jueves, 27 de enero de 2011

Reacción

Fuimos, en petit comité convocado por Fundación Proa, a contemplar (¡por última vez en Argentina!) la instalación de Matilde Sánchez, "Reacción a Reacción de Jorge Macchi". En efecto, por expreso pedido de Jorge Macchi, los "restos de la obra que actualmente continúan en la sala" deberán ser retirados.
La decisión es, por donde se la mire, desacertada. Primero, porque lo que se ve en Proa, en el contexto de la muestra Of Bridges & Borders excede largamente la noción de "resto", "ruina" o "residuo" y debe leerse como una obra nueva (cuya coautoría corresponde, por supuesto, a Matilde Sánchez, quien debería haber tenido la oportunidad de decidir algo al respecto).
Alguien (Ricardo Jarne) bautizó a la obra como “el Gran Vidrio argentino”, asimilación pertinente por muchas razones. Por un lado, porque sabemos (gracias a las investigaciones de Raúl Antelo), lo mucho que reflexionó Duchamp sobre los vidrios durante su breve estancias en Buenos Aires. Por otro lado, porque sabemos que, pese a que una de las copias del Gran Vidrio ("La novia desnudada por sus solteros, même") se rajó y se astilló de parte a parte, Duchamp insistió en que se exhibiera de ese modo.
Matilde Sánchez señaló que Reacción era todo lo contrario de un ready-made a lo Duchamp, y tiene razón. Pero el Gran Vidrio no es un ready-made (su realización se extendió entre 1915 y 1923). De modo que podría pensarse (y Jorge Macchi parece sostener esta hipótesis) que, así como en el Gran Vidrio (ocho años de polvo depositado entre las láminas de vidrio, rajaduras, etc...), gran parte de la significación de Reacción, hecha en vidrio soplado, tenía que ver con determinadas contingencias que habrían de ocurrir a lo largo del tiempo, como efectivamente comenzó sucediendo desde el día mismo de la inauguración.
En Proa, protesté cuanto pude en contra del desmantelamiento de "Reacción a Reacción" y, cada vez, se me oponían vagos reparos legales. Pero, ¿de qué estamos hablando?: ¿de arte o de propiedad? Si la obra de Macchi no hubiera sido accidentalmente destrozada (como sucedió), sería la pieza más importante de la muestra Of Bridges & Borders (basta, como punto de comparación, detenerse en las trivialidades en sucesión que Thomas Hirschhorn ha acumulado insensatamente a lo largo de una pared: una serie de collages que, ¡oh qué profundo!, juxtaponen escenas de moda y cadáveres y cuerpos mutilados, "llevando al público a reflexionar sobre las relaciones básicas del mundo que nos rodea a través de los medios de comunicación, las publicidades y la propaganda política. Su serie de collages nos presenta de una forma sencilla y frontal el contraste entre la belleza socialmente aceptada y los desastres ocasionados por los conflictos bélicos", ¡qué barbaridad!). Frente a un sencillismo semejante (que habríamos de censurar hasta en una muestra de escuela secundaria), las obras de Macchi (primero) y la de Macchi-Sánchez, después, ganan en potencia porque no es que tematicen la destrucción sino que hacen de la destrucción el principio compositivo del arte (tal vez, el único que pueda todavía sostenerse con cierta dignidad).
Pero no, "Reacción a Reacción" será barrida y embolsada (la Esfinge, que carece de nariz, podría sufrir idéntico destino en cualquier momento, si tal criterio se impusiera con unanimidad). Hay un video de una cámara de seguridad en el que se ve el momento del "desastre" (que no es tal, naturalmente, sino la transformación de una obra en otra, como debe ser siempre): Matilde Sánchez, obnubilada, camina con su carterita hacia la intervención artística (se vuelve, ella misma, con su cuerpo, un punto iridiscente de la historia del arte argentino). De acuerdo, dije: saquen los "restos", pero pongan el video de la cámara de seguridad (acompañado de los videos del proceso de instalación de Reacción). Hagan del accidente el motor de la historia.
Nada de lo sucedido, por otra parte, escapa a la ficción curatorial urdida por Sigismond de Vajay y, todavía más, la potencia hasta niveles propiamente alucinatorios: las fronteras, las divisiones (sociales), las sociedades de control (quiero decir: el capitalismo en la forma en que lo conocemos), la función-arte, la destrucción y la errancia: para hablar de todo eso que la muestra Of Bridges & Borders quiere hablar bastaría con "Reacción a Reacción".
Hago desde aquí, pues, un último pedido desesperado: salven a "Reacción a Reacción" de la barbarie. No la tiren: regálenmela.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Queremos el video aunque sea en youtube! Quoting Derrida, podríamos llamarlo "sonambulismo hermenéutico"...

Edgardo dijo...

La obra de Matilde Sánchez es infinitamente más valiosa que la de Macchi porque no está valuada en dinero. Toda "obra de arte" con precio pasa a ser mercadería. La de Sánchez es gesto, realización, arte.

Civale dijo...

Totalmente de acuerdo con lo que decís: la obra debería quedar como instalación Macchi-Sánchez. Al decidir quitarla, Macchi no hace más contradecir sus postulados escritos por él en el dossier sobre obra y accidente.
No sabés si intervinieron abogados en la
decisión?
Sería interesante, ya que estuviste ahí, contar quién voto porque pasen la escoba. Aunque la decisión de Macchi, parecería suprema. Ahora, lo que puede ser interesante discutir, es quién es el dueño de una obra cuando sucede una cosa de este tipo con una obra de este tipo: transparente, puesta con mucho descuido -al menos no tenía protección- en el medio de una sala expositiva y propuesta en el marco de una muestra que pretende hacer pensar sobre las fronteras y los puentes. Vajay: las fronteras se rompieron y se cruzaron sin puentes! Enterate!

Victor da Rosa dijo...

Muito boa a discussão, Link. Eu só não levaria tão rápido a comparação com o Grande Vidro, mas concordo com o essencial do teu texto - a permanência do vestígio da obra na exposição - embora esteja acompanhando a discussão de longe, naturalmente. As duas obras nascem de um acidente e do acaso, me parece, se acreditamos na palavra de Matilde - a princípio, pensei que a obra de Macchi havia sido danificada de propósito, como ocorreu na exposição de León Ferrari, por exemplo - e isso não é pouco. Por outro lado, dentre outras coisas, o Grande Vidro não se quebrou em um Museu, ou seja, não compartilha de uma reação pública, e isso talvez mude um pouco as coisas. Vale lembrar que o Macchi tem um livro de artista (Buenos Aires Tour) em que constrói um mapa (uma ficção) justamente a partir da rachadura de um vidro e do que esta rachadura sugere como itinerário (não sei se este livro já foi mencionado nesta discussão). Um grande abraço, Victor.

Linkillo: cosas mías dijo...

No, Víctor, creo que nadie mencionó el libro de Macchi, hasta ahora. Lamentablemente, la discusión "oficial" se agotó en la cuestión de la aseguración y, si la obra permaneció hasta ahora en Proa, fue porque así lo demandó la compañía aseguradora. Todo muy kafkiano, ¿no?
Abrazo

Celia Tabó dijo...

Coincido totalmente con tu análisis. La decisión de Macchi de levantar los vidrios contradice su obra y el declarado sentido de la exposición. Quiero decir, si el autor exhibe su obra como cerrada en sí misma, completada en su sentido por su propia ejecución, donde el público es espectador, no hay Matilde posible porque el curador se habría encargado de tomar las precauciones clásicas del caso. Pero no, no fue así porque así lo postula Macchi; es obvio que alguna Matilde tropezaría en algún momento, y ahí estaría la belleza. Y esto es lo que me hace dudar sobre las reales intenciones de la muestra: ¿arte o negocio escondido detrás del arte? Matilde fue la afortunada que completó la instalación y es deshonestidad pasar la escoba.

Anónimo dijo...

Una vez más, un artista contemporáneo se amilana cuando sus postulados teóricos, muy lindos todos ellos, encuentran alguna correspondencia en el orden empírico. Ahí todos vuelven a las nociones de obra y autor. Es la mayor traición que los "post" artistas le hacen a esa revolución que comenzó con Duchamp. Boquean, boquean, pero ni siquiera se animan a tomarse las libertades de Fluxus (mucho menos a resignar su lugar como "productores", con las becas, ventas y privilegios que vienen añadidos).

edgardo dijo...

Matilde ES la artista del momento, que desenmascara la fantochada del "arte" postautónomo. ¡Viva Matilde! ¡Abajo los macchi y toda su ralea!

cecisz dijo...

voto por la obra Macchi-Sánchez-Link, o sea, la proyección del video de la camara de seguridad a la que desglosaría en fotos cuadro x cuadro.

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo. Ahora invitemos al publico a hacer una recorrida por el tacho de basura de Proa, porque entonces verán, por primera vez, quizás, arte en su estado más emergente, en el momento de la creación mismo, en su deriva. Que se tire esa obra es un escándalo, porque estaba en su significado, en su técnica y, sobre todo, en sus materiales, la capacidad de romperse. ¡Es una valla de vidrio! Hello!!!!
Que se la tire es un insulto a lo que se puede, aún considerar arte, autor y otras instituciones.
Besos
Ariel Schettini y Cecilia Palmeiro

Glotty Rama dijo...

La idea expresada por quien escribe este blog es de una liviandad cercana a la tonteria.

La tal Matilde Sanchez es una participante accidental su intencion no va mas alla de ser distraida no crear una obra de arte por lo tanto
decir que ella es coautora no es mas que una broma de mal gusto.

mirada de turista dijo...

nada es casual .. adhiero a la obra m- matilde sanchez
y a desacralizar el arte /
como diría don Spinoza "lo que puede un cuerpo !! "

J.J. Bustos dijo...

Lamento profundamente disentir, pero vuestra postura tiene el riesgo de deslizarse y caer en una especie de vanguardismo cómodo (como si tal cosa fuese posible). Reconozco sí que la solución planteada (videos de seguridad) es inteligente y tiene mérito artístico.
No me opongo a la exposición del objeto “Macci-Sánchez” porque esta “nueva obra” quiebre la unidad conceptual de la muestra. Tampoco por un supuesto derecho ultrajado a ver la obra tal como el artista la creo o tal como otro espectador la vio. Menos aún por el riesgo de que la reproducción de las Matildes Sánchez y sus carteras por el mundo sea inversamente proporcional al crecimiento (al menos material) del arte.
Me opongo porque su arte (el de la Sánchez) como vanguardia me parece trivial (ya hay hasta publicidades al respecto).
Quizás mi problema es con la técnica… cuántas veces se puede intervenir una obra a lo Sánchez… la obra de Sánchez, contradictoriamente, es cerrada... si hubiese sido pegar un moco al pasar en un gesto automático sería otra cosa.
Más aún qué sucedería si el propio Macchi se decide a ir librería por librería quemando los libros de Sánchez alegando diálogo artístico.
Además, si lo suyo es el arte conceptual… ¡¿qué problema hay con la desaparición de la obra?!
Finalmente, lo bueno es que, con su nota en Clarín sobre el asunto, Matilde nos despeja todas las dudas.