sábado, 27 de mayo de 2023

Masa y poder

Por Daniel Link para Perfil

¿Qué es un sujeto de masa? ¿Qué es un líder de masa? En un libro que se llama como esta columna (Masa y poder) Elías Canetti propuso definiciones que todavía nos interpelan.

Un líder de masa es aquel que establece con aquellos que lidera una relación especular. La masa se constituye como tal en el espejo del soberano. Esa relación cae, para Canetti (que escribe después de la catástrofe nazi), en el territorio de la ficción paranoica.

No habría, pues, un pensamiento al cual una multitud adhiere, sino que el líder de masas comprende los pensamientos y sentimientos de la masa y los expresa.

De allí que importe el análisis discursivo que acompaña la aparición de un líder carismático, no tanto para dar cuenta de sus propio programa, sino de las posiciones que recupera de sus seguidores a partir de esa identificación total con sus audiencias.

Por supuesto, quienes no participen de ese pacto narcisista de identificación quedarán afuera, excluidos del contrato entre la masa y el líder y pasarán incluso al campo de los “enemigos”, porque no hay paranoia sin teoría del complot o delirio de persecución.

El paranoico delira sobre las razas, sobre la educación, sobre la cultura, sobre la justicia, sobre las instituciones, todo aquello que pretende quebrar el espejismo de su relación con las multiplicidades de masa.

Perseguido, el paranoico retuerce enunciados interiores (Lacan subrayó en Freud ese descubrimiento, el único que le parece necesario conservar de la lección de su maestro). El

«Yo lo amo» (sin ser correspondido) se transforma en «Yo no lo amo -pues yo lo odio». Incluso así, esos sentimientos inconscientes son imposibles de tolerar sin la coartada persecutoria. Entonces aparece el gran tema paranoico: «Yo no lo amo - pues yo lo odio - porque ÉL ME PERSIGUE».

Todo lo que escape a la relación amorosa, intensa, irracional, entre el líder y la masa se interpreta como una persecución.

Canetti es explícito en cuanto a la relación entre poder, masa y paranoia: "Nadie tiene un ojo más penetrante para reconocer los atributos de la masa que el paranoico o el poderoso, que, como quizá ahora tendremos que admitir, vienen a ser una misma cosa", "La paranoia es, en el sentido literal de la palabra, una enfermedad del poder".

De allí que las operaciones del líder de masas (el paranoico) se pueda medir solamente en la vastedad de la dilatación espacio-temporal: las eras, la Historia.

Reinterpretando esas hipótesis, Deleuze y Guattari subrayarán, varios años después, la posición paranoica del sujeto de masa, cuyo efecto es (ateniéndose a la historia) el investimento reaccionario fascista del campo social.

Es probable que la teoría política haya avanzado en relación con estas definiciones que, sin embargo, conservan gran parte de su potencia, sobre todo en los momentos de crisis en los que las más disparatadas aventuras pretenden expresar los sentimientos del pueblo (los fascismos lo hicieron) que el líder de masas detecta infaliblemente.

Interrumpo: a través de mi ventana se oye el himno.

 

viernes, 26 de mayo de 2023

martes, 23 de mayo de 2023

Por una filología queer

 100 años del Instituto de Filología "Dr. Amado Alonso"

por Federico Cano para Revista Paco

¿Por qué deberíamos interesarnos, los que de una u otra manera trabajamos en la investigación y la docencia, por el centenario del Instituto de Filología y Literaturas Hispánicas “Amado Alonso”?

No estoy seguro de que alguien “deba” interesarse por el centenario de una institución. Por lo general no nos emocionan los centenarios de las personas que no queremos. Con las instituciones pasa lo mismo. El Instituto es un espacio complejo, que fue escenario de intensos debates, pero fue también la plataforma para pensar los estudios literarios, lingüísticos, dialectológicos y glotopolíticos en América latina. Sino por otra cosa, merece nuestro respeto por eso.

(sigue en la revista)

 

sábado, 20 de mayo de 2023

Los auténticos decadentes

Por Daniel Link para Perfil

Qué deprimente pensar en la política que vendrá en un contexto donde demencia y pelotudez se mezclan en cantidades tóxicas. Ya empiezan a aparecer esos avisos vacíos de contenido del tipo “Basta de grieta”, por los cuales se pagan sumas siderales a esas lacras que son las agencias de publicidad. ¿Y las encuestas? ¿Otra vez la ronda de desaciertos por parte de consultoras que después ni siquiera se disculpan por haberse equivocado tanto?

¿Habrá que discutir si Milei sí o no? ¿Realmente? Y quienes piensan en aliarse con Milei, ¿en qué piensan?

Por otra parte, más allá de la inflación y el dólar, que son tan esotéricos que impactan más bien poco en la imaginación del ciudadano corriente, ¿alguien escuchó alguna idea sobre educación, salud, cultura, minorías, regímenes previsionales?

En las universidades hay una avalancha de pedidos de jubilación. Un poco por la posibilidad del cambio de edad de retiro (los fuegos callejeros de Francia ya no nos iluminan) y otro poco por la amenaza en relación con el régimen diferencial al cual los docentes hemos aportado regularmente. ¿De verdad piensan quitarnos ese régimen?

Ottmar Ette, uno de los grandes pensadores alemanes actuales nos enseñó que no debemos abandonar la gestión de lo viviente a las ciencias biológicas o, como en este caso, a los economistas. Insistió (ahora está en viaje a China) en que las humanidades deben participar de esos espacios de decisión donde se deciden la con-vivencia y la super-vivencia.

En contra de eso, aquí se tacha todo lo que exceda la discusión pedorrísima sobre qué cosa conviene más, si achicar el estado o agrandarlo, sin que se midan las consecuencias humanas de una u otra posición.

Ah, no, es verdad: también se discute la idoneidad del Poder Judicial, como si fuera el único poder corrupto de la república. Los tres poderes de gobierno están podridos hasta el tuétano, pero lo están sobre todo por la ignorancia llevada al nivel de jactancia.

¿Ha leído Patricia Bullrich alguna vez una ley entera o un convenio vinculante? ¿En qué funda su capacidad para gobernar un país? ¿En que no se arredra (buscalo, che) ante una discusión acalorada?

¿Tendremos que decidir entre Bullrich o Scioli? ¿En serio? ¿A eso nos condenan?

Una amiga peronista contestó esta pregunta diciendo que siempre hay que votar a alguien del partido, porque sirve de contención y control. El argumento es entre estalinista y fascista. Como la quiero, no se lo dije. Pero sólo votaría a alguien que tuviera diez propuestas convincentes. Y, si no, en blanco.

 

miércoles, 17 de mayo de 2023

Chau, querido

El mensaje decía "Murió Chitarroni" y me heló la sangre. En nuestros últimos intercambios recordaba todavía tiempos geológicos pretéritos: "Creo que Wilcock fue uno de nuestros primeros temas de conversación, en tiempos de Sitio". Así fue, nos unía ese gusto por las extravagancias.

Después, su último correo decía: 

"Ahí estaré.

Otro abrazo fuerte de alguien débil".
 
Querido: aunque parezca que no, vas a estar. Y te vamos a agradecer todo lo que siempre estuviste.
 
Hasta pronto.

sábado, 13 de mayo de 2023

Un libro de verdad

Por Daniel Link para Perfil

¿Cuántas literaturas hay? Tantas como se quiera, porque la multiplicidad es no sólo un régimen de visibilidad sino también una aventura ética. Pero admitamos que nunca hay una literatura sin otra, que es su sombra (o la sombra de esa sombra que es la literatura legible, comprable y consumible): la literatura que querríamos escribir o en la que querríamos vivir, porque qué sentido tendría establecer una distancia cualquiera entre escribir, vivir y pensar.

Acaba de aparecer un libro que se propone (igual que la máquina kafkiana) como un artefacto singular. Su título es Disco Wilcock, fue escrito por Manuel Ignacio Moyano Palacio y editado por Tren en movimiento (Matías Raia).

Bellamente escrito, Disco Wilcock reúne una serie de fragmentos (“temas”, digamos, dado que la disco es su horizonte) sobre Juan Rodolfo Wilcock. Se lee con la urgencia y la alegría de quien ha recuperado algo que creía perdido para siempre.

No es un libro académico, ni tampoco una novela. Es la historia de alguien que decidió vivir (siquiera por un rato) a la sombra de Wilcock y que nos cuenta cómo fue esa temporada en el infierno.

En alguno de los fragmentos del libro se examina un caso policial. La resolución dice con todas las letras: “El asesino es Adolfo Bioy Casares”.

Bioy Casares es un nombre de esa literatura para la cual hay una patria. La patria en la que un libro como el de Manuel Moyano puede existir reconoce otros nombres: Pablo Farrés es uno de ellos. La diferencia es tan obvia.... Pero hace falta subrayarla. Los libros como los de Manuel Moyano (o Wilcock o Calasso) no son cosas, son una experiencia.

 

sábado, 6 de mayo de 2023

El capricho gay

Por Daniel Link para Perfil

Mariano López Seoane acaba de publicar Donde está el peligro, un libro luminoso (organizado en ocho pasos) sobre las estéticas de la disidencia sexual que es, al mismo tiempo, un tratado de ética futura, para cuando se acaben los fascismos heteronormativos y los stalinisimos sexogenéricos. Leemos: “Desde múltiples costados se nos dice que el placer es algo que no puede anteponerse al deber, al bien, a lo correcto. Se nos dice desde la derecha más recalcitrante, se nos dice desde el catolicismo, pero también se nos dice desde la izquierda bienpensante. Me pregunto cuál sería el sentido de escribir un libro que tiene que ver con nuestras estéticas, y por tanto con nuestros deseos, nuestros afectos y nuestros placeres, a partir de ese mandato. No quisiera perder tiempo respondiendo. Las invito, en cambio, a recorrer mi galería de caprichos.”

Sobre todo en la frase final encuentro la clave para leer un libro destinado a quienes comparten con Mariano una sensación sobre el mundo: la perplejidad respecto de la normativización correctiva de la disidencia (sexogenérica). Donde está el peligro, pues, se revela como un enunciado doble, que tanto apunta a los regímenes patriarcales como a las nuevas comunidades sexo y género-disidentes, a partir de una cita tomada de un poema de Hölderlin: “Allí donde está el peligro / Crece también lo que nos salva” (Friedrich Hölderlin, “Patmos”).

El peligro (para unos y otros) no estaría tanto en la disidencia (en ese caso el libro se llamaría Dónde está el peligro) sino en la ética de su ejercicio, ligada al placer antes que al deber ser, es decir: antes al abandono gozoso que a las normas y los reglamentos.

Pero, además, la introducción usa (creo que sin demasiado entusiasmo y sin demasiada regularidad, porque tampoco se puede prestar tanta atención a la trivialidad) los inconsistentes plurales inclusivos declinados en -e. Al final, López Seoane opta salirse de la norma progre (metropolitana, universitaria y reticular) e incluye, a cualquiera que lo lea, en el plural de las locas: las invito. Por ese lado hace estallar las regulaciones de una sedicente disidencia que no recusa la norma, sino que elige reemplazarla por otra y que, por eso mismo, no es más inclusiva sino todavía más restrictiva que la previa.

Nosotras, las locas viejas, las locas de provincia, las locas apaleadas por la policía, siempre elegimos el universal femenino. A nadie se le pregunta si es cis o trans ni cuál es su género autopercibido o cuáles sus pronombres predilectos (para eso hay que saber primero qué cosa es un pronombre y qué cosa es la deixis), tampoco sus gustos sexuales: cualquiera integra el lote de nuestras amigas y las queremos sin ningún protocolo de por medio.

El libro razona sobre el carácter desestabilizador de la disidencia, inscribiéndola en diferentes regímenes de producción (fordismo y posfordismo) para verificar una tensión que tanto puede ir a parar a una liberación (porque la flexibilización y la desregulación del régimen posfordista son en cierto sentido liberadoras, y permiten y alientan la proliferación de disidencias sexuales, genéricas y afectivas) o, porque generan precariedad, a una nueva normalización: terminan alimentando nuevos correctivos imaginarios por parte del patriarcado. La indecibilidad sobre el carácter disruptivo de las disidencias sexuales aparece cuando éstas se asocian con las grandes marcas de la moda (que constituye el tema de uno de los capítulos): es como si la micropolítica se desentendiera de la macropolítica.

Habría que agregar: los integrantes de colectivos disidentes piden a los parlamentos dominados por la cisheteronormatividad que legislen sobre sus propias vidas, cosa que naturalmente, las parlamentarios hacen. Se crean, así, comités de vigilancia integrados por personas que nunca nos acompañaron en nuestras luchas históricas y que, ahora, sancionan la verdad de nuestros comportamientos y nuestras palabras, que someten nuestra ética y nuestra estética de la disidencia a un escrutinio potencialmente cancelatorio.

Por fortuna, Donde está el peligro sostiene una noción de estética que no puede desprenderse de una ética que sólo puede concebirse más allá de las regulaciones y diseña para nosotros un camino más alegre y, gracias a Mariano López Seoane, más sólida, como cualquier capricho.

 

martes, 2 de mayo de 2023

Un monólogo histórico

Se me había perdido este clip y los azares de la navegación me lo trajeron de vuelta...