miércoles, 31 de diciembre de 2008
¡Habla, memoria!
Todo sucede como en “ce jeu où les Japonais s'amusent à tremper dans un bol de porcelaine rempli d'eau, de petits morceaux de papier jusque-là indistincts qui, à peine y sont-ils plongéss'étirent, se contournent, se colorent, se différencient, deviennent desfleurs, des maisons, des personnages consistants et reconnaissables, de même maintenant toutes les fleurs de notre jardin et celles du parc de M. Swann, et les nymphéas de la Vivonne, et les bonnes gens du village et leurs petits logis et l'église et tout Combray et ses environs, tout cela qui prend forme et solidité, est sorti, ville et jardins, de ma tasse de thé” (Proust).
Su mundo privado
A su lado, el novelista recuerda (mientras escancia vino tinto en generosas cantidades) un testimonio que, por fuerza mayor, ningún biógrafo podrá registrar: Néstor Perlongher se habría referido siempre a Osvaldo Lamborghini como
martes, 30 de diciembre de 2008
Argentinísima
(anterior)
lunes, 29 de diciembre de 2008
Los túneles de Rafah
En los diarios argentinos, dice mi amigo, que los ha revisado con prolijidad, la información no ha sido siquiera registrada (es que Minas Gerais, aunque es el estado más poblado de Brasil, no es destino turístico para los argentinos).
Sé que, en efecto, los diarios argentinos no abundan en análisis más o menos refinados sobre el mundo y, en general, se limitan a reproducir partes de agencias.
Sucede lo mismo, por ejemplo, con la escalada de violencia que ya ha dejado un saldo de más de 300 muertos y 1400 heridos. La noticia aparece en Clarín, pero remite a una vaga fuente: "Agencias", y apenas si alcanza para darse cuenta de la magnitud de lo que está sucediendo (por supuesto, nada sobre el proceso del cual los bombardeos son apenas una parte). La Nación traduce un artículo (de una parcialidad inconcebible) de la agencia Reuters. Y en Perfil, como es habitual, lo más interesante es la red de comentarios de los lectores.
Como se sabe, la franja de Gaza es prácticamente una cárcel con sus fronteras férreamente controladas por el ejército israelí. Desde hace años, en la frontera con Egipto, se han tendido túneles bajo la frontera como forma de aprovisionamiento (clandestino, naturalmente).
Tanto el gobierno israelí como el egipcio están convencidos de que a través de esos túneles se ingresan armas en la Franja y es por eso que desde hace años se dedican a destruirlos. Sin embargo, esa red es ya tan extensa y tan compleja que es imposible controlarla. Los túneles de Rafah son empresas familiares, que cobran peaje para el transporte de cosas y personas a través de la frontera. Una periodista alemana observó alarmada que no hay siquiera un mínimo de planeamiento geológico que impida que un nuevo túnel desmorone los ya existentes.
Por supuesto, a una situación semejante se llega por la inconcebible situación de aislamiento de la Franja (el 23 de enero de 2008, milicianos palestinos destruyeron un muro fronterizo en Rafah y decenas de miles de palestinos ingresaron en Egipto para comprar alimentos y combustibles debido a la falta de suministros por el bloqueo israelí).
Israel comenzó atacando los túneles de Rafah y, luego, generalizó la ofensiva a todo el territorio palestino, incluida la ciudad de Gaza (84 aviones y helicopteros atacaron en un solo día a 200 objetivos).
El único diario argentino que dedica espacio a la cobertura del conflicto y arriesga un análisis de la situación es Página/12. Los demás, bailan por un sueño.
domingo, 28 de diciembre de 2008
Drama familiar
Me doy cuenta de que, en realidad, Héroes nos aburre, en particular esta temporada que ha hecho del embrollo familiar su única apuesta: Silar es hermano de los Petrelli, el verdadero malo es Petrelli padre, que no estaba muerto sino tramando la destrucción del mundo (no hay programa narrativo más aburrido que el que oscila entre destruir el mundo y salvarlo). Flint, el tarado que arroja bolas de fuego con las manos, es el hermano de la madre de Claire, es decir su tío (y por lo tanto pariente político de los Petrelli). El hijo de Silar seguramente es el resultado de su unión con Elle, la chica eléctrica, a cuyo padre el mismo Silar había matado, etc, etc...
Semejantes ocurrencias (que sólo agregan confusión) obligan a insoportables analepsis que vuelven al comienzo y, al hacerlo, caen en el mismo ritmo moroso que ya le reprochamos a los primeros cinco capítulos de la primera temporada.
En fin, tal vez no terminemos nunca de ver Héroes. En pocas semanas, ya en febrero, nos dejaremos arrastrar, una vez más, por la Lostmania.
sábado, 27 de diciembre de 2008
Feliz año
Me recomiendan no perder la calma, suspender los regalos que desequilibran todo presupuesto, comer mirando televisión, hacer de cuenta que no sucede nada especial para las fiestas.
De más está decir que si estuviera a mi alcance una posibilidad semejante yo me quedaría encerrado en mi casa mirando películas temáticas y comiendo sanguchitos de miga.
Nada de eso es posible. Hay personas que se movilizan y atraviesan océanos. Hay que recibirlos. Prepararles cuartos. Pintar paredes. La ansiedad maternal se incrementa en proporción directa a los compromisos culinarios asumidos. Los hijos tienen problemas para transportarse y además pretenden quedar libres luego de la medianoche en “algún lugar razonable” para las parrandas que planean. Pero en el campo no hay transporte. Mucho más agradable sería quedarse contemplando las estrellas que salir corriendo a devolver la prole a sus excesos personales.
¡En el campo! Preparar una fiesta en el campo es, además, ponerse siempre a merced de las inclemencias climáticas: ¿lloverá? ¿hará frío o calor? ¿qué nos pondremos (me niego a considerar siquiera una rápida excursión a las tiendas de cualquier centro de compras).
Y la refrigeración es un problema: no hay heladera que aguante la cantidad de provisiones que hay que tener disponibles (porque, además, todos los negocios funcionan con horarios especiales y lo que no se ha acopiado hoy no se podrá tener mañana). Hay que decidir si comprar una heladera nueva o esperar que el plan canje propuesto desde las altas esferas gubernamentales (¡por fin una idea, pequeña pero efectiva!) se implemente.
En mi calendario personal, tres fiestas se suceden, implacables: navidad, cumpleaños muy mal calculado de quien vive conmigo, y año nuevo. Esta vez, la crueldad ha querido que se sume, después de reyes, un casamiento (¡en San Andrés de Giles!). Conclusión: dieciocho días de pesadilla social y familiar, mientras el trabajo (¡oh las profesiones liberales, oh la escritura!) se atrasa sin remedio.
He desconfiado siempre de los años pares y éste que termina arrojándome en los brazos de la extenuación confirma todos mis reparos.
viernes, 26 de diciembre de 2008
domingo, 21 de diciembre de 2008
Maldita navidad
De todos los espíritus, el navideño es el más cruel, el menos tolerable: un espíritu burlón, hastiado de la vida, como un enano borracho que sólo puede expresar la maldad constitutiva del Occidente cristiano.
La navidad es el trance más extraño, sobre todo porque funciona al amparo de la melodía hipócrita “Noche de paz, noche de amor”. A partir del 8 de diciembre, cuando las costumbres dicen que hay que armar el arbolito navideño (porque ese día se conmemora la Inmaculada Concepción, sin que se entienda bien qué tiene que ver una cosa con la otra), el espíritu terrorista de la celebración obligatoria domina nuestras conciencias. Lo único que nos interesa es saber lo más incierto: ¿cuándo cobraremos el aguinaldo? (porque hay que enfrentar gastos para los cuales nuestros presupuestos no están ni estarán nunca adecuadamente preparados).
Como esa duda se prolonga a lo largo de las semanas (tal vez antes de fin de año, a lo mejor en enero), comenzamos a raspar la lata de ahorros con desesperación y malhumor creciente. Nos pasa a todos (a los asalariados, a los empresarios). Pregunto por un pago que debí haber recibido a principios de diciembre y que, como la estrella de Belén, brilla por su ausencia. La persona inquerida me contesta “No soy tu secretaria. Llamá a administración”. Le contesto: “Tu insolencia me subleva” (ambas réplicas exceden largamente la intensidad que domina habitualmente nuestros intercambios). Sigo mi ronda pedigüeña: un alquiler está demorado (y yo no lo sabía). Reclamo a la agencia inmobiliaria y me contestan: “Mi horario de trabajo es de 10 a 18”. Respondo: “Me alegro por vos: a partir del año próximo, ya no trabajaremos juntos, ni en ese horario ni en ninguno”. Todos sufrimos el mismo mal y el odio nos domina.
Por supuesto, yo no puedo llamar a mis acreedores invocando el espíritu navideño para que suspendan el cómputo de los intereses usurarios que aplican a mis deudas. Sólo me resta esperar: el aguinaldo, el cumplimiento administrativo de los circuitos que completarán mi presupuesto, o el milagro de una liquidación de derechos de autor inesperada. Bondad, lo que se llama bondad, paciencia, tolerancia, generosidad, disculpas, promesas (aunque fueran vanas), no conviene esperar en estos días.
¿Será la navidad la fuente de tantos actos de discurso desdichados, o su espíritu sombrío nos adviene para que encontremos una explicación banal a nuestra antipatía? En todo caso, esperamos que la navidad pase y su espíritu infame nos deje en paz durante un año.
viernes, 19 de diciembre de 2008
Poliamida
El lector atento encontrará en Las teorías salvajes ramalazos de Humbert-Humbert, de Rousseau, de Wittgenstein, incluso de Nippur de Lagash. Es como si la novela (o las novelas que se incluyen unas dentro de otras, como Matrioshkas desquiciadas que además han leído a Proust y saben que todo puede ser leído à clef) quisiera gritar: “¿pero no era que filo-sofía quería decir amor por el saber, no importa dónde se encuentre?”. Desde estas páginas que Pola Oloixarac (pariente empática del barón Jacob von Uexküll, el eminente zóologo) nos regala, alguien le contestaría que no: “La filosofía es el playground de Satán”.
Daniel Link
Esas poderosas cantantes
Aristóteles (según la Vulgata)
Nunca sabremos con certeza si Odiseo realmente quería volver a su casa, o si por el contrario temía enfrentarse con la terrible tejedora, a la que debería informar de su entrega fatal a la seducción del mundo.
Apenas “se nos mostró la tierra patria, donde vimos a los que encendían fuego cerca del mar” (X: 28-31), el héroe fecundo en ardides se rindió al sueño (a las ensoñaciones), circunstancia que sus “amigos” y “camaradas” aprovecharon para abrir el odre repleto que Eolo había regalado a Odiseo, para mejor distribuir entre ellos el oro y la plata que creían merecer tanto como su capitán. Horrrenda codicia: al desatar el cuero, los “amigos” liberaron los vientos, que arrastraron la nave, una vez más, lejos de la patria. La circunstancia no parece haber afligido demasiado a Odiseo (“me quedé en el barco y, cubriéndome, me acosté de nuevo”, X: 51). Los fatigados navegantes volvieron chez Eolo, que los sacó carpiendo (X: 72-74), pasaron por Telépilo de Lamos (X: 80-133), llegaron a Eea, la morada de “Circe, la de lindas trenzas, deidad poderosa, dotada de voz” (X, 135-140), donde los marineros se entregaron a la seducción de las “drogas perniciosas” (X: 233-236) cuyos secretos dominaba la solitaria cantante “de voz sonora” (X: 252-253).
Escudado en otro pharmacon, Odiseo decidió ir a rescatar a sus camaradas y, aconsejado por Hermes (X: 281-301), subió al “magnífico lecho de Circe” (X: 346-347), la dealer de los mares griegos que, ahora transformada en magnífica anfitriona, les exigió que la cortaran con el “copioso llanto” y la manía de traer “de continuo a la memoria la peregrinación molesta” (X: 456-465). Odiseo y sus amigos se dejaron seducir por Circe y se quedaron más de un año en su palacio (X: 466-468).
Pasado ese tiempo, vinieron los “fieles compañeros” (X: 471-474) a ver si se volvían de una vez por todas a la patria. Odiseo, una vez más, “se dejó persuadir” (X: 475) y después de un último “banquete”, subió “a la magnífica cama de Circe” (X: 480) y, entre una cosa y la otra, le dijo: “—¡Oh, Circe! Cumplíme la promesa que me hiciste de mandarme a casa. Ya mi ánimo me incita a partir, y también el de los compañeros, que apuran mi corazón, rodeándome llorosos, cuando estás lejos (X: 483-486). Ella, naturalmente, le contestó que no se quedara ni un segundo más de mala gana en su palacio, y lo mandó al infierno (X: 489-575).
Vuelta la turba de marineros, para sorpresa de Circe, del Hades (XII), “nuestro ánimo generoso se dejó persuadir” (XII: 28), celebraron un nuevo banquete y Odiseo recibió instrucciones de la diosa para sobrevivir al encantamiento de esos monstruos, las sirenas (XII: 37-54), y a otros tantos peligros marítimos en los que, por el momento, no hace falta detenerse.
El texto completo, acá.
jueves, 18 de diciembre de 2008
La obra de arte en la época de su reproductibilidad digital (2)
Y sin embargo... Las personas que conocemos se sorprenden de que nosotros imprimamos nuestras fotos de viaje. Unos amigos que pasaron unos meses en Europa vienen a devolvernos los chips que les prestamos para sus celulares. "Traigan las fotos", les decimos. Lo hacen. Es decir: traen un pen drive donde están todas las fotos que tomaron, sin orden ni concierto (ni siquiera rotaron las tomas para las que tuvieron que girar la cámara).
Una pequeña encuesta casera arrojó el estremecedor resultado de que, en efecto, ya casi nadie imprime sus fotografías (manía "de artista"). De modo que el registro, si es que puede llamársele así a la toma, se pierde irremediablemente cuando el soporte digital (las tarjetas de memoria, los discos rígidos) se necesitan para nuevas acumulaciones insensatas.
Los investigadores del futuro y los museos de fotografía no tendrán, en pocos años, con qué enriquecer sus acervos (ciertamente, todo va a parar a facebook y a fotolog, pero tampoco se sabe qué sucederá con esos materiales de baja resolución una vez que las personas crezcan y reemplacen su actual entusiasmo por inscribir el propio cuerpo en relación con todo lo que existe por pasiones más farmacológicas: ansiolíticos y antidepresivos).
Así, la utopía del registro total (de lo Real totalmente fotografiado) se pierde en el abismo mismo que la digitalización inaugura con su pulsión de Nada.
Lo mismo sucedió en su momento con los viajes en avión, los que, lejos de hacer del mundo un pañuelo (como siempre quiso creer el sentido común) lo ensanchan hasta la desesperación porque somos conscientes de todo lo que nos separa (en horas, en kilómetros, en dólares) de la China y el Japón, que antes eran sólo una ensoñación y una unidad del exotismo y ahora el límite imposible de un cálculo matemático.
Una pareja que prepara su luna de miel nos dice: "Vamos a imprimir nuestras fotos". Como si les hiciera falta esa declaración enfática de un propósito que, en el fondo, saben que no cumplirán nunca, porque nunca encontrarán el deseo de editar el cúmulo de desenfoques, tomas atolondradas, repeticiones maníacas, errores de encuadre que todos cometemos sin culpa desde que el soporte digital nos lo permite. Estaría dispuesto a apostar que nunca veremos esas fotos impresas. Y, todavía más, estaría dispuesto a proponer una empresa de servicios: "editamos e imprimimos sus fotografías".
Es curioso que lo que se postuló como la democracia y la libertad más irrestricta desemboque, finalmente, en una especialización laboral más.
miércoles, 17 de diciembre de 2008
Walshología
Editada en España la obra cumbre del gran reportero y escritor argentino, 'desaparecido' por sicarios de la Junta Militar en 1977
por JOAQUÍN ESTEFANÍA para El País
martes, 16 de diciembre de 2008
La variación de la lengua
El texto completo, en Diariocrítico.
lunes, 15 de diciembre de 2008
Dante y Joyce
Me gustaría hablar del colorido del Cant XXXII del Inferno. Una música labial en particuar: abbo, gabbo, babbo, tebe, plebe, zebe, converrebe. Como si una nodriza participara en la creación de la fonética..."
O. Mandelstam, Coloquio sobre Dante. Madrid, Visor, 1995, vía Schlemihl.
sábado, 13 de diciembre de 2008
Florencia, aplazada
En el Instituto Lasalle, sin embargo, están sorprendidos porque la hija de la presidente Cristina Fernández no se presentó a ninguna de sus fechas de examen. Lo que más sorprendió a las autoridades, también, fue que la joven faltó al acto de fin de curso del jueves 4 de diciembre. Los que la conocen saben que la razón por la que no asisitió este año es porque, en el 2007, durante la ceremonia de su confirmación, un fotógrafo consiguió retratarla junto a la Presidenta. La tutora contó que ese día la menor de los Kirchner se sintió traicionada. A pesar de las negativas, estaba convencida de que alguien del colegio había ayudado al "intruso" para que lograra sacar esa foto.
Fuente: Perfil.
Susanitas
Que haya gente tan vil como para considerar que a los habitantes de las Villa 31 y 31 bis habría que “obligarlos a mudarse aunque sea por la fuerza” no puede sorprendernos. Tampoco que el tema constituya “la mayor papa caliente entre las manos de la administración de Mauricio Macri”, esas mismas manos que se han entregado a la especulación inmobiliaria dado que políticas habitacionales, sanitarias, culturales, de transporte, ecológicas e, incluso industriales, no tienen ni pueden tener, tanto temen a todo acto de imaginación que las pongan a trabajar en la recuperación de una ciudad decadente.
El Colón sigue cerrado, los hospitales públicos se desmoronan, subterráneos nuevos no tendremos (tal vez tranvías: ¿pero alguien vio una obra?), trenes a los aeropuertos tampoco, escuelas no se construyen, el Riachuelo... Eso sí: los terrenitos caros, el gobierno municipal los quiere limpios para poder venderlos a buen precio.
Según la encuesta publicada por Perfil el sábado pasado, el 58 % de los consultados avalan la erradicación violenta. Tampoco es tanto: el 42 % restante estaremos, si hace falta, defendiendo los derechos de quienes menos tienen a vivir donde les plazca (a falta de políticas habitacionales, nadie tiene derecho a exigir erradicación alguna).
En un viejo chiste, Mafalda le decía a Susanita: “Me parte el alma ver personas pobres”, y proponía una serie de políticas elementales. A lo que su amiga le contestaba: “Para qué tanto, bastaría con esconderlos”. Pretender esconder la pobreza (cosa que no sucede en países más civilizados que el nuestro: Brasil, Egipto) es pretender esconder las propias miserias. El alcalde y sus secuaces han expuesto ya tanto las suyas, que no se sabe bien qué ganarían en este lance.
viernes, 12 de diciembre de 2008
jueves, 11 de diciembre de 2008
miércoles, 10 de diciembre de 2008
La escucha
Aparentemente, los años le han demostrado que las manías se pagan y, días atrás, le espetó a Roberto Jacoby un lacónico:
martes, 9 de diciembre de 2008
A Pascual ya le brillan los ojos
lunes, 8 de diciembre de 2008
¿Qué pasó con Baby Jane?
Cuando nos despedimos en el aeropuerto de Cairo, le pedí a Mohamed (que se había cortado el pelo para la ocasión), con voz temblorosa, sus datos. Escribió en mi libreta su nombre, su celular cairota y una dirección electrónica que comenzaba con "hopeless" y que me arrebató el corazón, de una vez y para siempre.
Pocos días después yo ya estaba en otra parte, gritándole a la gente: "No empujen, no empujen" y quejándome por la estúpida unanimidad de pretender capturar con cámaras pedorras y celulares una experiencia que a todo el mundo, a todas luces, se le escurría entre las manos. ¿Qué hacía yo en el recital de Baby Jane (con sus rizos y su acentuado maquillaje de desequilibrada no pude dejar de pensar en Bette Davis)? Estaba despidiéndome de una forma de consumo que mi cuerpo ya no aguanta más. En Mohamed, pude pensar todavía varias veces, porque los diseñadores de imagen recurrieron a la escritura árabe a lo largo de todo el show. No sabían el daño que me hacían.
El show de Baby Jane fue correcto. Me habían advertido que era medio "pedorro", pero nunca sospeché hasta qué punto la máscara de la cantante iba a darme miedo, ni cuánto podía ella llegar a desafinar en un momento malo de su carrera. Por lo menos, la constatación sirvió para sacarnos de encima el fantasma de que hace playback. Nada de eso: aúlla como una provinciana en las primeras audiciones de American Idol. Justo es decir que, en los momentos punk, Baby Jane puede dar rienda suelta a su deseo y cantar cualquier cosa de cualquier manera (lo que justifica un poco ese manía reciente de la diva).
El show de Baby Jane es precario (no tiene sentido tratar de disimularlo: "Esta parte la hizo Pepito Cibrián", dijo S., cuando vino la "maldición gitana"), no sólo por el canto, no sólo por la debilidad conceptual que lo sustenta, sino (sobre todo) porque su única apuesta está del lado de la tecnología. Oh, sí: las pantallas (que lucirán divinamente en el dvd para el cual los shows son el pretexto) quitaban el aliento y el diseño de imagen silenciaba cualquier otra queja (no el de las chicas del interior que no paraban de protestar porque no veían nada. Nena: decile a tu novio que te lleve a una marcha, no sé, que te saque un poco, así sabés cómo es un tumulto y qué poco disfrutan de él las personas bajas. ¡Pero ya cállate, cállate, que me desesperas!)... Aunque...: ¿qué eran esas ruedas de carreta que el escenógrafo introdujo para mejor ambientar "La isla bonita"?
El show abundó en segmentos "comprometidos". Lo de Obama me pareció simpático, la bandera argentina me dio náuseas, el momento religioso-ecuménico me pareció de cuarta.
(Fotos: D.L. y Sebastián Freire)
Lo peor fue tener que haber escuchado esas canciones horrendas del último disco. Lo mejor, las canciones de Evita: "You must love me" y "Don't cry for me, Argentina", cuando se pudo compartir algo parecido a una emoción. No, lo mejor es haber estado allí con personas queridas.
Ruinas
Lo mejor de Karnak es la llamada Avenida de las Esfinges, que conduce al Primer Pilón. Y, naturalmente, la Sala Hipóstila con sus 5500 metros cuadrados y 134 columnas gigantescas en las que es grato jugar a las escondidas:
Uno de los tantos proyectos museográficos en desarrollo pretende restaurar la Avenida de las Esfinges para reconectar los templos de Karnak y de Luxor (aproximadamente a dos kilómetros de distancia). Karnak, esa abominación, saldrá ganando porque algo de la elegancia de Luxor tal vez se le contagie:
Mientras tanto, el templo de Luxor (en el centro de la ciudad, como quien dijera, Plaza Mayo) alberga, entre otras maravillas (una mezquita construida sobre las ruinas faraónicas, por ejemplo), la célebre y trimilenaria Plaza de las Locas, el lugar de todos los intercambios:
Y así, termina otra jornada...
Fotos: Sebastián Freire
sábado, 6 de diciembre de 2008
Historia y paramnesia
La historia es un mar de contradicciones, con sus mareas altas y bajas, sus corrientes subterráneas, la atracción de la luna y su evaporación constante. En ese mar se suceden las rupturas y las discontinuidades (ocasionales tempestades o catástrofes de un ciclo), pero también los eternos retornos de las olas. La historia no es una serie no de hechos, sino de cualidades, y por eso nos sentamos a escuchar el rumor que viene desde el fondo de su movimiento: no porque nos diga lo que fuimos, sino porque califica los modos de aparición de lo que somos.
Las sociedades jóvenes cuya historia coincide casi con la genealogía familiar (Borges y sus fraguados coroneles patrióticos) temen a ese pasado que los devuelve a la impiedad del déjà vu. Las sociedades viejas, en cambio, encuentran en la perspectiva histórica la materia de su día a día.
En Egipto, por ejemplo, el Coronel Gabal Abdell Nasser condujo un golpe de Estado que forzó al rey Faruk a abdicar en 1952. El suceso de aquel acontecimiento que funda el Egipto moderno tiene que ver con una sencilla constatación histórica: desde el año 343 antes de Cristo no había habido en Egipto sino gobernantes extranjeros (persas, griegos, romanos, turcos, árabes, franceses e ingleses). ¿Cómo no iba a encontrar Nasser en esa cualidad irresistible de la autoctonía una palanca para torcer una inercia de dos mil trescientos años?
En el año 642, los árabes invadieron el país. Ofrecieron a la población el siguiente trato: quienes se convirtieran al Islam quedarían exentos de impuestos (la famosa Piedra Roseta, clave de la escritura jeroglífica olvidada por los siglos de los siglos, es también una carta de agradecimiento por una exención impositiva). Los egipcios no lo dudaron un instante y abrazaron masivamente la ley del Corán. Todavía hoy es muy difícil que los hoteles cinco estrellas o los cruceros que van y vienen por el Nilo acepten pagos con tarjeta o entreguen facturas a sus clientes. Todo es contado rabioso y las propinas son obligatorias porque constituyen la parte no imponible de las ganancias de cualquiera.
El Cairo es una ciudad tan incomprensible (tan fascinante) como las ruinas de las que Egipto ha hecho su principal industria. Todo está a medio hacer o medio en ruinas y es tal la congestión y el hormigueo que cualquier traslado es una mera hipótesis alienígena. Pero basta recorrer el templo de Karnak, en el centro de lo que fue la antigua capital faraónica del Imperio Medio, Tebas (hoy la simpatiquísima ciudad de Luxor), para entender ese caos premeditado.
Fotos: Sebastián Freire
De acuerdo con la tradición faraónica, cada sucesor de cada dinastía estaba obligado a ampliar ese monumento colosal (la estructura religiosa más grande de todos los tiempos). Los nuevos faraones a menudo remodelaban los edificios de sus predecesores. Algunos de ellos incluso derribaron las estructuras más antiguos para usar las piedras en nuevas construcciones. Karnak llegó a estar tan congestionado que los nuevos templos y monumentos se erigían sin ton ni son, en cualquier espacio disponible. Más allá de la grandiosidad del conjunto, Karnak se parece (hoy como ayer) no tanto a una Acrópolis griega como al depósito de materiales de un constructor desquiciado. ¿Cómo iba El Cairo a sustraerse a esas tradiciones urbanísticas?
Cuando la primera presidenta argentina visitó Egipto (me contó Abdul, que fue su guía) se interesó por todas estas cosas, pero en particular por el ideario de Nasser. Me refiero a Isabelita, no a Cristina.
viernes, 5 de diciembre de 2008
Cairo (1)
Los contrastes son, en Cairo, enormes (inconmensurables):
Y sus recovecos, infinitos:
Perderse en una ciudad, decía Benjamin, es la mejor manera de conocerla. No sé si el dictum se aplica a una ciudad en la que acecha, además, la amenaza de la maldición de la momia:
Fotos: Sebastián Freire y D.L.
Después de Cortázar (historia y privatización)
La incidencia de Cortázar sobre la nueva generación de narradores argentinos es evidente: enhebra la ancilaridad expresa del Jaulario, de Ricardo Piglia; la subrayada deliberación de los epígrafes recortados de Néstor Sánchez, o se balancea ambiguamente en la andadura de la Sumbosa, de Aníbal Ford (especie de glíglico o neojitanjáfora), hasta escurrirse por entre los idiomas desarticulados, entremezclados, y la ironía cautelosa y disolvente frente a lo enfático en Los parientes, de Ricardo Frete. O reaparece pringosamente en el parloteo de clochards y atorrantes porteños de Germán García, hasta encallar en la disolución-de la perspectiva balzaciana en La traición de Rita Hayworth, de Manuel Puig.
Julio Cortázar, común denominador de la más reciente generación literaria argentina. Sea. Pero si una generación es una estructura (y como tal una mediación y no un dato orteguianamente ideologizado), los comunes denominadores de una estructura generacional me dan solamente un esqueleto. La carnosidad de cada individuo se me disuelve como si lo hubiera sumergido en algún ácido; para recuperarla necesito palpar la menuda complicidad con las palabras de cada texto en particular. Operemos, pues, a nivel de texturas.
El texto completo, acá.
jueves, 4 de diciembre de 2008
Como una heladera
Gotea a través del agujero en su estructura.
Ahí donde cierto sonido altera
y el vacío se vuelve desesperación.
Gritos de impaciencia que se ahuecan,
se diluyen. Son.
Parche para su fractura, un tajo,
el quiebre.
Sistema de repeticiones sonoras,
de noche.
Son lágrimas de locura que gotean
a través del agujero en su estructura.
Florencia, los sirios y la reencarnación
Entró, la espía del Mossad (hacker habilísima, buscada en tres de los cinco continentes), en las bases de datos de la DEA y nos asignó a dos compañeras-pantalla que habrían cde acompañarnos en nuestra investigación para no despertar sospechas. Las colombianas no tenían idea del lío en el que se estaban metiendo, pero como estaban en Londres, tras la pista de uno de los líderes del Cartel de Cali, tuvieron que aceptar la falsa encomienda para hacerse pasar por compañeras nuestras: una, la novia de S.; la otra, mi hija (la crueldad quiso que ambas fueran muy jóvenes y que yo no tuviera entereza suficiente para fungir de viejo verde).
Fue un fastidio añadido, porque las colombianas, para mejor representar su papel, decidieron andar mostrando teta y culo en una sociedad no precisamente acostumbrada a esas exhibiciones, con lo que en lugar de facilitar la investigación, nos obligaron a estar defendiéndolas de los acosos egipcianos. "Biutiful doter", me decían los que nos perseguían babeándose por las calles y "Doscientos camellos" (parece que es un piropo que significa: tantos son los animales que estaría dispuesto a pagar por esa niña).
Le dijimos a la falsa Garner, que estaba (siempre es así) en algún lugar del mundo donde sus servicios de superespía eran requeridos, que nos sacara de encima esa pesadilla. Como lo de Alias la había conmovido, empezó a desarrollar extrañas teorías sobre reencarnaciones.
"¡Pero si Jennifer Garner está viva!", le escribíamos desde los locutorios de Aswan para convencerla de que estaba delirando. "Las dos somos encarnaciones de la misma reina", nos contestaba (en su mente, que aparentemente se precipitaba en un abismo del sinsentido, se mezclaban las teorías de la transmigración de las almas y la clonación). Finalmente conseguimos que reasignara a las colombianas a una nueva misión y una madrugada las llevamos a que tomaran un globo que las haría cruzar la frontera libia.
En lugar de ellas, apareció Abdul, un egipcio educado en los campos de entrenamiento subsidiados por millonarios libaneses. Con él, escribió Alias en el sellado sobre donde incluyó nuevas credenciales para los tres, no podíamos fallar y todo se solucionaría al instante.
Los antiguos egipcios creían no sólo que las almas podían renacer una segunda vez, sino que podían redimirse de las faltas cometidas en sus precedentes encarnaciones, y también que podían reavivar los recuerdos de sus existencias anteriores.
Todo esto nos contaba Abdul, mientras tratábamos de estrechar el círculo de nuestras pesquisas interrogando (y pagando por ello en sesiones de regateo endiabladas e infinitas) a policías, gendarmes y rufianes. En este punto, la intervención de nuestro amigo fue esencial, porque dominaba, además del castellano, el árabe y el dialecto nubio, que se habla en Aswan en los bajos fondos (es decir, en la isla Elephantine).
Abdul participaba, como la espía del Mossad (y seguramente era él quien la había inducido a sostener creencias semejantes), de los misterios de la resurrección. Quiero decir: no es que él defendiera esas teorías. Ni falta que le hacía: era la viva demostración de que Mme. Blavatsky había estado en lo cierto.
Nebhepetra Mentuhotep I fue un faraón (2008-1957 AC) de la dinastía 11 que creó una fuerte burocracia estatal con sede central en Tebas, mediante la cual unió las partes separadas y en conflicto del antiguo Egipto. Se denominó a sí mismo como "Unificador de los Dos Países", es decir: el Alto y el Bajo Egipto. En Dayr al-Bahari, el Faraon mandó a construir un templo funerario y una tumba de nuevo diseño que sirvió de inspiración para el templo en memoria de la gran reina (pacifista y comerciante) Hatshepsut, quinientos años después. De Dayr al-Bahari está tomado su retrato:
Según la leyenda, Nebhepetra Mentuhotep habría de volver a la Tierra cada 2008 años, de acuerdo con la promesa que le realizara Hekhet en los ritos secretos a los que el joven faraón se entregaba con delicia (naturalmente, las unidades temporales no son las que se utilizaban por entonces, lo que explica la cifra un tanto ridícula, pero en todo caso, se trataba de un par de milenios, porque los egipcios están acostumbrados a medir el tiempo en cantidades más bien grandes). Abdul es, por lo tanto, la segunda reencarnación de Nebhepetra.
Por supuesto, no le gustaba hablar del tema, siendo como es, seguidor de la Ley del Corán. Pero cuando nos sentábamos a fumar una shisha en los perigundines a los que nos llevaba en busca de pistas sobre el paradero de Florencia, conseguimos arrancarle alguna que otra información.
Fotos: Sebastián Freire y Sayid
Así como en su primera reencarnación Abdul había asistido a la Familia Sagrada a su paso por Egipto, ahora, 2008 años después (4016 después de su reinado) nos estaba ayudando a nosotros.
miércoles, 3 de diciembre de 2008
Kirchner, una vida
Kirchner gritó, gritó, gritó, mientras se revolcaba en el cuarto al que había sido confinado, tratando de quitarse el chaleco de fuerza que le habían impuesto.
Estaba mal, Kirchner, desde la guerra, tres años atrás: "el campo.... el campo...", musitaba entre sueños durante las noches en que lo sometían a dosis crecientes de morfina para que descansara un poco. De otro modo, se la pasaba gritando inmundicias, augurando complots que iban a destruir al país, al continente, al mundo, y reclamando los cigarrillos que en la clínica psiquiátrica le habían prohibido consumir. Nadie entendía a ciencia cierta qué es lo que quería dar a entender con esas palabras entredichas, pero como era imposible obtener de él mismo una explicación coherente, se aceptó la hipótesis de una fijación maníaca y de un rechazo al modo de vida urbano que hasta su hundimiento mental había sido una de sus características más sobresalientes.
No se sabe todavía qué fue lo que se desmoronó en la cabeza de Kirchner1. Para algunos (un esquizofrénico que convivió con él en el mismo loquero durante algunos años), su sensibilidad enfermiza lo sumió en la insanía: "somos los sismógrafos de la tragedia de nuestra cultura". Para otros, su conocida afición a relacionarse con prostitutas fue lo que precipitó la caída. Era una enfermedad de transmisión sexual lo que lo habría llevado, según esta versión, primero a la locura y después al suicidio. Un médico prestigioso, el Dr. Edel, llegó incluso a diagnosticarle atrofia cerebral como consecuencia de un estadio avanzado de sífilis, lo que decidió su mudanza permanente al sur (tan mítico y tan de moda por aquellos años). Naturalmente, habría que revisar con más atención su historia clínica para avalar esta conclusión un poco temeraria, porque no parece haber correlación entre el lapso que va de su internación hasta el suicidio y la oscilación de su estado mental, que pasaba de un relativo equilibrio, durante el cual podía hasta sostener conversaciones con cierta coherencia, y sus profundos desarreglos, que sumían en la desesperación a quienes lo rodeaban. ¿Tan sensible era Kirchner? ¿Tan fatal había sido su apego a esas mujeres que, desde su perspectiva, erotizaban las calles? Kirchner no podía andar solo por el mundo, incluso mucho antes de perder la razón, porque su erotomanía era tan intensa como su afición al tabaco. Hubo momentos en que, si de él hubiera dependido, no habría podido pagarse el alquiler.
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1 Cfr. Kirchner, Ernst Ludwig y Gustav Schiefler. Briefwechsel: 1910-1935/1938 (ed. Wolfgang Henze). Stuttgart, Belser, 1990, y Kornfeld, Eberhard W. Ernst Ludwig Kirchner: Nachzeichnung seines Lebens. Berna, Kornfeld, 1979.
Actualización: ahora, acá, el texto completo.
Cae la noche tropical
¿Hay diferencia entre los atardeceres en el Trópico de Cáncer y en el de Capricornio? Seguramente sí, pero es mejor llamarse a silencio. El Nilo lo dice todo.
Fotos: Sebastián Freire