lunes, 28 de febrero de 2005

Comunidades imaginadas

El proceso de abyección y la vergüenza que entraña son estructuras que colectivizan, ya que inscriben en una misma categoría a los individuos marcados por un mismo estigma, y que a la vez individualizan, pues inducen a cada uno a detestarse, en sí mismo y en el otro que se le asemeja. La mirada exterior, la homofobia social, produce una identidad; la mirada propia, la homofobia interiorizada, produce una desidentificación. Esta vez ya no se trata de la solidaridad de los "monstruos" en el planeta Urano. Aquí cada reptil repta solo, aunque esté necesariamente ligado con los demás representantes de su especie, con los que participan del mismo sistema erótico que él. Así, los homosexuales constituyen una categoría, un grupo, y -digamos la palabra- una comunidad, pero son entidades que se deshacen a medida que se elaboran: una comunidad imposible.
Todo gay vive esta contradicción irresoluble. Y pero eso Sartre puede decir de Genet (como se podría decir de cualquier gay) que es y quiere ser "la unidad no sintética de sus contradicciones".

Didier Eribon. Una moral de lo minoritario. Variaciones sobre un tema de Jean Genet.
Barcelona, Anagrama, 2004. Pág. 314


Correspondencia

La División de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Azcapozalco, la Facultad de Filosofía y Letras de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (México), la Revista Kiné (Argentina) y University of Austin, Texas (E. U.)

Convocan al

II Congreso Internacional de Artes, Ciencias y Humanidades

El Cuerpo Descifrado

México, D.F. /octubre 2005

(1ª Circular)

Desde los años ochenta, se ha generado una gran cantidad de investigaciones sobre el cuerpo de las mujeres y los hombres, desde una diversidad de disciplinas y perspectivas teóricas y metodológicas; ha sido el objeto de numerosos estudios empíricos en una amplia variedad de contextos específicos centrados en las formas en que las mujeres y los hombres experimentan su cuerpo o cómo los cuerpos participan de diversas prácticas culturales y sociales, del mismo modo que se ha profundizado en las maneras en las que la sociedades han construido sus imágenes ideales o representaciones sociales.

Desde esta perspectiva y con la intención de conocer las investigaciones que se han desarrollado en los últimos tiempos se organizó en octubre de 2003 el Primer Congreso Internacional de Ciencias, Artes y Humanidades "El cuerpo descifrado", en el cual se presentaron aproximadamente 150 trabajos que dieron luz sobre los temas y las preocupaciones de los estudiosos del cuerpo humano.

En esta segunda edición el objetivo general del congreso es profundizar en algunos de los problemas teóricos y metodológicos presentes en el desarrollo de las investigaciones.

Sigue acá.

Visitas ilustres

9 febrero15:32Colorado State University, Fort Collins, Estados Unidos
9 febrero17:40El Colegio de México, Mexico City, México
10 febrero18:27Sandia National Laboratories, Estados Unidos
14 febrero22:51Univer. Autonoma San Luis Potosi, México
17 febrero10:31Banco Do Brasil SA, Brasil
17 febrero15:18Informatique et Mathematique Appliquees de Grenoble, Grenoble, Francia
18 febrero00:06Procuraduría General de la República, México
21 febrero13:31North Oxfordshire College, Banbury, Reino Unido
22 febrero17:22Tecnológico de Monterrey, México
22 febrero18:59Univ. Autonoma Nuevo Leon, México
23 febrero12:43Red Interconexion Universitaria, Argentina
23 febrero13:24Universitat Pompeu Fabra, Barcelona, España
23 febrero13:54Secretaría de Ciencia y Tecnología, Argentina
23 febrero17:47San Jose State University, San Jose, Estados Unidos
23 febrero19:28Ohio Northern University, Estados Unidos
25 febrero11:54Universitat de Barcelona, Barcelona, España
28 febrero10:22Universitat Autònome de Barcelona, Bellaterra, España
28 febrero15:54Universidad de Sonora, México

La era de Acuario

Y de golpe, como una ola gigante que nos arrebata del suelo, la sociabilidad volvió, para desesperación de Tita Merello, nuestra gata, que se había desacostumbrado a estar sola. El miércoles pasado comimos con X, el jueves con Y. El viernes, una fiesta de cumpleaños en una terraza de Palermo; el sábado otra, en la terraza de Norita, la segunda más hermosa de Buenos Aires y eso sólo por su reluctancia a cuidar cualquier forma de vida, incluidas las plantas.
Anoche, Las troyanas, la obra de Eurípides adaptada por Sartre y traducida por Ingrid Pelicori para la puesta que Rubén Szuchmacher urdió para la ciudad Konex pero que por razones que son de público conocimiento (bengalas, habilitaciones, Ibarra) se estrenó en el teatro Coliseo. ¡Cómo se suceden las eras y cómo el sentido de los textos, oh Pierre Menard, cambia con los nuevos tiempos! Lo que para Eurípides era una manera de protestar contra las motivaciones de la conducta (la fatalidad de ser manejados por los dioses, como títeres), y para Sartre un statement contra las guerras colonialistas, para S. era, sencillamente, la versión "Monólogos de la vagina" de Troya, de la cosa griega. Así la imaginaba (sin equivocarse) antes de ver la pieza.
Para mí fue pura melancolía: había visto, veinte años atrás, la versión en la que María Rosa Gallo (R.I.P.) desempeñaba a Hécuba y Elena Tasisto a Casandra. En la puesta de Szuchmacher, la Tasisto presta la dignidad infinita de su cuerpo y de su voz a Hécuba y casi no haría falta otra cosa para recomendar la obra. Afortunadamente hay más.
Particularmente brillante me pareció el partido escenográfico: un escenario despojado en el que se distribuyen al acaso un sinnúmero de taburetes, sillas y mesitas con televisores que irradian permanentemente imágenes de guerra (yo hubiera preferido visiones de Troya, de las muchas que el cinematógrafo ha fraguado): lo peor de nuestro tiempo es que hasta los condenados a muerte se enteran de su suerte por TV.
El texto en castellano es impecable y no falla casi nunca ni en el ritmo de los parlamentos ni en la elección de las palabras y pronombres (lo que ya es mucho decir, teniendo en cuenta los barbarismos argentinos que suelen cometerse en adaptaciones como ésta). Me molestó un poco la machacona repetición de la voz "Imperio", pero es verdad que es una solución posible para lo que, en su momento, Sartre hacía decir a esas mujeres ("Europa").
Lo demás es todo gozo (la cantidad de mujeres en escena, con la habitual calidad de las actrices argentinas, en particular las que trabajan con Szuchmacher, lo auguraba). No menos memorable que la Hécuba de la Tasisto es la Casandra desenfrenada de Irina Alonso (hermana de la Pelicori, a quien se parece mucho en cuerpo y en estilo de actuación). De Ingrid sólo cabe destacar su ductilidad y su delicadeza incomparables: la hemos visto desempeñar los papeles más disímiles, todos con idéntica sensibilidad y eficacia. Su Andrómaca no podía fallar, y no falla. La pérfida Helena le calza a la perfección a Diana Lamas, que entra al escenario con su desnudez apenas velada y unos aires de reina de belleza de los carnavales porteños que es el mejor contrapunto posible al patetismo de las otras. Las coreutas están muy bien, casi siempre atónitas, desencajadas (es la segunda vez que Rubén me niega la chance de integrar el coro). Los soldados, a mi juicio, sobran.
Si bien la puesta de Szuchmacher (sin dudas, el mejor puestista de teatro de repertorio que tiene la Argentina) había sido diseñada para otro espacio completamente diferente, sorprende la solidez de la presentación en el teatro Coliseo. Los programas de mano son horribles.

Calistenias

S. está enojadísimo conmigo (razón no le falta) porque dice que lo hago quedar mal ante nuestros amigos, quienes luego de mis dichos lo imaginarán desenfrenado, lúbrico, botarate. Dos de las cartas que recibí cuando expresé mis reservas para con su proyecto de entrenamiento físico (ésta y ésta) parecerían avalar sus temores. Yo le digo que: a) nuestros amigos nos conocen suficientemente bien a los dos como para llamarse a engaño por un delirio mío y cambiar su opinión sobre él; b) las cartas que que mandaron hablan antes de los terrores de quienes las escribieron que de los míos propios.
Hace unas semanas, cuando mi hijo estaba planeando su viaje de mochilero por el norte argentino, recibí incontables llamadas de mi madre, quien me pedía que lo convenciera de que desistiera de su propósito loco, teniendo en cuenta los rigores climáticos del estío en aquellas latitudes. Cada vez, le dije a mi mamá que mi hijo tenía edad suficiente como para calcular esos y otros riesgos y que en modo alguno quería yo involucrarme en sus decisiones. En el mismo sentido, por más cartas que me manden mis madres sustitutas, jamás se me ocurriría interferir en la (por otro lado sanísima) decisión de S. de hacer de su cuerpo un templete de fibras, músculos y flexibilidad (todo lo que, a la larga, me beneficia a mí).
Si expresé mis temores fue sencillamente para conjurarlos, porque son como los terrores nocturnos: en nada se sostienen sino en el discurso y la única manera de sobreponerse a ellos es cambiarlos de co-texto. No hace falta que yo me ponga a hablar de los celos, sobre los cuales (como sobre tantas otras cosas) ya nos enseñó Proust prácticamente todo y, en especial, el carácter completamente imaginario (es decir: literario) de las fuerzas que desencandenan.
Además, si bien es verdad que S. y yo aspiramos a la libreta matrimonial española (a la que tenemos derecho por su nacionalidad), la reivindicación es antes política que ideológica y en modo alguno se nos ocurriría aferrarnos a un sistema de "valores conyugales" en los que no sólo no creemos sino que además nos parecen la letrina a la que fueron a parar las posibilidades de dicha de más de una generación. Cada cual hace, en esta casa, de su cuerpo lo que quiere, y si hasta ahora el rumbo de uno se ha topado inevitablemente con el del otro, eso es un motivo de celebración y nunca de amenaza.
¿Cómo habría yo de disponer el uso de un dispositivo que garantizare la castidad extra-conyugal? ¡En modo alguno! ¿Cómo iba yo a sancionar a qué gimnasio y a qué método habría S. de entregar su cuerpo para su transformación? Mis únicas dudas al respecto sólo tenían que ver con mi participación en la empresa. Afortunadamente, el asesoramiento de nuestro vecino ha dado resultados inmediatos en lo que a este dilema se refiere y tanto S. como yo (luego de visitarlo) hemos decidido que nos conviene el gimnasio en el que funge de trainer uno de los modelos que participaron de los portfolios de Rocca-Cherniavsky que se televisaron por canal 13 con el título Fantasías. Por supuesto, fue S. quien lo reconoció, con la vasta cultura sobre cosas inservibles que no ceso de envidiarle, pero a mí (que soy cholulo) me pareció que esa presencia inesperada era una virtud más que había que sumar al consejo de Marcos y a lo más decisivo del caso: el hecho de que el tal gimnasio quede prácticamente en
nuestro barrio (y no por las hipócritas razones que podría suponer algún corresponsal sino por pura y llana comodidad). Lo que suceda de aquí en más en los vestuarios de la calle México no saldrá de mi boca: le he prometido a S. no volver a poner en duda su discreción y su honorabilidad.

domingo, 27 de febrero de 2005

Mass Media Totalitarianism: Hope Over All

It's difficult to present a first novel, especially when the work, like Die, Lady, Die, is destined from the outset to raze like a storm our preconceived notions about literature. And I don't refer here to the absolutely eccentric little world of Argentine literature, but to contemporary writing, what's called "world literature": Die, Lady, Die claims its place among current novels, independent of any language or nationality, precisely because it speaks of something with neither language nor nationality: pop culture, the industrial culture out of which we are now accustomed to mold our desires and our fears.
The plot is simple and the story develops like an arrow shot straight forward: an adolescent girl from the provinces (thrown out of a dysfunctional family) travels to the big city. The point of departure is Gualeguaychú, in Entre Ríos, Argentina, and the point of destination is Buenos Aires, but it's the same as if we had imagined Los Angeles and Springfield, a town where there is only one of everything. One record store, one school, one radio station, one discotheque, one boyfriend, one lover and one sole desire: to escape from a stifling, monotonous life, conquer the big city and accomplish a dream that not repeated, mass produced and made vulgar loses its power to disconnect from the awareness of its own past, its own terrors and the truth of its own body, all of which Die, Lady, Die sets forth with a force unusual in most contemporary narrative. The protagonist and narrator of this story is named Esperanza (Hope) Hóberal (over all, or if you prefer, all over). Hope everywhere. Hope above all/ everyone? Hope is all over. What the novel attempts to explain is that passage, that transformation, in any case that question of and about Hope.


"Afterword" a la traducción norteamericana de La asesina de Lady Di:
Die, Lady, Die. Aliform Publishing, marzo 2005

sigue acá.
el texto en castellano, acá.

Galería


Tapa de la traducción nortamericana de La Asesina de Lady Di
(disponible en amazon.com a partir del 15 de marzo próximo).

Blogolandia

Oliverio Coelho nos regala una traducción (hecha por Luciano Cescut) de C´est tout (1995) de Marguerite Duras:

Para Yann.
Nunca se sabe, con antelación,
lo que se escribe.
Piensa en mí. Pronto.

Para Yann, mi amante de la noche.
Firmado: Marguerite, la amante de
este amante adorado, 20 de noviembre
de 1994, París, calle Saint-Benoît.


21 de noviembre, por la tarde, calle
Saint-Benoît.
Y.A.: ¿Qué dirías de ti misma?
M.D.: Duras.
Y.A.: ¿Qué dirías de mí?
M.D.: Indescifrable.

Más tarde, la misma tarde.
A veces estoy vacía durante mucho tiempo.
Soy sin identidad.
Al comienzo, esto da miedo. Y luego esto se pasa
por un movimiento de alegría. Y luego
esto se para.
La felicidad, es decir, muerta un poco.
Un poco ausente del lugar donde hablo.

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Blogolandia

Uno de los más encantadores blogs, Balcón, está abierto de nuevo. Esperemos que no sea realmente el fin, como parece insinuar la última anotación.

sábado, 26 de febrero de 2005

Senectud

El horror social que inspiran los homosexuales entrados en años, la forma siempre odiosa en que los caricaturizan, los ridiculizan (ya se trate de hombres o de mujeres, sobre todo cuando los primeros son afeminados o las segundas masculinas) es una de las constantes más palpables del odio homófobo, que nutre en especial a las bromas dudosas en la televisión o en otras partes (y que es tan poderoso que impregna hasta los discursos y los esquemas de percepción de los homosexuales jóvenes). No tiene nada de sorprendente que se lo encuentre en la pluma de los psicoanalistas, pero no por ello es menos repulsivo.

Didier Eribon. Una moral de lo minoritario. Variaciones sobre un tema de Jean Genet.
Barcelona, Anagrama, 2004. Pág. 250

Blogayesfera

Blogayesfera - Lista de Blogs LGBT pretende listar todos os blogs de gays, lésbicas, bissexuais e transsexuais portugueses, e também todos aqueles heterossexuais simpáticos que apoiam a luta contra a homofobia, e que serão listados sob a designação "Simpatizantes".

viernes, 25 de febrero de 2005

Galería


Johnny Messner protagoniza Anaconda 2, una película que yo no alquilé y que no entiendo por qué se estrenó en los cines argentinos (tampoco entiendo por qué fue rodada, ni cuál es su sentido). Si elijo a Johnny para que integre mi galería es por la ternura que me inspira: como actor es pésimo, además de levemente bizco, y ya está grande (35 años) para andar haciendo el ridículo en películas de cuarta. Que se venga a vivir al Tigre. Entre María Moreno y yo le financiamos la lancha colectiva.

La verdad de la falta (en quince pasos)

Por Daniel Link*

1. ¿Lo que sobra y lo que falta? Entiendo la consigna como una provocación. Pero, al mismo tiempo que me tienta responder al desafío, me cuesta someterme a la lógica de la castración: ¿Hay verdad en la falta? ¿Es la falta un síntoma? Y, al señalar lo que sobra, ¿no me colocaría de inmediato en un lugar (sobre)determinado en el juego de las infinitas castraduras? ¿Puedo decir (sin riesgo para mí) que está de más lo que está en el lugar de lo que falta?

Sobrar, no sobra nunca nada, ni siquiera como suplemento (ni siquiera en concepto de goce suplementario). Y, en cuanto a la falta: ¿quién se atrevería a decir lo que hay en el lugar de la falta, lo que se encuentra en ese agujero (negro) del sentido? No yo, nunca "yo". Nunca el que dice "yo".

2. Me gusta/ no me gusta. Cada cual tendrá su lista. El delirio de las identificaciones narcisistas. Me gusta la literatura argentina. No me gusta la literatura internacional. Me gusta el ejercicio de lo novelesco sin la novela que leo en María Moreno. Me gusta la obsesión parresiasta por la verdad (y por el poder, y por el deseo) que atraviesa todos los textos de Pablo Pérez. No me gusta el oportunismo casi turístico de las novelas sobre tango, peronismo y dictadura. Me gustan las alegorías homoeróticas de Ariel Schettini. Me gusta el juego de preguntas y respuestas que, como una melodía, atraviesa la experiencia poética de Arturo Carrera. No me gusta el mondongo, pero no me atrevería jamás a insinuar que "sobra".

sigue acá.

incluido en Lo que sobra y lo que falta en los últimos veinte años de la literatura argentina.
Buenos Aires, Centro Cultural Ricardo Rojas, 2004, págs. 113 a 120


Correspondencia

L, tengo la solución para que los celos no cundan. Convencé a S. de que el yoga es más sano que la gimnasia; en esas clases cristalinas el instructor/a es raquítico, habla solo y no te mira a los ojos, y además está lleno de señoras desaliñadas, alguna que otra mozalbeta calentona que se equivocó de sitio y se destaca por la hiperelasticidad, y algún que otro cincuentón trasnochado -dado el caso, éste sería el único espécimen peligroso-. Y si no obtené en esta página el modelo Alfio, que no parece incómodo para acompañar a S. en una clase aeróbica... Volverá intacto, te lo aseguro. Naturalmente, tendrías que guardar la llave en un lugar seguro y seco... Abrazo

OLV"

La cosa griega


La "cosa griega" está tratada, en Alexander, con un poco más de rigor que en Troya (esa abominación). La batalla contra las huestes de Darío está muy bien filmada. Colin Farrell, que es sobre todo desagradable (antes y acá también), confirma que no tiene estatura de estrella. La reconstrucción de Babilonia es una mariconería que no se puede creer. Aristóteles parece cualquier cosa menos el padre de la filosofía occidental. Oliver Stone es grandilocuente, como siempre, y aburre. Si no fuera por la presencia encantadora de Angelina Jolie (sus pelucas, su vestuario, sus ojos, sus labios, sus pezones de hierro, sus serpientes), la película sería insufrible porque carece de todo charme. Sí: rompí mis votos y fui al cine. Las razones: me aseguraron que estaban dando la cola de Episodio 3 (la venganza de los Sith). Es verdad, la están dando. Estrenan la pieza que faltaba en mayo. Ya tengo una razón para vivir.

Blues

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Como Gatica, Pappo tuvo una muerte horrible y estúpida. En un accidente de tránsito cayó de la moto que conducía y otro vehículo le pasó por encima. "La autopsia determinó que tenía un elevado nivel de alcohol en sangre" (La Nación)

Negocios y contradicciones

Guillermo Piro escribe: "El negocio no cierra: sale Ibarra, entra Macri". La argumentación (que no sostiene Piro, sino el ibarrismo) es tan pueril y tan endeble que casi no hace falta desmontarla...
En primer lugar, no se trata de ningún "negocio" (salvo, insisto, para quienes lucran con el asunto).
En segundo lugar, cuando yo era chico ya me parecía mal el cuento del cuco.
En tercer lugar, no sé en qué se sostiene un fatalismo semejante (¿qué mecanismo constitucional ha puesto a Macri en la línea de sucesión de la alcaldía?).
En cuarto lugar, aún admitiendo que así fuera, pues bien: lo siento. Macri, ese "
zorrito de peletería", llegaría, en todo caso, a gobernar una ciudad y nada más que eso. "Que Ibarra le haya entregado la ciudad al macrismo es otra de sus culpas y no algo que, ahora, pueda salvarlo de la condena pública que se merece" (escribí y repito). Que haga Macri sus chanchullos y después habrá que ver a quién votamos.
Omar Genovese, más agudamente, escribe que "a Daniel Link se le volaron los pájaros". Tiene toda la razón del mundo en ese punto. Pájaros volados, sí. Pero yo no hablo ni de revoluciones (para las que, sinceramente, me parece que nadie tiene estómago, empezando por mí) ni de cambios maximalistas ni de agudizar contradicciones. El tiempo de la dialéctica es puramente histórico y fascinante como cosa histórica. Hablo sencillamente de pensar seriamente en estrategias de gobierno que participen verdaderamente del imaginario de la izquierda (el módico progresismo que nos tocó en suerte) y no este limbo absurdo en el que toda cosa que se diga parece un enunciado golpista.
Lo único que dije y digo es que Ibarra debe renunciar y ponerse a disposición de la justicia. Sobre todo porque la única razón que hasta ahora se ha expuesto en contrario de su renuncia es que quedándose burla las ambiciones de poder de Macri. Hay que ser profundamente cretino para aceptar un lugar semejante.
Mi posición (antes minimalista que maximalista) puede ser vista como macrista, por algunos (
Hernán López Echagüe ya me había advertido contra ese vicio argumentativo); trotskista, por otros (yo lo único que sé es que en el lugar de Ibarra ya habría renunciado).
Semejante oscilación sobre el significado de una sola frase no hace sino reforzar mi afirmación en el sentido de que los luctuosos acontecimientos que nos ocupan no han sido todavía analizadas con el rigor que se merecen. Se me volaron los pájaros, Omar, sí, por el silencio opresivo de nuestros maestros y maestras. ¿Por qué no se discute? Sí, ésta es la llanura de los chistes; sí, el país está atado con alambre; sí, la taba está siempre cargada (y en contra de los mismos, siempre). ¿Y eso en qué sentido avala la permanencia de Ibarra en su sillón manchado de sangre?
Ahora sí, prometo llamarme a silencio en relación con este tema. Mi folletín, por lo menos, avanza (a ciegas) en alguna dirección*.

*¿Hace falta aclararlo? No estoy involucrado en ninguna polémica editorial.
Y la mercadotecnia es para mí un juego más, un chiste.



jueves, 24 de febrero de 2005

La salud del Papa

La culpa es de ella, que nos informa que el Santo Padre ha vuelto a ser internado. Miles de niños en todo el mundo han vuelto a hincarse de rodillas en el regazo de la Iglesia:


Mm, sí, bebé, sí, seguí rezando.

Yo, por el contrario, releo el obituario del Papa que escribió Fernando Vallejo y vuelvo a poner champagne en la heladera.


miércoles, 23 de febrero de 2005

El gran activista ataca de nuevo

Guillermo Piro escribe*:

"Actitud muy argentina: 'Lo grave es que cuanta más gente crea en semejante cobardía, cuantos más fanáticos ciegos sostengan la teoría de que los pobrecitos integrantes de Callejeros son inocentes de toda inocencia, difícilmente las cosas cambien'."

Y llama a eso, retomando los dichos de un escriba del Boletín Oficial, "Salvar el culo", lo que me parece cobarde, fanáticamente ciego, falsamente inocente y un parate fenomenal al cambio de las cosas.
Es ridículo salir a decir que los delincuentes son delincuentes. Lo que hay que decir es que gozaron de la protección (y la amistad) del Estado. Y si no, callarse. Es curioso (o no) que Página/12 repita los argumentos de Poliladron, aquel cuyo nombre no conviene pronunciar porque es capaz de mandar a sus matones a marcar nuestras puertas, aquel que fue obligado a renunciar por la asamblea de trabajadores de ese diario, que consideraron imposible seguir trabajando con un corrupto semejante.
A Piro hay que reprocharle la ambigüedad de su intervención.
Y a todos: que en estas cuestiones que involucran la muerte, la corrupción, la democracia (simbólica y política) traigan a cuento esa categoría de la metafísica occidental, el culo**, en un co-texto (digo bien: co-texto y no contexto) completamente futbolístico (es decir: mediocre).
Lo que la gente haga con su culo en Argentina (que no por nada tiene la fama que tiene) dejémoslo de lado (o pregúntenle a Maradona de dónde obtiene él su goce, ya que insisten, porque con lo que ha tomado ese muchacho...). Aquí estamos hablando de responsabilidades políticas, de que alguien se haga cargo de los muertos.

* Me irrita sobremanera la intervención de Piro porque me obliga a volver sobre un tema sobre el que no quería decir ya más. Ibarra debe renunciar y ponerse a disposición de la Justicia. Toda otra opción forma parte de las miserabilidades de la política barrial y ese aborto de la cultura porteña que es el ibarrismo, el "progresismo porteño" y sus beneficiarios (¡los intelectuales, que habiendo ya tenido tiempo suficiente para hacerlo, todavía dudan en manifestarse, como si el tema no fuera de su competencia!). Para política barrial, me quedo con mi folletín.

** Además, no me va a venir Piro a apurar con estrategias de mercadotecnia. Ya sabemos lo mucho que rinden en los buscadores los "culos argentinos", un poco más apenas que los "culos brasileños" (si no fuera por la Iglesia y la hipocresía de nuestros antepasados, habría que poner en la lista a los "culos italianos").

Diario de un televidente

Hace dos o tres semanas, pude ver (a S. lo aburre) el programa que el Discovery Channel consagra a las grandes obras de ingeniería (o tal vez era el que el National Geographic dedica a las Megaestructuras). El episodio contaba la construcción del gran hotel de Dubai, un edificio que pretende competir icónicamente con la torre Eiffel de París o la Ópera de Sidney y que sería la punta de lanza en la reconvesión que actualmente emprenden los países árabes, preparándose para el momento (ya muy cercano) cuando se les acabe el petróleo y, por lo tanto, los petrodólares.

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Hoy, casualmente, La Nación publica un suelto (que incluye varias fotografías) del partido de tenis que jugaron Roger Federer y Andrea Agassi en el helipuerto del hotel. Es lo que se llama "solidaridad" entre los diferentes componentes de la industria del ocio, todos ellos extensiones de una vasta campaña de prensa urdida en quién sabe qué oficina japonesa.

Correspondencia

"Estimado L:

He leído con preocupación tu anotación Todas las princesas esperan que las saquen a bailar, y quisiera darte mi opinión con respecto al inquietante tema que planteas.
Abandona, Daniel, tu temor y tu temblor. Aconseja a S. que ejercite su cuerpo serrano en un gimnasio de barrio; búscaselo tú mismo. Los aventajados deportistas que concurren a estos templos barriales -en los que el puritanismo del alma ha sido sustituido por el puritanismo del cuerpo- se cuidan muy mucho de pasar de la inocente exhibición de sus partes al acceso carnal. En efecto, no quieren estos entrañables hijos, hermanos y esposos, que se los conozca como los uranianos del barrio. Desde luego, debes evitar a cualquier costo que S. concurra a uno de esos mega-gimnasios del centro de la ciudad, modernas versiones de Sodoma y Gonorrea.
Esperando haberte sido útil, te saludo atentamente".

(sin firma)

Teatro internacional en Rosario

El Grupo Laboratorio de Teatro "EL RAYO MISTERIOSO", organizará en Rosario (Argentina) entre el 7 y el 13 de diciembre de 2005, la séptima edición del "EXPERIMENTA TEATRO" Encuentro Internacional de Grupos, dirigido a actores, directores, estudiantes, pedagogos, investigadores y público en general. Hasta el 5 de agosto de 2005 estará abierta la convocatoria para Grupos profesionales de Teatro, Teatro-Danza y Teatro de Objetos para participar de este Festival. Completan la programación importantes Seminarios, Conferencias, Talleres, Desmontajes Teatrales, Proyecciones de Documentales y tres Encuentros: de Revistas de Teatro, de Directores de Festivales de Teatro y de Críticos Teatrales. Toda la información para los Grupos que deseen presentar su candidatura está disponible en www.elrayomisterioso.org.ar/experimenta.

Todas las princesas esperan que las saquen a bailar

Would you get it on at the gym?

Yes, I'm always looking for someone checking me out.
21%
21%
Yes, but only if he made the 1st move.
49%
49%
Yes, but only if there was no one around.
26%
26%
No way. Get your eyes off my package.
2%
2%


No soy fanático de las compulsas; pero a veces, algo dicen. En una de esas encuestas que circulan por Internet los hombres reconocen que, en el gimnasio, aceptarían "proposiciones deshonestas" pero no las formularían. La eterna quinceañera: ¿nos sacan a bailar o "planchamos"?
El tópico adquiere una relativa importancia en estos días, porque S. ha decidido empezar a ir al gimnasio, gracias a los excedentes monetarios que sus sesiones fotográficas le han permitido acumular en estos meses y aconsejado firmemente por Marcos, nuestro vecino. Yo soy celoso. ¿Deberé acompañarlo, como una tía, para alejar de él a los indecentes que pretendan seducirlo?
S. insiste en que me haría bien (coincide en esto con Richard, mi médico, y con el sentido común), pero yo digo que para invertir tiempo en cosas del cuerpo, preferiría tirarme en una camilla como masa amorfa de carne molida y aceptar los servicios de un masajista o de un acupuntor.
S. contraataca y argumenta que de ese modo sería más divertido para él, una garantía de "adherencia" a las sesiones de autotortura. Además, argumenta que hay promociones especiales para dos personas.
Yo no sé qué hacer en este trance porque es cierto que, imaginando a S. en esos lugares de perdición y pecado que son los gimnasios, voy a echarme encima un sufrimiento inútil, pueril y sin fundamentos. Además: ¿salir a buscar gimnasios? ¿Recurrir al listado de Oliverio Coelho? ¿O quedarme en casa y aceptar después, ante los hechos consumados, la excusa "yo no hice nada, fue él"? ¿En qué razones habría de fundamentar la tranquilidad (estadísticamente insignificante) del "No way"? ¡Son todos iguales!

Festival HTML

El Espacio Fundación Telefónica invita al "Festival HTML" que, durante marzo, explorará "las facetas múltiples de la web como medio de creación y de exposición de las producciones artísticas independientes realizadas por mujeres, así como las prácticas desde la programación dinámica, las interfases generadoras, la lingüística informatizada, los hypermedia y la ecología-web". El festival comprende mesas redondas, workshops y clínica de obra. Más información en la página o por correo electrónico.

martes, 22 de febrero de 2005

Blogolandia

"Por razones de fuerza mayor, el blog de Juan Terranova quedó anulado. Porque quiero seguir escribiendo como lo vengo haciendo desde hace más de un año y medio, abrí otro espacio. Quizás aproveche para hacer algunos cambios, quizás no, no sé. Pero quedan todos invitados a pasarse un rato.
Saludos, Juan Terranova".

Urban Legends (Ilustrated)

5. El dinero no hace la felicidad
(Money does' nt make the happiness)

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Cómo mata el viento norte

Resultado de algún trauma infantil que no conozco, S. no come frutas (en absoluto), lo que constituye un problema en la economía doméstica. O mejor dicho, dos problemas: el primero es que de la provisión de frutas me tengo que encargar yo porque él nunca se acuerda (además, no confiaría en sus elecciones). En segundo lugar, siendo un manjar "de temporada", la fruta es altamente perecedera y se termina pudriendo si no me apuro a comerla (nunca compro menos de 3 kg. porque me gusta hacerlas rotar y la opción de pedir menos de un kilogramo de cada variedad, si bien debe ser completamente usual, no se me cruza por la cabeza en el momento de estar parado frente a los cajones exultantes de la verdulería).
Si tuviera tiempo podría dedicarme a la fabricación de dulces caseros con mis excedentes, como mi madre, y hasta pienso que mi verdulera me cedería gratuitamente y con algarabía su fruta pasada a cambio de algunas mermeladas que ella podría comercializar durante los meses de invierno. Nunca se lo pregunté ni creo que lo haga, porque, en el fondo, sé que no sería capaz de encarar seriamente tal industria.
Como tantas otras veces, ayer me sentía desasosegado, con un malestar estomacal que no llegaba a ser hambre (tampoco había razón para que lo fuera) ni enfermedad alguna. No me conformaba nada de lo que había en nuestra heladerita (de la que muchas de nuestras amigas se burlan inmoderadamente: un día habré de cansarme y escucharán de mí la verdad de que más ridículas son ellas, con esas heladeras de familia americana y la vida de solteronas que en definitiva llevan) hasta que, de un golpe, me dí cuenta: "¡quiero comer fruta!", pensé en un grito.
Del dicho al hecho, en este caso, hubo poco trecho, porque los que conocen el barrio saben que aquí hay una densidad de verdulerías probablemente sin punto de comparación con cualquier otra ciudad del mundo. Además, desde el episodio con el auto de mi mamá decidí gastar en los negocios vecinos la mayor cantidad de plata posible (y no me equivoqué en mi decisión).
Al supermercado vamos solamente a comprar "lo que aquí no se consigue". Como las antiguas familias que compraban sus ajuares y vajillas en catálogos londinenses, nosotros nos costeamos hasta más allá de todas las fronteras y nos vamos a Jumbo, para comprar vinos, gaseosas (ya que estamos), vinagre de jerez, tés importados y rarezas de ese tipo.
Antes, la única razón que nos llevaba a Almagro era algún evento en Belleza y Felicidad. Pero el estado civil todo lo cambia. La primera vez que fuimos a Jumbo, S. tramitó, mientras yo hacía la cola en la caja, la tarjeta Jumbomás, que nos permite aspirar, según los puntajes acumulados, a premios en algunos casos codiciables (a la larga, es como si se tratara de un descuento diferido). Le dijeron que podían emitirle tarjetas adicionales para otros miembros del grupo familiar, pero él no sabía qué vínculo poner en el casillero correspondiente a mis datos. Cuando me vino a preguntar no titubee un instante: "cónyuge", le dije que pusiera. A ver si además de dejarnos estafar con sus precios delirantes íbamos además a permitir que nos discriminaran. Por supuesto, mi bravata careció por completo de sentido: aceptaron sin protesto el formulario y nos dieron las tarjetas. Además de que en el barrio venden más barato y aprecian mejor nuestro dinero, lo que nunca haría es comprar esas frutas modificadas genéticamente que fabrican los proveedores de Jumbo.
De todas las verdulerías entre las que podíamos elegir nos quedamos con "la de la esquina", que está siempre bien provista (venden berro, cilantro, lechuga morada,
paltas hass, entre otras rarezas para una verdulería de barrio). Hay dos en "la otra cuadra", una en "la otra esquina" y una cuarta "a la vuelta", pero "la de la esquina" es definitivamente la mejor. Nos cuesta conseguir limas pero, en ese único caso, las pedimos a la verdulería de Rodríguez Peña al 200, que tiene delivery (lo que no significa que los pedidos lleguen, porque el muchacho que reparte es un poco... lento, y se confunde las direcciones, pero ésa es otra historia).
De modo que en cuanto me dije a mí mismo "¡Quiero comer fruta!" me puse una remera y bajé a comprarla. De paso, pensé, salía un poco del atontamiento que me produce el encierro. Para aprovechar mejor la expedición, junté unos suplementos viejos que quería mandar a encuadernar. Y es ahí donde se nota hasta qué punto el encierro me entontece porque yo sé (pero entonces olvidé) que el kiosco está abierto sólo hasta las 2 de la tarde. Al llegar a la esquina me dí cuenta de mi error, pero en fin, tampoco era tan grave. Elegí mi provisión de frutas: uvas, pelones y ciruelas coloradas. Había papayas, pero no me sentía particularmente inclinado al exotismo. En el momento de sacar del bolsillo las monedas necesarias para pagar mi suculenta merienda, hice un movimiento mal calculado y los suplementos (todos, todos) se me cayeron en la vereda y el viento (que soplaba del norte) empezó a arrastrarlos hacia San Juan.
"¡La puta madre!", grité, solté la fruta y empecé a tratar de levantar las hojas de papel, sabiendo que jamás encontraría el tiempo (ni la energía ni los deseos) para reponerlos.
Quiso la fortuna que, en ese instante cruzara la calle uno de nuestros nuevos vecinos, el profesor de gimnasia con el que ya había intercambiado cuatro palabras. Solícito ante la persona mayor que considera que soy y habiéndome reconocido, Marcos me ayudó a juntar los suplementos y, después, las frutas que, también ellas, habían decidido salir a retozar en la vereda.
La situación me resultó tan humillante que, mientras estábamos entregados a semejante cosecha callejera (además tuve un relámpago de temor, porque la vileza a veces nos ataca por sorpresa: que algún cartonero pretendiera arrebatarme alguno de esos papeles de diario ridículamente inservibles en estos tiempos de internet), me puse a hablar sin ton ni son, explicándole lo que había pasado, por qué cometía yo la temeridad de encuadernar esos productos perecederos y otras cosas que a nadie podían importarle pero que al chico parecían hacerle gracia porque se reía. Fue después que levantamos todo cuando me dijo su nombre, mirándome a los ojos, y yo le dije el mío. Mientras empezábamos a caminar juntos hasta la puerta de la comunidad en la que vivimos escuché la frase más temida por mí: "sí, ya sé", me dijo, "Álvaro fue alumno tuyo".

Diario de un televidente

Fox empezó a emitir la semana pasada Taken, la miniserie sobre extraterrestres producida por Steven Spielberg que, entre sus poquísimos méritos, tiene el de presentar a la superestrella infantil Dakota Fanning en el papel clave del relato (que es, por cierto, el de la narradora).
Por lo demás, Taken es una mezcla desproporcionada de V. Invasión extraterrestre (en el sentido de que el híbrido superpoderoso producto de la cruza entre humanos y alienígenas es lo que garantizará la superación de los conflictos) y una versión de Los expedientes X (en el sentido de que toda paranoia será siempre poca en relación con los aparatos militares).
Si X Files tenía algún encanto era el delirio desembozado en el que vivieron cotidianamente sus guionistas, siempre dispuestos a brindar un twist inesperado de la trama y a complicar las cosas hasta el punto en que nadie podría hacer un resumen del argumento. Bueno: Spielberg aceptó el desafío y puso a trabajar a un grupo de obsesivos que podaron las ramas inservibles, establecieron tutores allí donde hacía falta, trasplantaron y rectificaron las raíces hasta obtener una bonita planta de interior: la eterna lucha entre el bien y el mal.
Los ¿diez? episodios de Taken desarrollan la historia de tres generaciones de dos familias que han decidido unánimemente la una entregarse al bien y la otra al mal (hay una tercera familia, pero no me acuerdo bien de su papel: deben ser un "colchón" de verosimilitud). Los malos son tan malos que dan casi pena (sobre todo porque no se sabe cuál es la raiz de su maldad). Los buenos son tan buenos que aburren. Taken, en efecto, naufraga entre la pena y el aburrimiento.
El episodio inicial muestra todo lo que se sabrá: extraterrestres de cuerpitos verdes y ojos grandes con superpoderes mentales y un desarrollo tecnológico superior al de los humanos; el secreto de estado sobre la nave caída y los cuerpos encontrados; las abducciones y los experimentos que hacen los extraterrestres con los seres humanos (no por maldad, sino por curiosidad: el "mal" y el "bien" se les escapa porque eso sería lo propiamente humano y están dispuestos a comprender ese núcleo duro de roer para seres racionales como ellos). Lo de siempre: basura sentimental y de derecha para satisfacer el anhelo de un mundo mejor que habita en las cabecitas de los pobres de espíritu de este mundo. La miniserie ya fue emitida por HBO, que programa ahora, haciendo gala de esa "maldad" tan característica de la raza humana (y que en realidad es pura codicia), una maratón de Taken.

lunes, 21 de febrero de 2005

¡No se metan con Belgrano!

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Ahora parece que también Lincoln se comía la galletita.

Diario de un televidente

Fue primicia de este blog (el 7 de febrero pasado): Mario Vázquez ya tiene un lugar entre las estrellitas pop del firmamento americano. Anoche vimos al chico brillar en rondas eliminatorias (claro que acompañado de otros dos jóvenes fenómenos). Ahora ya lo sabemos: Mario integra el grupo de los 24 finalistas. Acá, una entrevista (estúpida) y un par de fotos. No sé que esperan las discográficas para lanzarme contratos por la cabeza.

Programa de trabajo

Facultad de Filosofía y Letras

Departamento de Letras
Literatura del Siglo XX
Curso 2005


Gramática de la imaginación

Fundamentos

De todas las categorías estéticas necesarias para una descripción adecuada de los movimientos estéticos del siglo XX, la imaginación es la que menos atención ha recibido. Son muchas las teorías de la percepción, de la experiencia, de la representación o de la percepción referidas a la producción literaria del siglo pasado; pero permanece más o menos en el misterio (o en una deliberada confusión romántica) qué entender por imaginación literaria. Una pobreza teórica semejante representa una paradoja en relación con un período que hizo precisamente de la imaginación uno de sus signos ("si alguna primacía tiene este siglo sobre los anteriores, esa primacía es la de las tramas" argumentó Borges alguna vez).
Mientras nociones propiamente literarias como "creación", "ficción" y "representación" ingresaron masivamente en el campo de la filosofía (desde la epistemología hasta las ontologías políticas del sujeto), el estatuto de la "imaginación" permaneció en una hiato teórico-epistemológico. Quiérase o no, es evidente que en los más poderosos paradigmas interpretativos del siglo pasado (desde el marxismo hasta el psicoanálisis y la fenomenología) algo del orden de lo imaginario actúa de manera decisiva. Nociones como "imaginación" e "imaginario" remiten, al mismo tiempo, al universo de lo privado y de lo público, al campo de las prácticas sociales y al de las teorías que de ellas se deducen. Y sin embargo, de aquellos desarrollos teóricos (muchas veces irreductibles entre sí) no puede deducirse automáticamente una teoría de la imaginación adecuada al análisis de la producción literaria.
Si bien las diferentes teorías de la experiencia, la percepción y la representación suministran aportes más que útiles para la construcción de una teoría sobre la imaginación, lo que falta (desde la perspectiva de las literaturas comparadas y los estudios culturales, que orientan nuestra pedagogía) es un marco teórico sólido y una descripción detallada del papel que
la imaginación ha cumplido en los diferentes momentos estéticos, desde los vanguardismos de principios del siglo XX hasta el neopopulismo de mercado que marca su clausura.
Nos propondremos, pues, desarrollar algunas hipótesis sobre la forma y la función de la imaginación en la literatura. En una segunda instancia, se examinarán algunos textos emblemáticos de la producción literaria del siglo XX en relación con algunos "objetos" imaginarios o imágenes: ciudades, músicas, monstruos y, obligadamente, lenguajes.
Si es cierto que cualquier producción simbólica o discursiva resuelve imaginariamente determinados conflictos, también debe aceptarse el presupuesto de que,
por medio del lenguaje y la imaginación, la literatura define modelos -urbanísticos, rítmicos y tonales (es decir: musicales) y sexuales (morfologías corporales, anatomías, modelos de subjetividad)- que, en algunos casos, la sociedad adopta como si existieran, aún cuando la literatura (en la perspectiva de este curso) se proponga como una performance de aquello que jamás será posible oír o ver (percibir o experimentar) más allá de la palabra. Lo imaginario en su estado más puro: la literatura como el arte de lo no construido, en vez de la opción (mucho más banal) de la literatura como arte de lo preconstruido.

Prof. Daniel Link


sigue acá.


Círculos concéntricos

Algunos profesores de universidades extranjeras me han hecho llegar preguntas estructurales sobre nuestro barrio. Es verdad que, hasta el momento, me he referido laxamente al concepto de "barrio"; aquí van un par de precisiones.
Montserrat (donde decimos que vivimos), está hacia el sur del centro de la ciudad de Buenos Aires, justo encima de San Telmo. Es un barrio bastante plácido, como he dicho en más de una oportunidad, lo que sumado a su ubicación privilegiada lo vuelve doblemente adecuado para la vida ciudadana.
Muchas personas suelen corregir nuestra afirmación de que vivimos en Montserrat diciendo que en Independencia empieza Constitución, y como nosotros estamos dos cuadras más acá de Independencia sería más lógico que nos adscribiéramos a esa circunscripción. Topológicamente el dato es cierto, pero cualquiera que conozca Constitución comprenderá que su ecología es radicalmente diferente de la nuestra, de modo que es un poco injusto meter todo en una misma bolsa: Constitución está dominado por la gigantesca estación de trenes que van hacia el sur (del país y del mundo), sus urinarios y la prostitución callejera (que aquí existe pero en cuotas más bien módicas). Si bien en algún momento me pareció que era justo que S. y yo fuéramos reconocidos como "las locas de Constitución" (en oposición a "las locas de Palermo", que son tantas que es lo mismo que decir todos los habitantes de ese barrio, es decir: ningún rasgo distintivo), nuestra timidez y el estilo de vida completamente recatado que llevamos nos alejó de una denominación tan... perlongheriana o pasoliniana. Modificamos los límites del barrio según nuestra sensibilidad, porque en realidad el barrio empezó a moldearnos a nosotros. La densidad de homosexuales en nuestro barrio es bajísima (al menos hasta ahora) pero ni aún así nos daríamos vuelta si alguien dijera de nosotros "las locas de Montserrat".
De modo que "nuestro Montserrat" no es el mismo que el de la Municipalidad de Buenos Aires (que en esto, como en todo, se equivoca). Nuestro Montserrat, históricamente, albergó la Plaza de Toros de Buenos Aires (en Belgrano y la 9 de Julio) y la adyacente "Calle del Pecado". También se lo conoció como "Barrio del Tambor" por el alto porcentaje de negros que lo poblaban antes de morir masivamente en las sucesivas pestes que azotaron Buenos Aires. En ese punto, casi nada ha cambiado: Montserrat sigue siendo un barrio de negros, sólo que en este caso se trata de nuestros hermanos latinoamericanos (peruanos y bolivianos, mayoritariamente), que han hecho aquí su segunda patria. En cuanto al pecado, queda dicho que nuestras calles, además de las más tradicionales ofertas en artículos para la vida cotidiana, están pintorescamente puntuadas por trabajadoras de la carne y hoteles por hora.
"Nuestro Montserrat", entonces, encuentra sus límites en la avenida San Juan hacia el sur, la avenida Rivadavia hacia el norte, la avenida 9 de Julio hacia el Este (pretender extender la denominación hasta la calle Bolívar es otro despropósito de nuestros gobernantes, como si la 9 de Julio no fuera capaz de separar un país, un mundo, de otro) y, hacia el Oeste, la avenida Entre Ríos (que, como se sabe, nosotros llamamos "la Avenida", como si fuera la única del planeta).
Sobre la Avenida está la sede central de Partido Comunista, que hoy no corta ni pincha pero que supo ser importante en la política de países como el nuestro. Dentro de los límites de nuestro barrio están Cemento (clausurado para siempre, pero hay memoria), la sede de una universidad privada (Uade) y la
futura sede de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, lo que hace prever que la zona se llenará de librerías y bares para estudiantes. Además están el grupo editorial Planeta y el grupo editorial Norma, a pocos pasos de casa, casi enfrente de Boquitas Pintadas, donde tantas noches deliciosas hemos pasado en otro tiempo.
Más allá de la Avenida viven Andi Nachón y Oliverio Coelho, pero los consideramos parte del "barrio afectivo", en el mismo sentido en que pertenecen a él Bárbara Belloc y Anselmo, el hermano de S., quienes comparten una misma manzana cerca del Departamento Central de Policía.
A vuelo de pájaro, ése es nuestro barrio: una porción tranquila de la ciudad de Buenos Aires, sin la inmerecida fama de San Telmo (donde viven Laura y Martín, María y Meco, entre tantas otras personalidades de nuestra cultura), pero también sin la sombra que la violencia pone sobre otras divisiones catastrales (Constitución o, sin caer tan bajo, San Cristobal).
No tenemos hipermercados ni cines, pero nadie echa en falta esas invenciones menemistas. Por otra parte, tenemos las mejores verdulerías de Buenos Aires y famosísimas casas de alquiler de películas a las que acuden personas de otros barrios.
Nuestras instituciones son sólidas, al igual que nuestro modo de vida. Yo no tengo auto, pero cuando me estaba mudando solía usar el de mi madre para transportar libros (y más libros). Dejaba el lujoso auto en la cochera de la vuelta, por consejo de Anselmo. Una noche, exhausto, me olvidé de guardar el vehículo, que quedó estacionado en la esquina, enfrente del quiosco. A la mañana encontré una ventanilla rota y el dispositivo electrónico del "estéreo" había desaparecido. Puteando, llevé el auto al garage. La cuidadora me dijo: "Qué pena, a veces por ahorrarse cinco pesitos, después uno tiene un disgusto". Era una lección que el barrio me estaba dando. Tenemos instituciones sólidas. Conocemos perfectamente el valor del dinero.

domingo, 20 de febrero de 2005

Galería


Ya sé, ya sé que es lo que se llama un "petiso zarpado". Pero un chico como Robbie Williams, al que le molesta tanto la ropa, no podía faltar en mi galería. Sé que Mariana Enriquez aprobaría mi decisión. Los demás que se callen, él que nos siga dando lo mejor de sí.

Cosa juzgada

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Debe ser aburridísimo impartir justicia. Leemos en UrbanBoys que un juez norteamericano se masturbaba durante los juicios que presidía. Lo descubrieron por el ruidito que hacía el dispositivo que usaba. En nuestro país, eso no pasa.

sábado, 19 de febrero de 2005

Diario de un televidente

Haciendo zapping, en los días pasados de mi convalescencia, vi cosas perturbadoras: la novela Machos, la historia de siete hermanos en una "hacienda" chilena, compitiendo por el trono del universo masturbatorio adolescente. Gonzalo Valenzuela, ex de nuestra Pampita, dice que "reencarnaría en un caballo". Felipe Braun (su personaje) "guarda desde hace muchos años un secreto": es puto. En otros blogs parece que siguen la novela. Yo no he perdido la razón hasta ese punto. Aunque me pareció que sí, la otra noche, cuando pasé por Sony y vi a Isabella Rosellini (es decir su ruina) interpretando un papel en la incomprensible serie Alias, cuyos guionistas están empeñados, para salvar el rating, en contratar a superestrellas decadentes. También pasé por ATC (no recuerdo el horario), donde un señor mal afeitado explicaba cómo llevar adelante un criadero de chinchillas y abogaba para que Argentina se convierta en una potencia peletera. "No diré que son como mis hijos", señalaba, y tenía razón, sobre todo porque dudo que alguien pudiera destinar a sus hijos a la fatalidad de convertirse en parte del tapado de una vieja ricachona. Qué raras son las políticas culturales del Estado argentino. Menos mal que ya me siento con más ánimo para cosas más productivas: mirar televisión me quitaba las ganas de vivir.

Blogolandia

La generosidad de Werte: de Las piernas de Marlene se puede descargar La revolución es un sueño eterno de Andrés Rivera.

Guacamole Open


No fue necesario convocar a Chubut, el perro de María y Meco, para que desempatara en el Guacamole Open, cuya final tuvo lugar anoche en el vecino barrio de San Telmo. Todos los presentes coincidimos en que nuestro Guacamole y el de Laura eran como dos hijos con diferentes personalidades y en esa situación es difícil querer a uno más que a otro. Como no había trofeo en disputa, nos dedicamos a charlar:
* Sobre libros por venir y política de tapas de las editoriales.
* Sobre la película Los rubios de Albertina Carri, la desafortunada lectura firmada por Martín Kohan para Punto de vista, pero que en realidad constituye la posición oficial de la revista sobre el asunto, y la penosa polémica que desencadenó.
* Sobre los usos de la televisión por cable en el interior del país.
* Sobre una página de internet que denuncia a cierta dama (muy influyente en los cenáculos artísticos) que roba carteras en fiestas y vernissages.
* Sobre políticas culturales.
* Sobre nombres para hijos y/o hijas por nacer.
* Sobre la programación de ATC.

Último momento

Ayer, en la Berlinale, Un año sin amor, la película de Anahí Berneri basada en el libro homónimo de Pablo Pérez, se quedó con el Teddy, el premio "schwulle" del Festival, que se otorga todos los años a una película "de la comunidad". Ahora, la película competirá en el Festival de Mar del Plata, donde entró tardíamente en competencia, cuando los organizadores se dieron cuenta (luego de haber rechazado películas notables) de que las argentinas que quedaron eran realmente impresentables y no tenían chance alguna de ganar. Como el estreno comercial de la película debió posponerse, la producción reclamó (y obtuvo) una importante compensación monetaria por parte de los organizadores. Esperemos que gane, porque si no, habrá que preguntarle a la gente del Festival por el uso de los dineros públicos.

viernes, 18 de febrero de 2005

Senectud

Es cierto que nuestro portero, Mario, tiene cara de pícaro, pero nunca sospeché que fuera capaz de involucrarse con y, todavía más, de satisfacer a dos mujeres al mismo tiempo.
Hoy, mientras yo dormitaba y rumiaba mi infelicidad gripal, S. fue a saludar a su abuela, que cumplía 96 años. Se encontró con un nutrido grupo de cuasi-parientes a los que no veía hacía mucho tiempo: su madrina, que vive del otro lado de "la avenida" (así se denomina a la Av. Entre Ríos en el barrio), Laura, que fue novia de su padre, acompañada de su hija (una contadora de 30 años que alguna vez lo pretendió), y que ejerció (Laura, una viuda temible) la presidencia del consejo de administración del edificio en el que vivimos.
De hecho, fue la señora Laura la que reveló los secretos de la vida extra-matrimonial de Mario cuando S. intentó aflojarles la lengua en relación con nuestros nuevos vecinos. Contó a la rueda de ancianas (hasta su ex-pretendienta, en ese contexto, lo era) lo que me había contado Beba y lo que yo mismo había averigüado. Siendo, como son, relativamente ajenas a las murmuraciones de esta comunidad, no sabían nada de los recién llegados, pero no tuvieron inconvenientes en explayarse sobre la conducta de Mario, para mí completamente encantador, pero a quien la señora Laura odia con todas sus fuerzas porque lo responsabiliza por haber perdido su lugar de privilegio en lo que a las decisiones comunitarias en esta casa se refieren.
Aparentemente la señora Laura descubrió por casualidad las manobrias amatorias que Mario destinaba a otra integrante del Consejo de Administración en la terraza común del edificio, y pensó que podía usar esa información en su favor (por la vía del chantaje o directamente a través de una denuncia pública). Contó los hechos que había presenciado, a sus ojos "una inmoralidad total", en una reunión del Consejo de Administración, no tanto para dejar mal parado al portero sino para desbancar a la "separada" que lo "distraía de sus obligaciones" (maritales y, también laborales, dado que las clandestinidades que ella había descubierto sucedían en horario de trabajo). Grande fue su sorpresa cuando el Consejo de Adminitración en pleno le expresó fríamente su desdén por su natural tendencia a meterse en asuntos que no le concernían y de la cual ya estaban todos tan cansados que se veían obligados a pedirle su renuncia al alto cargo que desempeñaba. Iban a hacer un discreto apercibimiento a Mario, el portero, pero en modo alguno estaban dispuestos a tolerar que nadie pretendiera obtener algún rédito político fundándose en las debilidades de la carne de los demás.
Humillada, la señora Laura renunció inmediatamente pero siguió guardando un profundo rencor hacia los demás miembros del Consejo de Administración, que se habían disciplinado en defensa de su sempiterna rival en las cosas de esta comunidad (como la disposición de los maceteros o el presupuesto que debería destinarse a los adornos navideños). Y así fue como empezó una campaña de murmuraciones acusando a todos (hombres y mujeres) de haber conocido las más profundas intimidades de "ésa", sin darse cuenta que de ese modo más se hundía en la vergüenza (sobre todo porque, como muchos llegaron a saber por ese entonces, un tiempo muy anterior a mi mudanza, a Beba la tenían por completo sin cuidado las atenciones que su marido suministrara a las demás mujeres de la casa, siempre y cuando Mario mantuviera "las apariencias"). Incluso comenzó a correr la hipótesis (casi una certeza) de que, en verdad, el episodio de la terraza, contado con lujo de detalles por la señora Laura, no era sino una excrecencia de su imaginación de menopáusica.
De modo que S. no trajo ninguna noticia nueva sobre los objetos de nuestra preocupación y seguimos sin saber a qué atenernos, pero confiamos en que la máquina chismógrafa que pusimos en movimiento arrojará algún resultado en pocos días. Si yo no estuviera atravesando esta agonía completamente inmerecida ya podría haber agregado una pieza más a este rompecabezas.

Sospecha

¿Esto será una indirecta? ¡Yo no quiero unión civil! ¡Quiero matrimonio con derecho a pensión y el pasaporte europeo! ¡Yo me quiero casar en Chueca! La unión civil que Ibarra y los ibarristas se la metan en el orto.