miércoles, 19 de diciembre de 2007

El niño de la navidad



En 1960, el escritor rumano exiliado Vintila Horia (1915-1992) ganó el premio Goncourt con su novela Dios ha nacido en el exilio, parte de la cual escribió en Argentina, donde vivió entre 1948 y 1953, y que narra el destierro de Ovidio, condenado por el inmundo Octavio Augusto a vivir el resto de sus días en el Ponto Euxino, en los límites orientales del Imperio Romano. Antes de morir, el Ovidio de Vintila Horia imagina una esperanza para el mundo en el nacimiento del hijo de Dios entre los hombres.
Los vlach romanizados parieron toda clase de criaturas, las más célebres de las cuales fueron un crudelísimo príncipe de Valaquia miembro de la Orden del Dragón y una condesa transilvana (Erzsébet Báthory, 1560-1614) bebedora de sangre de vírgenes, obsesionada por su propia juventud. El escritor irlandés Bram Stoker abrevó en esas fuentes de la historia rural del imperio romano y popularizó ambas figuras superpuestas, en 1897, con el nombre de Drácula. Más módica, Alejandra Pizarnik escribió La condesa sangrienta.
El joven dacio Petrişor Nicolae Ruge (20 años) había participado en la tercera temporada rumana de Bailando por un Sueño, la licencia de Televisa que dio la vuelta al mundo y causó estragos en la televisión argentina. Entonces quedó en tercer puesto con su compañera, una estrellita pop clonada de Britney Spears que se llama Andreea Balan. Petrişor y Balan formaron parte de la troupe de la primera edición internacional de Bailando: el exitosísimo Campeonato Internacional de Baile producido por Televisa para una audiencia planetaria y, para sorpresa de los organizadores del falso concurso, por poco hizo tambalear la estructura montada por la productora mexicana para consagrar a la desangelada pareja azteca. La inocente belleza del muchacho, su simpatía arrolladora, su humildad, su perpetuo éxtasis de felicidad y esa encantadora versión orientalizada de lengua romance (de castellano) en que se expresa, lo convirtieron en una estrella instantánea de la televisión latina (es decir, universal).
Cuando presentó a su familia ante las cámaras, un estremecimiento recorrió el mundo entero: ese joven hermoso que venía de los otros confines del imperio romano era más pobre que cualquier latinoamericano: su madre, una anciana campesina de cuento de hadas (la madrasta de Hansel y Gretel, probablemente), su padre, un carpintero con sólo dos dientes en la boca y una incomprensión total de lo que le estaba sucediendo, seguras víctimas de los planes de racionalización del dictador Nicolae Ceauşescu, que fatalmente lo condujeron al paredón de fusilamiento en la navidad de 1989. Petrişor estudiaba electrónica antes de entrar en la competencia rumana en nombre de su hermano (a quien le falta una mano, o varios dedos de una mano), que soñaba con tener una carpintería propia. Nunca había estudiado danza: lo suyo era dejarse dominar por la gracia infinita y la música del cielo.
Cuando dos culturas se tocan, hay un seísmo. Petrişor Nicolae Ruge es el nombre del hijo de Dios entre los hombres: hizo tambalear un imperio (ayer romano, hoy televisivo) que tuvo que fraguar entre gallos y medianoche un mecanismo de puntuación para evitar que el retoño dacio o transilvano, el heredero de Ovidio, arrasara con el dudoso patriotismo televisivo que, justo es decirlo, ni la audiencia mexicana (minoritaria en el internacional paquete armado por la empresa y sus secuaces) compartía con Televisa, que ya se prepara a martirizarlo para quitarnos toda esperanza de felicidad en este mundo.
Casi no hay fotos de Petrişor en la red (aunque son miles y millones las que claman su nombre), y las pocas que hay no le hacen justicia: para participar de la conmoción que provoca hay que verlo reírse o llorar. Su club de fans, entre los que me cuento, atiende en esta dirección.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Fine feature! Bravo to U! Bravo Petrisor!

Happy new year!

Anónimo dijo...

Al arbol de Navidad del bobeta que en el Confesionario del Rojas se hizo el pederasta o el pelotudo, hagamos llegar entonces, además de *Lo bello y lo triste* de Kabawata el video de Petrisor, a ver si el niñito Jesús le revela los misterios del arte.

Anónimo dijo...

Gran Artículo!!!! 100

Anónimo dijo...

Olle, a mi tambien me encanto Petrisor, pero no crees que passastes la linia demarcando lo ridiculo y lo dramatico?


Petrisor merecia el premio. Bailaba bien y con mucha mas energia y gracia que "Latin Lover". Tambien es mucho mas bello que ese wey.