Tiene razón Matilde (que como escribe formidablemente bien incluso puede permitirse la coquetería de decir que no sabe traducir poesía) en censurar los humorismos involuntarios del PO.
Se equivoca, sin embargo, cuando pregunta: "Perdón, ¿a quién mató Ibarra?" No se mata sólamente golpeando o disparando un arma de fuego, se mata también exponiendo a la muerte. Ibarra es responsable de los muertos de Cromañón en ese sentido (cosa que parece corroborar el sencillo pero intransigente testimonio de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad). Y es por eso que Ibarra debió haber renunciado. Ahora, ya es tarde incluso para eso y la verdadera catástrofe política todavía hay que pensarla en el futuro, lo que vendrá.
El subnormal llamado Ibarra prefirió aferrarse a su sillón municipal y hoy ni los más inmundos domini canem le atienden el teléfono. No lo sentimos por él, pero sí por sus equipos de trabajo en los cuales, seguramente, hay gente de bien que se merecía un reconocimiento que jamás tendrán porque ni siquiera será conveniente que incluyan en sus curricula haber sido cómplices de una gestión asesina.
Inauguraremos, a partir del mes próximo, una nueva sección, "Ideas para la ciudad" (es fácil, es gratis), como para empezar a imaginar una ciudad alternativa.
Las tres gracias
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Mientras preparo un taller sobre el paso (siguiendo algunos motivos) de los
cuentos tradicionales, desde las lejanas cortes europeas a los libros que
hay...
Hace 2 semanas.
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