Gael escribe: "a veces tengo miedo de juntarme a ver con alguien una película que elegí yo, porque por ahí no les gusta". Comparto ese miedo y mucho más: siempre tuve miedo de que una película elegida por mí no me guste a mí. Ergo: no alquilo películas (ni en video ni en dvd). De hecho, me gusta mirar, en la pantalla de televisión, cosas que pasan, y descubrirlas por azar (jamás se me ocurriría consultar una revista de cable). Me parece injusto que la cultura industrial, además de ofrecernos puras porquerías, pretenda que nos responsabilcemos por nuestras elecciones. Prefiero ver películas programadas por otros. Por supuesto, veo películas alquiladas, pero jamás las alquilo yo. De ese modo me siento completamente libre para censurar ácidamente el gusto cinematográfico de S. (por ejemplo) y proclamar mis muchos odios (hace un par de noches, S. alquiló Efecto mariposa, una película completamente estúpida y desagradable desde el comienzo hasta el final; hace una semana, B. nos recomendó Demonlover, y ahí fuimos los dos los que hicimos comentarios sarcásticos sobre los gustos de B). Es definitivo: no hay que alquilar películas (rentar vídeos, tío), aún cuando ver películas en la propia casa, se sabe, sea mucho mejor que verlas en cine. Para el próximo decálogo cultural: 1) No hay que ir al cine, salvo en circunstacias excepcionales. 2) No hay que elegir películas (para alquilar, para comprar ya es otra historia).
Las tres gracias
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Mientras preparo un taller sobre el paso (siguiendo algunos motivos) de los
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Hace 2 semanas.
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