miércoles, 15 de febrero de 2012

Juventud, divino tesoro























Sin darnos cuenta, el Oscar se nos vino encima, nuevamente. La pereza y las obligaciones tal vez me inhiban de ver las películas que constituyen el puñado de nominaciones. 
En cambio, vi la que protagoniza el joven de la foto, Ezra Miller: We Need to Talk About Kevin. En la cinta, hace de hijo desquiciado de Tilda Swinton (ni Tilda ni él están nominados).
La película es rara. Comparte, en algún sentido, el agenciamiento del género que ya se observaba en Melancholia, de Lars von Trier (y su gemela, Another Earth). Aquí se trata del niño endemoniado (más Demian que El bebé de Rosemary), pero totalmente fuera del género del que la figura proviene. No hay ninguna hipótesis trascendental, ni explicación, ni metáfora. Kevin es mala gente, y punto. De modo que la película hace de la pura inminencia su absoluto temporal y, para que eso quede claro desde el principio, medio como que anticipa lo trágico del asunto.
Por supuesto, las buenas conciencias se detendrán a discutir si lo que la película insinúa (niño al que no se le pega se vuelve asesino serial) constituye el núcleo de alguna pedagogía posible.
Pero creo que la película usó ese debate sencillamente para poder ser producida. Lo importante está en otro registro. El casting es impecable: si uno hubiera tenido que imaginar un hijo de Tilda, no podía sino los sucesivos niños que terminan convirtiéndose en Ezra (cada uno de los cuales es Ezra). 




























Y la relación entre ambos es tan absoluta (es decir, tan erótica) que se entiende que el padre no entienda nada (de paso: en la película la belleza de Ezra es tan sutil, tan inverosímil, que hasta es legítimo pensar que proviene de una mezcla genética entre esos padres, mucho más que el resultado de un desliz de Tilda) o que elija no entender.































En fin, acá se sostiene que la película es la mejor del 2011. 
Yo no puedo decir tanto, porque veo poco cine, pero es verdad que es de una rara belleza y que la rara belleza designa tanto el plano de composición (que, por eso mismo, es casi kitsch, deliberadamente) como su tema.
Tilda y Ezra estaban preparados desde hace tiempo para una película como ésta. Ella desde... Orlando, qué se yo. Él desde Afterschool.  Sólo les faltaba encontrarse para sacarse chispas.
Dejo el wallpaper de la película:



























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