sábado, 28 de septiembre de 2019

Mi mundo privado

Por Daniel Link para Perfil

Según TripAdvisor he recorrido 720.780 kms que representan el 18 % del mundo. Como la mayoría de mis viajes han sido laborales, los lugares visitados se concentran en América (preponderantemente la latina) y en Europa. Me felicito, pues, de mis pocas aventuras propiamente turísticas, que ampliaron mi área de conocimiento (Turquía, Egipto, Marruecos, Cuba) que, de todos modos, sigue siendo bastante exigua.
Todo el mundo me recomienda destinos asiáticos: Tokio (“te encantaría”), etc. Pero serían viajes demasiado caros para mis cada vez más menguados ingresos. Dudo que surja alguna invitación desde esos lugares remotos o que TripaAdvisor me recompense por mis contribuciones.
Por supuesto, los lugares no son idénticos todo el tiempo. En enero próximo tengo una obligación que cumplir en Chicago, ciudad que me encanta, pero que voy a visitar por primera vez en invierno. Ya me estoy muriendo de frío, pero, aunque TripAdvisor no lo reconozca, será un lugar completamente nuevo, con sus montañas de hielo reluciente y sus temperaturas de mundo de fantasía.
En lo doméstico, mi gran déficit es el sur. Lo más lejos que he estado es Bariloche (y Puerto Montt, del otro lado de la cordillera). Tendré que conformarme con la parte del mundo que conozco y algunos antojos más que me quedan por cumplir: Manaus, Ciudad del Cabo.
De modo que lo que me quede de vida y de curiosidad no agregará demasiados kilómetros a mi territorio ni, creo, demasiadas expansiones a mi tolerancia hacia lo desconocido.
Cuando era chico me entusiasmaban los viajes al espacio, a la Luna, a Marte, que han vuelto a estar de moda ante el inminente (y parece que irreversible) proceso de destrucción planetaria. Yo recordaré apenas un 18 % del mundo pero sufriré (donde esté) la destrucción de la única tolerable totalidad: la multiplicidad de lo viviente y sus innumerables mundillos, que los microplásticos hicieron estallar.

sábado, 21 de septiembre de 2019

Invenciones cubanas

Por Daniel Link para Perfil

El experimento cubano es raro, al menos en su versión actual, después de la Ley de Inversiones Extranjeras de 1995 y los lineamientos del VI Congreso del Partido Comunista de 2011.
Algunas de esas rarezas son muy cautivantes: en la televisión no hay publicidad y, además, emiten películas (vimos The Hustle) bajadas de los mismos servidores que se usan en el resto del mundo (reconocimos la versión emitida por los subtítulos en color amarillo). Todo Netflix, naturalmente, se consigue en la calle. En contra: no hay presentadores ni presentadoras de origen afrocubano.
Cuba inventó las formas superiores del capitalismo actual: Airbnb, Uber y el “coliving” existen en la isla desde mucho antes que esas aplicaciones (familias que alquilaban habitaciones en sus casas, autos que llevan a terceros por importes menores que los que cobran los taxis, paladares).
Las personas tienen una cultura general bastante sólida, pero no tienen ocasión de aplicarla. Un licenciado en estudios culturales de La Habana y un profesor de inglés de Trinidad preferían preparar desayunos porque la industria turística es, claro, más rentable. Ninguno de ellos conocía ni a Severo Sarduy ni a Reinaldo Arenas.
Como ahora disfrutan de Internet, ya sabrán qué buscar después de nuestros consejos.
La más deslumbrante fue Tanja, la conductora del cocotaxi a quien le pedimos que nos llevara a la casa de Lezama Lima. A ella no le gustaba Lezama, le parecía pesado. Especialmente Paradiso. Yo no iba a discutir eso con ella, pero le aclaré que había escrito ensayos esenciales para el pensamiento latinoamericano. “Sobre la comida”, precisó. “Era un glotón”. Tampoco le gustaba demasiado Carpentier. La consagración de la primavera tal vez, pero El recurso del método en absoluto. Para “real maravilloso” (SIC) prefería al colombiano, García Márquez.
Mencioné el Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar. Desvió el cocotaxi para pasar por la esquina donde estaba la casa de Fernando Ortiz, cómo no.
Le pregunté si había estudiado Letras o algo semejante. Tanja dijo que no, que ella leía porque le gustaba. Conocía al dedillo los barrios de La Habana. Y tenía frases. A la tercera vez que le dijimos “Qué raro” a algo que contaba, ella sentenció: “Aquí nada es raro, todo es increíble”.
En una playa cerca de Trinidad, vimos a una turista que practicaba topless. Le preguntamos al mozo que nos servía un pescado delicioso (cuyo nombre no recuerdo) con arroz moro si eso estaba permitido, para recibir otra “frase” como respuesta: “A ustedes se les permite todo, a nosotros no”.
La mejor fue la frase de un policía, que me hizo pagar casi con alegría la multa injusta de cuarenta dólares que me impusieron por no respetar la distancia mínima entre autos prevista por la Ley: “La policía revolucionaria no comete injusticias”.

martes, 17 de septiembre de 2019

Madame Nielsen en FILBA-Buenos Aires


Hoy ensayo general




lunes, 16 de septiembre de 2019

Ya salió mi libro de recetas de cocina





Sesenta años no es nada

por Daniel Link para Perfil

Vinimos a La Habana para celebrar los sesenta años de la Revolución, mi vida entera. La efemérides coincide con los 500 años de La Habana, una de las ciudades más viejas y más hermosas de América. La inmersión en el modo de vida de la isla fue equivalente al pasaje a un universo alternativo. Cuba tiene una historia tan específica que a partir de cierto momento (que tanto puede ser 1898 como 1959), se crearon líneas temporales divergentes. 
El Período Especial, con el colapso de los países comunistas europeos y el recrudecimiento del bloqueo económico norteamericano contribuyeron a formar este mundo paralelo tal cual es: cada cubano adulto perdió de entre un 5% a un 25% de su peso corporal durante el período 1990-1995. En 1995 se promulgó la Ley de Inversión Extranjera y el gobierno tuvo que abandonar su antipatía hacia el turismo y los vicios que conlleva. 
La economía es rarísima, y muy difícil de explicar sin dos nociones básicas: aislamiento y escasez, que son el horizonte de todos los intercambios, desde el bimonetarismo hasta las cartillas de racionamiento. La gente es pobre, pero además, no hay qué comprar. 
El cumplimiento del fin de la historia (la Revolución) vuelven al Tiempo una noción completamente ajena a nuestros hábitos perceptivos. Como la historia ya ha concluido, las personas se dedican a mirar pasar el Flujo del Tiempo, que atraviesa todas las capas de esplendor de la ciudad (la Colonial, la burguesa, la revolucionaria, que casi destruye las dos anteriores) como si fuera una masa casi tangible. 
El lugar de encuentro es el Malecón, donde todos los atardeceres los jóvenes y los más viejos se sientan de espaldas al mar, con sus caras iluminadas por la luz de sus celulares, a (ver) pasar el Tiempo. 
Pese a todos los desatinos de la Revolución (que el VI Congreso del Partido Comunista de 2011 intenta resolver) Cuba sigue siendo una realidad necesaria: el lugar de todos los sueños y pesadillas. Los americanos no pueden entender que haya un país que elija sobrevivir sin ellos. El turismo europeo recupera un sentido del coger perdido en sus monótonas sociedades y si el régimen de Caracas no tuviera otro sentido que garantizar la provisión de petróleo para la isla, con eso alcanzaría para justificarlo. Acerqué mis libros a Casa de las Américas, que también celebra sus sesenta años, como un presente a una sociedad cuya sola existencia garantiza la supervivencia de la imaginación.