miércoles, 2 de febrero de 2005

No, no estuve en lo de Fatboy Slim

Ezra Pound nació en Hailey, Idaho, el 30 de octubre de 1885. En 1908, desencantado de la vida académica a la que dedicó los primeros años de su vida, está en Venecia, donde publica su primer libro de poemas, A lume spento, apenas una preparación para su vasta y megalómana obra, Los cantares. De su estilo se ha hablado muchísimo. En el cantar III que a continuación reproduzco se nota el tratamiento de la luz postimpresionista, el fragmentarismo y el carácter puramente citacional del poema. No son las únicas características de la obra de Pound, pero éstas, aquí, impresionan. Sin ningún patetismo, Pound consigue transmitir la sensación que provoca haberse quedado fuera de una fiesta.

III

Estaba sentado en los escalones de la Dogana
Porque, ese año, las góndolas costaban demasiado
Y no estaban ahí "esas chicas", sólo una sola cara había ahí,
Y el Buccentoro a veinte yardas de distancia, gritando "Stretti",
Y los travesaños iluminados, ese año, en el Morosini,
Y, tal vez, pavos reales en lo de Koré --podrían haber estado.
Dioses flotando en el aire azur.
Brillantes dioses y toscanos, de regreso
Antes de que el rocío se derrame.
Luz: y la primera luz, siempre antes de que cayera el rocío.
Paniscos, y del roble, dríade,
Y del manzano, melíade,
A través de todo el bosque, y las hojas están llenas de voces,
Susurrando, y las nubes combadas sobre el lago,
Y hay dioses sobre ellas,
Y en el agua, los nadadores blancos como almendras,
El agua plateada esmalta el pezón endurecido,
Como Poggio ha señalado.
Vetas verdes en el turquesa,
O, los escalones grises trepando bajo los cedros.

Mio Cid entró a Burgos,
Hasta el portón claveteado entre dos torres,
Golpeó con el puño de su lanza, y la niña salió,
Una niña de nuef años,
A la pequeña galería sobre el portón, entre las torres,
Leyendo el decreto, voce tinnula:
Que ningún hombre hable, alimente o ayude a Ruy Díaz,
So pena de perder el corazón traspasado en una pica
Y ambos ojos arrancados, y todos sus bienes embargados,
"He aquí, Mio Cid, los sellos,
El gran sello y el decreto."
Y vino de Bivar, Mio Cid,
Sin halcones en sus perchas,
Y sin ropas en sus alforjas,
Y dejó sus arcas con Raquel y Vidas,
Las grandes cajas de arena, con los prestamistas,
Para poder pagar la mesnada;
Abriéndose paso hacia Valencia.
Ignez da Castro asesinada, y una pared
Aquí arrasada, allí vuelta a levantar.
Triste yermo, el pigmento descascarado de la piedra,
O escamas de yeso, Mantegna pintó la pared.
Andrajos de seda, "Nec Spe Nec Metu".

(trad. D.L.)

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