sábado, 29 de mayo de 2021

Cataratas de pasión

Por Daniel Link para Perfil

Habíamos aprovechado el último congreso de la Latin American Studies Association al que fui en 2019 para visitar Toronto y las cataratas del Niágara. Se trata de un congreso que se organiza para que coincida más o menos con el Día de los Caídos, feriado estadounidense.

Como este año el Congreso se adelantó un poco (comenzó el 25 de mayo) y yo tengo obligaciones a las que no puedo renunciar ni virtualmente, en marzo canjeamos millas para el 19 de mayo y reservamos tres noches de hotel, porque me parecía poco patriótico que mi marido no conociera nuestras cataratas, más majestuosas aún que las norteamericanas.

Ya prácticamente sobre la fecha del viaje, comenzaron los rumores de encerrona. Viajamos bien (con el horario del vuelo cambiado como cuatro veces), nos hisoparon en Iguazú, el resultado fue negativo, disfrutamos de la Garganta del Diablo, del Circuito Superior y de la extraordinaria vista desde nuestra habitación (yo había llevado a mis hijos, hace 20 años al Hotel Internacional: no correspondía que mi esposo aceptara un destino inferior).

El vuelo de vuelta era el sábado al mediodía, con el nuevo DNU ya vigente. Durante el desayuno, un señor muy apesadumbrado vino a comunicar a los huéspedes que los Parques Nacionales habían cerrado desde las cero horas, así que quienes habían llegado en los vuelos del viernes no iban a poder ver las Cataratas.

Cuando al volver le comenté a mi mamá la penosa circunstancia me contestó, con un kirchnerismo de amianto: “bien hecho, para qué se fueron”.

 

viernes, 28 de mayo de 2021

El armario de los recuerdos

La película El baile los 41 ficcionaliza uno de esos acontecimientos que parecen iluminar la pequeña historia de una comunidad ya muy antigua y tal vez un poco caduca (integrada por homosexuales masculinos) pero que, bien mirados, muestran los momentos de riesgo de la Historia con mayúscula.

Por Daniel Link para Soy

Netflix acaba de estrenar una película simpática y mediocre, El baile de los 41, que ficcionaliza los acontecimientos de la “Gran Redada”, cuando 41 o 42 caballeros de la alta sociedad mexicana fueron arrestados por conducta indecorosa en una fiesta en la que se entregaban a placeres reñidos con una concepción tradicional de la hombría mexicana (incluidos el dragueo de la mitad de ells y una rifa para pasar la noche con el más hermoso de los chicos de alquiler de la ciudad de México).

Más allá de las cualidades específicamente cinematográficas (el relato es pobre en pormenores psicológicos, el guión es endeble, las escenas sexuales son un poco antiguas en su coreografía, los planos exteriores son siempre demasiado cortos porque ampliarlos hubiera significado dar cuenta del paso del tiempo) lo que hay que señalar de la película es la misoginia y la homofobia de su punto de vista. La esposa del protagonista (la hija del Presidente Porfirio Díaz) es mala y resentida y las locas que se dan cita detrás de la tienda de tabaco son superficiales, mezquinas, ambiciosas y corruptas.

Un poco de historia

Todo sucede casi al final del Porfiriato, el período (28 de noviembre de 1876 al 25 de mayo de 1911) durante el cual México estuvo bajo el control militar de Porfirio Díaz, quien debió exiliarse en Francia pocos meses después del triunfo de la Revolución Mexicana.

La fiesta de las 41 maricas a las que el título se refiere sucedió el 18 de noviembre de 1901 cuando la “Gran Redada” desmanteló el Club de Caballeros que se entregaban al amor que, por entonces, no osaba a decir su nombre.

Cuentan las malas lenguas que esa institución había sido fundada años antes bajo la regencia de Fernando Maximiliano José María de Habsburgo-Lorena, quien había renunciado a todos sus títulos para ser el emperador de México con el título de Maximiliano I (que coincidió con el gobierno de Benito Juárez, responsable de la consolidación del Estado mexicano como tal). Hace veinte años, en la crónica que escribió a propósito de la Gran Redada, Carlos Monsiváis se quejaba de lo poco que se sabía de la homosexualidad durante el Porfiriato antes del Baile de los 41. Según Salvador Novo en sus memorias (publicadas póstumamente recién en 1998), Antonio Adalid, hijo de un caballerango del emperador Maximiliano y ahijado de los emperadores, fue el alma de las fiestas clandestinas de fines del XIX y principios del XX con el sobrenombre de Toña la Mamonera. El periódico El Hijo del Ahuizote, que publicó la noticia de la Gran Redada, sin dar nombres propios, aclaró además: "No daremos a nuestros lectores más detalles por ser en sumo asquerosos".

Así no hay investigación ni película posible. En “Los 41 y la gran redada”, Monsiváis se lamenta: “Casi toda la información disponible viene del cotejo con los documentos de otras sociedades”. Habrá que hacerle caso, porque al comienzo del siglo XX el armario sexual comenzaba a requebrajarse globalmente (así en México como en Berlín), aunque en otras latitudes la prensa cumplió un papel más útil para los nostálgicos y los historiadores.

La raza maldita

En una carta de 1908 Proust cuenta que ha pasado 60 horas sin dormir (del 4 al 6 de julio). La hipótesis de los biógrafos y los críticos: es el período en el que comienza a escribir En busca del tiempo perdido porque encuentra los nombres de sus personajes, en particular el de esa forma de vida que Proust llama la “raza maldita”. Las fechas coinciden, en efecto, con el escándalo que estalla por esos días en el círculo de Liebenberg, como se conocía al grupo más íntimo de los asesores del emperador alemán Guillermo II (de los Hohenzollern). El nombre se derivaba del palacio de Liebenberg, pripiedad de Philipp zu Eulenburg, asesor destacadísimo del Kaiser, que da nombre al escándalo que a Proust le llamó tanto la atención.

En 1902, el periodista Maximiliam Harden, en desacuerdo con la política exterior del Kaiser, chantajeó personalmente a Eulenburg para que abandonase su puesto de embajador en Viena. Eulenburg se retiró temporalmente de la vida pública. Cuando reapareció en 1906, Harden volvió a la carga y comenzó a denunciarlo públicamente por sus preferencias sexuales, su anti-imperialismo y sus anglofilia (como si una cosa fuera consecuencia de la otra).

En 1908, en una sobremesa imperial, el secretario militar Dietrich von Hülsen-Häseler cayó muerto de un ataque al corazón mientras realizaba un pas seul vestido sólo con un tutu de ballet. El episodio reveló un trasfondo alarmante en los altos mandos del ejército alemán y el servicio exterior y motivó una serie de juicios marciales en los círculos en los que participaban centralmente el príncipe Philipp von Eulenburg y el general Küno von Mottke, quienes fueron acusados de homosexualität y conspiración para influir en Guillermo II. De los juicios participaron activistas de la “causa gay” muy reconocidos (Adolf Brand, Magnus Hirschfeld), además de todos los involucrados, sus esposas y parientes.

El caso fue muy documentado en la prensa europea y en particular la francesa, donde la homosexualidad pasó a llamarse “el mal alemán” e incluso en los urinarios públicos, donde los “entendidos” se preguntaban: “¿Hablás alemán?”.

Revolución y Guerra

La documentación de la Gran Redada es muy escasa, y todo se limita a las habladurías y las sospechas porque “de esas cosas no se habla”. Los listados de la policía incluían 41 o 42 nombres porque uno de ellos era el de Ignacio de la Torre (para más datos: vestido de mujer), el yerno del presidente Porfirio Díaz, quien prefirió que los asuntos de Nacho no salieran a la luz.

La prensa de la época sólo insiste en que todos eran “niños ricos” y “pollos gordos”. Pero, de todos modos, el pasaje de la “fiesta” del ámbito de lo privado al de lo público marca un umbral de visibilidad que el siglo XX se encargará de amplificar y de depurar de la moral veterotestamentaria. En Cancionero folclórico mexicano, Margit Frenk consigna esta copla:

De aquellos que están allá,

no me parece ninguno:

el uno ya está muy viejo

y el otro es 41.


Según los entendidos, el abandono de Guillermo II de las posiciones moderadas después del affaire Eulenburg terminaría desembocando en la I Guerra Mundial. En la hacienda de Ignacio de la Torre, en Morelos, trabajó por un tiempo Emiliano Zapata, que fue por vez primera a la ciudad de México como caballerango de don Nacho, quien le tuvo especial afecto por su destreza en la monta. En ese viaje, en el que sabe Dios qué pudo haber pasado, Zapata perfeccionará su desprecio hacia los sectores aristocráticos y también su homofobia.

Nunca hay que subestimar el poder de un escándalo de locas que, bien visto, es capaz de cambiar el curso de la Historia. Eso sí, hay que saber contarlo.

 

sábado, 22 de mayo de 2021

Cono Sur

Por Daniel Link para Perfil

Argentina se acerca a pasos agigantados a su peor pesadilla, ser la lacra de esa inestable unidad geopolítica conocida como “Cono Sur”, además del lastre del Mercosur (caracterización que desencadenó una respuesta airada y completamente fuera de lugar del Sr. Fernández, el principal responsable de nuestros sueños intranquilos).

A la derecha de Argentina (lo que es su Oriente), Uruguay es una república de solidez indiscutible que se ha convertido en el paraíso de los cultores del libre mercado, la acumulación (a veces insensata, a veces no) de capital y, más recientemente, la meca de la industria audiovisual de la región. Además, el país ha implementado una política migratoria de atracción de grandes y medias fortunas y se ha aliado con Brasil para bregar por una mayor apertura de las economías del bloque. En los últimos días, incluso, se ha convertido en destino de asilo político para algunos argentinos “perseguidos por la ley”.

A la izquierda de Argentina (lo que es su Occidente), Chile acaba de celebrar unas elecciones para constituyentes ejemplares. El resultado favoreció ampliamente a los sectores de izquierda independiente que protagonizaron la protesta de octubre de 2019 (lo que significa que la pandemia no necesariamente detuvo todos los procesos políticos), quienes bajo el rótulo “Del Pueblo” consiguieron 24 constituyentes. “Apruebo Dignidad” (Partido Comunista y Frente Amplio) obtuvo 28 escaños, “Apruebo” (buena parte de la Concertación que gobernó Chile entre 1990 y 2010) se quedó con 25 sillas y la derecha gobernante (que utilizó el absurdo y amedrentador lema “Vamos por Chile”) obtuvo la magra cifra de 37 representantes, lo que no le permitirá influir en la redacción de la nueva constitución ni vetar artículos (para lo que era necesario contar por lo menos con un tercio de la asamblea, es decir 52 convencionales).

Además, la elección se realizó según un mecanismo de paridad de género único en el mundo, que garantiza un mínimo de 45% de convencionales mujeres, los miembros de la Constituyente no pueden participar de la gestión de gobierno al mismo tiempo y, además, se reservaron 17 puestos para representantes de los pueblos indígenas. A fines de junio comienzan las deliberaciones que deberán arrojar, después de 9 meses un nuevo texto constitucional.

Mientras tanto, en Argentina la coalición gobernante actúa como un boxeador ebrio al borde del knock out, tirando golpes al aire sin ton ni son, sin que se sepa bien cuál es el consejo más adecuado para guiar el brazo del combatiente. Ah sí, en Argentina todo es un combate y todo es heroico: desde la llegada de un avión con unos cientos de miles de vacunas rusas, pasando por la defensa a rajatabla de los subsidios energéticos a los sectores más privilegiados, hasta la sempiterna pelea con la oligarquía ganadera, privada en estos días de la posibilidad de exportar.

En el exterior, nadie sabe bien para dónde va Argentina y aquí adentro, nadie parece querer reconocer que el país se hunde irremediablemente por el embrutecimiento de su clase política (cualquiera sea la alianza que se considere), incapaz de cualquier gesto de grandeza, aferrada a sus pequeños terrores y anteponiendo siempre, siempre, el negocio personal a la aventura colectiva, el resentimiento al horizonte compartido.

Boqueamos en una ciénaga con el barro hasta el cuello y el chistecito de “hay que pasar el invierno” se ha convertido ya en una sentencia dantesca: “hay que pasar el infierno” (que nunca llega, que nunca se acaba). ¿Qué vendrá después? Probablemente más inflación, más miseria (¿se puede ser todavía más miserable?), más omertá y menos humildad, más obstrucción a cualquier iniciativa razonable y menos imaginación, más palabrerío hueco y la misma obsesión insensata por un poder que no se vuelca a la solución de los problemas del pueblo, cada vez más atónito ante el egoísmo y la insensibilidad de la clase política.

El proceso chileno ha sido caracterizado desde diferentes posiciones como una “esperanza” para América latina. ¿Hay esperanza para América Latina? Sí, sí, infinita esperanza, pero no para nosotros.

martes, 18 de mayo de 2021

Ciberfilologías

La nueva aplicación de Google puede ayudar a preservar los idiomas en peligro de extinción

Google ha lanzado una nueva aplicación que puede ayudar a preservar las lenguas en peligro de extinción. A través de la aplicación "Woolaroo", los usuarios pueden aprender diez idiomas que desaparecen tomando fotografías de objetos. Además de ofrecer una nueva herramienta de aprendizaje, la aplicación proporciona una forma para que las comunidades indígenas preserven su patrimonio.

Woolaroo admite diez idiomas de todo el mundo: criollo de Luisiana, griego de Calabria, maorí, náhuat, tamazight, siciliano, Yang Zhuang, Rapa Nui, yiddish y yugambeh, sitio web de noticias holandés NU.nl informó. Dado que estos idiomas no se hablan con frecuencia durante décadas, corren el peligro de ser olvidados. La aplicación debería evitarlo.


sábado, 15 de mayo de 2021

Bésame mucho

Por Daniel Link para Perfil

En enero de 2010 se estrenó el episodio “Moon Landing” de la primera temporada de Modern family. Allí Alex, la hija del medio, pregunta en un momento: “¿Qué es Jägermeister?”. Su padre le contesta: “Uhm, viste cómo en los cuentos de hadas siempre hay una poción que hace que la princesa se duerma y entonces el muchacho empieza a besarla? Es más o menos como eso, excepto que no te despertás en un castillo, sino en una fraternidad, y con una mala reputación”.

Más de diez años después, la ocurrencia de unos guionistas memorables volvió con toda su fuerza, ahora de la mano de militantes feministas que reclaman la suspensión del beso a Blancanieves en Disney World porque entienden, con razón, que un beso a una chica narcotizada no es un comportamiento a ofrecer como modelo.

Del mismo modo habría que objetar que un lobo disfrazado de anciana espere en la cama a la niña inocente para susurrarle al oído “para comerte mejor” o que dos hermanos desesperados arrojen al horno encendido a la anciana que les brindó su hospitalidad.

Los cuentos de hadas abundan en peripecias más o menos espeluznantes y en general se entiende que canalizaban los terrores de épocas pretéritas. No sé si es posible convencer a las infancias actuales de que conserven la distancia filológica necesaria para entender esos relatos.

Pero incluso más inquietantes que esos episodios de velada sexualidad (naturalmente, héteropatriarcal por dónde se la mire) son directamente los personajes principescos como modelos a adoptar.

Una vez le compré a mi nieta un juego de piezas de madera con dibujos, que se encastran aleatoriamente para formar una historia. Había una princesa, una especie ausente de su repertorio de lecturas. Juntos inventamos el cuento de que, desde la torre, veía pasar al niño campesino triste y que, para aliviar su pena, le exigía al rey la reforma agraria y, de paso, la abolición de los títulos nobiliarios.

viernes, 14 de mayo de 2021

miércoles, 12 de mayo de 2021

domingo, 9 de mayo de 2021

Invitación

 


sábado, 8 de mayo de 2021

Microfascismos

Por Daniel Link para Perfil

En febrero de este año el rapero español Pablo Hasél fue arrestado por rapear y escribir en sus redes mensajes contra la monarquía. El catalán fue condenado a nueve meses de prisión por los delitos de “enaltecimiento del terrorismo e injurias a la Corona y a las instituciones estatales”. En uno de sus videos, mostró a “Juan Carlos el Bobón” en su juventud haciendo un elogio chocante del General Franco. Por eso, se refiere a sus perseguidores como “Hijos de Franco condenando por ser franco” y, en entregas posteriores, junta en un mismo verso las palabras “guillotina”, “Letizia” y “botox”. En las principales ciudades españolas, los simpatizantes de Hasél que se manifestaron por su liberación fueron reprimidos por las fuerzas de seguridad.

Por su lado, el 1º de mayo, el rapero italiano Fedez denunció haber recibido presiones por parte de la RAI para que no leyera, durante un concierto, una proclama en contra del partido ultraderechista La Lega, citando las palabras de varios de sus integrantes en contra de la comunidad LGTBIQ+, a propósito de una ley antihomofobia y antitransgénero trabada en el Parlamento italiano por la resistencia de la derecha.

Si bien la RAI negó la censura, Fedez publicó la grabación de una llamada telefónica con un ejecutivo de la compañía pública que lo conminaba a no citar nombres propios en su proclama en defensa de la ley.

Nada de esto habría escapado de la esfera de los análisis críticos de los microfascismos contemporáneos, que todavía hoy se levantan en guerra contra la negatividad de la música y el arte, si no fuera por el triunfo brutal del PP, el martes pasado, en las elecciones autonómicas de Madrid y el espectacular retroceso de la izquierda.

El presidente del PP, Pablo Casado, dijo que “Hoy Madrid es el kilómetro cero del cambio en España”. Un cambio que implicará pasar del microfascismo al fascismo a secas. Contra la guillotina del rap, los fusilamientos regios.

sábado, 1 de mayo de 2021

El virus bizantino

Por Daniel Link para Perfil

En el Lacio italiano (cuya ciudad principal es Roma) un 70 % de la población ya ha sido vacunada con al menos una dosis anti COVID. Esto ha provocado una masiva apertura de los bares y terrazas (Roma sin aperitivo no es Roma), lo que inquieta a las personas más responsables porque temen que el semáforo amarillo se les vuelva de nuevo rojo en cualquier momento.

Aquí, en cambio, estamos en rojo intenso, tirando a púrpura y recién ahora las autoridades sanitarias repararon en el disparate que significa andar exportando oxígeno o pagar anticipadamente vacunas que nunca llegan (aún cuando se fabriquen en suelo patriótico).

Por fortuna, ya se sabe que la presencialidad escolar no ha sido motivo de incremento de contagios. Si bien estos han crecido un 10 % en la franja etaria de hasta diez años, esto ha sucedido con independencia de la asistencia a las aulas (igual en la ciudad de Buenos Aires que en el Conurbano, donde no hay clases). Los sindicatos docentes no reconocen estos porcentajes e insisten en el riesgo de mantener las aulas abiertas, pero la mayoría de las jurisdicciones desoyeron la recomendación presidencial.

El problema no estaría en las escuelas. Los que más traccionan los porcentajes de contagio hacia arriba son las personas entre 20 y 40 años quienes, hay que subrayarlo, no tienen en principio obligaciones escolares que cumplir.

Los partidos y sindicatos de izquierda vienen advirtiendo desde hace semanas el incremento de contagios en los lugares de trabajo (especialmente fábricas), donde se han registrado altos porcentajes de ausentismo y, lo que es peor, ocultamiento de síntomas (porque no se cumplen con los protocolos sanitarios) ante el temor de una suspensión con salario recortado o, en el caso de los trabajadores precarizados, directamente una desvinculación de la relación laboral.

De eso, claro, no se habla, porque se trata de un callejón sin salida del cual los gobiernos de todos los signos políticos han decidido desentenderse.

Mi informante romana me había dicho: “Somos privilegiados, porque nos paga el Estado”. Y es cierto. Aunque aquí el ajuste haya llegado con toda su violencia a las jubilaciones y los sueldos docentes, algo es algo y los pedagogos que se entregan a la virtualidad seguirán cobrando sus sueldos aunque sepan que la eficacia de esa forma de aprendizajes en hogares empobrecidos hasta el horror es nula, sencillamente porque la mayoría de las familias argentinas no tienen acceso a la tecnología (tampoco a los alimentos) y porque en la mayoría de las familias argentinas no es fácil organizar y tutelar los aprendizajes de les niñes.

Alguien comparó la situación que vivimos con el hundimiento del Titanic. Una mejor analogía es Constantinopla: discutimos el sexo de los ángeles mientras el cerco de la muerte cada vez se estrecha más.