Nelson habría rechazado la propuesta de Jackson para realizar una gira de conciertos conjunta, en uno de sus tantos anunciados (y malogrados) regresos a los escenarios. Mucho antes, Prince había renunciado incluso a su nombre y había puesto su obra bajo la tutela de un garabato andrógino, como si quisiera ocultar todo rastro de haber sido alguna vez engendrado (y denominado) familarmente, burlar la persecución de las corporaciones de la música y, al mismo tiempo, despegarse definitivamente de la corte disfuncional en la que Jackson quería complicarlo.
Sé que no hay manera de defender los gustos propios, fundados en una imposible (es decir, necesaria) cadena de azares y coacciones, pero al menos para mí (toda generalización podría volverse en mi contra), Purple Rain será siempre mejor que Thriller y Michael Jackson será Magaldi en un mundo alucinado (los años ochenta) en el que Prince (es el veredicto de mi memoria, es decir, de mi imaginario, y no puedo renunciar ni a una ni a otro) brillará para siempre como Gardel.
Para mitigar un poco estos seguramente caprichosos arrebatos juveniles, me obligo a considerar las ciento cincuenta millones de copias de Off The Wall, Thriller, y Bad, que convierten a ese trio de discos no sólo en un hito de la industria (algo que sólo puede importarle a los estrategas de la mercadotecnia), sino en una onda irresistible de memoria que hará sobrevivir más de una de las canciones de Jackson después de la desaparición de su soporte biológico (por el sencillo respeto que las generaciones suelen profesar por las pasiones unánimes del pasado, se trate de la Ilíada o de un video de MTV).
La suerte de Prince, en cambio, no está tan clara: revolucionó la música house con su Batdance y también ha vendido decenas de millones de discos, pero canciones como “Nothing Compares 2 U” o “When Doves Cry”, tal vez se asocien antes a los nombres de quienes las reinterpretaron (Sinead O'Conner y Quindon Tarver, respetivamente) que a un nombre de autor insostenible (The artist formerly known as Prince).
Para una mayor abundancia de argumentos en favor y en contra de Jackson respecto de su doble histórico, Internet (con sus poblaciones de maníacos nómades y persistencias dementes) es la mejor fuente. El mejor comentario en relación con esto sigue siendo el de un anónimo y avispado cibernauta: “la diferencia entre Prince y Michael Jackson es la misma que hay entre Howard Hughes y Hugh Hefner: ¿a quién le pedirías que planifique tu fiesta?”.
Lado B Si he querido detenerme en esos antiguos rivales en el momento en que uno de los dos parece habernos abandonado es porque establecen un principio de articulación que, bien mirado, caracteriza a toda nuestra civilización (la de ayer, la de hoy, la de mañana).
La diferencia (mínima, tal vez, y por eso mismo significativa) entre Prince y Michael Jackson señala el sentido que entre los dos se sostiene, en contra de una cultura que siempre apareció como hostil a toda forma de significación que pretendiera sobrevivir a las aguas heladas del cálculo egoísta. Y sin embargo...
Aunque Michael Jackson haya muerto el 25 de junio de 2009, y aunque Prince
Es sabido que el soporte biológico de la figura llamada Michael Jackson fue mutando con violencia inversamente proporcional al steady state en el que parece haberse instalado Prince desde hace años. Eternamente joven el último, tan idéntico a si mismo que no puede ser sino otro (otredad que, naturalmente, subrayaba el abandono del nombre que la madre le dio, retomado con el cambio de milenio), desfigurado el primero (ya por una enfermedad hipotética, el vitiligo, o por otra comprobada, la adicción al quirófano y al maquillaje), los dos constituyen especies diferentes de monstruos, es decir: un más allá de todo principio de clasificación y sobre todo, de generación (ya nunca más biológica, ni familiar, ni humana).
Al renunciar al nombre, Prince se obligó a trabajar en un más acá de los sistemas de clasificación, hundiendo su figura andrógina y su compulsión a componer sin pausa en esa marea donde todos las propiedades y todos los gestos se confunden en una misma danza: el reino de lo imaginario, el canto errante de todos los fantasmas.
Michael Jackson renunció a su color, a su cara, seguramente a su extraordinaria capacidad de bailar y de cantar (en algunos documentales últimos su performance es penosa), mediante sucesivas y dramáticas intervenciones que no hacían sino subrayar la obsesión por realizar su imaginario: someter la carne a todos los sufrimientos del mundo hasta volverla inmaterial, nívea, inconsistente; afectar la propia cara (espejo del alma) a tantos movimientos ascencionales hasta que de ella no quedara sino una máscara angélica, más allá de lo humano, fuera de un mundo que le hizo pagar en moneda contante y sonante el atrevimiento de querer situarse fuera de la historia, la cultura y el Estado (abstracto como pretendía ser, Michael Jackson no consiguió, sin embargo, superar la abstracción del dinero).
Huyendo uno (como si se pudiera) de los nombres propios de la madre y del padre, destruyendo el otro lo real (a golpes de cuchillo), entre los dos trazaron las dos únicas líneas de fuga posibles en relación con la pop culture y marcharon hacia diferentes formas de desierto, hacia identidades móviles o inexistentes, no pudiendo ya más coincidir con ellos mismos, hacia éticas trans (transhumanas, transgénicas, transestéticas, desorganizadas).
Inútil como es, la muerte de Michael Jackson, ese quijotesco contendiente de lo real que, tal vez sin saberlo, fundó una nueva antropología, nos obliga a canturrear: “descansa en paz (talita cumi), and let me guide u 2 the purple rain”.
Hércules con cinturonga
PIRULO DE TAPA
(en Página/12)
“No le deseo a nadie, ni siquiera a mis peores detractores, lo que le ocurre a esta estatua. Es sistemático”, comentó el alcalde de la localidad francesa de Arcachon, Yves Foulon. La imponente estatua de Hércules, de 3,10 metros, fue levantada allí en 1948, en homenaje a la Resistencia antinazi. Pero en forma recurrente, desconocidos amputan el gran pene de roca. Para terminar con el problema, el municipio decidió ponerle ayer un miembro desmontable de piedra. Será un pene “ceremonial”*, ya que solamente será reinstalado para los actos públicos.
*El fascinum de nuestros mayores.
(Gracias, Diego)
Dicen que...
Los modos de leer y sus ventosas
por Leo Cherri para El taco en la brea
Esaes la vuelta de Suturas, su “Replay”, una apuesta al presente vía el ritornello y las marcas que como estratos o palimpsestos se superponen, a veces invisiblemente, en los cuerpos, en las imágenes y en los nombres. En ese diagrama (concepto moderno), la filología (cosa rancia, categoría de un más que pasado) no es una pregunta ni metodológica ni historiográfica sino ontológica, correlativa a la pregunta por el Tiempo y la Historia. Se trata de una filología al mismo tiempo musical, visual y táctil, una filología diferencial e infraleve, tartamuda y retardada, adecuada “a las formas de vida del día después de mañana” (47). Y como “es, pues, un enamorado el que habla y dice” (Barthes 23), este modo de leer implica una “efectación al Tiempo y a los tiempos: una lectura ni cercana, ni lejana sino ‘en cámara lenta’” ya que no hay “separación posible entre lo que está escrito y lo que vive” (125). Y lo que vive todavía, promete Link, aparecerá en ese ralentamiento. Nada menos. Clases no puede considerarse ningún princeps (2° pieza), y Fantasmas es a la vez un retardo y un avance (1° y 3° pieza), Suturas no puede ser sino un punto cero (0° pieza): el umbral definitivo (“Tornada”), lo neutro, el vacío y la multiplicación, simultáneamente. Por eso, Link vuelve nuevamente a todo: al pop vía Borges; a las chispas de la filología y el comparatismo americano de Pedro Henríquez Ureña, Alfonso Reyes y Ricardo Rojas (esos tres negritos que comprendieron la potencia de las formas y de la vida); al camp y a la voz del cielo que resuena en Manuel Puig (que rescribe el siglo XX y, por eso, es uno de los escritores más sofisticados de todos los tiempos); a la filología como manipulación genética a través de Eduardo Kac; a la relación autóctona entre naturaleza y arte de la poesía en García Lorca, Rilke y Juanele; a lo queer de Lewis Carrol y a lo infinito de Cesar Aira; al snobismo en Kojève y Barthes; a Youtube, el neolítico superior; a la teología (negativa, crítica) de Alejandra Pizarnick, de Jean Genet y de León Ferrari; a Giorgio Agamben, que a través de Pasolini y Lorca aparece como poeta; a los juicios de Flaubert y Baudelaire; al nombre “profesor” vía Enrique Pezzoni y al nombre “escritor” vía Quique Fogwill; a las sutilezas de su maestra, Anita Barrenechea; a figuras ineludibles, David Viñas y Beatriz Sarlo; al cine en la era de la reproducción digital (Guy Debord, Jean Luc Godard), al cine después de mañana (Lars Von Trier, M. Night Shyamalan, Albertina Carri), a un pensamiento sobre los nombres en Rafael Spregelburd; a una ética sobre la materialidad textual en el teatro de Alejandro Casona (pues se opera “sobre carne viva” hay que ser “fiel a tu Dick”); La primavera, ambigua, de Botticceli. Y sigue: Lucrecio, el Hombre de Cro-Magnon, los museos y las bienales, Herzog, La celestina, Copi, Rayuela, Sontang, Martianus Capella, Bellatin, Obama, Nietzsche, los zombies, el facismo: la lista agobia.
Veo el listado que hice a falta de mejores ideas de escritura y noto lo melancólico que hay en volver nuevamente a todo. En efecto, como hay vida todavía, también hay partes de nosotros que se vuelven “humo negro”: puertas (en-tornadas) que se cierran. Pero como no podría ser otro modo, la alegre melancolía de Suturas, un tanto queer, no está bajo el signo de Saturno sino sobre el regazo de Dionisos: ¡dios de mil nombres! (el coro es de Ureña).
Otra vez Daniel Link nos ha llenado de joyitas iridiscentes que ha sacado del barro que a veces con horror llamamos presente, a veces sentido común, y a veces, incluso, polémica. Sin ánimos de polemizar pero sí de discutir y de debatir, estamos frente a un libro (la sistematización tartamuda y retardada del pensamiento de uno de los teóricos fundamentales de América Latina) que replantea una situación concreta de los lenguajes, de la literatura y de las otras artes en relación con lo viviente que, repito, hoy por hoy se encuentra en un estado crítico. No hay allí ningún deseo de novedad o de transformación alguna: acá, independientemente de cada deseo, estamos viviendo todavía. Miope sería no entender esta situación. Y peor aún, diría, no escuchar este llamado: “espero que todo esto conduzca a una ética y funde una comunidad (la de aquellos que no tienen ni tendrán comunidad)” (659).
(Gracias, Leo)
por Leo Cherri para El taco en la brea
Esaes la vuelta de Suturas, su “Replay”, una apuesta al presente vía el ritornello y las marcas que como estratos o palimpsestos se superponen, a veces invisiblemente, en los cuerpos, en las imágenes y en los nombres. En ese diagrama (concepto moderno), la filología (cosa rancia, categoría de un más que pasado) no es una pregunta ni metodológica ni historiográfica sino ontológica, correlativa a la pregunta por el Tiempo y la Historia. Se trata de una filología al mismo tiempo musical, visual y táctil, una filología diferencial e infraleve, tartamuda y retardada, adecuada “a las formas de vida del día después de mañana” (47). Y como “es, pues, un enamorado el que habla y dice” (Barthes 23), este modo de leer implica una “efectación al Tiempo y a los tiempos: una lectura ni cercana, ni lejana sino ‘en cámara lenta’” ya que no hay “separación posible entre lo que está escrito y lo que vive” (125). Y lo que vive todavía, promete Link, aparecerá en ese ralentamiento. Nada menos. Clases no puede considerarse ningún princeps (2° pieza), y Fantasmas es a la vez un retardo y un avance (1° y 3° pieza), Suturas no puede ser sino un punto cero (0° pieza): el umbral definitivo (“Tornada”), lo neutro, el vacío y la multiplicación, simultáneamente. Por eso, Link vuelve nuevamente a todo: al pop vía Borges; a las chispas de la filología y el comparatismo americano de Pedro Henríquez Ureña, Alfonso Reyes y Ricardo Rojas (esos tres negritos que comprendieron la potencia de las formas y de la vida); al camp y a la voz del cielo que resuena en Manuel Puig (que rescribe el siglo XX y, por eso, es uno de los escritores más sofisticados de todos los tiempos); a la filología como manipulación genética a través de Eduardo Kac; a la relación autóctona entre naturaleza y arte de la poesía en García Lorca, Rilke y Juanele; a lo queer de Lewis Carrol y a lo infinito de Cesar Aira; al snobismo en Kojève y Barthes; a Youtube, el neolítico superior; a la teología (negativa, crítica) de Alejandra Pizarnick, de Jean Genet y de León Ferrari; a Giorgio Agamben, que a través de Pasolini y Lorca aparece como poeta; a los juicios de Flaubert y Baudelaire; al nombre “profesor” vía Enrique Pezzoni y al nombre “escritor” vía Quique Fogwill; a las sutilezas de su maestra, Anita Barrenechea; a figuras ineludibles, David Viñas y Beatriz Sarlo; al cine en la era de la reproducción digital (Guy Debord, Jean Luc Godard), al cine después de mañana (Lars Von Trier, M. Night Shyamalan, Albertina Carri), a un pensamiento sobre los nombres en Rafael Spregelburd; a una ética sobre la materialidad textual en el teatro de Alejandro Casona (pues se opera “sobre carne viva” hay que ser “fiel a tu Dick”); La primavera, ambigua, de Botticceli. Y sigue: Lucrecio, el Hombre de Cro-Magnon, los museos y las bienales, Herzog, La celestina, Copi, Rayuela, Sontang, Martianus Capella, Bellatin, Obama, Nietzsche, los zombies, el facismo: la lista agobia.
Veo el listado que hice a falta de mejores ideas de escritura y noto lo melancólico que hay en volver nuevamente a todo. En efecto, como hay vida todavía, también hay partes de nosotros que se vuelven “humo negro”: puertas (en-tornadas) que se cierran. Pero como no podría ser otro modo, la alegre melancolía de Suturas, un tanto queer, no está bajo el signo de Saturno sino sobre el regazo de Dionisos: ¡dios de mil nombres! (el coro es de Ureña).
Otra vez Daniel Link nos ha llenado de joyitas iridiscentes que ha sacado del barro que a veces con horror llamamos presente, a veces sentido común, y a veces, incluso, polémica. Sin ánimos de polemizar pero sí de discutir y de debatir, estamos frente a un libro (la sistematización tartamuda y retardada del pensamiento de uno de los teóricos fundamentales de América Latina) que replantea una situación concreta de los lenguajes, de la literatura y de las otras artes en relación con lo viviente que, repito, hoy por hoy se encuentra en un estado crítico. No hay allí ningún deseo de novedad o de transformación alguna: acá, independientemente de cada deseo, estamos viviendo todavía. Miope sería no entender esta situación. Y peor aún, diría, no escuchar este llamado: “espero que todo esto conduzca a una ética y funde una comunidad (la de aquellos que no tienen ni tendrán comunidad)” (659).
Cherri,
Carlos Leonel. “Sobre
Suturas:
imágenes, escritura, vida, de
Daniel Link”,
El taco
en la brea,
3: 3 (Santa Fe: mayo 2016), págs. 180-189.
(Gracias, Leo)
miércoles, 20 de abril de 2016
martes, 19 de abril de 2016
El túnel de tiempo
Para ver la intervención de Alan Ojeda en Intratables, me tuve que comer todo el programa desde youtube (aproveché, mientras tanto, para hacer un backup de "Mis documentos").
Alan habló al final del programa, cuando ya no había casi tiempo. Lo previo fue, efectivamente, el túnel del tiempo, que permitió a distintas manifestaciones de la derecha más recalcitrante expresar sus puntos de vista totalmente desinhibidos (es decir: bestiales): hay que prohibir las fiestas, debe haber policía encubierta en las fiestas, hay que secuestrar los celulares de "los chicos" y ver a qué dealer llamaron, hay que prohibir las fiestas, cuando un hijo no tiene a quién contarle sus problemas, se droga, hay que prohibir las fiestas, etc.Cuando mis hijxs cumplieron 17 y 15 años respectivamente, los senté ante una mesa y les expliqué qué cosas son las drogas (que usaban ya los griegos y cuyo aroma puebla, todavía hoy, las ruinas de Éfeso, donde vivió María, la madre de Cristo: turkish hash).
No sé si consiguieron aprender la palabra "enteógenos", pero en todo caso, quedó claro que hablábamos de propiedades psicotrópicas que amplían los niveles de conciencia y que permiten, incluso, experiencias místicas.
Mucho más suave, el sudamericano mate de coca es un remedio imposible de obviar cuando uno visita Cuzco. No sabe bien, pero el cuerpo lo agradece.
Luego les catalogué las drogas según sus potencia adictiva.
Y les suministré un par de consejos: mejor es no drogarse hasta cierta edad, una vez que se ha completado una pasable formación mundana. Para drogarse, hay que saber hacerlo. Qué se puede mezclar y qué no, les expliqué (alcohol nunca, subrayé, nunca alcohol: no hay nada más patético que un borracho). Y les pedí que nunca compraran drogas en la calle (o, para el caso, en una pista).
Si tomaban algún sintético, debían estar atentos a la temperatura corporal y tomar muchísima agua (por lo cual les convenía llevar botellas en las carteras y mochilas). Y les hice prometer que nunca, nunca, se picarían.
Cuando fueron grandes me comentaron la impresión enorme que les había provocado esa charla (que yo mismo no disfruté), y al mismo tiempo cuánto agradecieron en retrospectiva lo que les había dicho.
Ignoro qué experiencias tuvieron en ese rubro y no me importa averiguarlo porque crecieron sin problemas y el verano pasado conversaban con su abuela (mi madre) sobre el estado de la planta de cannabis que ella cultivaba en su jardín (hasta que alguien entró para robársela), con la excusa de hacerse unos emplastos para calmar el dolor de sus piernas.
Yo ya no tengo paciencia con las fiestas multitudinarias y nunca voy a ninguna (ni siquiera, a las fiestas que organizan mis amigos). Creo que el carácter masivo (es decir: masivamente inducido) de las fiestas conduce a lo peor, porque se junta demasiada gente que no sabe lo que hace con demasiada gente sin escrúpulos sobre lo que está vendiendo.
Yo recuerdo, hace más de veinte años, haber ido a Pachá (que es como River-Boca) y haber tenido que salir ahogado a la Costanera, y tener que descalzarme para pisar el pasto. Nunca más volví. Sentí que esa música encerrada en un lugar incómodo exigía de mi cuerpo más de lo que yo podía darle. Me encantaban las raves, cuando las había, porque sucedían al aire libre, y uno podía elegir la distancia exacta de inmersión y de pérdida de si.
Ahora todo eso, que disfruté muchísimo, es un recuerdo. Veo la lista de dDJ's y me bajo las pistas para escucharlas. Algunas me gustan (Jamie XX me obsesiona bastante últimamente: me hace bien).
Es fácil darse cuenta para qué tipo de droga han sido diseñadas: algunas son más ácidas, otras son más extáticas, otras son duras.
Que haya una correlación entre pistas bailables y psicotrópicos es tan común como que haya una correlación entre tipos de bebidas y horas del día (el whisky de la tardecita, por decir algo).
Como siempre, cada vez que sucede una tragedia, todo el mundo grita sin pensar un segundo en lo que está pasando. Yo he mirado las fotos de esos chicos muertos, a los que les vendieron basura (o una cosa por otra) y que no sabían cómo tomar lo que tomaron. Tristísimo. Imagino a sus padres, que se sentirán culpables por los horrores que se escuchan y se leen en la prensa. Quisiera decirles que ellos no tienen la culpa de nada, que la culpa es del capitalismo, de los eventos de masas (se trate de un show de Madonna, un mundial de fútbol o una fiesta electrónica) y la escasa cultura mundana que tenemos y que somos capaces de transmitir.
Prohibir las drogas es imposible, porque forman parte de la naturaleza (el floripondio es una planta tan vulgar que crece sola en nuestras pampas) y de la experiencia humana. Con el auge de la fabricación sintética, las fábricas son incluso ilocalizables. Y no hay excusa (no la hay, salvo que pensemos en sociedades de control insostenibles: el fascismo) para controlar los comportamientos privados de las personas.
En varios países el consumo de marihuana es ya legal. Es un primer paso. Pero no se trata sólo de vender productos aprobados legalmente y con controles de calidad eficaces, sino de una educación para el placer: una dietética de los placeres.
Así como no es recomendable que los muy jóvenes anden cogiendo descontroladamente, tampoco lo es que consuman cualquier cosa sin supervisión alguna.
En cuanto a las fiestas, no hay que prohibirlas, hay que liberarlas: liberarlas de la miserabilidad del negocio febril, recuperarlas como un espacio de felicidad común, comunitaria, ritual. Algarabía. Que pase algo diferente de la muerte a la que la sociedad, deliberadamente, nos condena.
Time warp: ¿qué pasó?
Dice Alan Ojeda, adscripto de mi cátedra:
Frente a la incapacidad o falta de interés del Estado en el asunto, los encargados de generar consciencia y salvaguardar la salud pública han creado sus espacios desde la ilegalidad. Páginas como Argenpills, Cannabis Café y Energy Control han sido claves en la política de reducción de daños tanto acá como en el resto del mundo, ya que su trabajo implica el testeo químico de drogas para determinar su pureza y su carga. También han sido los responsables de establecer una “ética del consumidor” algo insoslayable en una sociedad de consumo como la de hoy en día. Como siempre la solución de determinado problema no nace de una imposición de autoridad sino desde la comprensión integral de todos sus factores, algo que nuestro país parece desconocer.
Frente a la incapacidad o falta de interés del Estado en el asunto, los encargados de generar consciencia y salvaguardar la salud pública han creado sus espacios desde la ilegalidad. Páginas como Argenpills, Cannabis Café y Energy Control han sido claves en la política de reducción de daños tanto acá como en el resto del mundo, ya que su trabajo implica el testeo químico de drogas para determinar su pureza y su carga. También han sido los responsables de establecer una “ética del consumidor” algo insoslayable en una sociedad de consumo como la de hoy en día. Como siempre la solución de determinado problema no nace de una imposición de autoridad sino desde la comprensión integral de todos sus factores, algo que nuestro país parece desconocer.
lunes, 18 de abril de 2016
Ya es cualquiera (2)
El deporte también dice presente en el BAFICI
Films sobre el mundial de fútbol de 1986, un documental sobre Luciana Aymar y documentales sobre boxeo y running están presentes en la edición actual del festival de cine.
Films sobre el mundial de fútbol de 1986, un documental sobre Luciana Aymar y documentales sobre boxeo y running están presentes en la edición actual del festival de cine.
domingo, 17 de abril de 2016
La colonización lingüística
La "propiedad" del castellano, en discusión
Firmas contra la hegemonía de España como árbitro de nuestra lengua
La discusión entre el castellano de España y el de los demás países de habla hispana es antigua y tuvo unos de sus puntos más altos en el ensayo de Jorge Luis Borges "Las alarmas del doctor Américo Castro".
Castro reivindicaba la superioridad del castellano peninsular sobre el rioplatense. Borges le responde con una reivindicación de independencia: "He viajado por Cataluña, por Alicante, por Andalucía, por Castilla; he vivido un par de años en Valldemosa y uno en Madrid; tengo gratísimos recuerdos de esos lugares; no he observado jamás que los españoles hablaran mejor que nosotros. (Hablan en voz más alta, eso sí, con el aplomo de quienes ignoran la duda)".
Esa discusión tiene ahora un nuevo capítulo, también en el Río de la Plata.
El punto de partida fue la decisión de la Universidad de Buenos Aires de adherir al Servicio Internacional de Evaluación de la Lengua Española (Siele*). Esto sucedió en el contexto del VII Congreso Internacional de la Lengua Española, que se realizó en San Juan de Puerto Rico entre el 15 y el 18 de marzo pasados.
El Club de Traductores Literarios de Buenos Aires, que dirige el poeta Jorge Fondebrider, reaccionó enseguida con una solicitada destinada a juntar firmas como una forma de protesta que empezó a circular ayer entre escritores, traductores y periodistas.
El texto de adhesión declara lo siguiente: "Los abajo firmantes, escritores, intelectuales y artistas del universo de la lengua castellana, queremos manifestar nuestro absoluto repudio al Memorándum de Entendimiento entre el Instituto Cervantes, la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad de Salamanca, que pretende otorgarle al Servicio Internacional de Evaluación de la Lengua Española valor universal y hegemónico. Consideramos que se trata de una grave intromisión en la independencia lingüística de Latinoamérica, así como de un perjuicio a los intereses políticos y comerciales de la región".
Toda la información y los pormenores del caso, aparte de la opción por firmar la solicitada, pueden seguirse en el sitio del Club: clubdetraductoresliterariosdebaires.blogspot.com.ar.
*SIELE establece un impuesto bianual al boludo: "Si es hablante nativo pero quiere acreditar su competencia lingüística del español, SIELE es para usted"
Firmas contra la hegemonía de España como árbitro de nuestra lengua
La discusión entre el castellano de España y el de los demás países de habla hispana es antigua y tuvo unos de sus puntos más altos en el ensayo de Jorge Luis Borges "Las alarmas del doctor Américo Castro".
Castro reivindicaba la superioridad del castellano peninsular sobre el rioplatense. Borges le responde con una reivindicación de independencia: "He viajado por Cataluña, por Alicante, por Andalucía, por Castilla; he vivido un par de años en Valldemosa y uno en Madrid; tengo gratísimos recuerdos de esos lugares; no he observado jamás que los españoles hablaran mejor que nosotros. (Hablan en voz más alta, eso sí, con el aplomo de quienes ignoran la duda)".
Esa discusión tiene ahora un nuevo capítulo, también en el Río de la Plata.
El punto de partida fue la decisión de la Universidad de Buenos Aires de adherir al Servicio Internacional de Evaluación de la Lengua Española (Siele*). Esto sucedió en el contexto del VII Congreso Internacional de la Lengua Española, que se realizó en San Juan de Puerto Rico entre el 15 y el 18 de marzo pasados.
El Club de Traductores Literarios de Buenos Aires, que dirige el poeta Jorge Fondebrider, reaccionó enseguida con una solicitada destinada a juntar firmas como una forma de protesta que empezó a circular ayer entre escritores, traductores y periodistas.
El texto de adhesión declara lo siguiente: "Los abajo firmantes, escritores, intelectuales y artistas del universo de la lengua castellana, queremos manifestar nuestro absoluto repudio al Memorándum de Entendimiento entre el Instituto Cervantes, la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad de Salamanca, que pretende otorgarle al Servicio Internacional de Evaluación de la Lengua Española valor universal y hegemónico. Consideramos que se trata de una grave intromisión en la independencia lingüística de Latinoamérica, así como de un perjuicio a los intereses políticos y comerciales de la región".
Toda la información y los pormenores del caso, aparte de la opción por firmar la solicitada, pueden seguirse en el sitio del Club: clubdetraductoresliterariosdebaires.blogspot.com.ar.
*SIELE establece un impuesto bianual al boludo: "Si es hablante nativo pero quiere acreditar su competencia lingüística del español, SIELE es para usted"
Metro cuadrado, metro tirado, metro privado
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 17 de abril de 2016.
COSTA SALGUERO:
ILEGALIDADES DE UNA CONCESIÓN
Lamentablemente
en el marco de la fiesta electrónica denominada Time Warp fallecieron hasta el
momento seis (6) jóvenes. Esta fiesta se realizó en los predios conocidos como
"Costa Salguero", más precisamente en los pabellones 2,3 y 5.
Más
allá de las medidas de seguridad y salubridad en particular detallaremos como
con respecto a estos predios el GCBA
durante años ha violado la normativa de la Ciudad que prohíbe que se puedan
realizar este tipo de actividades comerciales en el Complejo Costa Salguero.
ü Actualmente Telemetrix S.A. paga $ 263.576 como canon por todo el predio Costa
Salguero por mes. Son aproximadamente diecisiete (17) hectáreas (170.000 m2)
donde existen 23 sub-concesionarios que explotan distintos emprendimientos. Es
decir, el GCBA está cobrando $ 1,5 por m2
por mes. Un canon en extremo irrisorio si comparamos que en la zona más cercana
se está pagando por el alquiler de 1m2 desde $ 160 a $250[1].
La concesionaria paga, por lo menos, 100 veces menos de acuerdo a lo que el
mercado establece. Para entender porque el GCBA sigue sosteniendo esta
concesión que ha incumplido en forma reiteradas las leyes de la ciudad, cabe
destacar que uno de los sub-concesionarios es la empresa Centro Costa Salguero
S.A. que explota los cinco pabellones del Centro de Exposiciones, en los cuáles
se realizó la fiesta electrónica Time Warp. El esposo de Carmen
Polledo (Vicepresidente primero de la Legislatura de la Ciudad y diputada del
PRO), el Sr. Fernando Polledo Oliera integra el Directorio de Centro Costa
Salguero S.A.
ü La
Resolución de la Autoridad General de Puertos S.E. N° 025/92 concesionó los
predios de Costa Salguero a la empresa Telemetrix S.A. por un plazo de 30 años[2].
Las actividades que actualmente se
desarrollan en los establecimientos exceden ampliamente el objetivo inicial de la
concesión. La cláusula Primera del título II OBJETO del
contrato del día 29 de diciembre de 1988 dispone que el predio será destinado
para la ejecución de obras civiles e instalaciones para la habilitación de un Complejo Polideportivo y actividades
comerciales complementarias relacionadas con el conjunto a desarrollar en el
predio.
ü Al momento de la
concesión de uso y explotación estos predios no figuraban en las Planchetas de
Zonificación General del Código de Planeamiento Urbano (Ordenanza N° 33.387) porque eran terrenos de
relleno ganados al río. La Constitución de la Ciudad, en su art. 8 “Capítulo Segundo. Límites
y Recursos” dispone que la Ciudad de Buenos Aires es corribereña del Río de la
Plata y del Riachuelo, los cuales constituyen en el área de su jurisdicción
bienes de su dominio público. Luego establece que “los espacios que forman
parte del contorno ribereño de la Ciudad son públicos y de libre acceso y
circulación”. De esta forma, los predios ribereños como Costa Salguero fueron
destinados constitucionalmente a UP (urbanización parque). Actualmente, según la ley 449 el predio conocido como
Costa Salguero posee zonificación Urbanización[3]
Parque (UP)[4]
y Urbanización Futura (UF)[5].
En los distritos UF sólo se permiten los usos que sean compatibles con las
zonificaciones adyacentes. En este caso, las zonificaciones adyacentes son UP. Ninguna de las actuales actividades que
se desarrollan en el predio de Costa Salguero son compatibles con la
zonificación UP (playas de estacionamiento, boliches bailables,
restaurantes, hoteles, oficinas comerciales, salones de conferencias, centros
de exposiciones, agencia de autos, eventos musicales, etc.).
Todas
estas cuestiones ilegales ameritan a que la
concesión del Complejo Costa Salguero sea finalizada y que dichos predios sean
destinados para el disfrute público, principalmente espacios verdes
públicos como establece la Constitución de la Ciudad y el Código de
Planeamiento Urbano.
Contacto:
Asociación por la Justicia Ambiental (AJAM):
Tato
Arce: (011) 15 6828-6011
Observatorio del Derecho a la Ciudad (ODC):
Jonatan
Baldiviezo: (011) 15 3655-3465
[2] Plazo
computable a partir del 01/05/1991.
[3] Los distritos U son aquellos que, con la finalidad
de establecer o preservar conjuntos urbanos de características diferenciales,
son objeto de regulación integral en materia de uso, ocupación, subdivisión del
suelo y plástica urbana.
[4] Los distritos UP (urbanización parque) corresponden
a áreas destinadas a espacios verdes y parquización de uso público. Las
Disposiciones Particulares (CPU 5.4.10) establecen
que en estos distritos el Gobierno de la Ciudad puede autorizar obras de exclusiva
utilidad pública que complementen y no alteren el carácter de los mismos.
[5] Los distritos UF (urbanización futura) corresponden
a terrenos de propiedad pública, aún no urbanizados u ocupados por
instalaciones y usos pasibles de remoción futura, así como tierras destinadas a
uso ferroviario, zonas de vías, playas de maniobras, estaciones y terrenos
aledaños a esos usos. Estos distritos están destinados a desarrollos urbanos
integrales que exigen un plan de conjunto previo, sobre la base de normas y
programas especiales.
Asociación por la Justicia Ambiental
Celular: (011) 15 3471-2612
sábado, 16 de abril de 2016
Uberbus
Uber está probando transformar carros por ‘buses’ en San Francisco
Si estas pruebas llegan a buen puerto, Uber podría pensar en aplicar el servicio de ‘buses miniatura’ a otras ciudades en el mundo.
Ubereats: La expansión en Estados Unidos refuerza los planes de Uber por ofrecer más servicios que no se limiten a la movilidad de los usuarios.
Si estas pruebas llegan a buen puerto, Uber podría pensar en aplicar el servicio de ‘buses miniatura’ a otras ciudades en el mundo.
Ubereats: La expansión en Estados Unidos refuerza los planes de Uber por ofrecer más servicios que no se limiten a la movilidad de los usuarios.
Cansado de gritar por Cris
por Daniel Guebel para Perfil
Las vacaciones sureñas de Cristina fueron bienvenidas: ya cansaba un poco con esos discursos kilométricos, celebratorios de gestas autorreferenciales y épicas de difuntos. Pero lo que la sucedió, en términos de pura oratoria, fue peor: luego de un par de meses de soliloquios chirles y deshilvanados del presidente actual, encima salpicados de expresiones compungidas acerca de las consecuencias de las políticas que él mismo decidió instrumentar, y por algunos lapsus confesionales que mejor haría en hablar con algún analista que con la armonizadora del sector budista cheto a la que consulta (“Estoy haciendo lo mínimo indispensable para que todos lleguemos a buen puerto”), el reciente discurso de Cristina hasta me hizo pensar que pudiera extrañarla. Sigue siendo lo que era: ella en el centro de la historia, ella como víctima propiciatoria, ella como reina de amorosos corazones, con su gestualidad calcada de Andrea del Boca, pero también adornada con los atributos de una pasión verdadera. Cristina volvió y ocupó el centro de la escena: el acto en Salta de Macri junto al novio de Isabel Macedo saturó menos pantallas que su discurso en Comodoro Py, y es posible que esa tendencia continúe, ya que la promesa del gobierno actual sigue siendo la venta de un futuro luminoso en compensación de este presente recesivo. Esa fórmula calza justo al deseo K, que exprimirá a gusto la receta tradicional del peronismo: la recordación de un pasado que se celebra como un paraíso perdido.
En ese sentido, era obvio que la citación de Bonadio resultaría la mejor plataforma para el relanzamiento K. Cuanto más tribunales visite, más espacio tendrá la ex presidenta para construirse como heroína y como víctima. Entretanto, el macrismo continuará su desgaste, salvo que por milagro descubra que un país no es un negocio y reconozca la existencia de la política.
Las vacaciones sureñas de Cristina fueron bienvenidas: ya cansaba un poco con esos discursos kilométricos, celebratorios de gestas autorreferenciales y épicas de difuntos. Pero lo que la sucedió, en términos de pura oratoria, fue peor: luego de un par de meses de soliloquios chirles y deshilvanados del presidente actual, encima salpicados de expresiones compungidas acerca de las consecuencias de las políticas que él mismo decidió instrumentar, y por algunos lapsus confesionales que mejor haría en hablar con algún analista que con la armonizadora del sector budista cheto a la que consulta (“Estoy haciendo lo mínimo indispensable para que todos lleguemos a buen puerto”), el reciente discurso de Cristina hasta me hizo pensar que pudiera extrañarla. Sigue siendo lo que era: ella en el centro de la historia, ella como víctima propiciatoria, ella como reina de amorosos corazones, con su gestualidad calcada de Andrea del Boca, pero también adornada con los atributos de una pasión verdadera. Cristina volvió y ocupó el centro de la escena: el acto en Salta de Macri junto al novio de Isabel Macedo saturó menos pantallas que su discurso en Comodoro Py, y es posible que esa tendencia continúe, ya que la promesa del gobierno actual sigue siendo la venta de un futuro luminoso en compensación de este presente recesivo. Esa fórmula calza justo al deseo K, que exprimirá a gusto la receta tradicional del peronismo: la recordación de un pasado que se celebra como un paraíso perdido.
En ese sentido, era obvio que la citación de Bonadio resultaría la mejor plataforma para el relanzamiento K. Cuanto más tribunales visite, más espacio tendrá la ex presidenta para construirse como heroína y como víctima. Entretanto, el macrismo continuará su desgaste, salvo que por milagro descubra que un país no es un negocio y reconozca la existencia de la política.
Lenguas en contacto
Por Daniel Link para Perfil
Llevo el auto al taller mecánico para
un revisación de rutina que se convierte en una terapia intensiva
(para mi bolsillo). Me doy cuenta de que, a pesar del cariño que le
tengo, ya convendría renovarlo. Consulto, mientras los diagnósticos
se suceden, planes para cambiar mi auto. El vendedor me recomienda la
“frestil”. Como no entiendo bien a qué se refiere, me muestra un
folleto: se refiere al modelo “Free style”.
En principio, me escandaliza con la
misma intensidad que la empresa ponga en venta coches con nombres
extranjeros (después recuerdo que en el mercado anglosajón sucede
lo mismo, con palabras españolas o italianas: "Pajero") y que quienes tienen
que ofrecerlos sean incapaces de pronunciarlos correctamente.
Pero una vez que ese ataque de purismo
me abandona, gozo de la deformación y ya digo “frestil” para
siempre. Hace poco, un amigo que vive en Nueva York me regaló el
“Ansori”, que equivale al “I'm sorry”. Estoy tentado de
decirle al vendedor: “Ansori, la frestil no es mi bisne”. Un
“bisne” es, naturalmente, un negocio, un asunto contractual y se
corresponde con la misma línea de lenguas en contacto.
He estado leyendo Vivir entre
lenguas, el extraordinario librito de Sylvia Molloy, quien con la
excusa de hilvanar algunos recuerdos sobre el bilingüismo, las
herencias culturales y la habitabilidad de los lenguajes, sugiere
algunas líneas de investigación glotopolítica (naturalmente, no
las llama de ese modo, porque la delicada prosa del libro elude todo
cientificismo): ¿cómo se pasa de un lenguaje a otro y qué le
ocurre al pasajero? ¿Qué diferencias hay entre el bilingüe o
multilingüe que maneja cada lengua como propia y el que
(deliberadamente o no) le imprime a su pronunciación y a su sintaxis
en la lengua otra su estilo libre, su frestil?
Molloy trabaja sobre todo en el
registro del gran cosmopolita, y analiza en ese registro las pequeñas
pérdidas que supone el pasaje de una lengua a la otra, las
desarticulaciones que suceden cuando el hablante no sabe qué lengua
está hablando ni cuál es la lengua de sus sueños. Naturalmente,
confronta esa experiencia con el cosmopolitismo del pobre, el
migrante que no llega a la lengua otra por herencia o por sistema
sino porque la violencia del mundo lo puso ante la circunstancia de
tener que abrazar una causa lingüística que sabe desde el primer
momento que estará siempre perdida. Son diferentes tipos de
deslenguados, que para Molloy no significa “desvergonzados, mal
hablados” sino el que ha perdido la lengua, el que habita una
lengua con melancolía o con desesperación.
Contra la lengua concentracionaria del
monolingüismo, el bilingüismo es un poderoso mecanismo de
desestabilización. Todo el mundo sabe que las lenguas en contacto
suponen una experiencia amorosa donde lo propio y lo ajeno se mezclan
hasta el vértigo.