sábado, 30 de septiembre de 2006
Poderoso caballero (2)
S. sostiene que debería incluir en mi meticuloso registro sólo aquellos gastos que tienen que ver con nuestra supervivencia. Yo le contesto que se equivoca de cabo a rabo porque, finalmente, toda la plata sale de la misma bolsa (o de ninguna, según se prefiera), con lo que mi manía y mis promedios periódicos son necesarios a los efectos de saber no tanto en qué gastamos la plata, sino cuánto nos hace falta ganar para poder seguir manteniendo nuestro austero "tren de vida" de migrantes forzados por las circunstancias, no importa si la imputación de la salida indica una compra de supermercado o la adquisición de una remera usada (en el mercado de pulgas) para mi hijo, que cumplió años la semana pasada, o un cuchillo que espero poder regalarle a mi mamá en las próximas navidades.
Algunos amigos y conocidos nos preguntan a qué actividades profesionales nos dedicamos. S., como es natural, se dedica a vender alguna que otra foto en muestras que organiza en los diferentes barrios de Berlín o a vender sus servicios profesionales, como ha hecho siempre. Yo he conseguido reunir un grupo de jóvenes alemanas, entusiastas de todo lo latinoamericano, a quienes instruyo en cosas como tango y bolero, dictadura y democracia, aportes de América Latina a la modernidad global (la papa, el tabaco, el nacionalismo y la revolución). No ganaré una fortuna con eso, pero alcanza para pagar el alquiler.
Ocasionalmente, realizamos trabajos de electricidad a domicilio (Silvia F., nos contrató para que, mañana domingo, le coloquemos las lámparas de techo en el coqueto pisito de Savigny Platz que habita). Pintar, todavía no pintamos (pero no nos negaríamos a hacerlo), ni hacemos traducciones (porque no nos las encargan). Ya se verá.
Por ahora nos arreglamos bien y, de nuestros ingresos del mes de septiembre, conseguimos ahorrar un puñadito de euros pese a que sobrepasamos en 8 el promedio diario de gastos que nos habíamos fijado. Multiplique el lector y comprenderá la loca cifra resultante en nuestras devaluadas monedas transatlánticas. Para colmo de males, días atrás descubrimos que las botellas de plástico de las gaseosas son también retornables y cobran por ellas en el supermercado un cuarto de euro por cada una. ¡Habíamos tirado a la basura como diez euros! ¡Con razón los cartoneros del barrio se complacían tanto en revolver nuestro tacho, espectáculo que habíamos observado con cierta inquietud desde la ventana de nuestro estudio!
S. insiste, sin embargo, en que el cálculo está mal hecho, porque ese promedio diario incluye una cantidad de erogaciones que no se corresponden con las necesidades cotidianas. Yo le respondo que, si tanto le desagrada mi contabilidad, que emprenda él la suya propia a ver cuál resulta de mayor utilidad. Y así, cada tanto, nos entretenemos contando moneditas.
viernes, 29 de septiembre de 2006
Saudades
Pero siempre habrá algo que lo subleve y lo obligue a poner en cuestión nociones como centro y periferia, y a censurar a voz en cuello la tan cacareada modernidad de las sociedades europeas.
jueves, 28 de septiembre de 2006
Dos sonetos
AUNQUE UNGISTE EL UMBRAL Y ENSALIVASTE...
Aunque ungiste el umbral y ensalivaste
no pudo penetrar, lamida y suave,
ni siquiera calar tan vasta nave,
por su volumen como por su lastre.
Burlada mi cautela y en contraste
-linimentos, pudores ni cuidados-
con exiguos anales olvidados
de golpe y sin aviso te adentraste.
Nunca más tolerancia ni acogida
hallará en mí tan solapada inerte
que a placeres antípodas convida
y en rigores simétricos se invierte:
muerte que forma parte de la vida.
Vida que forma parte de la muerte.
EL ÉMBOLO BRILLANTE Y ENGRASADO...
El émbolo brillante y engrasado
embiste jubiloso la ranura
y derrama su blanca quemadura
más abrasante cuanto más pausado.
Un testigo fugaz y disfrazado
ensaliva y escruta la abertura
que el volumen dilata y que sutura
su propia lava. Y en el ovalado
mercurio tangencial sobre la alfombra
(la torre, embadurnada penetrando,
chorreando de su miel, saliendo, entrando)
descifra el ideograma de la sombra:
el pensamiento es ilusión: templando
viene despacio la que no se nombra.
El viejo y el mar de sangre
Revelaron el mayor secreto de Hemingway
En sus cartas admite que mató a 122 prisioneros alemanes
miércoles, 27 de septiembre de 2006
Herbst
Ir o no ir, he ahí el dilema
martes, 26 de septiembre de 2006
La falta
Gracias a esa performance, me doy cuenta de que no habría sino una manera de salvar a los berlineses de su melancolía incurable (los que no lo son, como nuestros amigos Wolf y Tanja, huyen todo el tiempo) y a la cultura alemana de su pesadez atemorizante: un shock de fiestas judías (casamientos, bar mitzvah, teatro idish, lo que fuere). Los memoriales del holocausto y los museos judíos no hacen sino reforzar la culpa y, por lo tanto, el terror ("lo que pasó, verdaderamente pasó": pero eso es sólo una parte del asunto).
lunes, 25 de septiembre de 2006
Vacío de sentido
La víspera de dejar mi último dólar en aquella aventura, seguía hastiado y tan profundamente, que me negaba incluso a examinar las necesidades más urgentes. Somos, por naturaleza, tan fútiles que sólo las distracciones pueden impedirnos de verdad morir. Yo, por mi parte, me aferraba al cine con un fervor desesperado.
Al salir de las tinieblas delirantes de mi hotel, probaba aún a hacer algunas excursiones por las calles principales de los alrededores, carnaval insípido de casas vertiginosas. Mi hastío se agravaba ante aquellas extensiones de fachadas, aquella monotonía llena de adoquines, ladrillos y bovedillas y comercio y más comercio, chancro del mundo, que prorrumpía en anuncios prometedores y pustulentos. Cien mil mentiras meningíticas.
Louis-Ferdinand Céline. Viaje al fin de la noche. Barcelona, Edhasa, 2004. Tr. Carlos Manzano. Págs. 253-254
Capitalismo y esquizofrenia
Gualeguaychú le dijo adiós a ENCE con una masiva marcha
Una caravana de diez kilómetros de largo llegó hasta el puente internacional
GUALEGUAYCHU.- Miles de vecinos de esta ciudad formaron una caravana de casi 10 kilómetros de autos, motos y bicicletas para celebrar la cancelación del proyecto de la pastera española ENCE en Fray Bentos y reclamar que la finlandesa Botnia adopte la misma actitud.
domingo, 24 de septiembre de 2006
Tráfico de imágenes
El migrante, por el contrario, trae imágenes consigo. Aplica sobre la ciudad en la que empieza su "nueva vida" una retícula de sensaciones y bloques de afecto (la memoria, amenazada). Reconoce la ciudad con categorías que, ilegítimas como son, sin embargo le sirven como coordenadas existenciales. Alexanderplatz es Plaza Constitución (claro que con el fantasma oprimente de Alfred Döblin), Zoologischer Garten, sobre todo hacia la entrada del zoo, es Plaza Once, Savigny Platz es Plaza Serrano, Ostkreuz (sobre todo la estación) es un pedazo de Moreno, Rosenthaler Platz asalta como si fuera un Parque Lezama teletransportado...
Son las dos lógicas del Imaginario, dos movimientos aparentemente irreconciliables pero complementarios. El imaginario va o viene y es siempre de una sola mano. Einbahnstrasse.
La salud del Papa
1) "En un intento de revivir su Iglesia moribunda con una visita a Alemania, donde las congregaciones romanas son cada vez más escasas, Joseph Ratzinger (siempre voy a pensar en él con este nombre) se las ha arreglado para hacer un moderado daño -y para no hacer nada bueno en absoluto- en la tensa y crispada discusión que se desarrolla entre Europa y el Islam. Recomiendo que lean el texto completo de su discurso en la Universidad de Regensburg hace dos semanas". (Christopher Hitchens)
2) "Aunque Ratzinger acompañó la oposición de Wojtyla al ataque unilateral contra Irak, en setiembre de 2004 fundamentó su oposición al ingreso de Turquía a la Unión Europea, porque 'histórica y culturalmente tiene pocas cosas en común con Europa'. En noviembre Juan Pablo II y Ratzinger apoyaron la reelección de Bush, con quien compartían los mismos valores morales en contra del aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo, la eutanasia, la manipulación genética o la investigación con células madre. La delegación estadounidense que asistió a los funerales de Wojtyla fue impactante. La integraron tres presidentes (Clinton y los Bush, padre e hijo) que además de despedir al rey muerto se interesaron por el rey puesto en su lugar. El jesuita californiano Thomas Reese, consignó en el periódico America los rumores según los cuales el gobierno de Bush no quería que fuera elegido un sudamericano". (Horacio Verbitsky)
3) "La lectio magistralis tenuta dal papa all'università di Regensburg ha sollevato grande scalpore per l'improvvida citazione delle parole dell'imperatore bizantino Manuele II Paleologo, alla fine del quattordicesimo secolo, che così aveva giudicato Maometto: «Di nuovo, ha portato soltanto cose cattive e disumane, come la sua direttiva di diffondere, per mezzo della spada, la fede che egli predicava». Una valutazione ingiusta data a proposito del problema dibattuto, «rapporto tra religione e violenza», non contraddetta a quanto sembra dal papa nonostante la sua palese genericità". (Giuseppe Barbaglio)
4) "Innerhalb des Vatikans soll nach der Regensburger Vorlesung Benedikts und der anschließenden Empörungswelle erster Unmut aufgekommen sein. Die Turiner Zeitung "La Stampa" berichtete von "Missstimmung in der Kurie". Das Blatt zitierte ein Kurienmitglied mit den Worten: "Mit Karol Wojtyla (Papst Johannes Paul II.) wäre das nicht passiert." (Spiegel)
sábado, 23 de septiembre de 2006
La nueva alianza
La obra Hegemonía o supervivencia, mencionada por el presidente venezolano en la ONU, alcanzó el primer puesto en Amazon.com
Chomsky declaró en una entrevista con el diario New York Times que "estaría feliz" de conocer al presidente venezolano y elogió "muchas de sus políticas de gobierno", aunque se distanció del tono con que Chávez utilizó en su discurso para criticar a su colega estadounidense, George W. Bush.
El artículo sobre Chomsky está entre los diez más compartidos entre los lectores a través de correos electrónicos, según la estadística online del propio Times. Y la palabra "Chávez" es la más tipeada en el buscador del diario.
Otra ránking. El libro de Chomsky estaba hoy además en el puesto número tres en la lista de best-sellers de Barnes & Noble, una de las más prestigiosas librerías de Estados Unidos.
Link corto: http://www.lanacion.com.ar/842667
Comunidades imaginadas
por Valentín Díaz
Acéphale es al mismo tiempo una comunidad y una revista. Acéphale es la revista (aquello que puede sobrevivir) de una experiencia (aquello que se acaba en el presente). A excepción de algunos testimonios y el libro de Blanchot, poco se sabe de aquella experiencia: como comunidad secreta, inconfesable, se pretende clandestina, destinada al olvido. La pregunta que debe entonces plantearse es qué sobrevive, qué de aquella aventura inicial cargada de falsos relatos, malentendidos, especulaciones (la más arengada de las cuales habla de una chica que voluntariamente fue objeto de un sacrificio ritual en un bosque) puede leerse en estas páginas inéditas hasta ahora en español y recientemente publicadas por el proyecto editorial Caja Negra con traducción y prólogo de Margarita Martínez.
sigue acá.
viernes, 22 de septiembre de 2006
Meine punkte, bitte!
Tenemos dos supermercados en el barrio: el ALDI, que viene a ser una especie de DIA, del otro lado del canal que cruzamos no por el Röntgenbrücke (porque el canal se abre como brazo del Spree una cuadra más abajo) sino por el puente siguiente, y el Reichelt, que queda camino de la estación de subte. El primero nos deprime un poco con sus góndolas de productos baratos, mal expuestos, y siempre más sintéticos de lo que un ciudadano normal podría tolerar. El ALDI nos devuelve a nuetra triste condición de migrantes pobres y lo visitamos sólamente para comprar tarjetas telefónicas, para alquilar dvds y para comprar frutas y verduras en el excelente negocio que tiene al lado (curiosa especialización de los negocios berlineses: bebidas y verduras, lo que en alemán da una preciosa frase aliterada, Gemüsse und Getränke).
Cuando nos ponemos verdaderamente ahorrativos, nos vamos hasta el Mercado de Kreuzberg, cualquiera de los dos días que funciona, donde los precios son escandalosamente más bajos que en cualquier otra parte y lo que venden es de excelente calidad. Pero las compras cotidianas las hacemos en el Reichelt, que tiene, desde hace unas semanas una promoción especial: completando una cuponera con unas etiquetitas autoadhesivas se obtienen importantes descuentos en la adquisición de cuchillos de cocina.
Cada vez que S. va a al supermercado "se olvida" de pedir los puntos (las etiquetitas), con lo cual yo sufro, porque pensaba regalarle a mi mamá para navidad un juego de cuchillos alemanes (por los que ella, por alguno de esos misterios familiares que a esta altura del partido ya no sé si alguna vez develaré, tiene una patológica debilidad). Protesto.
S. alega que la señora que siempre lo atiende en la caja lo odia, lo maltrata, le quiere cobrar las bolsas de papel que reciclamos siempre de una compra a la otra, le dice cosas complicadas a sabiendas de que él no la entiende. Yo la conozco y es cierto que es más atemorizante que la chica que atiende en otro turno (pero no hemos conseguido, todavía, deducir los ciclos de rotación para calcular la hora de visita al super). Como en ese supermercado "bueno", que tiene además panadería propia (es la razón por la cual lo elegimos), sólo se dejan ver nativos, no importa de qué clase social, ella nos mira siempre con desconfianza y debe de pensar las cosas más atroces de nosotros, que además compramos ingredientes para comidas a todas luces esotéricas, además de las clásicas papas alemanas.
Yo he intentado que S. se relacione lingüísticamente con la señora severa del Reichelt, pero como no se siente bien, no me parece justo someterlo a un exceso de nerviosismo que tal vez afecte su delicadísimo equilibrio gástrico. Así que hoy las compras voy a hacerlas yo. Sólo hay que completar veinticinco puntos para obtener un descuento del 50 % en el set de cuchillos de cocina. ¡Y con 50 ganamos un 75 % de descuento! S. alega que seguramente conseguiríamos cuchillos más baratos en cualquier otro lugar. S. F. abona su hipótesis y propone que vayamos un fin de semana de excursión a Ikea. Tal vez tengan razón, pero a mí me hace gracia aprovechar (y sé que a mi mamá le gustaría el gesto, que seguramente ella misma me inculcó en mi miserable infancia cordobesa) la módica oferta del supermercado.
jueves, 21 de septiembre de 2006
Blogolandia
Equinoccios
Para mitigar la melancolía que el movimiento de los astros nos provocaba S. y yo habíamos marchado, el fin de semana pasado, al Meridión, donde todo fue reconocimiento e identificaciones narcisistas (y, por lo tanto, también enfermedad: S. fue víctima de alguna enfermedad metropolitana: aquí la patada al hígado no existe, pero en cambio sí se cultivan el refrío estomacal o el infarto auditivo).
Vueltos al hogar alemán, los amigos que nos ayudan en todo nos habían preparado un suculento banquete de carne (algo ciertamente raro en estas latitudes).
Alguien me pregunta si me vine definitivamente a vivir a Alemania. Bueno, "definitivamente" es una palabra demasiado grave como para poder pensarla sin un escalofrío. ¿Sería yo capaz de afrontar un adverbio semejante? ¿Qué desencanto, qué esperanza, qué amor o qué odio hacia la patria me obligarían a cortar definitivamente las amarras que me ligan con mi tierra (ay, la territorialización sentimental, ay, el folclore) para internarme en este túnel de noche y hielo que se avecina ante nosotros, un año tras otro, para siempre?
Pienso en los amigos que lo han hecho con sobradas razones. Aquí están, sobreviven, nada malo les sucede. Yo no he sido poco feliz en este primer mes de aclimatación (soy una planta que ha sobrevivido al transplante), pero sé que en algún momento las compuertas del llanto se abrirán de par en par sin que yo sepa bien por qué.
Mientras tanto, me dedico a odiar con prolijidad a los psicóticos que programan los horarios de trenes y colectivos urbanos: ¿Cómo es que nadie grita que basta ya de tanta exactitud maníaca? ¿Quiénes son esos seres extraños que han diseñado un método infalible y en qué oficinas dominadas por una racionalidad sobrehumana trabajan? ¿Cómo es que consiguen que todas las combinaciones (trenes con trenes, trenes con buses) funcionen a la perfección, al segundo, siempre, y en qué desigualdades sociales se funda la mera posibilidad de un tiqui-tac así de loco?
El migrante sabe que en su tierra algo así sería imposible y sospecha que es un efecto más del imperialismo: el confort de las capitales metropolitanas se funda en la pobreza generalizada del mundo. El migrante busca el centro, jamás la periferia (eso, se llama éxodo). Y viene a instalar en este centro una cuota de irregularidad, de escándalo, de testaruda desconfianza hacia lo que funciona bien. Si es fuerza de trabajo, y siempre lo es, arrastra consigo un punto ciego de desmoronamiento.
El migrante, que enfrenta los controles en los aeropuertos aterrado porque trae su morral atiborrado de quesos sardos y de ramas de romero fresco, mira con antipatía al turista que cruza los detectores de metales con una remera en la que se lee "Terror in America. Destroy the system". Eso que para el joven turista a lo mejor es sólo un chiste o una cita de la cultura trash, para él bien puede convertirse en una obsesión insana.
Trato de terminar de escribir un libro que se me resiste. Voy al teatro. Programo visitas a las bibliotecas públicas. Siempre hay un libro que me falta. Hiervo tisanas para S. Opino sobre la secuencia de fotos para la muestra que prepara. Escucho los ruidos matutinos de la obra en construcción de al lado.
Chocolate por la noticia
José Emilio Burucua
miércoles, 20 de septiembre de 2006
Invitación
agenda de actividades
martes, 19 de septiembre de 2006
Correspondencia: Bush Crimes Days, Sept 19-21
Organize and Speak Out Against
Bush Administration War Crimes and
Crimes Against Humanity!
On September 19, 20 and 21, The International Commission of Inquiry on Crimes Against Humanity Committed by the Bush Administration calls on all campuses and communities across the country to organize public events to expose and denounce the Bush administration's war crimes and crimes against humanity.
The Bush Regime's actions cry out for resounding calls of conscience by the many, many people across the country who do not want these acts carried out in our names. They call for hundreds of events, sending a loud "No, not in our name!" far and wide.
Think about what the Bush regime has already done: illegal, immoral and unjust wars; rapes and massacres by occupying US military forces; torture, rendition and illegal detention; and now threats against Iran. It has assaulted efforts to curb global warming. It insists upon potentially genocidal abstinence-only AIDS-prevention programs in Africa. It left poor Black people to drown in Hurricane Katrina, then blocked food and aid, and now leaves New Orleans in ruins.
Acts of this regime are unconscionable on the scales of history. We have a moral and political responsibility to bring these horrendous crimes to a halt, and ensure they never happen again.
As George W. Bush ratchets up his rhetoric of empire, brazenly labeling
those in his cross-hairs as targets in a war for civilization, we have a
response: George W. Bush the war criminal does not speak for us!
Suggested Actions:
Protests, Public Showings of new Bush Commission DVD, Teach-Ins, Photo Exhibits
1. Protest at the UN September 19 when Bush speaks, potentially laying the groundwork for war on Iran.
2. Organize a teach-in or forum on Bush's War Crimes and Crimes Against Humanity, featuring local professors or activists and/or hold a public showing of the powerful new DVD featuring excerpts from 4 out of the 5 indictments investigated by the Commission. The DVD, along with the downloadable Verdict and Findings of Fact can be used to organize teach-ins, speak-outs, protests, vigils, and classroom presentations.
You don't need to be an expert -- these materials, the DVD and the Findings of Fact, contain the key facts and evidence -- on Bush's war crimes and crimes against humanity in the areas of war, torture, global warming, HIV/AIDS and Katrina -- acts that by their scope or nature shock the conscience of humankind.
Watch this section of the new DVD for a for a jolting yet substantive sampling of what you'll fund on the full DVD. This DVD contains stunning testimony from eye-witnesses and experts in three areas of indictment: torture, global warming and HIV/AIDS.
Additionally, we have a DVD of an extraordinary -- and very inspiring - panel convened on the Berkeley Campus of the University of California featuring Brig. Gen Karpinski, the ex-commander of Abu Ghraib, Ambassador Craig Murray, the ex- British Ambassador to Uzbekistan who declared at the Commission, "I'd rather die than have someone tortured to save my life," Daniel Ellsberg, of the Pentagon Papers, and Larry Everest, the author of Oil, Power and Empire.
3. Students at the University of California, Berkeley are organizing a protest against John Yoo (one of the main legal architects of Bush's torture policies). Organize political protests and demonstrations on campus against similar high-level architects of Bush acts and policies that constitute war crimes and crimes against humanity. You could start by contacting all the Human Rights groups in your area or at your campus in advance, and ask them to spread word about it.
4. Gather a group of people together in a visible, busy location for a public denunciation of torture. This could involve people putting black cloth and hoods on to simulate the torture carried out by U.S. soldiers at Abu Ghraib, or could include people wearing orange jumpsuits with black hoods to dramatize the treatment of prisoners at Guantánamo Bay, Cuba, or even a sign: "George W. Bush and his administration - Guilty of war crimes and crimes against humanity!". Have extra materials on hand so that others can join in, and signs saying "Bush: Guilty of War Crimes and Crimes Against Humanity" or use former UK ambassador Craig Murray's statement: "I'd rather die than have someone tortured to save my life."
Imagine a scenario when thousands of students and others on campuses
and communities across the country are debating and discussing whether
George W. Bush is guilty of war crimes and crimes against humanity.
Imagine them watching and listening to testimony from sources of
authority that makes this case -- coherently and conclusively.
Join in across the nation on September 19-21!
Contact The Bush Crimes Commission National Office
Email: commission@nion.us
domingo, 17 de septiembre de 2006
sábado, 16 de septiembre de 2006
Poderoso caballero
El migrante gusta de cocinar, y trata de hacerlo relativamente bien para poder homenajear a sus amigos, quienes a cambio le traeran una (prohibitiva para su presupuesto) botella de vino. El migrante, que lo espera todo del mundo, sin embargo gasta poco, lo que establece una relación contradictoria en relación con la lógica del capitalismo: no se puede sino consumir para obtener algún tipo de privilegio en las sociedades dominadas por las aguas heladas del cálculo egoísta. El migrante no tiene crédito, ni posibilidad de sobregiro. Y debe pensar, aún, en la familia que ha quedado en su patria y sus eventuales necesidades. El migrante gira dinero, opera en internet, utiliza cuentas bancarias de sus amigos para poder mitigar la culpa por haber abandonado a quienes, aunque no dependan totalmente de él (porque él está lejos y comenzando una vida totalmente nueva), es probable que preferieran su regreso.
El migrante extraña no tanto su lengua, sino los rituales que está acostumbrado a considerar "la vida", una cultura. Y, al mismo tiempo, sabe que no puede entregarse a la melancolía porque no hay manera de sobrevivir a la sombra de ese ángel severo de la historia. Paso a paso, el migrante se interna en territorio de nadie. Volverá cada vez que pueda a su tierra natal, volverá a velar a sus parientes muertos, se enfermará en cada uno de esos viajes que lo ponen ante el sinsentido de la vida. Imaginará que, una vez viejo, podrá elegir volver a morir donde nació. Imagina cosas, el migrante, y escucha canciones totalmente imaginarias. Paradójicamente (la paradoja es su reino), cuando el hastío se lo indique, el migrante tratará de recuperar parte de su historia. Viajará a lugares donde se habla su lengua materna. Viajará, por ejemplo, a Cagliari, Cerdeña, donde los nativos alargan la sílaba pretónica (es decir: donde se habla italiano con acento cordobés).
miércoles, 13 de septiembre de 2006
La fiesta deportiva sin igual
La pelotuda embriaguez del Mundial
por Pedro Lemebel
Y qué si a uno le andan diciendo por todos lados que el futuro sano es el deporte, si insisten con ese presente atontado por el chorizo noticioso del fútbol, dándole con el pallá y pacá de la bola. Haciendo noticias hasta del peo que se tira el árbitro cuando se traga el pito. O el affaire del jugador musculón con la modelo de turno. Como si a uno le importara que los machos recuperen la filosofía discurseando sobre la estrategia del taquito, al pechito, cabezazo y fútgol. No será mucho, no será otra forma de domesticar la euforia ciudadana dirigida por el narcotráfico del balón. Si ahora hasta las mujeres han entrado en esta cototuda reflexión, y vemos periodistas, animadoras, ex primeras damas, actrices y fanáticas extasiadas por aquel pase magnético del mijito piernas de oro, la explotación millonaria del cabro pobre al que no le dio el bolsillo para la universidad y fue elegido entre miles de patipelaos como rey del pelotazo. Porque la llamada pasión de multitudes es la única universidad rápida para los pobres. La única forma de saltar de un viaje a la fama, sin mucho pensar, evitarse toda esa paja de la educación y formar parte de otra academia, más de patada y porrazo, sólo para machos, y algunos homosexuales disfrazados de comentaristas, técnicos o teóricos de la payasá futbolera. Son personajes que ocupan las pantallas de la tevé discurseando lo mismo, alabando mariconamente esas pantorrillas peludas. ¡Ay!, ese quiebre de cintura. ¡Ay!, esos muslos duros que rebotan la bola. ¡Ay!, esa pelvis dura que deja ver los pelitos cuando se le sube la camiseta. ¿Y cómo no va a ser un arte ese complejo pase por la entrepierna? ¿Cómo no va a ser un éxtasis de la inteligencia ese meneíto de caderas? Total, para esas acrobacias del cuerpo es para lo único que ocupan a los chicos pobladores. Aunque últimamente, algunos cuicos cacharon el negocio fácil del fútgol. Así, algún rubiecito, hijito de papá y flojonazo para el estudio, le saca brillo a las canillas dando chutes por el mundo, firmándoles autógrafos a las miles de niñas que se cambiaron de fanclub; traicionaron a Juanes por el bello y sudado pelotero que se revuelca con modelos sin seso. Todo porque es rubio, nada más, porque tiene esos ojitos, dice otra cabra mascando chicle. ¿Y qué más? Corre como los dioses. ¿Te parece poco?
Tal vez, el fútbol acapara noticiarios y portadas de periódicos para atontar la vida cada vez más fofa del acontecer nacional. Y cabe sospechar que se tapa con este espectáculo que glorifica las maromas del cuerpo viril. ¿Qué se oculta cuando se usa esta sencilla afición popular para transformarla en megaevento? Y lo que es peor, se convence a multitudes que el sentido de la vida depende de los rebotes de la pelota en la cancha. Como si el futuro blanco y amnésico del país fundara su utopía soñadora en las victorias y descalificaciones de la selección nacional. Que por lo general son derrotas, acusaciones y juicios a los técnicos importados, denuncias por mala administración de las platas, robos, estafas y rapiñas de dólares por compras y ventas de jugadores. Como si un hombre o una mujer se pudiera vender y traficar según la potencia de sus músculos. Al igual como a los esclavos les revisaban los dientes, ahora los eligen con un cronómetro que marca resistencia y agilidad para el decorado de la pichanga. En fin, no se trata de reivindicar la inteligencia o el saber letrado como única forma de valor. No se trata de ser tonto grave y enjuiciar un juego terapia, un juego fiesta, un juego carnaval que alegra a la hinchada pobladora. No en vano las barras bravas fueron una forma juvenil de desacato, interesante, hasta que el mismo sistema las anuló con su fichaje ordenador. No se trata de criticar la inocencia de un entretenimiento popular; solamente que ya no se puede hablar de inocencia, ni de juego cuando se maneja la conciencia de un país con el taca-taca de la tele. Así se blanquean sus memorias, sus problemas reales según el triunfo del equipo, según el resultado del partido internacional, que si es derrota será un amanecer nublado para tantos chilenos que se les va la vida rodando en la cancha como única preocupación, como única forma de evacuar el aburrimiento del domingo, la tarde y la tele, la noche y la tele, la tele y el partido y la pelota que es como un mundo blando que trafica el mercado pelotero para inflar su obesa ganancia.
Fuente: pehuen.org
martes, 12 de septiembre de 2006
Tristes trópicos
El migrante no puede sino agradecer la generosidad de la sociedad que lo alberga. Son aquí muchos los amigos que nos dan consejos preciosos para nuestra mejor supervivencia y que, además, se preocupan para que nada nos falte. ¿Cómo no emocionarse con esa capacidad para acoger al otro, lo que se llama "hospitalidad"? Pese a todas sus contradicciones, Berlín es una ciudad hospitalaria. De esa hospitalidad, se aprende.
La diferencia de clases, nos dicen, se mide según la calidad del pan que se come. Desde hace algunos días (aconsejados por Timo B. y por Silvia F.), hemos suspendido la compra del pan de supermercado (baratísimo, pero siempre gomoso y siempre para tostar) y ahora comemos ricos panes integrales (en cuya fabricación los alemanes son justamente célebres), que conseguimos en la panadería de la vuelta, distrayendo todas las monedas que podemos de nuestro magro presupuesto alimentario de trabajadores temporarios.
Pero quería detenerme en una teoría en particular, que por un lado reestablece un cierto equilibrio entre culturas diferentes y, al mismo tiempo, redime a quien antes tanto maltratamos en estas mismas páginas.
En algunas cosas somos sabios quienes hemos sido criados en los rigores de los climas subtropicales. Ayer, en la playa falsa al borde del Spree, tomando daikiris en el Strandbar, frente a la Isla de los Museos, Silvia F. expone un dato valiosísimo para mejorar el confort ciudadano: los alemanes de Berlín ignoran los beneficios de (o directamente temen) las corrientes de aire. Serán muy ordenados y muy puntual su servicio de transporte, pero no abren una ventana ni aunque el mercurio de los termómetros supere los 25 grados centígrados (lo que viene sucediendo últimamente) y la sensación de cocimiento al vapor sea generalizada.
El S-Bahn que me llevó al centro, y después a la "playa", parecía una lata de sardinas. A nadie se le ocurrió que mediante el simple trámite de abrir dos banderolas enfrentadas (lo que a nadie podía perjudicar dado que no había aire acondicionado en funcionamiento), habríamos traspirado mucho menos. Basta mirar las ventanas del edificio donde vivimos: jamás hemos visto sino la nuestra abierta. A partir de ahora, una de mis tareas cotidianas será dedicarme (sin pensarlo dos veces y sin consideración climática: no soy un etnólogo, soy un migrante; puedo intervenir en la cultura en la que pretendo inscribirme) a abrir banderolas en los medios de transporte, a ver si los nativos aprenden a enriquecerse de las culturas exóticas que alberga la ciudad en la que vivimos todos.
Qué no inventan estos gringos
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¡¡¡Yo no fui!!!
Preocupación entre los vecinos de Recoleta por la muerte de perros en Plaza Francia
Mientras el parque continúa cerrado, el titular de la asociación vecinal de ese barrio, Miguel Lantermino, aseguró que ya murieron 11 perros y que otros tantos fueron internados, presuntamente por envenenamiento. Aguardan los resultados de la autopsia.
Para leerla haga click en el siguiente link:
http://www.clarin.com/diario/2006/09/11/um/m-01269469.htmlunes, 11 de septiembre de 2006
domingo, 10 de septiembre de 2006
¡Basta de discriminación!
Hoy fue uno de los mejores días de septiembre en Berlín: el verano se derramaba plácidamente en cada una de las esquinas de una mañana asombrosa. Madrugamos para ultimar los detalles de la muestra de S., que abría al mediodía (hora local). Contra todas nuestras expectativas, que juzgábamos que pocas personas habrían de resistirse a las mieles del sol para mirar fotografías en un café de Kreuzberg, fueron muchas las personalidades (de la cultura, el teatro, la academia, las artes visuales, el periodismo especializado) que se dieron cita para celebrar la inauguración de la muestra.
Después, fuimos a comer. Para algunos era un desayuno tardío, para otros un auténtico almuerzo, y por eso optamos por un bar especializado en bagels, que recomendó Sabine, una diseñadora gráfica de Düsseldorf de simpatía arrolladora y debilidad (para nosotros incomprensible) por las cosas argentinas.
Fue entonces que monté en cólera. Ya antes había dejado pasar la condescendencia con la que Silvia F. pretendió responder a una legítima inquietud mía. "¿Qué clase de árbol es ése?", le había preguntado días atrás, para recibir atónito la sorprendente respuesta "Un tipo de sauce". Esto será Alemania, y los bosques de Berlín serán los bosques de Berlín, pero un sauce es un sauce y el ejemplar por el cual yo había interrogado a mi amiga en nada se parecía a la especie que no sólo acompañó mi infancia cordobesa sino que planté con mis propias manos, el otoño pasado, en la casa de mi mamá, como regalo para su cumpleaños. Lo que la respuesta dejaba notar era, una vez más, el eurocentrismo con el que se nos trata a las personas meridionales en estas latitudes. En fin, no iba a hacer demasiada historia por un falso sauce. Pero lo de hoy fue la gota que colmó el vaso.
Pasaron unos perros horribles que daban risa (los de la foto que se reproduce más abajo). S. se rió de ellos, con la naturalidad que le permite su pasaporte de la comunidad europea. Le dijeron: es un salchicha (Dachshund) de pelo largo. De inmediato exigí la foto para denunciar a la impostora (una vez más S. F., que pretendía que creyéramos que el mundo es como su desviado sistema de categorización le indica).
Foto: Sebastián Freire
Como puede verse en la foto, esos perros parecen cualquier cosa menos un perro salchicha, y puestos a inventar especies podríamos decir "terrier veteado de patas cortas" o cualquiera otra abominación. Nada, salvo la soberbia eurocéntrica, justificaba la invención de una categoría para una familia de cánidos mestizos, sobre todo cuando es evidente que casi ningún perro de los que vemos por la calle son de raza pura, porque los berlineses no tienen esa detestable manía típicamente porteña, típicamente snob, de coleccionar mascotas à-la-mode. Ni las protestas de Sabine en favor de la trasnochada hipótesis de Silvia F. consiguieron calmarme: la respuesta era un acto de terrorismo discursivo destinado a hacer pasar lo cualunque como especial y nuestra sorpresa como ignorancia latinoamericana.
Basta de respuestas condescendientes y humillaciones públicas o me sale el auténtico argentino que todos llevamos dentro. Y ahí te quiero ver.
Ya cayó el sol, los cuervos graznan. Todos los paseantes volvieron a sus casas para prepararse para la última semana del verano.
sábado, 9 de septiembre de 2006
Viajando por el mundo
viernes, 8 de septiembre de 2006
Libros recibidos
Próximo lanzamiento de Sigamos...
El día 22 de septiembre en la Casa de la Poesía (Honduras 3784, Palermo) se realizará el lanzamiento de los libros: Paisaje Oblicuo, de Diego Bentivegna, y Ruego por el Tornado. Tres, de Osvaldo Bossi. Presentarán Nicolás Peycere y Paula Jiménez. Por supuesto, no faltará el brindis, los bocaditos y la música.
Tres son las palabras que organizan las contribuciones que Diego Bentivegna, con una generosidad que nos cansaremos de agradecerle, ha reunido en Paisaje Oblicuo, un libro de intervenciones a la vez estéticas, pedagógicas y políticas: “Desdoblamiento”, “Discontinuidad” y “Desvío”. Si alguna verdad se deja leer en esa serie (además de la repetición de la inicial del propio nombre), esa verdad tiene que ver con la historia y sus efectos en la marca de discurso que reconocemos como nuestro presente (y es precisamente eso lo que hace del libro de Bentivegna un aporte decisivo a los debates actuales en los que, lo queramos o no, nos vemos involucrados). Formado en el campo de los estudios literarios, Bentivegna sabe que, porque no hay autonomía de las bellas letras (y, sobretodo, porque está bien que no la haya), todo merodeo textual supone, al mismo tiempo, una escena de inmersión en los laberintos de la filosofía y una escena de combate en el pozo sin fondo de la política. Pensar, lo que se llama pensar, nunca significó otra cosa. Con Paisaje Oblicuo (que además de tantas cosas es también un libro de la vida), Diego Bentivegna devuelve el pensamiento al alto lugar que la vulgaridad de nuestra época había pretendido usurparle.
Daniel Link
jueves, 7 de septiembre de 2006
Ideas sobre la ciudad
EL VATICANO QUEDA
por Jorge Pinedo
La ciudad de Buenos Aires se caracteriza como ninguna otra en ostentar esos monumentos planos de asfalto que honran a cuanto más o menos ignoto uniformado en estas pampas ha sido: sus calles y avenidas. Bajo calzadas y aceras yacen artistas, científicos, docentes y ciudadanos de a pie, civiles al fin y al cabo, aplastados por las botas de la nomenclatura catastral con la que los dictadores consuetudinarios procuran perpetuarse a contramano de la Historia.
Por ello es siempre bienvenido que una arteria porteña pase a designarse con la evocación de alguien que haya utilizado para expresarse una herramienta distinta del sable. No es el caso precisamente de la calle (avenida, en rigor) Medrano que recuerda al abogado que abrió la sesiones del Congreso de Tucumán de 1816. De todas maneras, la memoria del prócer de modo alguno padecerá resentimiento si se entera que apenas unos metros de su asfáltica remembranza pasan bajo la advocación del enorme pensador que descubrió el inconsciente, signando en cierta manera toda una perspectiva cultural que se prolonga hasta hoy. Más aún en un país, una ciudad y un barrio que ostenta el notable récord de contar con la mayor densidad de profesionales psi por centímetro cuadrado en todo el ancho orbe.
Mediante argumentos más ingeniosos que históricos, prácticos y/o conectados con el principio de realidad barrial, un par de diputados ciudadanos se aviene a proponer que el tramo de la avenida Medrano que va de Charcas (aquella primigenia universidad latinoamericana) a Masilla (el asesino de indios ranqueles, a la sazón venerado escritor) lleve el nombre del fundador del psicoanálisis. Nadie duda que, más que a la reafirmación cultural del saber freudiano en el barrio, la medida procura colaborar al oportunista proselitismo de los funcionarios. En Palermo, Sigmund Freud de manera alguna clama desde el Averno por ser reivindicado.
Más aún cuando la iniciativa de los legisladores porteños, con ese pase, pasa a legitimar la ilegal apropiación de un tramo de la calle por obra de la Iglesia de Roma. En efecto, la porción de Mansilla que se desliza(ba) frente a la iglesia de Guadalupe ha sido recientemente clausurada por la extensión del atrio del tempo, donde los representantes del vaticano realizan sus bodas. Si bien los religiosos católicos se han encargado en esparcir entre su feligresía que jamás han solicitado al Gobierno de la Ciudad que se les entregue una calle para su uso privado y exclusivo, tampoco es menos cierto que ningún gesto han realizado a fin de rechazar un privilegio que, al fin y al cabo, equivale a aceptar el obsequio de mercadería robada.
Hurto perpetrado a los vecinos de Palermo a favor de una congregación que, nunca conforme con asir una piedra al cuello de quienes disienten con sus preceptos, bendecir a cuanto genocida se haya cruzado en su proyecto, fomentar la muerte de embarazadas que desean interrumpir embarazos indeseados, difundir las enfermedades de transimisión sexual mediante la satanización del preservativo y apañar a cuantos Grassi en este mundo han sido, se monta sobre una medida antidemocrática e inconsulta como ha sido el cercenamiento de una calle tradicional a un barrio que no lo es menos.
Tampoco es extraña en estas playas la rauda conversión de los demócratas en cómplices del latrocinio toda vez que de algún modo ejecutan el pasaje identificatorio con asesinos y ladrones. Es por eso que el barrio de Palermo en su conjunto ganaría en el improbable futuro en el que se le restituyera una calle robada a los vecinos y entonces, sí, se impusiera el nombre de Sigmund Freud no solo al tramo de marras sino que se extendiera hacia Soler (militar sanmartiniano) o hasta el pasaje Del Signo (misteriosa denominación proclive a la asociación astrológica) que alguna vez podrá alguna vez llamarse Jaques Lacan, Enrique Pichón Riviére o, hasta, Asociación Libre.
Diario de un televidente
Vivimos en un barrio tranquilo como pocos, casi a la vera del río, donde son deliciosos los paseos a pie y el peripatetismo se nos impone diariamente.
Por supuesto, la cercanía del Spree hace que en nuestra casa haya mosquitos y, como la norma para las aberturas contempla dobles vidrios para mejor aislar los interiores en los largos inviernos, pero no tejidos mosquiteros para los brevérrimos veranos, algunas noches hemos tenido que quedarnos emboscados con repasadores en la mano para poder exterminar esas amenazas del sueño. Exactamente en la intersección de nuestra calle y el río (hacia la izquierda, el paseo lleva hacia el castillo de Charottenburg, uno de esos lugares de iniquidad monárquica que permiten darse mejor cuenta del error histórico que fue haber contribuido, fomentado o tolerado la formación de Estados nacionales, y hacia la derecha al Tiergarten, dirección que nos apetece siempre más no sólo porque lleva a ese bosque exquisito poblado de extrañas alimañas semisalvajes, sino porque nos permite combinar con las grandes líneas de transporte público que atraviesan la ciudad, ahorrándonos una combinación de subte), exactamente allí, en la intersección de nuestra calle y el río hay un restaurante exquisitamente decorado cuya especialidad son las milanesas y al que recurriremos ante cada brote de nostalgia gástrica. Como todo él nos recuerda a mis épocas suburbanas, lo apodamos íntimamente "La Arboleda".
Pero no es esto en lo que quería detenerme sino en la discusión que anoche sostuvimos, en otra parte de la ciudad, con un amigo alemán. Le dijimos que la única crítica que podíamos ejercer con autoridad contra la sociedad alemana tenía como tema a la televisión local, que es verdaderamente pésima. Objetó que, aún cuando él no tuviera televisor, conocía de sus estancias entre nosotros la televisión argentina y no creía que la de aquí pudiera ser peor que la de allá. Le dijimos que estaba completamente equivocado. La televisión alemana es (como toda televisión) basura, pero además basura mal hecha y no hay programa que pueda verse sin bostezo. A la larga, el hecho nos beneficia porque nos ahorra horas muertas de zapping y nos permite un mejor aprovechamiento del tiempo nocturno. "Los noticieros en Argentina son malísimos", dijo nuestro amigo. "Por supuesto", le contestó S., pero eso no es televisión. Hay una manía con las noticias y la información un poco aterradora. La gente está muy enterada de todo. De todo lo que pasa en Europa, naturalmente, pero también de lo que pasa en Argentina, con la corriente del Golfo, con la migración de aves africanas en el sur de España o la situación de la pesca en el golfo de Bengala.
Con tanta información serían esperables desarrollos teóricos sobre la sociedad y el futuro del mundo con alguna consistencia, pero el caso es que no. Nada, ni la mala calidad de la televisión alemana (o europea en general, para no ser tan localistas), nos salvará de la barbarie.
Para hoy anuncian 30 grados de temperatura. Indian summer. Indiasong.
miércoles, 6 de septiembre de 2006
Costumbres de la carne
Por Mariano Kairuz
El nuevo documental de Homero Cirelli, Porno, se realizó en una casa quinta y se ocupa del rodaje de una película condicionada argentina de bajo presupuesto. Pero gracias a tiempos muertos, momentos que el director define como "cuelgues" y una metodología cercana a la manipulación, es mucho más que un making-off: una obra entre la ficción, el documental y la poesía, con perros que juegan con envases de leche y charlas sobre sexo con animales durante la cena.
martes, 5 de septiembre de 2006
Ideas para la ciudad
Avanza el parque lineal Bullrich
Tras varias idas y venidas, se podrá disfrutar en 90 días
lunes, 4 de septiembre de 2006
Enchufes y combinaciones
Sucedió lo imprevisible: no sé qué obra de la que no estábamos enterados desvió el trayecto del tren subterráneo en el que íbamos hacia otra línea, de modo que conseguimos apearnos en los alrededores del Museo Judío sin saber cómo hacer para llegar a Saturn (y sin la posibilidad de visitarlo, por otra parte, porque los lunes cierra). Vi en el mapa que había un ómnibus, el 41, que nos dejaba bien y lo esperamos. Llegó puntualmente y bajamos en ese horror arquitectónico que es Postdamer Platz (el Sony Center, vaya y pase, pero lo demás es como una pesadilla de borracho en un casino de Las Vegas). Si lo que que en la zona queda del Muro de Berlín, como adornito para emocionar a los turistas o trabajo práctico para alumnos de las escuelas primarias, pudiera hablar, diría a gritos que si para eso lo derrumbaron, mejor sería volver a pensar (¡oh Hobsbawm!) la historia nuevamente.
No se veía el Saturn por ninguna parte y, aunque sabíamos que debía estar en el mismo edificio que alberga los cines IMAX, resultó que la zona está plagada de ellos y el dato no nos servía para orientarnos. Sabíamos la dirección, pero el amable joven al que me atreví a interrogar me dijo que él conocía la Postdamer Strasse, pero no la Alte Postdamer Strasse (e incluso esbozó una sonrisa burlona, como si yo estuviera diciendo cualquier cosa). Cuando le dije que queríamos llegar al Saturn, al supermarket, me indicó vagamente una dirección con el brazo y me dijo que la entrada estaba en el primer piso. Tenía razón, pero yo también: la entrada al centro de compras (presentes todas las marcas, desde Zara hasta Mandarina Duck) quedaba en la Alte Postdamer Strasse, una callecita diagonal que nunca debió tener ninguna importancia y por eso nadie la reconoce como tal.
Ya una vez dentro del Frávega alemán, nos encontramos como bobos ante todas las delicias electrónicas del mundo, a precios ridículamente bajos (y, de todos modos, inalcanzables para nosotros). En la batea de los adaptadores encontramos a 1,99 euros el adaptador para la laptop, pero para nuestra sorpresa, ningún adaptador de los de tres patas oblicuas (ésas que tantos dolores de cabeza nos dan también en Buenos Aires) a dos. S. insistió en comprar un adaptador universal (decía la caja, ¡mentirosa!) que costaba la friolera de 8,99 euros. Como iba a pagarlo él, lo dejé hacer mientras me entretenía en mirar hipotéticos regalos para mis hijos (lo que vale es la intención).
En un momento que debí haber evitado a toda costa, S. me atacó con una caja en la mano y una propuesta extraordinaria. Lo que la caja contenía era una cámara digital excelentísima, a precio de saldo, y lo que su cabeza había imaginado era que yo (que nunca tuve cámara fotográfica porque no me interesa semejante pasatiempo) pagara la mitad de su costo, para poder aprovecharla en las investigaciones paleográficas que tengo planeado realizar. Harto del lugar, de la tarde perdida, de la minúscula falla en el sistema de transporte (que, después nos dimos cuenta, estaba anunciada en todos los andenes de la línea 2) acepté la propuesta, bien típica (ahora que lo pienso) de la avaricia gallega que suele empañar el criterio comercial de S., pero ciertamente atinada en cuanto a los beneficios que el diminuto adminículo nos permitirá.
Cargados con nuestra deliciosa cosecha de adaptadores y nuevos juguetitos ópticos, esta vez decidí que hiciéramos combinación para llegar a Richard Wagner Platz (nuestra estación de la línea 7). Ya que estábamos, quería pasar por el puesto de flores para comprar un par de plantas para nuestra casa: alguna cosa viva que nos acompañe, ya que las gatas han quedado al cuidado de V., a quien no nos atrevemos a pedirle parte diario de su condición física y estado emocional por miedo a que nos considere aún más ridículos de lo que seguramente ya somos a sus ojos de joven alocado.
Viajando por el mundo
Baci,
E."
sábado, 2 de septiembre de 2006
Qué noche Bariloche
Comimos rápidamente y abandonamos el proyecto de caminar a la vera del río porque no queríamos perdernos un instante de la fiesta que se avecinaba. En efecto, cuando llegamos, los más pintorescos y característicos personajes de este tipo de eventos estaban ya bastante entonados a fuerza de cerveza (litros, literalmente, son los que por hora consume una persona en estas latitudes):
Foto: Sebastián Freire
Digo mal, porque pareciera que estoy muy familiarizado con "este tipo de eventos" y lo cierto es que, con la sola excepción de alguna excursión antropológica que alguna vez realicé de la mano de Pablo Pérez, no soy muy ducho en la materia.
"Parece San Francisco en los años ochenta", dijo Dieter, nuestro amigo. Aunque tampoco podría validar el aserto, me pareció que sí, que había algo de anacrónico en la uniformidad enfática de los participantes de la fiesta. Era como el desembarco masivo de naves provenientes de un planetoide aparte, lo que se veía en la esquina de la Fuggerstrasse y la Weiserstrasse donde se concentraba el grueso de la concurrencia, alrededor de los tenderetes de herramientas, utilería y trajes (finalmente, otro mercado) que la concurrencia gustaba de exhibir.
Tomamos, naturalmente, cerveza, esperando que cayera el sol, al borde de la improvisada pista de baile en la que especímenes de diversa procedencia nacionalitaria (los había alemanes, naturalmente, pero también ingleses, italianos, brasileños y.... argentinos) y una variopinta escala etaria (desde los setenta años hasta los veintipico) comenzaban a sacudir el esqueleto con esos movimientos espasmódicos tan típicos de los europeos del norte ("ése", me dijo S., "parece un Michael Jackson descompuesto", y tenía razón). Comprobamos que no es lo mejor que puede sucederle a nadie bailar (bien o mal) con vastos segmentos de la anatomía expuestos a la intemperie y la curiosidad del prójimo (pero tal vez se trata de un prejuicio "latino" más que acarreamos por el mundo). Nos felicitamos por habernos dejado crecer el pelo para distinguirnos más y mejor entre la muchedumbre interminable de cabezas calvas y rapadas que son el grado cero del reconocimiento entre esta gente. Dedujimos (y nuestro amigo compartió nuestra certeza) que gran parte de los concurrentes no deberían ser habitantes de Berlín porque, aunque se trate de una sociedad desinhibida capaz de tolerar y, aún, patrocinar, encuentros de tan elevado tenor sexual en la vía pública, no es fácil andar aireando el culo si uno supone que la Tante Trudi, el jefe de la empresa para la que uno trabaja o los alumnos del colegio a los que les enseñamos las sutilezas de la historia prusiana pueden vernos: una fiesta organizada, más bien, para la vasta comunidad leather distribuida por las ciudades y los pueblos alemanes y un puñado de extranjeros. Un poco provinciano tal vez, y de ahí la superabundancia de pintoresquismo.
A una hora previamente determinada la música cesó (habíamos ya bailado lo nuestro siguiendo una música que un dj pasaba con prolijidad burocrática y sólo eso), los tenderetes se levantaron y en pocos minutos la calle adquirió su aspecto de costumbre (con la excepción de alguna que otra botella de cerveza accidentalemente rota, no quedaron demasiados rastros de la ordalía previa, porque, con buen tino, los bartenders cobraban rigurosamente las botellas, que había que devolver, por lo tanto, para recuperar los euros a los que las tasaban).Son muy frecuentes mecanismos semejantes en la sociedad alemana para involucrar (compulsivamente) al ciudadano medio en el cuidado del medio ambiente y la vía pública. Es un método, y en verdad funciona.
Fuimos a comer (¡eran ya cerca de las diez de la noche y ahora todo el movimiento se trasladaría a los calabozos, discotecas, dark rooms y laberintos en los cuales, se suponía, la fiesta adquiriría su verdadera proporción orgiástica). Eran casi las diez, pero en varios lugares nos dijeron que ya habían cerrado la cocina. Finalmente recalamos en Rastätte Gnadenbrot, un comedero que nos había recomendado Silvia F. noches atrás, donde el método para obtener el pedido era tan complejo que tuvimos que buscar asesoramiento. El pedido uno lo hacía en la caja. El camarero llevaba las bebidas a la mesa pero uno se buscaba el pan, los cubiertos y la ensalada (si quería). Cuando el pedido estaba listo, avisaban por medio de una luz roja que titilaba en la mesa que uno ocupaba. Uno debía ir a buscarlo. Al terminar la comida, debía volver a pagar en la caja. Propina, por supuesto, no hay que dar, lo que vuelve al lugar, ya de por sí barato, baratísimo, y donde se come sensiblemente mejor que en cualquiera de los fast food a los que estamos acostumbrados. Otra manera de involucrar a la ciudadanía en los métodos más adecuados para gastar pocos euros y pasarla, como se dice, bomba. Rodeados como estábamos de estrellas del porno leather, nada podía estar más cerca de la felicidad.
Nuestra noche terminó allí, porque estábamos ya cansados de tanto caminar, danzar, revolver tenderetes (en el mercado) y reconocer entre la concurrencia (en la fiesta) a nuestros amigos de Buenos Aires (¡estaban todos, en sus versiones leather alemanas!). El más desnudo de todos, el que caminó por todas partes y bailó apenas con una minúscula tanga de cuero y un par de borceguíes como único atuendo fue "un Jorge Telerman" (tan exacto era el parecido).
Cuando abandonamos el barrio, vimos a algunos nalgudos subirse a los taxis, igual de ligeros de ropa como los habíamos visto llegar. Me dio aprensión ver gente prácticamente desnuda ocupando el transporte público.