jueves, 9 de abril de 2020

Diario de la peste, día 22


Ayer a la medianoche nos llegó por correo electrónico un aviso de la Facultad de Filosofía y Letras diciendo que, en contra de lo que había decidido el Rectorado de la UBA, el cuatrimestre comenzará el próximo lunes. Quienes no estén dispuestos a dictar remotamente la materia, deberán hacerlo presencialmente en el bimestre de verano (enero y febrero de 2021).
Nos pusimos frenéticamente a organizar el curso digital (que ya habíamos empezado a armar, pero cuya preparación interrumpimos cuando nos dijeron que esperáramos nuevas instrucciones).
No serán Pascuas de guardar, sino de trabajar.


Les alumnes se enteraron casi al mismo tiempo que nosotres y comenzaron a matricularse en las dos páginas a través de las cuales el curso habrá de funcionar (una de ellas, impuesta obligatoriamente por la Facultad; la otra, de nuestra preferencia).
Lo más pesadillesco son las reuniones de cátedra que, de acuerdo con la moda de la hora, se realizan a través de zoom. Nunca antes necesitamos de este instrumento y todo lo resolvíamos por correo electrónico o por whatsapp pero ahora, no sé por qué, se les ha metido en la cabeza que conviene que nos "veamos las caras", como si no estuviéramos ya suficientemente familiarizados con nosotros mismos. 
Pese a mis limitaciones de conexión a Internet, acepto el convite. Algunos llegan tarde, otros llegan a tiempo, a algunos se les congela la pantalla, a otras no se les entiende lo que dicen, casi todes hablan al mismo tiempo. Aguanto como puedo.
El programa de trabajo que habíamos preparado en septiembre del año pasado se llamaba "Siglo XX: Grandes Éxitos" e incluía no tanto los Grandes Éxitos literarios del Siglo XX (sobre lo que negocié una columna larga para el suplemento cultural de Perfil con Alejandro Belloti, confinado en algún lugar del mundo), sino los Grandes Éxitos de nuestra pedagogía, que este año cumple 30 años ininterrupidos.
Nos pareció (nos sigue pareciendo) que dar un curso virtual no sólo era antipático sino que contradecía los principios pedagógicos que hasta ahora hemos defendido: "la cátedra es el lugar de todos los intercambios".
Pero no nos quedaba más remedio que aceptar la "invitación" facultativa. Por supuesto, propuse modificar radicalmente el programa y dejar sólamente las lecturas que, en algún sentido, interpelaran el momento que vivimos: ¿qué sentido tendría discutir Lolita en este contexto?
Tampoco tendría demasiado sentido conservar la separación entre clases teóricas y clases prácticas así que, en ese punto, estaríamos volviendo al comienzo de nuestros experimentos: habíamos comenzado, en 1990, a dar clases prescindiendo de esa división.
Propuse que llamáramos "situaciones" a cada unidad del programa nuevo, y que examináramos las "situaciones" del siglo XX que nos interpelaban particularmente en estos días de encierro, terror y monotonía. Los textos se leerían en relación con esas situaciones.
Cada docente de la cátedra daría tres clases semanales, correspondiente a esas situaciones.
La primera, la Cero, quedaba a mi cargo y propuse la situación "Excepción" para poder desplegar el trasfondo del pensamiento agambeniano, tan castigado por los ignorantes de derecha y de izquierda, y clarísimas posiciones sobre la pandemia y su gestión política.
Después de eso, la Situación 1 va a ser Globalización y Mundialización, porque si hay algo que nos queda claro es que, contra los procesos de acumulación indefinida del capitalismo global, hay que sostener una idea de Mundo (Tierra, lo que sea). La alternativa nacionalitaria es tanto más pesadillesca que la globalización y, sobre todo, antigua (como el peronismo).
Para la situación Cero, leeremos "Ante la Ley" de Kafka. Para la situación 1, Auerbach y algún poema (probablemente de Rilke, gran crítico de la "plutocracia" que, sin embargo, no cayó en los excesos de Pound y, por otro lado, un exquisito teórico de lo Abierto). 
El curso se desarrollará a lo largo de 16 semanas y somos ocho docentes, de modo que alguien podrá, si quiere, dictar dos semanas.
Algunas de las otras situaciones que incorporaremos se llaman: Peste, Enmudecimiento y Burocratización, Guerra, Posguerra, Catástrofe y espera, Mutación antropológica, Desastre.
Hasta hoy, todavía no he terminado de cobrar mis ingresos, de modo que al estrés pedagógico se suma el estrés financiero: no sé si el lunes podré pagar mis cuentas.
Creo que la Pobreza debería ser una situación a tener en cuenta en estos días.

(continúa)



No hay comentarios.: