"Ayer tenías frío y fiel a tu costumbre pediste que te abrazara y apretujara con un fervor que sólo ya tú imaginas y recuerdas, porque, a lo que a mí respecta, al escuchar tu repetitiva invitación me dieron unas todavía reprimidas ganas de responderte que si querías entrar en calor lo único que podía hacer por ti era apedrearte; y es que, si vamos a ser sinceros, me aburres tanto o más que cualquier libro de poesía joven." (sigue en Nicoménicus)
Las tres gracias
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Mientras preparo un taller sobre el paso (siguiendo algunos motivos) de los
cuentos tradicionales, desde las lejanas cortes europeas a los libros que
hay...
Hace 2 semanas.
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