El marido de la joven esposa ha decidido secretamente la ingesta de Sildenafil antes del compromiso bisemanal que el tálamo nupcial le reclama. "Retarda el orgasmo", le dijo alguien (¿un médico, un amigo?) cuando expresó su preocupación a ese respecto.
Sorprendida, la muchacha acepta un doble espasmo de regalo antes de que él derroche su material genético. Por un momento se siente plena.
Luego comprueba que él, contra todo pronóstico, no se muestra tristia post coitum (como omnia animalia, se sabe) y que el rigor vital no lo abandona. Cansada de una larga jornada laboral y una noche insospechadamente rica en placeres, la esposa se hace la distraída. Prende el televisor y sugiere a su marido, cuando los reclamos de prosecución se intensifican, que pase por la computadora... Él, quien sólo encuentra la autosatisfacción placentera en la medida en que sea clandestina, se niega a esa solución (la considera un dispendio del fervor químico que lo embarga). Entonces ella, que ya tiene la cabeza en otra parte, se da vuelta, cruza la pierna y la lleva hasta su pecho y le dice, ofreciéndole consolación: "Bueno, dale, pero apurate que está por empezar el Show de Sarah Silverman. Cinco topetazos después, todo ha vuelto a la normalidad.
(anterior)
Las tres gracias
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Mientras preparo un taller sobre el paso (siguiendo algunos motivos) de los
cuentos tradicionales, desde las lejanas cortes europeas a los libros que
hay...
Hace 2 semanas.
2 comentarios:
De todos modos prefiero la verga dura del viagra a la verga fria del drogado. Maria Celia
triste que te abran las gambas de compromiso.
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