viernes, 15 de abril de 2005

No se culpe a nadie...

...sino a mi impericia lingüística, a mi incapacidad para hacerme entender. Publiqué, debidamente intervenida con corchetes de mi autoría, la noticia de ayer: la detención del estúpido Disábato por crímenes de hate speech ("O crime de racismo é inafiançável no Brasil, mas Leandro foi enquadrado em crime de injúria com agravante em discriminação racial, este sim, fiançável").
Idelber Avelar me contesta hoy, creyendo que yo, de algún modo, adhiero al punto de vista infame del jugador, el cónsul argentino o el directivo quilmeño. Nada de eso, querido amigo. Por mí, que se lo guarden al tarado de Disábato y lo expongan en la plaza pública. Sólo la vergüenza propia (otra vez un argentino dando que hablar alrededor del mundo) motivó que me refugiara en el doble sentido de la ironía.
Y no es una cuestión de idiomas o países, Idelber: aquí también (por eso el cónsul argentino y el directivo fueron cínicos en sus declaraciones) "negro de mierda" es una injuria y un acto de hate speech que no debiera tolerarse. Pero muchos argentinos se creen en un más allá de la corrección política (y así nos va). Muchos, pero no todos: la encuesta del diario La Nación de ayer arrojaba los siguientes resultados: el 60 % de los votantes condenaron las palabras de Disábato. Yo, entre ellos.
Y de nada serviría que invocara, ahora, mis créditos previos para garantizar la buena fe de mis dichos: los actos de lenguaje no se miden por sus intenciones sino por sus efectos. Mis disculpas, pues, a los amigos de Brasil.

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