lunes, 10 de diciembre de 2007

El año de la rata

Por Daniel Link para Perfil

Hace unas semanas mi mamá, que vive en el campo, descubrió en la leñera decenas de ratitas recién nacidas: las roció con querosene y les prendió fuego. Como le reproché su crueldad, me preguntó de qué otro modo podría haberlas eliminado. Pero yo no quería hablar sobre métodos de exterminio. Hubiera preferido que las dejara vivir y que luego fueran, en todo caso, presa de los animales del campo.
2008 será el año de la rata, según el horóscopo chino. Los nacidos en el año de la rata poseerán las características de ese animal estigmatizado en Occidente: creatividad, honestidad, generosidad, ambición, despilfarro y fertilidad, ragos unidos a un temperamento conservador. Los nacidos rata complementan bien con los nacidos monos y dragones, aunque no congenian con los caballos.
En la mitología hindú, la rata es el vehículo del dios-elefante Ganesha.
En nuestra literatura, la rata ocupa un lugar preponderante en la obra de los escritores que más amamos, los más radicales: Kafka escribió “Josefina la cantante o el pueblo de los ratones”, una de sus más célebres y conmovedoras parábolas, y el argentino Copi (Raúl Damonte) las incluye en su variadísima obra, ya como base de un banquete (La torre de la Defensa), ya como ciudadanas de un universo paralelo (La ciudad de las ratas).
Hace unos meses, Pixar estrenó su última producción animada, Ratatouille, que no es sólo un impresionante ejercicio de animación computarizada y una historia encantatoria sino, sobre todo, un llamamiento a la feliz convivencia entre humanos y roedores. La versión ahora disponible en dvd incluye, en efecto, un documental sobre las ratas, en las que se expone su historia y las razones de la animadversión que provocan: puras razones imaginarias, dicen los de Pixar, que condenan a una especie inteligentísima y además útil a nuestra supervivencia a una zona de terror y asco inmerecidos. Pixar hace de la rata la víctima privilegiada de las fantasías de exterminio de los seres humanos, un “otro” radical respecto del cual se sostienen las más extravagantes hipótesis para justificar lo injustificable: el maltrato, la segregación, la matanza, la algarabía por la destrucción del otro.
Al final del breve documental (que básicamente recopila la información disponible en Internet), Remy, la rata protagonista de Ratatouille y su hermano obeso se desesperan por ocultar (y lo consiguen) los títulos mediante los cuales Disney se desentiende del “mensaje” y alerta a los espectadores sobre toda posible armonía. Hay allí un debate sobre derechos a la visibilidad y a la convivencia que Pixar quiso que ganaran las ratas.
En La ciudad de las ratas, Copi hace que los roedores visiten al Dios de los Hombres en la Sainte-Chapelle, quien, arrepentido por haber dejado libres a los seres humanos tras la expulsión del Paraíso, no puede ayudarlos. La capilla explota, el Dios de los Hombres asciende a los cielos y el Diablo de las Ratas, que ocupa su lugar, les ordena fundar una ciudad donde puedan convivir en paz ambas especies. Las ratas, revolucionarias como la obra de Copi, liberan a los presos y organizan una orgía en la que personas y ratas toman parte por igual.
Mi mamá vería con malos ojos ese festin de la vida. Kafka, Ganesha y los creadores de Ratatouille (que deben haber leído algo de Copi), seguramente no.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Uno de tus mas hermosos artículos!!!

Hace un par de años anochecía, estaba manguereando mis plantas mientras cantaba, frenética, y vi una rata por primera vez.
La ví desde abajo, era linda sin vueltas y rosada, bailarina veloz sobre mis arbolitos. Me recordó a la de Tom y Jerry.
Así y todo, salí a comprar cerveza para dormirme ebria y alejada de un miedo que era más actuado que sentido.
A los quince días, me mudé, pobre histérica, para que aquella criatura no pudiera encontrarme más.
Sigo cuidándome de ellas pero no podría matarlas comolo hizo la Sra. Link: buscaría un sicario.
Pero ummmmm, soy dragona, quiero un hijo, son fértiles, decís, y congeniamos....
Mas que nunca entonces, como cada año, celebraré el Año Nuevo en el China Town de Arribeños en busca de mi ratón.
Santa Ludovica. alúmbrame!!!

Anónimo dijo...

bien, es anonimo porque no tengo blog mi nombre marcelo B., y atus comentarios imaginativos y carentes de hondura salvo el constante fuego de artificio literario, cabe bien aclarar tus profundos baches historicos: La rata, mediante sus pulgas, por los barcos en el comercio con oriente, en la baja edad media, causaron el mayor estrago conocido por la humanidad a traves de una enfermedad:una tercera parte de Europa, segun datos probables desapareció.Es mas, igaulmente probado está que por los habitos comunitarios,de rapiña, su impecable eugenesia, es potencial trasmisora de cualquier enfermedad, transimisible mediante contacto animal-hombre( virus del hanta, fiebre hemorragica) Linkillo, seguimos hablando de poesia o esta es otra pagina perdida?

girlontape dijo...

no olvidemos q lo seres humanos somos las peores "ratas" desequilibrando la ecología del planeta, llevando enfermedades a cada rincón, destruyendo especies enteras, torturando ratas y otros animales en laboratorios y morfando todo lo que encontramos en nuestro afán de supremacia

demonificar a las ratas o cualquier animal = matar gatos negros y quemar "brujas". Supersticiones que delatan nuestra conciencia sucia

un amigo mío -a sus 10 años- me presentó a su rata mascota y era preciosa: alegre, inteligente y suave al tacto

Anónimo dijo...

Stefania: yo tambien tuve como primera mascota una ratita blanca que iba a pasear conmigo y mi novio adolescente envuelta en un pañuelo.
Sufrí mucho cuando murió. Era tal cual la describís.
El tema es mucho más interesante de lo que parece.
Por qué con sólo cambiarle el nombre cambia la emoción? Por qué *encontré una rata en el patio* suena distinto si decimos ratón, laucha, cobayo, etc.
Iré en busca de Copi, me quedé encantada con el asunto.