Entre otros libros que no vale la pena mencionar, Paidós acaba de distribuir El títere y el enano de Slavoj Zizek, con el cual es un placer discutir. En este libro, que no ahorra referencias a la "situación" argentina, Zizek insiste en mezclar el agua y el aceite (el psicoanálisis lacaniano y el materialismo histórico), es decir: de dos ruinas pretende obtener un híbrido interesante. Como se trata, esta vez, del cristianismo como tema, resulta más o menos lógico el marco lacaniano (Lacan, a fin de cuentas, no hizo sino desjudaizar el psicoanálisis para beneficio de la grey católica). Lo del materialismo histórico, buah, en fin... digamos que es un libro que tiene hipótesis históricas y que por lo tanto no puede eludir aquel marco, todavía hoy, invencible en esa disciplina.
El otro título es una compilación de artículos que lleva la firma de Elisa Carrió y Diana Maffía: Búsquedas de sentido para una nueva política (Buenos Aires, 2005, 408 págs., ISBN 950.12.6547.1), que despertará las suspicacias de todos: ¿es una contribución académica o política? ¿Se puede separar una cosa de la otra? ¿Se puede postular una "nueva política", en el sentido en que lo viene haciendo Elisa Carrió en la televisión argentina, a través del examen de la obra de Walter Benjamin (Gabriella Bianco), o de la oposición (abstracta) entre una ética de la justicia y una ética del cuidado (Beatriz Kohen)? Y, sobre todo, se puede pensar una "nueva política" a partir de la extraña mixtura que propone Carrió entre algunas hipótesis foucaultianas (que glosa con eficacia de estudiante aventajada) y su inconmovible certeza de que "no hay mayor paradoja del pensamiento que la muerte de Cristo. Porque él muere para la gloria"? Lo que yo leo en su opinión (que, por otra parte, me resulta extremadamente simpática) es el fin de la política pero no el comienzo de una nueva. Esa "locura de la cruz" que retoma de las cartas de Pablo y en la que, dice ella, se fundaría un pensamiento paradójico original y radicalmente diferente de la razón griega, lo único que implica es el fin de la política. No esta mal reclamar ese final pero en todo caso parece incompatible con la busca de sentidos porque, como sabemos, la "locura de la cruz" es como el éxtasis y ahí no hay posibilidad de institucionalización alguna (como tampoco se puede institucionalizar el cuidado de si).
Por otra parte, Carrió afirma que "es notable que no haya libros sobre las paradojas", lo que a todas luces merece la aclaración de que los hay, y en cantidades apabullantes. No es la paradoja lo que nos arrancará de la crueldad del mundo sino precisamente la condición para que sepamos tolerarla. No sé... Supongo que Carrió encontrará mejores lectores que yo (y así lo espero).
Las tres gracias
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Mientras preparo un taller sobre el paso (siguiendo algunos motivos) de los
cuentos tradicionales, desde las lejanas cortes europeas a los libros que
hay...
Hace 2 semanas.
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