domingo, 17 de abril de 2005

Galería


Alfredo Prior. Dánae (2004, 202 x 131 cm)

Alfredito Prior acaba de inaugurar una muestra de grandes lienzos puestos bajo el hermoso título "Pintura abstracta absolutamente figurativa" (Galería Principium, Esmeralda 1357, hasta el 14 de mayo). Habría alcanzado con escribir "pintura abstracta figurativa" desde el punto de vista estrictamente comunicacional, pero como Prior no se propone comunicar nada (más bien hace una experiencia muy de otro tipo), agrega una modalización enfática que hay que entender con toda su fuerza: absolutamente.
En este contexto, absolutamente es un llamado de atención: que nadie se confunda, porque el combate que Prior sostiene es, sobre todo y en primer término, contra las opiniones corrientes y las clasificaciones que hacen de lo abstracto y lo figurativo dos categorías irreconciliables. Al suspender (o aniquilar) la contradicción entre un estilo y otro, Prior señala aquello contra lo cual sus pinturas (es decir, el Arte) se levantan: el sentido común, la doxa.
Ninguna domesticación será posible en esta guerra, porque Prior la emprende con las mejores armas, las armas del Caos: cada uno de sus cuadros aluden con sus títulos (Dánae, Proteo, El nacimiento de Venus) a un mundo mitológico, un antes del mundo como Mundo; cada uno de sus cuadros es un fragmento de Caos en un marco.
Porque se trata, al mismo tiempo que se lucha contra la opinión corriente, de trazar un plano que corte el Caos y que, por eso mismo, saque al artista (y su experiencia) de todas las determinaciones a las que su humanidad lo condenan. Se trata de devenir Uno con el Cosmos y de eso hablan estas pinturas majestuosas que Prior nos entrega como un don.
Es disparatado decir que "en el principio fue Prior", precisamente porque Prior viene a señalar que no hubo tal principio.
El Arte, en Prior, se nos revela como lo que es: un momento previo a la toma del pincel, algo que ya estuvo siempre ahí (en la naturaleza, en el mundo de los animales que Prior viene registrando maniáticamente desde siempre). El Arte es esto que vemos ahora en estos grandes lienzos: un plano de composición encarnado (es decir: penetrado por las fuerzas cósmicas). No se trata de imponerle "un poco de orden" al Caos (eso es lo que hace el sentido común) sino de todo lo contrario: trazar líneas que nos guien hacia el Cosmos infinito. Porque Prior es un artista, es decir un vidente que inventa afectos desconocidos o mal conocidos, que añade variedades nuevas al mundo. Y, por eso, nos arrastra a nosotros a esa misma zona de indeterminación donde ya no se sabe bien de qué lado del cuadro estamos ni si el Universo al que se nos convoca (para que de él participemos) es un universo abstracto o figurativo. La experiencia artística que Prior nos propone para que trascendamos a la vez el Caos y el Sentido Común bien puede ponerse bajo la rúbrica del "se" (una vez que han sido aniquiladas las personas de la "comunicación estética"): sucede lo que se ve (y si hay figuración es precisamente porque algo sucede, aunque ese algo sea del orden de lo indeterminado), absolutamente.

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