sábado, 11 de abril de 2020

Diario de la peste, día 24

(anterior)

No habíamos empezado a ver, por pereza, The Passage, una serie de Fox del año pasado. De hecho, como la había bajado yo de un sitio más bien ruso, tampoco teníamos idea de qué venía.
Para nuestra sorpresa empieza con una epidemia terrible en un país asiático, a punto de convertirse en pandemia. No somos particularmente proclives a replicar en la ficción lo que nos está pasando en la vida misma, y mucho menos post facto.
Pero ya estábamos enganchados con los personajes (el casting es muy bueno, aunque son casi todos actores intrascendentes y desconocidos: o más bien, precisamente por eso) y el ritmo bastante vertiginoso y por cierto lateral a la crisis sanitaria que funciona de marco y de excusa para las aberraciones que se cometen en los primeros capítulos.
Es así, y adelanto apenas información del capítulo primero: está esta pandemia. La enfermedad que produce el virus es fulminante. La contraés al mediodía y a la medianoche ya te moriste. Como diría mi nieta: hay que encontrar una vacuna.
Los Estados Unidos, por la vía de su Departamento de Defensa, se preocupan. Que muera el mundo no es demasiado problema, pero que muera USA es intolerable para ellos.
Hay un experimento en curso que tal vez se pueda utilizar.
Unos científicos locos encontraron en Bolivia (creo, ¿o Colombia? Acá a la vuelta) un vampiro muerto de hambre.
Empezaron a inocular vampiritud en sujetos experimentales (condenados a muerte, en principio). Se dieron cuenta de que los sujetos se curaban de todo mal, pero que... ay, perdían la humanidad. 
¿Qué hacer? Se les ocurre un plan macabro que no contaré pero que desemboca en un humanismo elevado a la millonésima potencia, que se enfrenta con semejante proyecto, en la vía de un agente del Departamento de Defensa cuya hija se murió hace un tiempo (y él la extraña).
Ahí nace el conflicto entre los que son malos, pero escudados en la salud general de la población y los que son buenos, se resisten al plan malévolo y huyen, huyen, huyen.
El asunto está bien planteado: para salvar a la humanidad hay que deshumanizarla por medio de procedimientos no sólo inhumanos sino sobre todo antihumanos.
¿Entonces? Ah sí, la "vida desnuda". Lo que se pretende salvar es la "vida desnuda" (claro que norteamericana, o sea: no tan desnuda) a toda costa.
En otra serie más conocida (porque está colgada en esas plataformas que alimentan la pereza, creo que Amazon), Hunters, hay una escena bastante clara al respecto. Al joven Pacino, cuando estaba en los campos, lo obligan a matar para salvar la vida de la mujer a la que ama. Ella lo suplica que no lo haga, que no mate, que la deje morir a ella, porque ella no podrá amarlo si él mata. Pero él mata, mata a 11, dice. Mata por amor a ella.
Se dirá que Hunters es más "profunda" que The Passage, pero yo creo que no. 
El tratamiento del exterminio en los campos me parece que en Hunters es sólo sentimental y abunda en el estereotipo del "nazi malo enloquecido". 
Mucho más interesante es el caso de quienes, en nombre del bien mayor o el bien general, claudican de toda humanidad (y, en este caso, no estamos usando el término en el sentido posestructuralista, sino en el sentido lato).
Una situación de emergencia supone soluciones igualmente de emergencia. Eso es lo que la serie The Passage habilita a discutir, porque supone (correctamente) que todo cálculo sobre lo viviente es inmediatamente... injusto, inmoral, en fin: fascista.

(continúa)

 
 


No hay comentarios.: