lunes, 31 de julio de 2006

Correspondencia

Pienso
por Diego Bentivegna

Algunas desprolijas reflexiones a partir del artículo de Forster:

1. Creo que es hora de dejar de invocar el exterminio para legitimar o desligitimar las políticas manifiestamente asesinas (basta ver lo que acaba de suceder hoy en Qana) de un Estado como Israel. Las víctimas del exteminio (judíos o no) ya han sufrido bastante como para que se los siga usando de una manera que no dudo en llamar pornográfica para dar cuenta de actos criminales que deberán ser juzgados con las armas del derecho internacional.
2. No creo que ser judío o no dé mayor derecho para opinar acerca de las política asesinas que está poniendo en juego el ejército israelí. Soy de origen católico, y los lugares de la Tierra Santa son tan míos como de un judío oriundo, pongamos, de Varsovia o de Marruecos.
Mis mayores son italianos. Sicilianos y napolitanos, es decir árabes, griegos, judíos, españoles, fenicios (y paro para no aburrir). No por ello me siento más dueño que un español o un checo de, qué sé yo, los templos giregos de Agrigento, el acueducto romano de Segovia o de Venecia. Concedo que la historia nos atraviesa, pero no tanto como para explicar a partir de un discutible origen religioso o étnico (¿de qué estamos hablando?) la pertenecia o no de un territorio.
Si el Estado e Israel se construye desde una pertenecia religiosa, entonces discutamos esa relación. Un Estado, estoy seguro, no es algo sagrado. Es una configuración histórica-política, que puede existir o no. No discutamos de politica con los mismos términos en que discutimos cuestiones religiosas. El Estado es una entidad política, no algo sacrosanto. No es tampoco una emanación de una etnia, sino una configuración histórico-politica como tantas. Un constructo. Cuestionar al Estado de Israel no tiene nada, absolutamente nada, de antisemita. En esto estoy con Vargas Llosa: impugnar las críticas a Israel como antisemitas es sencillamente un acto de chantaje, un modo de embarrar la cancha para no discutir el significado de las víctimas de las bombas fabricadas y arrojadas por un Estado contra población civil. Además, muchas veces los que apoyan incondicionalmente al Estado de Israel, al revés, ponen en marcha mecanismos antisemitas. Ya lo sabia Fassbinder, como recordaba leyendo una presentación tuya: quizá el peor antisemitisimo sea el de los filosemitas.

3. Me parece obsceno también invocar los sueños de los fundadores de un Estado para explicar los crímenes de guerra actuales. Todos tenemos lindos sueños. Eso no nos hace ni mejores ni peores. Como los de la razón, los sueños de los idealistas muchas veces engendran monstruos. Y para muchos palestinos, arrojados de sus tierras por la proyección al Medio Oriente de un sueño europeo que, como todo, puede ser discutido sin caer en la herejía, representó sí el comienzo de una monstruosa odisea. Más que soñar cosas grandes y perfectas, que tan a menudo derivan en crímenes colectivos, creo que hay que aprender a ver al otro. No soñar tanto: ver. Entender. Ser-con.
4. Decir que se debería condernar tanto a Israel y como a Hezbollah es análogo a decir que los que condenan, por ejemplo, Auschwitz deberían condenar también, por ejemplo, la destrucción de la ciudad de Dresde por la aviación aliada. O decir que antes de Auschwitz existió el exterminio armenio. Una cosa no quita ni agrega nada al a otra. El asesinato masivo cometido en Auschwitrz no es menor porque exista el asesinato masivo cometido en Dresde, ni el asesinato de los armenios es menor poque luego existiera Auchwitz. Dresde, a su vez, no es menor porque exista Auschwitz. Son lugares donde la humanidad tocó fondo, dejó por un momento de ser sí misma. Lo que sucede, quizá, es que Auschwitz, como dice Levi, nunca ha dejado del todo de suceder. O nunca ha dejado de repetirse como paradigma político de lo moderno (por supuesto, Agamben).
5. También es análogo al discurso, tan común en la Argentina, de que los crímenes del Estado de la dictadura deben condenarse del mismo modo que los de las organizaciones armadas. Es cierto que ambos deben condenarse. Pero no del mismo modo.
6. Mi padre es un gran narrador oral. Uno de sus relatos recurrentes se refiere a un episodio de la Segunda Guerra Mundial, que él vivió siendo niño en Sicilia. Antes del ingreso de las tropas aliadas a los disitintos centros urbanos de la isla, estos fueron atacados de manera salvaje por la aviación norteamericana e inglesa con el objetivo expreso no tanto de amedrentar a las tropas alemanas (la famosa divisón Goering), sino de aterrorizar a la población civil. La familia de papá, pequeños campesinos que podían disponer de una propiedad muy humilde en el campo, se refugiaron durante semanas en su granja, desde donde veían, como si se tratara de uno de las enormes fiestas de fuegos de artificio que tenían lugar dos veces al año, para Pascua y para la fiesta de San SIlvestre, patrono de la ciudad) cómo los bombardeos destruían la ciudad que había sido honrada por Rugiero I, conde de Normandía, como capital de la isla (de ahí el nombre con la que se la conoce: Troina, la normanna). Los efectos de estos bombardeos sobre Troina han sido fotografiados por Cappa, que seguía, como se sabe, a las tropas aliadas en el desembarco en Sicilia. Quizá recuerdes la foto esa tan famosa que muestra un padre con su hija en brazos, interpelando con una mirada que ni siquiera es de odio, sino más bien de piedad, a la cámara: es una foto sacada en Troina; lo digo porque la primera imagen que vi de la masacre de Qana es la de un padre con su hija, desmayada o quizá horriblemente muerta, en brazos). La familia de la tía de papá no hizo a tiempo a salir de la ciudad: las caravanas de civiles eran ametralladas. Decidió entonces refugiare, con su esposo y sus ocho hijos, en el sótano de su casa citadina.
Un primer raid de bombas aliadas derrumbó la casa, pero ellos no murieron. Cuando los aviones desparecieron en el horizonte, los vecinos escucharon que la tía de papá y su marido imploraban auxilio. Comenzaron a romever los escombros. La familia gritaba desesperada para que la salvaran, porque sentían que el aire para respirar se les acababa.
No se había podido remover demasiado, cuando los motores de los aviones aliados comenzaron a escucharse de nuevo. La gente huyó aterrorizada. Cuando volvieron, ya no había nada que hacer. Los aviones tiraron más bombas sobre la casa, y todos habían muerto. Ironías: unos días más tarde, cuando rescataron los cadáveres de la familia, encontraron junto a elllos a un cerdo que había sobrevivido.

"Al día siguiente -cuenta siempre papá con ese tono un poco distanciado que siempre le he escuchado, y esbozando una extraña sonrisa- escuhamos un gemido de dos mujeres (ese gemido terrible, agrego yo, con el que las mujeres del Sur de Italia honran a sus muertos). "Escuchamos el gemido -continúa papá, y ahora se pone más serio- cada vez más cerca de nuestra granja. Era como si ese sonido insoportable y persitente nos buscara a nosotros, y tan sólo a nosotros. Entonces, aún antes de que mi abuela y la única hija de la familia que quedó con vida -estaba casada y vivía en otro lado- aparecieran por el sendero, nos dimos cuenta de qué es lo que habíamos visto, sin saberlo, la tarde anterior, cuando los aviones arrojaban sus bombas sobre una ciudad indefensa donde ni siquiera había refugios suficientes para todos los habitantes o cañones antiaáreos capaces de alcanzarlos: que la tía y todos sus hijos habían muerto".
Los responsables de los crimenes cometidos por la aviación aliada sobre la población civil de distintos lugares de Europa y de Asia jamás han sido juzgados. ¿Sucederá lo mismo con los que ejecutaron hoy la masacre de Qana?

Dicen que...

LITERATURA: TENDENCIAS
Una aproximación a la narrativa histérica

por MARCELO DAMIANI para Clarín.

En este ensayo, el escritor argentino Marcelo Damiani sugiere la aparición de un nueva corriente en la ficción argentina: la narrativa histérica. Lejos de tratarse de un enunciado despectivo, plantea el surgimiento de una literatura que ejecuta un doble movimiento simultáneo: por un lado seduce literariamente, y por el otro rechaza las imposiciones del mercado. Según el autor de este texto, autores como Martín Kohan, Daniel Link y Gisela Heffes representan un claro ejemplo de esta tendencia.

Roland Barthes, en una de sus muchas iluminaciones profanas, sostuvo que la historia es histérica. Creo que ahí está el origen de este nuevo tipo de ficción. El presente ejercicio teórico no sólo tratará de demostrar su existencia, sino también su carácter positivo, y si se quiere, incluso político.

Sigue acá.

domingo, 30 de julio de 2006

Capitalismo y esquizofrenia

La matanza israelí en Cana desdibuja la posibilidad de un alto el fuego

Israel rechazó este domingo un alto el fuego inmediato con Hezbolá, tras matar a 51 civiles, entre ellos varios niños, en un bombardeo en Líbano, y dijo necesitar 10 ó 15 días más de ofensiva. El grupo islamista libanés prometió vengar una matanza por la que Condoleezza Rice se mostró "profundamente entristecida".

Dicen que...

El autor como lector

LEYENDA
Por Daniel Link-(Entropía)-280 páginas-($ 25)

Una fotografía muestra, apenas abierto el libro, a su autor leyendo un libro de rigurosa encuadernación negra, un libro genérico. Ese será el enfoque elegido y desarrollado a lo largo de Leyenda. Literatura argentina: cuatro cortes , el autor -primero y antes que nada- como lector.
"Llamo Leyenda a un conjunto de textos sobre literatura argentina escritos por alguien que no se imagina como un experto en el campo de los estudios sobre literatura argentina pero que, sin embargo, ha sido convocado una y otra vez a intervenir en ese campo", asegura Daniel Link en la Introducción.
Cuatro
son los cortes postulados en el título y dos los tipos de intervención que Link, autor de Los años noventa y Clases , nos propone en esta oportunidad. "Peronismo y misterio (1942-1953)", "Crítica y política (1955-1966)" y "Crisis de la literatura (1968-1983)", por un lado, son artículos críticos aparecidos o inéditos, escritos en diferentes momentos. El primero, por ejemplo, originalmente pensado para la Historia crítica de la literatura argentina dirigida por Noé Jitrik, no llegó a publicarse debido a diferencias irreconciliables entre el autor y el director de aquella colección; el segundo, también escrito para integrar un volumen colectivo -la Historia social de la literatura argentina dirigida por David Viñas-, no logró ver la letra de molde (al menos en esa oportunidad), debido a que el proyecto se interrumpió luego de la salida del primer tomo, dirigido por Graciela Montaldo.
Estos tres primeros cortes ofrecen al lector una progresión cronológica ordenada, que abarca gran parte de la literatura del siglo XX. De esta forma, partiendo de un análisis del género policial y las particulares declinaciones que éste adoptó en la Argentina, se pasa a una reflexión acerca de la importancia que tuvo Contorno para "la fundación de la crítica contemporánea en Argentina", y se termina analizando la literatura de los años setenta, que coloca en el centro de la escena de escritura a la violencia. Además del panorama cronológico, estos tres primeros cortes ofrecen al lector otro beneficio: un enfoque similar, obsesionado por los discursos de los medios masivos, la cultura industrial y la lógica del mercado.
En la década del cuarenta, sostiene Link, "los escritores educados al calor de la máquina cultural y sus valores (el entretenimiento, el relato bien fait, el wonder , el suspense , el internacionalismo y la traducción de formas y contenidos ya probados en otras latitudes) se vuelcan masivamente a la experimentación del género policial". En la década siguiente, en cambio, la crítica empieza "a ser pensada ella misma como una mercancía". Esto le permite plantearse como una intervención declarada (y no solapadamente) política en el campo de la cultura: "Escribir -en palabras de Oscar Masotta- es cuidarse de lo que se escribe porque lo que se escribe puede ser utilizado". En esta línea, "los setenta muestran por lo general una confianza permanente (heredada de los sesenta) respecto del ´control que la cultura alta (letrada) podía ejercer sobre los medios, la certeza ciega de que la cultura industrial no desplazaría a los productos de esa cultura de la posición central que ocupaban".
El cuarto y último corte, "Milenio (1995-2010)", es, a diferencia de los anteriores, una miscelánea de textos aparecidos en su mayor parte en el suplemento Radarlibros . Reseñas en su mayoría, pero también contribuciones escritas originalmente para presentaciones de libros, entrevistas y notas. Mientras que en los tres primeros cortes se intentaban abordajes de conjunto (de un género, de una disciplina, de una década), aquí el trabajo es más puntual. Se avanza sobre textos de autores por lo general contemporáneos (Piglia, Fogwill, Andahazi, Sábato, Molloy, Aira, entre otros), con la vista puesta en el futuro: "lo importante es el punto de llegada, el milenio, es decir: la literatura producida, agónicamente, hacia finales del siglo XX y comienzos del XXI (aproximadamente entre 1995 y 2010)".
Leyenda. Literatura argentina: cuatro cortes es de lectura ágil, amena y entretenida. Su interés por el análisis del peso político que tiene la literatura, por otra parte, le permite salir airoso del desafío principal que entrañan las recopilaciones de artículos: la falta de organicidad.

Ana Ojeda para La Nación

Mujeres argentinas

La noticia me llega por boca de uno de mis más jóvenes amigos (tan joven que podría imaginarlo en un complot en contra mía con mis hijos). Habría, aparentemente, una clase de turismo que hace estragos en las chicas argentinas, particularmente aquéllas que gustan de las experiencias-límite, el campamentismo y los países sudamericanos (dicho brutalmente: chicas de letras). Según el relato, estas chicas habrían viajado por una semana (o diez días, en fin: lo típico) a Perú y terminaron quedándose varios meses. Lo primero habría sido la toma ritual-turística de ayaguasca (o ayahuasca). Lo segundo, una serie compulsiva de servicios sexuales a los que, sin llegar a la esclavitud, se somete a las muchachas argentinas que "vuelven a sus casas bastante maltrechas". "Conozco no menos de diez chicas a las que les ha pasado", precisa mi amigo ante mis gestos de impaciencia y de incredulidad en relación con toda forma de leyenda urbana. Lamento, naturalmente, carecer de fuentes más fidedignas o directas en lo que a la experiencia se refiere y sobre la que no es posible abrir por el momento juicio alguno.

(anterior)

sábado, 29 de julio de 2006

Servicio a la comunidad

SI LES ROBAN EL CELULAR (con chip).

Cuando un celular es robado, a los comerciantes de celulares les conviene que el ladrón lo venda o siga utilizando el servicio y consumiendo, mientras la víctima del robo compra otro teléfono y sigue consumiendo.
Para poder bloquear tu celular la empresa te solicita el número de serie. Por increíble que parezca, este número no te lo facilita la empresa, aunque sólo bloquean el celular si tú provees el número de serie.
PARA OBTENER EL NUMERO DE SERIE DE SUS CELULARES MARQUEN *#06# SIN MARCAR SEND. APARECE EN EL VISOR UN CÓDIGO. ESTE CÓDIGO ES ÚNICO (IMEI).
Tomen nota del mismo y consérvenlo en un lugar seguro. Si les robaran el celular, avisen al operador y denle este código. Su celular podrá entonces ser bloqueado completamente, aunque el ladrón cambie la tarjeta SIM.
Probablemente no recuperen su celular pero, por lo menos, tendrán la seguridad de que quien lo haya robado no podrá utilizarlo nunca y por consiguiente no podrá venderlo.
Si toda la gente supiera esto, el robo de celulares seria inútil.

viernes, 28 de julio de 2006

Corrrespondencia: la maldad judía

 
----- Original Message -----
From: Javier P.
To: profcom
Sent: Friday, July 28, 2006 8:30 PM
Subject: Fw: página12

Sent: Friday, July 28, 2006 4:59 AM
Subject: página12

La guerra, Israel y ser judío

Por Ricardo Forster *

Toda guerra es miserable y dolorosa; nada justifica la muerte de civiles, la destrucción de ciudades, el horror del bombardeo permanente. Matar en nombre de cualquier fe, religiosa o secular, es, siempre, un crimen. El ejército israelí mata, Hezbolá mata, Hamas mata, Siria mata, Irán mata, Estados Unidos mata... y la lista es mucho más larga, casi inacabable, y atraviesa la geografía entera del planeta. La guerra, en sus múltiples versiones y justificaciones, nos deja desamparados en tanto que seres humanos, nos comunica con la crueldad que llevamos muy dentro de nosotros. Israel no es todo el judaísmo ni resume toda la extraordinaria historia judía; Israel es un Estado con sus contradicciones, con sus injusticias e, incluso, perdón ante tanta crítica, con sus logros. Pero ser judío no es ser israelí, más allá de una corriente de afecto y solidaridad que podamos sentir hacia la tierra de nuestros lejanos ancestros, ni todos los judíos se sienten identificados con las políticas del Estado, e incluso están también aquellos que han desplegado críticas directas a la militarización de Israel a lo largo de los años. Pero tampoco es posible reducir brutalmente la historia judía, sus múltiples vicisitudes, su laberíntico camino, al puro y destemplado presente. El pasado nos habita, la memoria sigue escribiendo su texto en nuestros cuerpos, una memoria en la que la brutalidad de la guerra actual no puede ni debe decir la última palabra. Es odioso, parcial, injusto homologar lo que está sucediendo hoy, ahora, en el Líbano, con la condición judía; de la misma manera que también es parcial y mentirosa la reducción del conflicto a la única responsabilidad israelí, como si el mundo árabe fuera una víctima inocente, injustamente atacada por un país agresor que lo único que quiere es oprimir eternamente al pueblo palestino y, de paso, destruir al Líbano. Resulta casi inverosímil leer solicitadas o columnas de opinión de intelectuales progresistas que colocan a Israel en el puro lugar del mal y no dicen una sola palabra de Hezbolá o de las políticas agresivas de Siria e Irán, que se callan ante la muerte de civiles israelíes pero que se desgarran las vestiduras ante la muerte de civiles palestinos o libaneses. Para ellos los muertos no valen lo mismo, los únicos asesinos son los soldados israelíes mientras que del otro lado sólo hay combatientes por la libertad y la paz. Tanta ingenuidad es algo más que inverosímil, es complicidad, es esa eterna justificación maniquea que en nombre de la causa, de la lucha antiimperialista o la que sea, elige qué muertos le son funcionales y dónde poner el acento de la compasión humanitaria. A nosotros nos duelen todos los muertos y nunca dejamos de pronunciarnos contra las políticas que negaban el derecho del pueblo palestino a tener su propio Estado, del mismo modo que defendemos el derecho de Israel a la existencia sabiendo que ese derecho está siendo permanentemente amenazado por aquellos mismos que hoy se ofrecen, aunque constituyan un ejército armado hasta los dientes, como víctimas y que son reivindicados por nuestros progresistas bienpensantes. ¿O acaso los múltiples fracasos de los planes de paz, desde Camp David a Oslo, fueron responsabilidad exclusiva de los gobiernos israelíes? ¿Y qué decir de lo que Hamas proclama respecto de eliminar a Israel del mapa? ¿Y de las declaraciones del premier iraní que niega la Shoá? Israel está muy lejos de ser una niña bonita y virginal. Le caben, por supuesto, responsabilidades evidentes, pero eso no significa, no puede significar, reducir la tragedia del conflicto en Medio Oriente a la maldad “judía”.

*Filósofo. Profesor e investigador de la UBA.

La verdad del tiempo reversible

Por Raúl Antelo

La poética etnológica y el bajo materialismo

Osvaldo Lamborghini sostenía que "en estos pobres momentos de pobres intentos, de tanta poesía bajamente etnográfica", con tantos "carriegos huérfanos de la lectura de Borges", Arturo Carrera estaba elaborando "una poética etnológica", que proponía, sin duda, un exceso, el de "devolverle al trabajo poético su carácter de modelo sobredeterminante de las demás funciones del lenguaje"[1], para así inscribirlo en el terreno del más puro materialismo. Esa poética etnológica tiene, sino una historia, al menos, eso sí, una arqueología bastante precisa que podemos aquí puntualizar.

Podemos remontarnos a Alfred Métraux, especialista en antropofagia tupinambá y director del Instituto de Etnografía de la Universidad de Tucumán, quien registraba en su diario de 1931, al atravesar el altiplano boliviano, que recién en Chipaya logró comprender la íntima cohesión económica que vincula a toda la humanidad, irreversiblemente inscripta en una esfera mundial unitaria. Aún en ese recóndito paraje, la crisis de superproducción del 30 había afectado también, y de modo tan profundo, a esos indios paupérrimos, aislados del mundo y casi perdidos en su desierto inaccesible, que no se podía negar, sin embargo, su inclusión en un todo que sin cesar los ignoraba.

En efecto, a pesar de la crisis, los lamentables Uro-Chipayas habían conseguido mantener sus fiestas rituales, su orden simbólico, que luego, en un ensayo de 1935, el mismo Métraux asociaría a las estrategias económicas del potlatch o don. En el trueque y en la obligación creadora de vínculo, Métraux reconocía, junto a su amigo Bataille, un poder de singularización, un modo de participación e incluso, anticipando los argumentos de Derrida, un pensamiento del ser que es, en verdad, un pensamiento acerca del tiempo. A partir de esas concepciones, Métraux quedaba en condiciones de dar un paso más allá e interpretar un enigma pertinaz en su libro posterior, dedicado a la isla de Páscua. Se depara allí con esas misteriosas inscripciones en tablas de madera, esos signos parlantes llamados kohau rongorongo, que durante largos años intrigaron a viajeros y etnógrafos, concluyendo que no se trataba de una auténtica escritura -el umbral de la historia- sino de simples fórmulas mnemotécnicas que sólo más tarde adquirieron valor sagrado[2]. En realidad, Métraux llegaba a esa conclusión porque, a la manera mimológica de Mallarmé o Valéry, leía las inscripciones a partir de una muy precisa concepción del lenguaje, la de un "puro espacio de la ficción".

Como ciertos poetas atravesados por el luto y el trauma, Métraux veía en el olvido el ritual de fundación de la literatura, como si esta buscase, a través de la amnesia, reanudar los vínculos con el improbable origen y como si la palabra no dispusiese, en rigor, de ninguna archè capaz de afianzar sus fundamentos. Si los etnógrafos funcionalistas interpretaban la hipotética escritura de las maderas grabadas como remedio ante el olvido, la tesis del lenguaje como memoria, adoptada por Métraux, busca, sin embargo, en el olvido, un remedio contra la falta de fundamento de la literatura. Diríamos así que, en la primera perspectiva, el mito actúa para que la pérdida del origen no sea completamente obliterada y pueda ser conmemorada como formación de una literatura en busca, precisamente, de origen. Pero, según la concepción mnenónica, aquello que define a la literatura, al carecer, pues, de un marco fundacional es, por el contrario, la infinita oscilación en su indecibilidad.

Una de las cabezas más lúcidas de la vanguardia rioplatense, Xul Solar, con una aguda (y mallarmeana) comprensión del lenguaje, también llegó a escribir que lo más original y oneroso de esa costumbre, el potlatch, era

la destrucción de bienes para humillar a la otra parte, la que debía hacer otro tanto, o más, para no quedar en la vergüenza; mientras que, si el huésped ganaba de mano al anfitrión que no podía "retrucar", era éste el que perdía rango, quedando como descalificado, tal que mejor era desaparecer o a veces suicidarse. Se conservan descripciones de tales fiestas sádicas en que el orgullo de sí y el desprecio y burla hacia los otros se expresan sin ningún pudor, de parte de protagonistas triunfantes; pero no se sabe qué pensaba de ello el pobre vulgo que no podía jactarse de nada.

Xul no dejó de reparar que en la puja entre soberbias -al fin de cuentas, la estrategia de toda vanguardia- era común "regalar cosa de valor, en la poca variedad, aunque bella, que se hacía en casa, y lo más por mujeres". No se podían rechazar esos regalos, "sin mortal ofensa al seudogeneroso dador", ni dejar de retribuirlos, con usura desmedida, "sin mortal ofensa al propio prestigio, casi equivalente a excomunión, que tal era el general desprecio con mote de pobre o avaro". Todo lo cual conducía a una paradoja que ya existía en tiempos primordiales -"y debe haberla todavía, después de civilizarse"- como el mismo Xul acota:

con estas manifestaciones de rumbosa generosidad, que pugnaba por batir su propio record, se acompañaba una usura en préstamos (o regalos), de cien por cien, o más, anual, es decir devolviendo el doble de lo recibido, que no era dinero, sino objetos. (En realidad una forma de dinero había: como en muchas otras partes, para transacciones usuales, es decir de poca monta, había conchas univalvas de moluscos marinos)[3].

El texto, publicado originalmente en Ínsula,
715-6 (Madrid: jul-ago 2006) puede leerse completo acá.

jueves, 27 de julio de 2006

Chez Freire Grand Hotel (el regreso)

El sueño, autor de representaciones, en su teatro sobre el viento armado, sombras suele vestir de bulto bello. Hace bastante que no me refería a la marcha de aquel proyecto sobre el cual había prometido informar minuciosamente. Pero es que el trabajo ha sido agotador (como habrá podido comprobarse por mis lacónicas intervenciones hasta antes del mundial) y, la mayoría de las veces, un poco desasosegante. De todos modos, para todos aquellos que no cesan de pedirnos algunas migajas sobre el destino de los Rubenes (A. C. en primerísimo término), vaya este recorte de diario sobre el más problemático de los muchachos de la cuadrilla (a quien nosotros llamábamos el Chino), que nos llega con la leyenda "Alcides cuenta con todo mi apoyo" (gracias Ferko).

Qué noche bariloche

El martes a la noche S. y yo recibimos la visita de dos queridos amigos que venían a contarnos proyectos de multiplicación biológica no convencional que, hacia los postres, habíamos aprobado no sin un dejo de envidia. En realidad, el tema surgió por la dinámica específica de la conversación alrededor de una mesa, que requiere ser alimentada con cantidades inmoderadas de "novedades" y "proyectos" y era poco lo que nosotros podíamos aportar más allá de las evoluciones de nuestras gatas, pero el propósito último de la reunión era prepararnos para ir al Centro Cultural del Sur donde a la medianoche habría una celebración con motivo del comienzo del año nuevo según el calendario maya. Conociendo mi reciente inclinación hacia las cosmologías amerindias mi amigo (que no tiene inconvenientes en reconocer su inscripción respecto de los sistemas de pensamiento new age) consideró (sin equivocarse) que yo estaría más que dispuesto a acompañarlo, pese a la humedad recalcitrante de la noche. Allí fuimos los cuatro.
El lugar, para quienes no lo conocen, es una antigua casa colonial de fines del siglo XVIII donde funcionó la Administración del Matadero del Sur y, a partir de 1863, el primer criadero de plantas de la Ciudad de Buenos Aires, inaugurado por Torcuato de Alvear. Convertido hoy en Centro Cultural (antes funcionó allí mismo el Mesón Español) conserva intactos sus patios y sus caballerizas. A partir de noviembre de 1999 se anexó un Patio de Tango fuera del primitivo recinto, con una arquitectura de dudoso gusto, que reproduce en versión fake el estilo "colonial" de la casa, con rejas estilo andaluz, farolas, tabiques de ladrillos a la vista y arcos de medio punto que, si de mi dependiera, haría saltar por los aires.
Llegamos poco después de las once de la noche y, después de recorrer las instalaciones y averigüar nuestros signos astrales correspondientes al calendario maya (yo soy "Mano cósmica Azul" y, entre otras propiedades, se me reconoce por estar "por demás identificado o apegado a los libros, cristales, cartas astrológicas, cartas del tarot"). S. tuvo mucha más suerte: él es "Sol Resonante Amarillo". No importa lo que eso signifique, suena a amo y señor del universo. Me decepcionó un poco verme representado por el elemento "agua", que nunca fue de los que más me apasionaron y que estuvo siempre ausente en mis demás caracterizaciones.
En defensa del sistema maya, debo decir que la muchacha que manejaba la ruedita para realizar los cálculos correspondientes parecía, a esa hora, cansada, distraída y poco propensa a precisiones. Tampoco tenía una gota de sangre maya en sus venas, a juzgar por la tonalidad naturalmente pelirroja de su pelo, su piel nívea y su escaso entusiasmo por las matemáticas astrales. Por qué se había involucrado en una celebración semejante habría sido tema de un interesante debate pero temí ser víctma de agresiones en masa.
Al fondo de la casa, detrás del "Patio de Tango", había una carpa montada donde un montón de jóvenes neo-hippies bailaban al son de una música trance berretísima que unos DJS patagónicos pasaban sin ton ni son. De todos modos, habíamos ido a entregarnos a la algarabía maya que concibe esa noche transicional como un momento "fuera del tiempo". Justo es decir que el estilo arquitectónico de la casa, la variedad de los participantes del evento y el rarísimo equilibrio climático, con un cielo a punto de reventar sobre nuestras cabezas (como efectivamente sucedió al dia siguiente) cooperaba para que nosotros cuatro nos sintiéramos fuera del tiempo y, también, fuera del espacio: nos sentíamos en cualquier parte y en cualquier hora y no en Buenos Aires un martes lluvioso de invierno. Esperábamos la medianoche con ansias.
Luego de movernos un poco sobre unos tablones de madera estratégicamente distribuidos como pista de baile sobre un suelo de pedregullo que en nada favorecía el dancing, salimos al patio de tango, donde había un grupo de jóvenes de ambos sexos que, parados sobre una alfombra, desarrollaban lo que llamábase "meditación en movimiento" acompañados por una música minimalista que salía de instrumentos vagamente andinos. Nos quedamos bajo la llovizna y la niebla mirando la belleza de sus evoluciones en
slow motion que, para los desprevenidos, tenía más de danza japonesa que de cosa precolombina (sin que eso le quitara un ápice de su magnetismo). Un joven descalzo se acercaba a los espectadores y se fundía sucesivamente con ellos en un abrazo que, si me hubiera llegado el turno a mí, no habría sabido despojar de lubricidad, tan definitiva era la comunión física que reclamaba.
Suponíamos que a la medianoche se anunciaría el comienzo del Año de la Luna Magnética Roja con tambores, pero no fue así. Las músicas cesaron, los equipos de amplificación comenzaron a ser guardados rápidamente (como ante la inminencia de un cataclismo o de una intervención de las fuerzas del orden), la gente comenzó a dispersarse y los pocos que quedamos nos reunimos alrededor de una fogata ante la cual los jóvenes barbados que tanta curiosidad nos provocan últimamente se entregaban a una contemplación intensa y tal vez un poco fingida (sus novias, en el caso de que fueran sus novias las muchachitas que los acompañaban, estaban más preocupadas por el estado de su cabello y tenían cara de consternación porque era evidente que lo que no estaba sucediendo iba a durar un rato largo). La convocatoria que mi amigo había traído a casa decía (copio): "Convocamos a todos a participar con sus instrumentos acústicos, cantos y danza alrededor del fuego, trae tu tambor o cualquier instrumento que quieras compartir". El uso del "tú" debió hacerme sospechar alguna impostura, pero me dejé llevar por el entusiasmo y así fue como me encontré a la medianoche varado, con S. y dos amigos, alrededor de una fogata haciendo rueda con unos chicos que preferian eso a volver a sus casas. Como ya estamos viejos para tanta intemperie, decidimos irnos a meditar, cada cual a su domicilio, sobre las graves decisiones que deberemos tomar en lo que resta del año. Mi amigo intentó expresar su decepción, pero yo, que trato de encontrar siempre las mejores enseñanzas en todo, le dije que había sido una excelente experiencia antropológica y, además, una divertida noche de martes.

Geopolítica del rufián

por Suely Rolnik

La Biblioteca Nacional
fue sede de la primera conferencia de Suely Rolnik, psicoanalista, crítica de arte y curadora brasileña, que llegó a Buenos Aires para presentar Micropolíticas. Cartografías del deseo, obra realizada en coautoría con Félix Guattari y editada por Tinta Limón. Hoy, jueves 27 a las 19 brindará otra conferencia en Flacso, y el viernes la conocerán en la Universidad de Rosario (sede Siberia), donde planteará la "Coreografía de los movimientos". En "Geopolítica del rufián", donde Rolnik aporta claves para comprender los cambios políticos, sociales, subjetivos. Y las respuestas posibles.


Fuertes vientos críticos han agitado el territorio del arte desde comienzos de la década de 1990. Con diferentes estrategias, desde la más panfletaria y distante al arte hasta las más contundentemente estéticas, tal movimiento de los aires del tiempo tiene como uno de sus principales objetivos la política que rige los procesos de subjetivación -especialmente el lugar del otro y el destino de la fuerza de creación-, propia del capitalismo financiero que se instaló en el planeta a partir del final de los años 1970. La confrontación con este campo problemático impone la convocatoria a una mirada transdisciplinaria, ya que están allí imbricadas innumerables capas de realidad, tanto en el plano macropolítico (los hechos y los modos de vida en su exterioridad formal, sociológica), como en el micropolítico (las fuerzas que agitan la realidad, disolviendo sus formas y engendrando otras en un proceso que abarca el deseo y la subjetividad).

Acá, el texto completo (gracias, Roberto Jacoby)

Blogolandia

Ememe sale lentamente de su letargo, que seguramente Alonso le contagió. Mientras tanto... en otro lugar, Djego Maradonna afina su lápiz para seguir publicando poemas como éste:

odio los pakis que parecen gay
son como un patrullero que anda
por las calles con las luces

apagadas

odio los pakis lindos que parecen gay
y te hacen luces
para que vayas
tranquilo fumando por
la calle que no hay nadie
pensabas que era un auto y era

un patrullero que anda con las luces apagadas

en ese momento se dice
te lo tenes que comer
te hace luces con los ojos
pero es paki


martes, 25 de julio de 2006

Correspondencia

Estimados amigos:

Esta semana, en nuestro sitio Web, www.ciudaddearena.org:

122 CONCURSOS LITERARIOS VIGENTES - 8 NUEVOS

Les recordamos nuestra nueva dirección de e-mail: fundacion.arena@fibertel.com.ar

Un cordial saludo para todos,


Fundación Ciudad de Arena

lunes, 24 de julio de 2006

Libros recibidos

No fue ayer, ni la semana pasada, pero (como muchos), alguna vez recibí El principito (y el año que viene pienso ensayar una lectura pública):





A LEON WERTH

Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona
mayor. Tengo una seria excusa: esta persona mayor es el mejor amigo
que tengo en el mundo. Pero tengo otra excusa: esta persona mayor es
capaz de comprenderlo todo, incluso los libros para niños.

Tengo una tercera excusa todavía: esta persona mayor vive en Francia,
donde pasa hambre y frío. Tiene, por consiguiente, una gran necesidad
de ser consolada. Si no fueran suficientes todas esas razones, quiero
entonces dedicar este libro al niño que fue hace tiempo esta persona
mayor. Todas las personas mayores antes han sido niños. (Pero pocas
de ellas lo recuerdan).

Corrijo, por consiguiente, mi dedicatoria:

A LEÓN WERTH
cuando era niño

Mujeres argentinas

Una queridísima amiga que reside en algún lugar de la vieja Europa trae de regalo de cumpleaños para su hermano un sobre de "semillas antiguas de zapallo". Como yo cumplo años el mismo día que R., aspiro a un regalo tan extravagante como ése. No es que mi amiga haya adoptado una posición europea al respecto (mucho antes de su mudanza me regaló un algarrobo, expecie en peligro de extinción, que traté sin éxito de adecuar a la intolerable humedad pampeana), sino que sus propias posiciones encontraron en Europa una ecología amable para desarrollarse. Mientras espero ese regalo, pienso en ella, en su inmediata alineación en la causa de las "semillas antiguas" (causa que yo, enemigo de los transgénicos tanto como los demás comensales reunidos alrededor de esa mesa dominical, abrazaría si... ¿si qué?). En efecto, nada me lo impide. Y aunque haya causas más dramáticas o más urgentes, que no presuponen, como el "salvemos las semillas antiguas", que todo lo demás ya ha sido resuelto, prometo hacerme una remera con esa leyenda. Save the old seeds. Rettet die alten Samen.

(anterior)

Homofonía y lucha de clases

Para mí siempre fue "no hay que irritar al ciervo". Para Mabel Rosetti (pág. 40), y para la revista Panorama, también: "Tanto Tito como Ceausescu fueron cautos en sus declaraciones posteriores. 'No irritar al ciervo' parece haber sido la consigna".

domingo, 23 de julio de 2006

Blogolandia

Leo en mi blog predilecto (mi predilección es instantánea, y definitiva):

La hija #5 trabaja como vendedora en una boutique que vende fantasías de plástico, también en Palermo Hollywood. Le pagan 20 pesos por 9 horas de trabajo en negro y una comisión miserable por lo que vende. A veces entra poca gente y estudia, lee, aprovecha el tiempo. Pero cuando sale, a las 8 y media, es de noche y en esa cuadra está todo oscuro. Ella es un ratoncito tierno de 45 kilos.
Desde que anochece hasta las 8 y media, mientras atiendo pacientes, pienso en ella, que pone las rejas del local, cierra la puerta y camina tres cuadras en la noche hasta el colectivo. Cada día me inquieta más el riesgo que corre. Hoy la fui a buscar arriesgándome a su malhumor porque ella cree que es una señora grande y yo creo que es mi bebita. No me importa: la busco igual. De paso le compro biyuta porque me encanta, para regalar y también para aumentar su comisión escuálida. Mientras pone las rejas cierro la puerta, miro alrededor, me da pánico lo desolado que es todo, imaginar que viene un tipo y le hace lo que quiere y ella es tan chiquitita y cree que es grande, mi bebé. Salimos juntas. Caminamos 100 metros. Un chico cruza la calle, nos encara y me dice -Dame todo, dame todo. Le digo que por supuesto, que le voy a dar todo lo que tengo, que me deje unos pesos para volver a casa. Saco la billetera, la espulga, me saca todo. La hijita #5 saca su billetera china, saca sus billetitos de las ganancias de hoy, que son 33 pesos porque lleva la comisión de mis compras. Le da todo. El chico no tiene más de 15 años, está desabrigado y sucio, nuestras manos se rozan, los dedos que mete en la billetera están muy fríos. No entiendo por qué me da ternura, ganas de darle una sopa caliente, de escucharlo, de abrigarlo. Nos está despojando, a mí, que no me importa, pero también a ella, que trabajó muchas horas para ganar sus morlacos, pero también él es un hijito.
Seguimos caminando, pensando cómo vamos a hacer para llegar a casa y ella dice: -Qué mala suerte tengo. Podría haberme asaltado ayer, que no vendí nada.


sábado, 22 de julio de 2006

Invitación



V FERIA DEL LIBRO DE FOTO DE AUTOR
Edición aniversario
Del 4 al 13 de agosto de 2006
Espacio Ecléctico - Humberto Primo 730
(De Martes a Domingo de 14 a 22 hs.)

Correspondencia

PAREMOS EL GENOCIDIO DEL ESTADO DE ISRAEL

No hace tanto tiempo, las palabras judío y oprimido se cruzaban con alguna adecuación. Era la época en que Albert Memmi y su categoría de colonizado gozaban de inusitado prestigio, en que Jean-Paul Sartre promovía el diálogo entre la izquierda árabe y la israelí, en que la paz en Medio Oriente se vinculaba al avance de las fuerzas progresistas y revolucionarias del mundo entero. Entonces, resultaba exigible que el nacionalismo palestino aceptara el derecho a la existencia del Estado de Israel, y que el sionismo admitiera que el Estado Palestino formaba parte de la agenda del realismo político. En contra de los cálculos de muchos, ambas cosas casi sucedieron: Yasser Arafat, en nombre del pueblo palestino, y Itzjak Rabin, como representante del gobierno israelí, iniciaron las tratativas que debían desembocar en la autonomía nacional palestina (Estado Nacional Independiente) y en la normalización de las relaciones del Estado de Israel con todos sus vecinos árabes.
La paz parecía ganar cuerpo y espacio, la reacción de ambos campos retrocedía, al menos, en la legitimidad de la batalla discursiva. Pero Rabin fue asesinado por un complot teológico?fascista, primero, y los responsables del crimen ganaron las elecciones nacionales, después. A tal punto la sociedad israelí giró a derecha, que el agente que apretó el gatillo es una suerte de héroe popular que recibe en la cárcel cientos de cartas semanales de aliento y respaldo. La autonomía palestina no sólo no avanzó hasta concretar un estado independiente, sino que tras la muerte de Arafat la política oficial del gobierno israelí propone explícitamente destruir el pueblo palestino con el simple argumento de combatir y vencer terroristas. Es una acusación tradicional: la hicieron los nazis contra la resistencia francesa, la repitió la culta Francia contra el pueblo argelino, insistió e insiste el gobierno norteamericano en Vietnam, Afganistán, Irán; la esgrimió en múltiples oportunidades el gobierno israelí en los territorios ilegalmente ocupados.
La masacre actual excede todo lo conocido. No son los datos con su abrumadora evidencia los que horripilan, sino la repetición en medio del silencio cómplice del mundo llamado civilizado. Es preciso detenerla para que judío y masacrador no se vuelven sinónimos. Para que el carrousel de la muerte no añada gratuita barbarie sobre inenarrable dolor.
Los abajo firmantes exigimos la inmediata detención de los asesinatos militares, el retiro de las tropas israelíes del Líbano, la apertura de negociaciones bajo control internacional para asegurar hoy mas que nunca el legitimo derecho de ambos pueblos a vivir en paz bajo sus respectivos gobiernos democráticamente determinados.
Es preciso que las fuerzas democráticas, populares y progresistas del mundo entero hagan saber que más tarde o más temprano los crímenes contra la humanidad no quedarán impunes, que la victoria militar sobre el pueblo palestino tiene un nombre inequívoco: genocidio, y que las masacres sólo abren el curso de nuevas masacres. La única garantía para la seguridad de
todos es la paz, las demás no sólo son ilusorias, sino que han mostrado a lo largo de más de medio siglo su sanguinolenta estela.

PARA ADHERIR, ENVIÁ UN MAIL CON TU NOMBRE A noalgenocidio@gmail.com.
HAGAMOS CIRCULAR ESTA INICIATIVA.

www.noalgenocidio.blogspot.com

viernes, 21 de julio de 2006

Diario de un televidente

Hay situaciones que comienzan por sorprendernos y terminan fastidiándonos al punto de forzarnos a querer apartarnos de la especie. De todos los comentarios que publiqué en mi blog, sin duda el más imbécil fue éste. Naturalmente, fue también el más comentado, el que una conversación más densa generó, y la piedra que más pesa de mi cuello de alfabetizador. ¿Es que la gente no entiende lo que lee? ¿Es que tan mal escribo que mis palabras se prestan a interpretaciones tan múltiples? El coso de marras (cuyo nombre callaré para no multiplicar las entradas a este sitio de vastas hordas de descerebrados) está bueno (bueno = garchable), como lo están los carpinteros que participan del show. El programa que conduce (y una cosa no tiene nada que ver con la otra) es una mierda. Eso, al menos, es lo que a mí me parece. Esa anónima gorda que precisa que "de evan farmer puedo decir que es un guapeton y muy simpatico y dulce" no hace sino coincidir con esta loca (que no soy yo), con la anónima arquitecta que me sacó de quicio acusándome de "básico", y, en primerísima instancia, con lo que yo dije en mi post original. Que alguien se arrogue el derecho de decir que "con todo conocimiento de causa (soy arquitecto) puedo decir que los resultados de las decoraciones varían entre buenas, regulares y horrorosas" y que considere que hace falta un diploma para suscribir la pelotuda sentencia "sobre gustos no hay nada escrito" me saca completamente de las casillas (sobre el gusto está todo escrito: historias, sociologías, críticas del gusto, etc.). Es como si yo le dijera a alguien que, "con todo conocimiento de causa (soy profesor de literatura), hay libros que varían entre buenos, regulares y horrorosos (la gran mayoría)". Señores y señoritas: con todo conocimiento de causa os digo que antes de escribir una línea hay que pensar un poco. Pensar, en principio, si uno entendió lo que leyó y tan paladinamente va a salir a contestar y, en segunda instancia, si vale la pena lo que piensa decir (en una escala de interés de 1 a 10 no deben pronunciarse sentencias que uno no pueda calificar por lo menos con 8). Sé que la culpa es, en última instancia, mía, por haberme detenido (¡hace un año y medio!) en esa basura de programa fake. Haberlo hecho está muy por debajo del 4, para mí: peor que hablar de las artesanías de Utilísima (¡o esos programas de arquitectas que muestran baños y cocinas!), que al menos divierten porque interpelan al ser nacional.
Yo soy básico, sí, y no necesito título universitario para ejercer mis gustos. Tampoco los necesita mi madre, naturalmente, y no se me ocurriría a mí censurar sus decisiones decorativas so pretexto de que yo estoy recibido de algo y ella no.

jueves, 20 de julio de 2006

Correspondencia: atizamiento de monos

Paveando por la red, he descubierto un blog tuyo, y me he divertido mucho con tu prosa desopilante y farragosa (tan pedantemente argentina, que me recuerda los parlamentos de los personajes de la literatura argentina, desde La gran aldea hasta el Adán Buenosayres y los hipereruditos cabildeos sobre la nada en Rayuela: en resumen, que los argentinos somos tremendamente fatuos, charlatanes y zumbones, y tan fatuos, charlatanes y zumbones como displicentes a la hora de organizar un discurso con pretensiones “totalizantes” o, al menos, congruentes; hijos de macedonio, de calamaro, de roberto giordano, nos perdemos en el rizo brillante, la frase pegadora, el slogan filosófico de bar (o de Facu) acerca de posibles reformas al reglamento del fútbol.
En suma, he podido confirmar todo lo bueno que se dice acerca de tu humor, y me he sentido identificado, como “argentino culto”.
Pienso que gombrowicz era bastante argentino en este sentido, no por su solemnidad, sino por su pedantería socarrona y cínica.
Claro que esto no tiene que ver con nada que quisiera decir. Pero no sé si tenía algo para decir.
En, fin, saludos

F.

El autito

por Ariel Schettini

Ahora me auto transporto con el auto por el que

peleamos como si fuéramos parte de la burguesía

como si no hubiéramos sido jamás

un mal chiste para la especie.

Me transporto y me llevo a otra parte,

porque peleamos por el auto en un combate

que involucró parientes, abogados y amigos.

Como si no hubiéramos sido para la clase

una caricatura de institución burguesa.

La batalla, que no pasó de escaramuzas de las partes

y de dictámenes judiciales,

no involucró la sangre.

Pero yo hubiera denunciado

destrucción total.

El decreto de Unión Civil era suficiente y

oportuno para demolernos

pero hicimos abstracción del cuerpo: forcejeamos por una cosa

como pelean los que tienen algo y los que tienen repuesto.

Y gané, claro, con dinero, préstamos y humillaciones.

Gané como los que siempre ganan:

sometiéndome.

Gané como se gana adentro de la civilización

pidiendo clemencia y por favor

y cumpliendo formas.

Ahora me llevo y me transporto en el botín de guerra típico

de la conyugalidad, del laberinto amoroso

y de las demandas de divorcio.

Hey... alguna vez ese móvil fue una propiedad en común

¿te acordás?

Insostenible y evasivo, como el amor pactado.

Porque el desvío de ese matrimonio estaba inscripto

en el registro automotor.

Y solo ahora en la recta autopista, mientras escucho música,

entiendo que lo compramos

para ir a otra parte de nosotros mismos.

lunes, 17 de julio de 2006

Libros recibidos

La vida descalzo de Alan Pauls (Buenos Aires, Sudamericana, 2006, ISBN 950 07 2746 3) es un libro exquisito incluido en la novísima colección IN-SITU que, de tan bella (más allá del nombre, excesivamente jurídico), no parece argentina. Exquisito porque en La vida descalzo Alan Pauls lleva la frase (que fue y será su unidad de investigación y de escritura) a niveles desconocidos de elegancia, musicalidad y proliferación narrativa. No es sorprendente: después de todo, Pauls siempre fue uno de esos escritores a los que envidiamos antes que nada por sus frases (si se tratara de un poeta, la equivalencia sería el verso). Lo que sorprende en La vida descalzo es el esfuerzo (como con todo esfuerzo cuyo resultado es feliz, apenas si se nota) que Pauls ha puesto para hacer coincidir la frase con unidades mayores de escritura (el párrafo, la página). ¿Una imitación de Proust? Es posible, sobre todo teniendo en cuenta la estrechísima relación que la obra previa de Pauls tiene con la de Proust (por la imaginación que convoca, por los temas que trabaja, por el ritornello de las frases). Pero como Proust es, en última instancia, inimitable, de lo que se trata más bien es de una recuperación de su "espíritu", como si nada hubiera sucedido. Y esta bien que así sea, porque ésa es precisamente la más sorprendente constatación que realizamos cada vez que releemos a Proust: es como si nada hubiera sucedido y pudiéramos, con sólo proponérnoslo, revisitar Balbec, las catedrales normandas, vivir el mundo según el carrousel hiperestésico del insomne.
La vida descalzo cita a Proust. No podía ser de otro modo, porque su tema visible es la playa. Pero lo cita sobre todo porque su tema invisible es el tiempo. En la perspectiva de Pauls, la playa es un dispositivo minimalista que permite viajar a través de los estratos temporales: de aquel niño amorosamente fotografiado por ¿su padre? hasta este adulto permanentemente amenazado por las enfermedades (en este caso, como en Wasabi, por extrañas dolencias de la piel). En ese ir y venir del pasado al presente lo que se lee es también un ir y venir del adentro al afuera (y la piel, aquello que podría garantizar el límite de esas dimensiones, es precisamente lo que, al verse amenazada, transforma al límite en umbral). No hay posibilidad de detener esos worm holes que afectan no sólo a la conciencia sino también (y sobre todo) al cuerpo. Así, lo que se dice de la playa (su carácter liminar y al borde del tiempo: antes y después absoluto de la historia y la cultura) se dice también del cuerpo. Y viceversa.
En sus libros anteriores, Pauls jamás dejó de articular lo personal y lo apersonal (la ficción y el testimonio). Tal vez en La vida descalzo esa articulación se deja leer con una perfección ausente en otros libros y es precisamente eso lo que mueve a sus lectores (no importa cuan de acuerdo quieran estar con lo que Pauls señala, porque después de todo no es éste un libro de "opiniones") a la admiración, a la felicidad y a la gratitud.

Acá, un fragmento de La vida descalzo.

sábado, 15 de julio de 2006

¡Qué noche bariloche!

Anoche hubo no una fiesta deliciosa sino dos*. De la primera no es mucho lo que se puede decir salvo que respondía a la lógica de la intimidad impersonal que tan bien ha analizado Leo Bersani. Las superestrellas del mundo del arte y la cultura que participaron del encuentro, nos dijeron, obtuvieron todo lo que se puede esperar de un evento semejante en un ambiente de amabilísima comunidad. Después, hubo dancing organizado por Ale Ros chez Albertina Carri. Hubiera sido raro que la fiesta (inscripta en una serie ya célebre) no agradara, pero mucho más raro fue que se convirtiera, por una de esas raras conjunciones astrales y personales (era todo lo contrario de la fiesta anterior: nada de intimidad, mucho de personalidad), en la gran fiesta que fue. Lo fue por muchísimos motivos, pero especialmente porque, perezosos como somos S. y yo para responder a las demandas de la nocturnidad, a veces faltamos a las citas y entonces cada reingreso en ese mundo encantador de música purísima, luces alucinógenas, caricias por doquier, mieles y ensueños, se transforma en un viaje propiamente antropológico a los círculos de la modernidad más exquisita de Buenos Aires. Descubrimos, de pronto, algo que seguramente estuvo pasando desde hace meses pero que, visto de golpe, impresionaba. Estaban, en la fiesta, entre tantos amigos de siempre, la Latin American Idol, la parejita Project Runaway, y muchas otras figuras inspiradas en la cultura trash más actual. Pero no fue eso lo más llamativo (nunca lo es), sino la ausencia total (por mutación antropológica, emigración hacia otros estratos mundanos o vaya uno a saber la causa) de todos los Millhaus (Milz, Milte) que siempre daban a esas fiestas, con sus ropas de escuela dominical, anteojitos y deliberada torpeza física, un toque de spleen que, sin los estímulos adecuados, podía haber sido un poco abrumador. ¿Qué pasó con los Millhaus? La respuesta de Ale Ros quiso ponernos en el lugar del parvenu con sus capacidades perceptivas embotadas: "y....., crecieron", dijo. Pero en rigor no es que nos hubiéramos perdido un proceso de crecimiento o de transformación cosmética sino una revolución estética. Quienes ocupaban su lugar eran una numerosísima tropa de "chicos con barba" (no esas calculadísimas barbas de tres días, ni esas barbas completamente ideológicas que usan los hippies, ni esas barbitas estigmatizantes: "barba candado, puto cantado", dicen en mi barrio, sino unas barbas de dos o tres semanas, un poco ralas porque se trata al fin de cuentas de jóvenes con sus hormonas en funcionamiento anárquico, sin la disciplina a la que, luego, la vejez las somete). Es la moda, claro, y Ale Ros, perentorio, nos envió a consultar bibliografía especializada (Bigotes).
Eso puedo entenderlo, y no me sorprende. Lo más sorprendente, lo verdaderamente excitante de la mutación es que estos lost ("barbetas", los denomina S:) no podían ser aquellos millhaus. Se trata antes de recambio poblacional (un fenómeno migratorio) que de una transformación generacional. Descubierto el fenómeno, nos dedicamos a tasar, como se dice, la mercadería. Con la Madrecita, sobretodo, que estaba muy de acuerdo con nosotros en la algarabía que nos producía semejante invasión (éramos Roma o Bizancio, y ellos los godos). ¿Qué idioma hablarán estos barbados jóvenes, ninguno de los cuales (repito, ninguno: y no eran pocos) quedó fuera de nuestros exigentes criterios -cada uno de los cuales (el mío, el de S., el de Ros, el de Marta, ebria de felicidad, el de la Madrecita, etc.), como es obvio, los sometía a fantasías la mayoría de las veces divergentes? No lo sabemos. Mirábamos sus bocas, claro, como tentadores frutos expuestos en el medio de tales frondas. Con eso nos bastaba, y era unánime nuestra aprobación (repito: unánime). No podíamos adivinar lo que decían (lo que hablaban entre si, lo que susurraban a las chicas-hormiga que los acompañaban y que, éstas sí, habían sobrevivido al cataclismo cultural). Se dirá: ¡qué importa, era una fiesta! Y sí, era una fiesta, pero me habría gustado completar el cuadro de costumbres con una pincelada de discurso referido. Lo cierto es que ahora las pinups portan barba. Y son las chicas más codiciadas de las fiestas.

*Dedico este resumen especialmente a Norma Lascano, que había prometido (la muy hipócrita) dejarse ver a las 3 de la mañana y no lo hizo.

viernes, 14 de julio de 2006

Obra completa

 
Matías Raia administra este blog donde publica las crónicas de Pedro Lemebel.

Invitación


El programa general de las jornadas puede leerse acá.

miércoles, 12 de julio de 2006

Chateando se conoce gente

 
 
LANACION.com | Chats en vivo
Chat con el ministro de Educación
El Gobierno lanzó su propuesta para cambiar la ley de educación y abrió el debate a toda la sociedad, las ONG, los gremios y los expertos. Por eso, LANACION.com invitó al ministro de Educación, Daniel Filmus, para que responda a los lectores sus inquietudes sobre el alcance de la iniciativa.
El encuentro es este jueves, 13 de julio, a las 11.
Para agendar: Jueves 13 de julio, 11 hs.
Para participar ingrese a: http://www.lanacion.com.ar/opinion
Para ver chats anteriores en vivo, ingrese a: www.lanacion.com.ar/chatsenvivo
Aviso: Les informamos que en los chats en vivo de LANACION.com los lectores sólo podrán ver a los moderadores y al invitado, pero no les será posible ver a los otros usuarios . De esta manera, podrán visualizar solamente las preguntas que les hacen a los invitados y sus respectivas respuestas.

Razas de gatos

Si bien la mayoría de las razas de gatos son posteriores a la revolución pop (y por lo tanto, podrían ser desacreditadas como tales por cualquier purista de la AFA), S. y yo hemos decidido atenernos a las indicaciones de las organizaciones internacionales de criadores de gatos, hegemonizadas todas ellas por señoras norteamericanas un poco aburridas de la vida, en lo que la tipificación racial de nuestras gatas se refiere. Tita Merello es una auténtica gata de Bombay: una pequeña pantera doméstica cuyas habilidades cazadoras ya fueron suficientemente probadas. Su mascota, Cartulina Freire, si bien fue incorporada a esta casa como rusa azul, pronto se reveló más bien como una burmesa azul, no sólo por la (extraordinaria) longitud de su cola y la calidad de su pelaje (incluida la característica pechera) sino sobre todo por su comportamiento, delirantemente perruno, para fastidio de su dueña primaria, que no le tiene toda la paciencia que hubiera sido deseable. Como el burmés es una de las especies de las que derivan los Bombay (las combinaciones genéticas son excesivamente complejas), no es raro que compitan en áreas muy precisas. Como sucede siempre con los animales domésticos, una vez abandonada la infancia todo se complica.

martes, 11 de julio de 2006

Galería


La versión alemana, en formato ampliado, de Tipos.

lunes, 10 de julio de 2006

La fiesta deportiva sin igual

¡Terminó el mundial! De acuerdo con el nuevo método de eliminación que desde aquí propusimos y que los inútiles de la FIFA ya están estudiando, el ganador fue Italia por 1 a 0 (el gol de medio punto que hicieron los franceses, antes "penal", sólo servía para desempatar, pero no fue el caso). Los alargues y penales subsiguientes no hicieron sino confirmar ese resultado prístino.
La mayor parte de las entradas de este blog correspondientes al mundial fueron movidas a las hospitalarias categorías "Diario de un televidente", "Galería" y "Biblioteca", donde encontrarán compañía más que adecuada.

Presentación

JUEVES 13 de JULIO a las 19 hs.
Beatriz Viterbo Editora presenta
"Una república de las letras. Lugones, Rojas, Payró. Escritores argentinos y Estado",
de Miguel Dalmaroni

"Modos del ensayo. De Borges a Piglia",
de Alberto Giordano



Miguel Dalmaroni:

“Casi todos los estudiantes que han soportado mis cursos me han escuchado advertirles que la literatura argentina es corta y mala, una combinación de condiciones que implora por un impulso antológico magnánimo si pretendemos no quedarnos con las manos vacías. Por supuesto, un punto de partida semejante supone una creencia que para muchos es hace tiempo una especie de antigualla y para otros, incomprensiblemente, una parte pudenda de la subjetividad del crítico que quien se precie de tal no debería exhibir: la creencia en que lo que llamamos literatura es un arte y merece algo así como un juicio de calidad. Para ciertas morales críticas dominantes en la universidades, los libros suelen ser considerados más bien por su interés cultural, histórico, antropológico, político, y no hay nada nuevo en ello. Me parece muy difícil, no obstante, dar por cierto que haya de veras quienes crean que la discriminación entre la muy mala litaratura de, pongamos por caso, Manuel Gálvez, y la muy buena de Juan L. Ortiz, ya no les afecta ni les concierne más que como un orden o una sensibilidad histórica de entre las tantas que, por supuesto, pueden tener y merecen explicaciones críticas.”

Miguel Dalmaroni nació en 1958 en La Plata, donde enseña literatura argentina y teoría literaria en la Universidad; es investigador del CONICET. Ha escrito ensayos sobre debates críticos y acerca de Juan Gelman, Alejandra Pizarnik y Juan José Saer, entre otros. En 2004 se publicó su libro La palabra justa. Literatura, crítica y memoria en la Argentina (1960-2002).

Alberto Giordano:

“Desde hace un tiempo intento leer en los ensayos de algunos escritores argentinos las formas que toman las autofiguraciones subjetivas y de descubrir (imaginar o inventar) los momentos o lugares dentro de esos procesos en los que, llevado más allá de sí mismo por impulsos secretos –llamémoslos pasiones, llamémoslos deseos–, el que ensaya se olvida o se desvía del curso previsto por las estrategias de autofiguración y entredice perfiles que complican o enrarecen la consistencia moral de las imágenes en las que busca reconocerse a través del reconocimiento de los Otros (...) Se podría decir, ironizando, que juego al psicoanálisis de algunas figuraciones intelectuales o literarias, sobre todo porque si no se ha establecido una cierta transferencia con el autor (entendido, en principio, pero no exclusivamente, como aquello en lo que alguien se convirtió por obra de la escritura), estos ejercicios de lectura se vuelven imposibles. Lo que llamo transferencia tiene que ver con la fuerza con la que me impulsan a escribir, aunque no siempre me identifique con ellos, aunque pueda llegar a encarnizarme al criticarlos, los modos en los que algunos ensayistas se exponen cuando buscan articular sus experiencias subjetivas como lectores con los saberes sobre la literatura.”

Alberto Giordano nació en Argentina en 1959. Vive en Rosario. Es profesor de literatura argentina y de teoría literaria en la Universidad Nacional de Rosario, e investigador del Conicet. Se doctoró en la Universidad de Buenos Aires, en 1999, con una tesis sobre Manuel Puig. Además de Puig, sus investigaciones se ocupan de distintos autores de literatura argentina del siglo XX (J.L.Borges, J.J.Saer, Felisberto Hernández, H. Bianciotti, J.Bianco, entre otros) y de las retóricas y políticas del ensayo literario en Argentina. Actualmente dirige un proyecto de investigación sobre el ensayo literario argentino desde 1930. Ha publicado los ensayos Roland Barthes, La experiencia narrativa, Las operaciones de la crítica, Razones de la crítica y Manuel Puig. La conversación infinita, entre otros. Ha sido invitado a dar cursos y seminarios en distintas universidades argentinas y del extranjero. Integra el Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria, y es el director de su BOLETÍN.

Dirección:
Malabia 1720, Local 5. Palermo.
Tel. 4833.4669 Contacto: Berenice Blanco
Difusión: Solange Loubière y Florencia Cillo
eprometeo@gmail.com
1555910431 o 1551583885